El chisme no es un género menor, sobre “Damas y adamados” de Antonio Bertrán

Por Diego Medina

Cuando le presenté a Ximena Cobos la primera reseña sobre literatura QUEER pensé en la historia de la crítica, porque las literaturas que no hablan del deseo heterosexual, de las hazañas del hombre blanco, de los “problemas importantes” como la guerra, la economía o las ciencias (al servicio del capital), esas literaturas que no hablan del cuerpo de la mujer como un territorio de conquista, de las literaturas que no hablan del ano como un tabú escatológico, quedan relegadas a lo marginal, a la nota al pie de página, a un comentario en las charlas de café (ni siquiera a una ronda de opiniones, no, sólo a un comentario escueto y sin retórica). Por eso me comprometí a escribir una reseña semanal sobre literatura queer, que es el campo que me atañe, porque alguien tiene que hacerlo, no alguien en el centro del poder, sino alguien que pueda hablar libremente de la literatura, sin temor del poder.

Pensaba mientras leía Damas y adamados. Conversaciones con protagonistas de la diversidad sexual, de Antonio Bertrán, carismático reportero fundador del pasquín inmundo (y jtísimo) Reforma, ciclista y seropositivo en voz alta, que uno de los géneros literarios más infravaloradas es el chisme, fíjese usted. Visto por algunos como una práctica perniciosa, por otros como un placer culposo, pero disfrutado por tLeer más

Cryptozoo: La otredad no tan fantástica  

Por Sergio E. Cerecedo

 

Aunque las antes llamadas “caricaturas” siguen produciéndose y siendo un producto rentable, las propuestas animadas con contenido más adulto han ganado un terreno en la memoria colectiva en los últimos años. Aunque es cierto que en los canales de televisión como Nickelodeon, Fox Kids o en la misma programación de MTV se colaban series como “La vida moderna de Rocko”, plenas de albures, referencias sexuales y cosas de la vida laboral que los espectadores promedio (niños y adolescentes) difícilmente podían entender, eran ejemplos aislados. No obstante, ahora nos llegan más seguido propuestas distintas que pueden ser desde algo irreverente como Bojack Horseman a cosas más abstractas como Midnight Gospel, en éste segundo renglón es donde esta singular propuesta se ubica.

 

El criptozoológico del título es un proyecto con corazón logrado a medias donde una mujer motivada por sus sentimientos personales hacia estas criaturas mitológicas (Críptidos) logra respaldar una iniciativa muy similar a la de los animales en peligro de extinción, no es casualidad que la cinta se desarrolle en los tiempos de la guerra de Vietnam, mucho de la ideología hippie se encuentra en la pareja de la secuencia inicial, donde ellos acampan cerca de la cerca de dicho lugar, así también desde esa secuencia podemos ver el tema constante: la sensación de extrañeza por parte del ser humano hacia lo desconocido que por igual le inspira fascinación y exotismo que miedo y odio ante ignorar el correcto cuidado de esas formas de vida, algunas de raciocinio humano y otras más cercanas a lo animal.

 

Ese es el dilema que Lauren, una de las activistas que se dedica a salvar críptidos del mercado negro y su explotación —con una evidente similitud con el tráfico de especies en peligro de extinción—, Leer más

El calambre se deshace no haciendo nada

 Contando las horas con los dedos, Jonatan María Reyes (2022)

Por Francisco Casado[1]

Así como en el ejercicio físico y el ejercicio de una profesión debe existir cierta pulsión de vida, el ocio encarna también una. Sirve para estirar el desasosiego, deshacer el calambre que contrae a la vida. Motivo por el cual, siguiendo la lógica poética de Octavio Paz, el ocio cuenta como material para la poesía: secuencia de posiciones que Jonatan María Reyes (Santurce, Puerto Rico) ha plasmado en Contando las horas con los dedos (2022), editado por Herring Publishers, con ilustraciones de Anton Reyes.

