La lluvia del miércoles

Por Anyela Botina[1]

A la que fui

 

Sufro de vértigo y el bus me lleva volando en la puerta, el chofer mira a los pasajeros por el espejo y les dice: “me colaboran”, la gente se mira la una a la otra y aprieta el estómago. Un hombre me deja pasar al fondo del bus y siento más alivio. Los buses de las ocho son los hogares que albergan los olores jugosos que dan de comer a esta ciudad. La gente tiene los ojos en el suelo y parece que todos fuéramos helado derritiéndose a setenta kilómetros por hora. Encuentro un lugar confortable, pero un chico me toma de los hombros y me dice “perdona muñeca” y yo quisiera decirle “tranquilo muñeco”, pero estamos tan cerca que ya nos adivinamos los pensamientos. Los ojos del chico son como un chocolate con espuma que dan ganas de revolverlos con una cucharilla y crear caminitos de chocolate en ellos. Los ojos de Manuel no eran así, los de él eran como un túnel con una luz encerrada allá bien lejos donde a veces daban ganas de escaparse y sacar de vez en cuando la cabeza. Manuel me enseñó a qué olían los días con lluvia y que las lluvias de los domingos huelen a parque de jubilados. Es una lástima que ya no esté, que se haya ido tan lejos. A veces me imagino que vuelve y me enseña a qué huele la lluvia de los miércoles, porque jamás vimos llover un miércoles.

Un hombre lleva un bolso que suena como a platos y cucharas. El hombre tiene pedacitos de ladrillo en la cabeza y ahora que me acuerdo me pregunto ¿qué será de Lorenita? Su papá pegaba ladrillos en un veinteavo piso en un lugar lejano, así como Manuel, solo que Manuel no pega ladrillos. Un día Lorenita llegó a la escuela muy triste. Yo sabía que ella estaba triste, porque en ese entonces estar triste era cuando a uno le entraban ganas de sentarse en un andencito y ponerse a contar hormigas. Estaba deshecha la pobre porque su papá se cayó de muy alto y pasó a ser alma bendita. Yo le dije que su papá quería ser paloma para poder venir siempre volando a visitarla. Ese día vinoLeer más

Notas sobre la alquimia en La manzana en la oscuridad de Clarice Lispector

Por Ximena Cobos Cruz

Acercarnos a la obra de Clarice Lispector suele ser lanzarnos a un mar de significaciones, de misterios que hay que desentrañar ante la complejidad de su narrativa. Así, a La manzana en la oscuridad, novela que ganó el premio Carmem Dolores Barbosa como mejor libro en 1961​, podemos adentrarnos por el camino de la alquimia. 

Ésta es pues una invitación a leer la cuarta novela de Lispector a través de una interpretación que nos ayude a trazar la experiencia mística, no es un análisis a profundidad de la obra, sino una serie de notas que buscan reconocer la transformación como una clave esencial en la novela. 

Lo que todo hombre tiene que hacer una vez en su vida es destruirla

Así como en la primera etapa del proceso alquímico, representada por el color negro y relacionada con el descenso, es en la oscuridad donde se inicia la transformación, la extracción de la materia, Martim, el protagonista de La manzana en la oscuridad, va anulando sus sentidos para reconocerse sin la determinación o interferencia de estos. El personaje ha de volver a su estado más primitivo y ser la tierra para poder avanzar en el conocimiento. 

A lo largo de la novela, Martim va de la luz a la oscuridad, reconociéndose hombre de distintos modos; reconociendo la naturaleza de las cosas al igual que a sí mismo y su condición. Todo para llegar al gran conocimiento de Dios. Una vez que se ha vuelto a la tierra, que ha perdido la lengua del hombre, que intenta explicar a las piedras sin esa lengua ahora ausente, es posible que se reconozca y se sepa cuerpo, carne y sentidos, paradójicamente a través de la anulación de los mismos es que adquiere conciencia. Al mismo tiempo, reconoce lo que es el hombre como materia; hombre en lo individual, en sí mismo, y hombre en lo universal. Leer más

Desenterrando escritoras

Por María José Serrano Méndez[1]

La literatura es el reflejo de una sociedad. Por medio de las historias que se cuentan, no solamente escritas, se puede conocer los problemas, preocupaciones e intereses de toda una cultura. Pero, cuando la mayoría de la literatura que se conoce está escrita por sólo un sexo ¿dónde queda la otra mitad de la población?

