Ausencia

Por Sandra Carolina Jiménez Pedroza[1]

Luego de años de trabajo, soledad y estrés, Joaquín por fin estaba de vuelta en México con su familia, quienes desde su regreso lo acompañaban a cada minuto. Hecho que agradeció durante el primer mes, sin embargo, ahora la falta de silencio le parecía inquietante, por no decir molesta.

— ¿A dónde vas mijo? —inquirió su madre, Inocencia, mientras doblaba la ropa.

 —A dar una vuelta, quiero ver cómo se ve todo.

—Ay no, ¿para qué? —preguntó ella. —Todo se ve igual de espantoso, mejor ve y báñate que en un rato ya vienen los demás.

Evitando una mueca de irritación, Joaquín insistió:

—Pues sí, pero tengo curiosidad y me la paso todo el tiempo encerrado.

—Encerrado no, relajado —afirmó su madre. —Aparte, todos vienen a verte porque quieren estar contigo, papito. Hace mucho que no te ven, pero si tanto te molesta puedo hablarles para que ya no vengan y te quedes solo allá fuera, ¿eso quieres?

—No.

—Bueno, entonces, termina de doblar la ropa en lo que voy a la tienda por el refresco. —concluyó la mujerLeer más

Ser humano, ser uno entre muchas especies

Por Lorena Ruiz Álvarez[1]

“A pesar de toda la evidencia científica que se ha generado no está interiorizado en la conciencia de la gente el tema de la pérdida de biodiversidad como un problema”, decía la bióloga Julia Carabias (2022) en la mesa de dialogo COP 15: ¿Qué cambió para la conservación de la biodiversidad?

No es mentira. De acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad se han perdido alrededor del 50 % de los ecosistemas naturales en México. Parece ser que a pesar de todas las advertencias por parte de la comunidad científica y organizaciones ambientales, no se logra incentivar a los seres humanos para hacer algo con respecto a este problema.

No obstante, poner en el imaginario colectivo lo importante que es preservar la diversidad biológica no es imposible. Quizá una chispa de esperanza está en las historias de escritoras como Daniela L. Guzmán, Premio Nacional de Cuento Jesús Amaro Gamboa en 2019, quien dedica su ficción especulativa a hablar sobre la crisis ambiental desde una perspectiva no aLeer más

Paseo matutino

Por Idalia López Carrillo[1]

Lo más espantoso que me ha pasado en la vida y eso que me ha pasado cada chingadera. El caso es que estaba dando mis vueltas en el parque con el Akiles, mi compañero de caminatas desde hace seis años. Es un perro de lo más corriente, pero se cree fino el pendejo, seguido me deja las croquetas baratas, pero cuando le compro de las caras hasta dura un rato lamiendo el plato como paleta tutsi.

Hace seis años que me salieron unos moretes en la corva de la pierna derecha, parecía que me habían dado una buena arrastrada, pero no, yo nada más sentía unos piquetitos ahí en la corva, hasta que un día de mucho calor me puse unos shores y Doña Marú se me acercó muy espichadita a preguntarme si estaba bien, me extrañó la pregunta y luego me señalo la mancha y fue cuando me vi, estuve dándole vueltas a todo lo que había hecho unos días antes y nada, esos moretes sí que me asustaron, la neta creía que me iba morir de cáncer. Resulta que tengo mala circulación, vete tú a saber por qué. El doctor especialista me mandó a caminar todosLeer más

Perrito

Por Christian Arely Sandoval Hernández[1]

Una casa sencilla pero llena de luz, era lo que Ángela estaba presumiendo últimamente en Instagram. A toda hora, fotos de los hijos que tenían en común aparecían en el inicio de su cuenta falsa. El Jardín de la exesposa de Anuar era amplio para estacionar un auto, pero no había tal, solamente pasto fresco bien cortado y un perro “Un perro jodido”. Anuar no podía aceptar que la estrategia de presentar su rutina de bañar y revisar escrupulosamente a los niños en busca de chinches o piojos como una forma de abuso infantil, le sirviera a ella para quedarse la custodia total. Para ella y los niños era “El malo” porque no permitía que fueran al zoo, la alberca o pijamadas y no tener perro era la queja de los niños cada mes. Ahora que su madre les dio uno, la casa de su padre, sin jardín ni videojuegos, parecería una prisión donde nadie querría pasar el fin de semana.