Recuerdo a papá reclamando que no debería estar sin hacer nada, incluso en domingo. Cuando tuvo mi edad, decía, no desaprovechó ninguna de las excursiones con sus amigos, ningún juego de frontón; andar en bicicleta, ir al estadio de fútbol. Él prefería cualquier cosa, menos “estar echado” sin hacer nada, de ocioso. Hoy le hubiera dicho, a mí también me hubiera encantado tu tiempo, con menos horas de trabajo, menos tráfico, y un mayor poder adquisitivo; sin embargo, aquí nos tocó vivir: entre el quehacer y el reposo del cuerpo antes de seguir cumpliendo un contrato por tiempo definido.

                        EXT | 11:23 PM

 

                        me devuelvo. mi espacio público favorito

                        anda cerrado por renovación,

                        lleno de cintas amarillas, letreros, vallas y escombros

                        hasta nuevo aviso.

                       

                        regreso por la acera más ajetreada con las ganas

                        de ver dentro de los negocios la gente que interactúa

                        al ritmo de las bolas de billar

                       

                        no sin antes parar en el colmado,

                        poner una canción familiar en la vellonera

 

                        amagar con dilatar el eco

                        de un lugar feliz, ya cerrado 24/7 (Reyes, 2022, 16)

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El ángel en el reloj: la animación mexicana en busca de voz propia

Por Sergio E. Cerecedo

 

En los estrenos de la primera mitad del 2018 en nuestro país tanto en salas comerciales como de arte, hubo una buena cantidad de filmes mexicanos, algunos géneros incluso casi sustituyendo —en oferta— a sus equivalentes estadounidenses, como las siempre taquilleras comedias románticas y las películas de animación tanto infantiles como para gente más adulta o incluso para toda la familia. Entre ellas pudimos ver “El ángel en el reloj” que viene auspiciada por algunas marcas de productos nacionales así como por asociaciones que se dedican a la noble causa de la lucha contra el cáncer infantil, que apoyaron el mensaje positivo y empático que plantea la cinta.

 

Amelia, la niña protagonista, padece esa enfermedad, su padre se la pasa trabajando y ella, al igual que los adultos que sufren dicho mal, siente a menudo que la vida se le acaba entre medicamentos, somnolencia y el hartazgo que su tratamiento le produce, incluso le quita las pilas a los relojes en un intento vano por parar el paso del tiempo. Este deseo es escuchado por una criatura similar a un ángel quien pronto le transporta a otro mundo y le pide parte de su esencia a cambio de cumplir su deseo, atrapándola en una dimensión donde será testigo de cómo su mundo puede dejar de existir si no llega a tiempo a casa del creador del tiempo para solucionar el problema.

 

Antes que nada quiero empezar por los puntos positivos: Siempre he sido opositor de comentarios como “Tiene buena animación/fotografía/cualquier cosa técnica para ser mexicana”. Hace años que el cine nacional goza de grandes realizadores en todas las áreas  un buen nivel técnico y este filme no es la excepción, las animaciones (90% en 2D) fluyen, se ven detalladas y se aprecia un esmerado diseño de producción con gusto por el detaLeer más

Tablero de diamantes, el vértigo de la poesía homosexual de Alejandro Miravete

Por Diego Medina

 

En la literatura, como en la vida, a veces pasa lo que tiene que pasar, nos cruzamos con la gente adecuada, nos tropezamos con una piedra en el camino y, acto seguido, nos encontramos con un billete o una moneda, a veces no se pueden ver las estrellas en el cielo de las grandes ciudades, pero a veces uno lee poesía que condensa el milagro de la metáfora y el hálito del sudor púbico en un verso, a veces uno no liga, pero descubre a un poeta homosexual que hace que la noche valga la pena. A veces hay un Alejandro Miravete en la esquina de un librero (o en la Glorieta de Insurgente), cuya poesía colma de piel al deseo.

 

Los versos de Tablero de diamantes publicados bajo el sello de Niño Down Editorial son vertiginosos, sus imágenes poéticas son, en muchos casos, adrenalínicas y violentas (incluso vulgares), pero siempre las indicadas. Ya sea que leamos el poema dedicado a las trabajadoras de la noche, a Hello Kitty o a Jeffrey Dahmer, la poesía de Miravete mantiene el ritmo en todo el poemario. No hay puntos en que la calidad baje, a veces necesarios paLeer más

Análisis de la cinta “Un monstruo de mil cabezas”

Sobre las Aseguradoras en México

 

Por Carmina Cardiel

 

–¿Qué pasaría si el día de hoy usted o alguno de sus familiares va de regreso a casa y lamentablemente ocurre un accidente? Imagínese en el peor de los escenarios… Por ser tarjetahabiente de nuestro banco hoy queremos hacerle un regalo para usted y su familia. Y es que por la mínima cantidad de 3 pesos al día puede usted adquirir el seguro de gastos médicos mayores que le cubre blah blah blah –.  Es uno de los diálogos que por lo menos una vez en la vida de adulto escucharemos en México si tenemos una cuenta bancaria, así sea de nómina.