La mayoría de los autores con los que empecé a leer eran hombres, y aun en 2023, si le preguntamos a alguien aleatoriamente, probablemente pueda nombrar a más escritores que escritoras, lo cual para mí es una auténtica tragedia. Por fortuna, yo me salvé cuando conocí a Jane Austen, pero constantemente me preocupo por las mujeres que nunca han leído literatura escrita por mujeres.

Porque cuando descubrí la literatura de Austen, mi hambre por leer a más y más escritoras comenzó, porque leer Leer más

Cecilia Castillo | Poemas

Cecilia Castillo (El Salvador). Poeta, Gestora Cultural, Licenciada en Letras por la Universidad de El Salvador. Ha publicado en diversos espacios y antologías tanto físicas como virtuales. Su propuesta creativa persiste en la gestación de poesía de carácter erótico.

 

 

 

*

Vengo del mar

de sus frías vertientes

del fruto abierto de todas sus aguas

donde mi desnudez habla sus lenguas

y se desborda en su raíz silvestre.

 

Vengo del ancho ardor de su cintura

donde los besos nacen como invierno

para sanar eternas cicatrices,

donde sus manos tejen nuevas olas

especies que se mezclan en mis labios

para saciar mi nombre en sus peldaños

y amamantan mi alma en su bravura.

de ser mujer

de visitar la niebla

del centro de su centro entre la espuma

vengo de los laureles clandestinos

donde mi piel edifica su ofrendaLeer más

Círculo de Escritoras Comunnitarias del Libro Club Ricardo Flores Magón | Muestra Poética

Marina Miranda García

Feminista, a favor del aborto legal, seguro y gratuito; militante en la izquierda no partidista, comprometida con el medio ambiente, luchadora en movimientos sociales, participo con integrantes del Comité Eureka y de Escritoras Comunitarias; jubilada, honesta y sincera con aciertos y desaciertos en la vida; viajera del mundo. Estudié Periodismo y Comunicación Colectiva en la ENEP Aragón, UNAM. Tengo una hija y un hijo.

 

 

 

Maledicĕre

Maldije ¡¡¡Lo maldije!!!

Sí, lo hice. No me arrepiento

Yo paralizada

Yo impotente

Yo furiosa

Yo lo maldije

 

Fue viernes de cumpleaños, maestra hoy no iremos contigo

Sola inicié el recorrido de siempre

Todas las noches la misma calle oscura, con poca luz

Sería un caminar sin compañía, sin risas, sin barullo

Sin ellas y ellos, estudiantes de la secundaria nocturna

 

El paraguas en una mano, en la otra un bolso con algunos cuadernos

En la espalda la mochila cargada de más cuadernos

La misma calle oscura, con poca luz

Mis pies van rápido por la calle

Mis ojos mirando a todos lados

 

Ahí viene él por la banqueta, lo miro de lejosLeer más

Los diarios del cáncer de Audre Lorde: historias íntimas de violencia estructural normalizada

Por Alejandra Collado[1]

 

Audre Lorde se identificó a sí misma como una “guerrera, mujer, negra, madre, lesbiana, poeta”. Nacida en Nueva York en 1934, esta escritora y activista continúa erigiéndose como una de las voces elementales del feminismo afroamericano. Tras 23 años de su muerte, su obra evidencia la importancia de narrar la propia experiencia para contar una parte de la historia de las mujeres, las negras, las madres, las lesbianas.

Con las marcas de raza, clase social y preferencia sexo-afectiva, utilizó la creación literaria y el activismo como herramientas de denuncia y crítica hacia la sociedad patriarcal violenta y excluyente, bajo la premisa de que todas esas vivencias no son únicas ni aisladas, sino múltiples y compartidas por muchas mujeres, todo el tiempo y en todos los lugares.

En este sentido, Los diarios del cáncer, obra publicada en 2008 por Hipólita Ediciones, es el resultado de las experiencias y reflexiones que la activista afroamericana habitó durante el proceso de diagnosis del cáncer de mama, desde procedimientos médicos, como biopsias y otras pruebas, hasta la mastectomía.

