Por Angélica Mancilla García
No volvimos a salir, aquí hemos estado siempre, nunca nos hemos ido. Las calles son nuestras, las noches son nuestras, la vida es nuestra.
Este 8 de marzo coloreamos de violeta y verde las calles del centro de la Ciudad de México y de otros estados.
Ante la emergencia que enfrentamos como mujeres y en vista de que la 4T se empeña en negar nuestros derechos, aquí estamos más fuertes, más aliadas; no daremos un paso atrás, nadie nos ha regalado nada, nosotras les hemos arrebatado nuestros derechos y no vamos a dejar que nadie, por más “gobierno de izquierda” que se diga, haga con nosotras lo que le convenga.
Mandamos un mensaje fuerte y claro al ciudadano presidente: ¡nuestros derechos no se consultan, se reconocen! Querer preguntar a toda la ciudadanía sobre los derechos de solo la mitad de la población, también es violencia.
A diario, al menos nueve mujeres y niñas son víctimas de feminicidio en México, de desaparición y muchas más mueren en la clandestinidad de los abortos, pero tuvieron que pasar casi cien días de gobierno para que el actual presidente anunciara una estrategia emergente para garantizar la vida de las mujeres —que aún no garantiza nada—; y sin embargo, todavía le da la vuelta a temas que nos afectan, como es la criminalización de las mujeres por decidir sobre sus propios cuerpos, para él, la corrupción es prioritaria por encima de la vida de las mujeres.
Minutos después de las cuatro de la tarde del pasado 8 de marzo, los contingentes de mujeres comenzaron a avanzar sobre la Avenida Reforma con dirección al Zócalo de la Ciudad de México.
“La 4T será feminista o no será”, “Estado feminicida”, “aborto legal y seguro ya”, “unidas nos mantenemos vivas”, “el aborto es una cuestión de seguridad pública”, fueron algunas de las frases que se leían en las pancartas; y al ritmo de consignas como “en la calle son el Che y en la casa Pinochet”, “y ahora que estamos juntas y ahora que sí nos ven, abajo el patriarcado que va caer, que va a caer, y arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer”, “ante la violencia machista, autodefensa feminista”, “hay que abortar, hay que abortar al sistema patriarcal”, “aborto sí, aborto no, eso lo decido yo”, miles de mujeres y niñas avanzaron durante poco más de dos horas.
Algunos contingentes continuaron por la calle 5 de Mayo para ingresar al Zócalo, donde aguardaba un templete frente al Palacio Nacional, mientras otros más tuvieron como punto final el Palacio de Bellas Artes, donde un grupo de mujeres activistas y familiares víctimas de feminicidios y desapariciones realizaban arduos trabajos para levantar una antimonumenta en contra de la violencia contra las mujeres.
Los trabajos de la antimonumenta duraron más de seis horas. Mientras algunas escarbaban, otras armaban el andamio que serviría de soporte para colocarla, madres de las víctimas recordaban a sus hijas e hijos, y muchas más aguardaban alrededor. Pasadas las diez de la noche, cuando finalmente se logró colocar figura, entre ¡ni una más, ni una más, ni una asesinada más!, madres de víctimas develaron la antimonumenta.
La figura es el símbolo de las mujeres, en la que se puede leer por una lado: “Exigimos Alerta de Género Nacional” y “No más feminicidios”, y por el otro: “En México 9 mujeres son asesinadas al día” y “¡Ni una más!”.
La antimonumenta residirá frente al Palacio de Bellas Artes, para protestar contra un gobierno al que no le interesan las mujeres, para recordarle que, en la medida en que no garantice nuestras vidas y no haya justicia para las víctimas, está manchado de sangre, de nuestra sangre.