 “Ninguno sabe lo malo que puede ser para su salud, dormir a ventana cerrada con otros niños emitiendo gases, unos con piojos, otros incubando varicela, ni de las enfermedades que un animal sucio puede causar y ella aparece radiante ahora que puede restregarme en la cara fotos de nuestros hijos abrazados a esa bestia, pero ahora que lo de Tania se haga formal se va a arrepentir” pensó contemplando otra foto de su ex, antes que le llegara un mensaje de Whatssap.

Era un emoji de carita de ojos llorones de parte de Tania.

 

                                ¿Qué pasa? 8:59 p. m.

Necesito un favooor!! 8:59 p. m.Leer más

Regadera

Por Zaira Moreno[1]

La única manera de parar el tiempo es con la muerte. Observo las caras de hastío y cansancio de los pasajeros, los hombros caídos y manos manchadas de pintura blanca. El tráfico eterno y coches que zigzaguean entre carriles. Pienso en detener el tiempo para llegar puntual a mi trabajo. Recuerdo las historias de mi abuela materna cuando me decía que, si uno muere, para el tiempo. A pesar de aún tener una presencia corpórea, lo demás desaparece. Poner pausa como en el control remoto. Tachar una tarea recién hecha, dar vuelta al siguiente mes en el calendario o la graduación de la escuela primaria. Los árboles siguen, el tren que se inunda con cada tormenta, sigue. La señora del puesto de tacos de canasta, sigue; mientras que tú ya no estás más. Detienes el tiempo que transcurría en tu interior. 

 

Veinte minutos después de mi hora oficial de entrada, avanzo hacia la computadora con la pantalla parpadeante. SacudoLeer más

La Máquina de Turing

Por Victoria Cáceres[1]

Era una tarde tranquila, como todas. Josefina leía sentada en su sillón floreado, en su sala de estar con muebles estilo inglés, en su casa con jardín, en los suburbios. 

Cada tanto levantaba la vista y miraba a través del ventanal que daba al patio posterior. Por encima de los canteros de flores se levantaba una construcción a medio terminar. A Josefina se le ocurrió que empezaba a parecerse a un mausoleo. 

Antes de retomar su lectura, sonó el teléfono. Estiró la mano para alcanzarlo, sobre la mesita ratona cubierta de adornos simétricamente dispuestos. Era su vecina Jimena. Había tenido un día agitado y acordaron tomar el té juntas.

Josefina bostezó, recorrió la sala inspeccionando que todo estuviera en orden, y fue a la cocina a preparar café y tostadas. Justo cuando recuperaba su puesto en el sofá llegó Jimena. 

Morena y vivaz, parloteaba tras Josefina mientras llevaba la bandeja a la sala. Se instalaroLeer más

Perder el tiempo

Por Elive Peña

 

El cielo en la ciudad se impone completamente abierto y de un celeste intenso que solo se logra los meses al final de la primavera y comienzos del verano. No hay ninguna nube, tan libre, inmenso y eterno. Mi mente a veces se encuentra así de libre. Sin embargo un cielo como éste solo es posible con el suficiente viento. Tantísimo, que se lleva todas las nubes y nos regala este azul y ¿por qué hay tanto viento todo los días? Es el calor, la tierra está caliente, caliente, caliente. El viento sopla en un intento por enfriarla ¿cómo dejamos que esto pasara? ¿Por qué hemos llevado este mundo a tal sufrimiento? El sufrimiento no es más que nuestro.

 

Me parece increíble las palabras que brotan en mi oído, el sonido de esa voz ¿Hace cuánto que el viento comenzó? Nadie está seguro ahora, sé que hace mucho no puedo ver un cielo como esos. El gris en la bóveda es bastante aburrido ¿Qué hago cuando estoy aburrida? Debería dejar de pensar en eso, el trabajo ha sido demasiado monótono, al menos hasta que topé con este archivo. Más tarde debo revisar la vegetación y mi pequeño felino ¿dónde habré dejado sus bocadillos?

El pasado a veces es muy pesado de cargar, necesito tomarme un tiempo para no pensar más en el trabajo. Es bueno si le escribo a Ilva para nadar en la sección 14 en unas horas. El líquido apacigua el torbellino de pensamientos y la ansiedad por las tareas pendientes, me permite fluir hacia lugares que necesito.

