‹‹Bestianaria›› de las emociones

Por Gilda, Natyeli, Sharon, Atenea, Ximena B., Daniela, Aura, Arianna, Jatzari, Donají, Katia, Ximena C., Jetzaru, Beatriz, Evangelina, Laura, Elvia, Jess, Daniela C., Lucero, Ivón, Belem EA,

 

Queremos invitarlas a alimentar con nosotras esta obra que da cuenta de nuestra existencia. Les proponemos que inventen sus propias palabras en torno a las emociones que nos habitan, reconociendo la complejidad de éstas y rompiendo la idea de emociones puras.

Mary Daly decía que las mujeres lujuriosas anhelan palabras radiantes para liberar sus corrientes, que han sido atrapadas y separadas de la Memoria ancestral. Memoria que quizá resuena con esa lengua materna, la palabra dada por la madre, en la que las feministas de la diferencia ponen el acento pues significa conocer el mundo a través de la propia experiencia, no desde un lugar ya normado, ajeno. Entonces, NOMBRAR EL MUNDO desde nosotras mismas es construir una libertad en femenino, colectiva, que nos permita existir expresadas, vivas, desdiquestadas, creativas y creadoras. Esa es una de las intenciones de la Laboratoria de autopublicación de (re)conocimiento corposensorial en la que nos proponemos impulsar hallazgos que crucen la cuerpa y la palabra, tejiendo un diccionario que sí nos haga sentido.

 

 

Aburrisa. Cuando en un momento insufrible hay algún detalle que te da sorpresa.

Aconañorazna. Acontecer la añoranza || Es perdonarte por algo que hubieras querido hacer distinto en el pasado y no lo hiciste.

Acontreir. es el verbo que te permite hacer presencia con la sonrizacción de tu risa.

Alegrenojo. Un enojo que está a punto de pasar y convertirse en alegría.

Altojo. Antojo de comer sin saber exactamente qué se desea || La necesidad de algo rico.

Amiangel. Esa amiga que siempre está para acompañarte, cuidarte y aconsejarte.

Amiquelarre. Necesidad de unir a tus amigas (o amiga) para conjurar buenas vibras.

Ansiegría. Es la sensación de felicidad que no cabe en la cuerpa cuando sabes que algo va a suceder pronto, pero quisieras que sucediera ya, justo sin esperas; pues tienes tantas ganas de su acontecer que estás repleta de felicidad y nervios.

Añorarder. Hacerse flama de pura nostalgia.

Añorartecer. Cuando en el estar existiendo me hallo plenamente en la añoranza.

Apecaución. Cuando eres penosa, pero porque estás calculando si la situación te hace sentir cómoda.

Apechugatemer. Se dice del impulso de hacer las cosas a pesar del miedo.

Apemada. Vulnerabilidad al dejarse. || Sentirse amada.

Aperchurder. La sensación de no poder contener las emociones que no puedes externar.

Chefa. Mujer que culturiza al segundo cerebro, el estómago, con comida apapachadora, su especialidad es el caldito en tiempo de calor.

Compaira. La amiga con la que puedes expresar tu enojo y esperar un abrazo de consuelo.

Compansiedad. Compasión para la ansiedad. || Observar el estado del cuerpo y darle ternura.

Compartidad. La felicidad de compartir y estar juntas.

Conmotristospección. Ser vivo capaz de sentir conmoción, tristeza y ser introspectiva al mismo tiempo.

Conteñorar. Platillo típico que se elabora cautelosamente con acciones que se desprenden del espaLeer más

Sospecha de ciruelas

Un roscón inspirado en el relato Pudding de navidad de Agatha Christie

 

Por Diana Peña Castañeda[1]

 

Navidad y enigma. Si alguien sabe de tramas extrañas es Agatha Christie, la dama del misterio. En Pudding de navidad, el primero de seis relatos, el detective Hércules Poirot deberá resolver la desaparición de una joya muy famosa de origen oriental mientras revive una época a la antigua tradición londinense: la familia reunida en una casa de campo, la iluminación del árbol, los regalos, el camino cubierto de nieve, la leña palpitante en la chimenea, el muérdago colgando en el vestíbulo, la sonrisa del siempre gentil mayordomo.

 

La cena que comienza a las dos de la tarde es un momento sublime: sopa de ostras, dos enormes pavos, ponche y ese exquisito pudding de ciruelas que es llevado a la mesa en bandeja de plata para delirio de todos. La ciruela, de aroma agradable, de piel madura y jugosa, su néctar escurre en el paladar en ríos de sabor intenso. Su color se parece al de un rubí, ¿Alguien vio uno?

 

El pudding de ciruelas es en Londres lo que en América Latina la torta de frutas envinada. Sin embargo, este relato recuerda en realidad más al roscón de reyes cuyas figuras, en este caso, están especiadas con un toque secreto. Y como la navidad es imaginativa, esta es una propuesta algo diferente, pero muy flamLeer más

Sueño consecuente y gemido púrpura

Por Aníbal Fernando Bonilla

La poesía se manifiesta desde las más variadas formas que permite la condición vivencial, por lo tanto, aparece en la relación amatoria y en las fauces de la urbe noctámbula, en la estridente sonoridad que esconden los letreros iluminados con luces de neón y en la soledad que produce el desvarío del ser. Aquellos signos poéticos se descubren en el trajinar descomunal de los días y se redescubren a través de la pluma detenida en el umbral de la creación. El poeta reencarna el alma de los otros, se sumerge en las aguas en donde conviven pececillos de colores luminosos, aletarga a la penumbra en donde se esconden dolores ajenos.