“Un monstruo de mil cabezas” (2015, México) es una película adaptada de la novela homónima de Laura Santullo, dirigida por Rodrigo Plá, que nos lleva de la mano a una trama desesperante en medio de una situación tan cotidiana como lo es la posibilidad de perder a un ser querido ante una enfermedad terminal.

 

¿Cómo se mide la seguridad de un país?

Uno de los Derechos Humanos más importantes es el Derecho a la seguridad, que se supone es una garantía individual en países democráticos como el nuestro; sin embargo, si recordamos que hace años venimos padeciendo como sociedad(es) un abandono por parte del Estado debido al neoliberalismo global, podemos sentir ese duro golpe por parte de quienes mayoritariamente realmente nos gobiernan: los empresarios, el capitalismo salvaje nuevamente involucrado.

Para el Ranking de 2024 bajo estudios realizados con la lupa examinadora de Global Peace Index 2024 en 163 países, existen tres categorías para la medición de seguridad de un país:

 

  • El nivel de seguridad y protección de la sociedad.
  • El alcance de los conflictos domésticos e internacionales en curso.
  • Nivel de militarización de cada país

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Sanctorum:  Los apocalipsis cotidianos

Por Sergio E. Cerecedo

 

Tres secuencias aparentemente inconexas son soltadas al inicio de la película: Un niño pequeño gritando en la búsqueda de su madre, un soldado perdido en el bosque y paisajes de montañas nubladas, conectados por un gutural sonido suspendido, similar a una campana ahogada, el plano de un pozo natural, un hueco en la tierra complementa la sensación de enormidad de un estruendo que no sabemos de dónde proviene.

 

Pero los espectadores no somos los únicos en escucharlo, ya que en el primer diálogo del filme, que es entre un campesino y su esposa, comentan del sonido, platican que los demás vecinos lo han escuchado y que sienten un mal augurio venir, y aunque la cámara casi inmóvil los hace ver como humildes trabajadores y buenas personas, algo que tienen arraigado en sus creencias sacude su consciencia. Pronto sabremos que en ese pueblo serrano, los cárteles de la droga han acaparado las tierras para el cultivo de la marihuana —no sabremos pronto si la legalización le alejará del malditismo con el que la sociedad la mira— y que los campesinos son obligados a hacerlo su cultivo principal, así como a tolerar abusos y crímenes. Como vemos en la contundente toma fija donde se observa desde lo alto de una montaña, ya a punto de oscurecer, el asesinato de un grupo de personas en las laderas y la posterior quema de cadáveres.

 

En las anécdotas mostradas, Sanctorum acierta en no fijarse en un personaje principal, si no en oscilar en los distintos grupos de amigos, familiares y trabajadores de una comunidad de la sierra de Puebla, en una propuesta más incómoda que los fines del mundo comúnmente planteados en otros géneros, como el cine de desastres naturales. Porque, en el modo de realización casi documentalístico de la película, el fin del mundo, el callejón sin salida se vive diario, como podemos ver a través de los ojos de los campesinos que cosechan para los narcotraficantes y son obligados a desposeerse hasta de la plática con sus compañeros, de alguna mirada de soslayo o sonrisa que puede haber dentro de la dureza del trabajo del campo, esta aproximación en primer plano que mirar por encima del hombro, es la que enriquece el verismo de la puesta en escena.

 

Destacables son momentos íntimos como los de la subtrama del profesor del pueblo, quien por igual habla con el retrato de su esposa fallecida que imparte cátedra sobre los ideólogos de la revolución o el artículo de la constitución que se refiere a las jornadas de trabajo dignas, una amarga ironía de cómo todo lo que los niños demuestran interés por aprender es aplastado por la nefasta realidad.