La escritura fue parte fundamental en la práctica feminista de Lorde. En esta obra en particular, sus anotacionesLeer más

Correspondencia

 Por Olivia Carmona Hernánez[1]

«Sin cartas la vida se rompería en pedazos»
                                              Virginia Wolf
 

Querida viandante

 

Te escribo desde un lugar no muy lejano de este espléndido globo terráqueo. Sí, a ti. Estas líneas van dirigidas a ti, escritas cálidamente desde aquí dentro, con las fibras de mi ser. 

Pero vayamos por partes, me presento: yo soy yo, una y cientos a la vez. Mis ojos vieron la luz por primera vez en una tierra agradecida, colmada de riqueza espiritual y cultural. Justo ahí, donde tenía que nacer. Un día tomé mis raíces, con ellas volé sobre aguas inquietas, para finalmente posarlas en tierra nueva. Aquí creé mi refugio y habito en él rodeada de colores bonitos y plantas. Disfruto cocinar para los demás, colmo mi hogar de libros, admiro arte, aplaudo logros, lloro ausencias, abrazo con el corazón, le sonrío al pasado y sueño a ojos abiertos.

Soy sol y luna, tempestad y quietud. ¿Cómo, tú también eres esto? Lo sé, todas lo somos, es solo que nos han enseñado a camuflarlo, a fingir que no existe. Que no existen todas esas , que también soy yo, pero todas caben en nosotras, toditas.

Esta es una de las razones por las que te escribo, para desmenuzar y transmutar un poco de todo aquelloLeer más

Alejandra Durán | Poemas

Alejandra Gabriela Durán Escamilla (Puebla, México, 1992) es Técnico en Música, licenciada en Lingüística y Literatura Hispánica y Maestra en Literatura Hispanoamericana por la Benemérita Universidad de Puebla. Actualmente se dedica a la difusión de la LIJ y a la gestión de proyectos musicales relacionados con el bolero y la música tradicional mexicana.

 

 

 

Ser – vil

Habito a una mujer que nunca ha sabido quererse.

Vivo en la mente de su cuerpo ansioso,

me escondo en las voces que le susurran sueños perdidos,

falsas palabras,

adioses violentos.

 

Me muestro a diario en

los ojos de quienes la juzgan.

Reinvento,

cada noche,

el discurso decrépito de sus recuerdos.

 

Soy tempestad y frío.

Le muevo las manos, orquesto su miedo.

Me gusta llevarla a los pasillos oscuros,

someterla a una memoria inventada.

 

Siempre llora, cae,

se arrodilla.

El silencio atormenta su lucidez escasa.

 

Los otros han sabido hacer su parte.

Desaparecen, le tributan olvido,

la echan al rescoldo melancólico de tiempo.

 

Me gusta jugar en ese cuerpo,

cavilar su mente,

dirigirle los pensamientos.Leer más

 Indira Ríos | Poemas

Indira Ríos (Honduras). Algunas de las revistas donde han sido publicadas sus letras son de México, Argentina, Francia, Colombia y España. Ha participado en varios festivales internacionales de poesía, así como en antologías en México, España, Argentina y Colombia. Algunos de sus textos han sido traducidos, al inglés, esloveno e italiano. Es luchadora social, pedagoga y doctora en Estudios de Migración por el Colegio de la Frontera Norte de México.

 

Promesas

Renacerán las libélulas

con soles vibrantes en su vientre,

arrancarán las blasfemias

de mis virtudes desnudas,

el amor de un manantial

surgirá de los sortilegios

que esculpen orgías prohibidas

entre arpegios acaudalados

en las bibliotecas de mis acertijos,

mis vidas se confabularán

con maratones de sonrisas

que hacen maromas

con la incongruencia

de la decencia,

jugaré con los contornos

de hechizos que nacenLeer más

Sol Cóccaro | Poemas

Sol Cóccaro. Comunicadora social. Viajera. Escritora. Co-creadora de Incógnita ediciones y Librería Andante. Amante de las letras en todas sus formas. Nómade en su esencia. Hogareña que ama habitar el monte. Siempre siendo y haciendo a favor de la vida y la naturaleza.

 

Verano

Recojo corteza de chañar

y caen solas las palabras,

saboreo un fruto caído

y me da la ternura de habitar un silencio…

 

El río hace masajes con su cascada

                                                              bajo el aguaribay

me llevo pimientitos rosados

del picante dulce del almuerzo.

Me detengo cuando los pájaros

pausan

para oír más lejos el viento…

 

Es verano.

 

Masquemos las vainas de algarrobo

mientras otras secan para la moliendaLeer más