Cristina G. Pérez Fabián (1993, Ciudad de México. Amante de la magia, el cine y el poema, del teatro, la vida y la muerte; «Loca, cuan más feliz». Actualmente es integrante del taller «Escuela Feminista Comunitaria de Creación Literaria».
Parida
Sentí un vacío tan inmenso como si yo misma cargara en mi vientre una ilusión no nacida. Me recordó a ese instinto que decían me pertenecía cuando mi hija era aún misterio para mis entrañas. Sentí mi vientre, vestigio de mi hambruna bajo el agua, ahí donde la oscuridad —y ella— me cobijaba. Mi hendidura más antigua.
L a m á s h i r i e n t e p o r q u e n a c í.
-¡Nació mujer!- dijo con sentencia y reclamo.
Me parió. Me ha parido en un infinito grito de expulsiones. H i j a, h i j a, h i j a. Me llama mi madre. Mi madre me llama y me ama. Me llama hija y se llama madre. No existe contraposición alguna a esta relación simbiótica de palabras —¿Sólo eso?— y cuerpos. Eso dicen, que se siente.
Y estoy a punto de parir. Ya he parido. Parí un instinto. El único que he sentido —el de ser hija—, siendo mujer. Me parí en el mito de que una madre ama. M e a m a. Y sentí un vacío —que aseguro no es nuestro— en esa herida del vientre. Profunda y lastimada mujer.
—¡Nació mujer!— le dije a mi madre.
Parí el vacío, retentivo y suspicaz. Ilusión nacida de una vieja herida, de ser nosotras.
Muy profundo. Me parece viceral, muchas felicidades.
Llega el momento en que una se debe parir a sí misma y dejar en orfandad -abortar sería mejor- ese vacío impuesto.
Gracias, Cristina.
Me encantó, eres extraordinaria 😘