¿Con qué soñaba esa voz en el reproductor? ¿Cómo se veía a través de sus ojos? ¿Qué Leer más

El espejismo del tiempo

Por María del Rosario Lara[1]

El tiempo debería medirse a partir de las emociones y no cronológicamente. Los números no dicen nada, pues permanecen indiferentes ante el suceso de la vida.

Me corrijo y ahora digo: el tiempo no existe. Es la vida misma la que crea la ilusión de su existencia. Los cambios recurrentes de la naturaleza nos regalan la falsa certidumbre de que el tiempo a todos nos acuna en su homogéneo transcurrir. Y, ¿las emociones?

Nuestras emociones son olas que revolotean sobre el mar extenso de la vida. A veces, se elevan furiosas; parece como si rivalizaran con las montañas en su afán por aproximarse al cielo.

En otras ocasiones, la duda las transforma en sencillas ondulaciones sobre la superficie lisa del océano, y permanecen ahí, quietecitas, hasta encontrar las respuestas que les insuflen la necesaria energía ya sea Leer más

Provocación

Por Gaba Romualdo[1]

Después de dos largas semanas era hoy o nunca. El valor que Alina necesitaba para correr a buscar a Claudia lo encontró en un bar mientras miraba sus fotos guardadas en la galería del celular. No puede evitar fotografiarla desde que comenzaron a salir, parece fanática suya, capturando fotografías de todo lo que hace. Lleva meses coleccionando sus gestos, de cuando come, cuando ríe, si está durmiendo o frente a ella momentos antes de darle un beso. Le parece la criatura más hermosa. Lo último que miró antes de pagar la cuenta fue un video en boomerang de Claudia el día de su cumpleaños. Estaba sentada en una pequeña mesa de cafetería abriendo sus regalos, rodeada de flores, con un osito de peluche en la mano, sonriendo, tan bella y absoluta. Imaginó un mundo vacío de ella, no lo pudo soportar. Moría por besar sus labios una vez más. La quiere demasiado, y eso a Claudia le da una risita y una ternura.

Cuando abrió la puerta la encontró en penumbras, observaba la ciudad desde su habitación espaciosa con balcón y vista panorámica, rodeada por pocos muebles y adornos que siempre lucen impecables, como ella. No se le mueve ni un pelo, parece que a Claudia ni el viento la toca, huele tan bien, se ve perfecta, como un maniquí de aparador cuidadosamente vestido. Las pequeñas lucecitas de las casas, de los autos moviéndose por la avenida, y los anuncios luminosos de los comercios parecían tenerla hipnotizada, ni se sobresaltó cuando la puerta se abrió sorpresivamente, parece que ya estaba esperando a Alina. Tardó en darse la vuelta para encontrarse cara a cara, para su gusto tardó demasiado en venir a buscarla. Si hay algo que a Claudia le gusta es que le demuestren interés, sin embargo, que Alina se haya tardado solo le da un cartucho más para quemar en su contra, y reclamarle al borde del llanto lo poco que le importó esta vez arreglar sus problemas. Quedaba perfecto para que Alina tuviera que responder un poco irritada reclamando la falta de compromiso de Claudia con su relación. Fuera de ellas dos, nadie sabe que son pareja, ni siquiera lo sospechan.

  —Te ofendes tan fácil, Alina. Lo único que pido es que disfrutemos el presente. A punto de perder la Leer más

Desaparecida

Por Laura V.  Medel[1]

 

Después de un tiempo prolongado he logrado mimetizarme, casi por completo, con el sustrato del suelo. Mi masa se ha degradado tanto, que la poca ropa que me cobija ya no me embona más. Me volví el alimento favorito del puñado de plantas que ya existían, pero también he ayudado a que nuevas logren brotar. Es lo único visible que queda de mí, allá arriba, pero por desgracia, y por ahora, no hay quienes lo puedan admirar.

Me he acostumbrado a la quietud del sitio. Son pocos los animales que suelen esta área visitar. Por las mañanas el cantar de los pájaros, esparciéndose entre las copas de los dispersos árboles, mejoran un poco el ambiente casi desértico de este lugar.

Accedo a la forma extraña de conciencia que ahora poseo, e intento recapitular. ¿Cómo es que he llegado hasta acá?, me pregunto. La única respuesta que hallo es que es difuso lo que logro recordar.  Aunque sospecho, Leer más