 

Joshua Gil (2019)

En la segunda parte del filme, cuando se acerca una inminente confrontación puesto que el narco les deja solos y el ejército les culpa de los delitos del crimen organizado y amenaza con una intervención violenta en el pueblo, se aprecia una vertiente de realismo mágico/ fantasía que no es tan atinada como la parte realista, pues es a partir de un momento clave en donde el pueblo se ve obligado a tomar una decisión sobre si defenderse o huir de las tierras que heredaron.

 

Ahí es donde se siente que algo no cuaja, pues la inserción de elementos de fantasía venidos tanto de las creencias judeocristianas (La trompeta del apocalipsis) como de los pueblos indígenas, aunque se hacen patentes al principio en los diálogos y crean suspenso y expectativa cuando aparecen, pierden fuerza ante un final abierto que no acaba de redondear las intenciones de esos detalles en la narrativa; aun cuando en lo expresivo sean potentes, les falta fuerza en lo simbólico. Eso sí, como egresado de una carrera de Artes Digitales, agradezco la reciente inclusión de CGI y efectos visuales que espero cada vez se vuelva más frecuente en el cine nacional cuando la estética y naturaleza del proyecto lo permitan.

 

Además de este valor de producción, las soluciones técnicas de la película van más relacionadas con la efectividad a la hora de contar su historia, sin encuadres o iluminación demasiado estilizada y con sonidos contundentes y naturales sin demasiado adorno, tan rústico y directo como la misma sierra —repito, documentalístico—.

 

En este trabajo que pudimos ver en la oferta presentada por Cinépolis Click en el “Día del cine Mexicano” del 2020, el director Joshua Gil, oriundo del estado de Puebla, quien inició su carrera con algunos dramas urbanos en el estilo del videohome, propone un trabajo más cercano a su anterior film “La Maldad”, también centrado en personajes del campo, indaga en una región familiar con un discurso y estilo muy en la vena del cine minimalista nacional de los últimos años (Reygadas, Escalante), en un trabajo muy personal cuyas virtudes y falencias se notan acompañadas de un afán de denuncia sutilmente llevado y con detalles autorales y estilísticos que seguirán puliéndose en trabajos futuros.

 

 

“Papas embestidas” Una receta inspirada en un poema de Gloria Fuertes

Por Diana Peña Castañeda[1]

 

En tiempos de guerra se come mal.  Eso nos cuenta Hemingway de unos soldados que estiran con los dedos unos espaguetis y beben vino a ráfagas para calmar el frío de la nieve en el frente mientras discuten sobre la necesidad de alimentar bien a la tropa para mantener la moral. Se come con el arrepentimiento “Me arrepiento de no haberte narrado nunca el esplendor de una aurora, la dulzura de un beso, el aroma de una comida” nos participa Oriana en un fragmento de la carta que escribe al hijo que nunca llegó a nacer en la simultaneidad de la ofensiva. Se come en el silencio del mar, nos relata Vercors, cuando por ordenanza militar se debe compartir el hogar con el enemigo. También se come con miedo, describe la mirada del niño del pijama de rayas quien engulle unos trozos de pollo ofrecidos por la ironía de la amistad que se alza del otro lado de la cerca.

 

“Se lavan bien los pies,

las mondas de patatas,

se añade media cebolla,

se pone a cocer en la olla

y se sirve con una rodaja de limón.

Se cena con miedo a que caiga un obús

y así tres años.”

 

En “Receta de cocina para los días de hambre” la pluma de Gloria Fuertes le ofrece al paladar algunos tubérculos despellejados que ha aderezado con apenas media cebolla y una rodaja de limLeer más

El poeta al centro de su poesía

Reseña de El hombre que no se parecía a un caballo de Eriko Stark

Por Diego Medina

 

El hombre que no se parecía a un caballo de Eriko Stark es un poemario inusual, pero necesario para leer la nueva poesía gay. Este poemario se divide en cuatro partes, en la primera de ellas el autor hace una crítica, a la que me sumo, al sistema de becas, premios, estímulos y publicaciones del Estado mexicano. Eriko es claro: en el canon oficial no son todos los que están, ni están todos los que son. Esta crítica, además, tiene un aspecto confesional enternecedor, la frustración por recurrir a pagar por publicar, pero a la vez el compromiso por entregar a sus lectores un trabajo digno de tal esfuerzo son inspiradores. En este aspecto, el libro de Eriko cumple su objetivo.

 

La segunda parte de este poemario, “La conformación de la vida”, consta de una miscelánea de poemas en torno al devenir gay en la Ciudad de México, la vida nocturna, la periferia y los excesos de la comunidad. Con metáforas sencillas, pero concretísimas (y por tanto eficaces), poemas breves, posicionamientos poéticos (versos que son auténticos statements), esta sección, como cada una de las que componen este libro, son un poemario y un concepto en sí mismos. No hay ocio en su escritura, ni desperdicio en su lectura.

 

La tercera sección, que todavía se encuentra dentro de “La conformación de la vida”, es en realidad una sub-sección, pero me parece tan contundente que la he desglosado como una tercera parte. Y es que estos poemas rescatan la memoria de Asunción Izquierdo Albiñana, de quien el poeta dice “Asunción llevó su trabajo a una dimensión mucho más compleja y profunda, renunciando al estilo poético que se aplaudía en escritoras de la época […]”. Ciertamente, la poesía de la mexicana es interesante y esto se nota en los versos de Eriko, quien exploraLeer más

La sangre que canta sobre las piedras

Por Jonathan Mirus[1]

 

 

Gallardo, Ámbar, Babel me cortó la lengua, Desde.el.fuego editorial, Guanajuato, 2023, pp. 99.

 

Hace un tiempo tuve una banda de rock, además de nuestros ejercicios de práctica, alguna vez decidí sugerir una actividad: cada integrante le daría 5 discos para escuchar al otro. El propósito era también ese, escuchar al otro. Dentro de los que me tocaron a mí estaba Fontana Bella (2007) de Austin TV. En el disco, además de las sutilezas melódicas del grupo, hay una canción que se llama “Marduk” y en unas pocas de sus líneas dice: “No tengas miedo, somos libres, nadie lo cree, pero es real”.

Dentro del Museo de Arte e Historia de León, Guanajuato, se llevó a cabo la 15 Bienal Femnsa, titulada “La voz de la montaña”. En este mismo evento, que lleva las propuestas más actuales del arte plástico, se presentaron también varios proyectos de artes visuales y de edición independiente. Entre ellos, me encontré con la editorial Desde.el.fuego donde pude leer algunos fragmentos de sus libros. Uno que me llamó especial atención fue Babel me cortó la lengua (2023) de Ámbar Gallardo. Una escritora que ha ido ganando fama en el estado. Lo primero que vi al hojear el libro fue algunos versos sueltos donde la poeta dejaba ver la potencia de algunas de sus enunciaciones. La luz del recinto hizo que mi mirada se posara en aquellas letras como quien descubre una fisura en el piso. Dejé el libro para después, el trabajo llamaba a estar en el evento, pero las sensaciones se mantenían.

Para mi sorpresa, el libro se presentó junto a la autora. Hubo algunas cosas interesantes referentes a su búsqueda de la poesía, entre ellas dijo: “volver a sensibilizar a través de retornar la violencia a la palabra poética”. Darle voz a este elemento violento es una lucha que han buscado varios autores de diversas maneras, sin dejar de lado el artefacto poético, desde la poeta Sara Uribe en su Antígona González desarticulándolo al evidenciarlo, o hasta tensionarlo sin invisibilizarlo, hasta sus últimas consecuencias, como la novelista Ariana Harwicz.

En el libro, la autora retoma la idea del Etemenanki, el templo de la creación y de la tierra, erguido en favor del dios babilonio Marduk. Un antecedente del mito bíblico de la torre de Babel, que claramente la poeta busca destruir, pero no sólo en el hecho en sí, sino para buscar la palabra o, mejor dicho, dar a luz a la palabra violenta, restituir el cauce de su sentir para encontrar en las ruinas lo perdido: “Sólo hay palabras, símbolos que me dibujan antigua / —parecida a Babel—. / Serán los que me devuelvan la pérdLeer más