La poesía contiene —en una especie de espiral— los enigmas reiterados del hombre a través del tiempo. La cosmogonía observada desde las diversas aristas del entretejido humano. La naturaleza expuesta en una amalgama de sentidos. La roca incandescente que emana del recóndito cráter. La celebración tras la cosecha. El beso en la frente como presagio de despedida.

La fiera consecuente (El Ángel Editor, colección Flor de Ángel, 2012), titula uno de los poemarios de Margarita Laso (Quito, 1963). Tres partes integran este corpus dedicado al monte y al trueno, al cazador y al bosque en donde anidan canarios y colibríes: “Pólvora fiera y toro”, “La fiera consecuentLeer más

Resplandor de epifanías

Pan de especias inspirado en un poema de Gabriela Mistral

 

Por Diana Peña Castañeda[1]

 

“Dejaron un pan en la mesa,
mitad quemado, mitad blanco,
pellizcado encima y abierto
en unos migajones de ampo.

Me parece nuevo o como no visto,
y otra cosa que él no me ha alimentado,
pero volteando su miga, sonámbula,
tacto y olor se me olvidaron.

 

Huele a mi madre cuando dio su leche,
huele a tres valles por donde he pasado:
a Aconcagua, a Pátzcuaro, a Elqui,
y a mis entrañas cuando yo canto…”

 

El pan está hecho de certezas y vacíos como la vida misma. Es asequible, igual que lo materno o lo natural. Sus migas son las memorias que se tejen entre lo familiar y lo íntimo. En la multiplicidad de sus virtudes es universal, sencillo, ameno. En una hogaza hay espacio para una rebanada de tomate hasta cucharLeer más

Monstruo | Narrativa

Por Andrea Valdés[1]

 

Barrer el cuarto.

Alimentarlo.

Dejarle agua.

Limpiarle la cubeta.

Revisar que tenga su pelota.

 

Tenía claro lo que había que hacer con el monstruo, pero me gustaba repasar la lista de actividades diarias, ¿sabes? era parte de mi ritual matutino. Después de levantarme, siempre hacía lo mismo: preparaba el café, repasaba la lista que se encontraba pegado en un pedazo de imán en la nevera, me cambiaba de ropa y salía a trabajar.

La lista la había colocado cuando atrapé al monstruo. Mantenerlo con vida era agotador; buena parte de mi tiempo y mis pensamientos los destinaba a la sobrevivencia de ese despreciable ser vivo. Mantenerlo con vida requería disciplina y conservar el trabajo de mierda en el supermercado como encargada del pasillo de limpieza personal y papel higiénico.

Toda mi vida había vivido en este pueblo, no conocía otra cosa. Nunca fui mucho de hablar con las personas, ni de tener amigos; me daban miedo, pensé que todos eran como el monstruo, y la verdad es que sí son así. Me gustaba estar sola y dedicarme a cuidarlo. Después de tres meses, empezó a ponerse flaquito y ojeroso. Por suerte, no enfermó mucho durante ese tiempo, porque sabrás que tenerlo enfermo era horrible, se ponía como un pinche chamaco malcriado cuando se sentía mal. Me costaba mucho darle la medicina; solía ponerla en un rollito de jamón o mezclarla en la comida para que la tomara. En un par de veces le tuve que poner clonazepam en el agua para que cayera dormido y me dejara inyectarle el antibiótico.

Con los años se volvió más mansito, ¡Hija de puta, te vas a arrepentir! Me decía, eres igual de putita que tu madre, por eso te culeaba, me decía. Nunca le respondí, a esto me refiero también a ser disciplinada, desde que lo metí a la jaula, jamás le dirigí la palabra. Ya te imaginarás que a veces quería decirle que me había jodido la vida y que no podía coger con nadie porque me daba miedo, que no me fiaba de nadie porque pensaba que me iba a doler como cuando se acostaba en mi cama; pero no, aguanté y aguanté, nunca le dije Leer más

Ixchel Paz | Enpoli

Ixchel Alejandra Paz Sánchez (Ciudad de México, 1992). Estudió la carrera de psicología en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. Además de dedicarse a la escritura creativa, Ixchel también es apasionada de las artes plásticas y del psicoanálisis, sus intereses creativos responden a una serie de inquietudes propias sobre la locura, la melancolía y la contemplación de los espacios naturales.

 

2011

La ciudad gris, nubes grises, suelo gris, las hojas palidecen, ya no galopan sobre el viento, caen por montones sobre los coches, formando un mar de cuerpos, la tarde se para por un segundo para mirar los rostros cansados, rostros desvanecidos, formas que se acarician en el trayecto, penas que buscan ser consoladas, animales heridos en búsqueda de cariño salen al amanecer caminando junto a la eterna compañía, sombra gris, plana, tremendamente escurridiza, ojalá tomaras cuerpo, la noche cae entre los edificios, la luna iluminando agujeros, el vacío de las miradas ancladas al suelo, el óxido en las coladeras, los deseos se salen de la cuadrícula, la carne se desborda entre rendijas, líneas por doquier rodeando los cuellos, las personas corren, corren pero nunca llegan.

 

 

 Un significante más otro significante

Dimensión de dos, dedos cubren las entrañas, un pozo al interior de un cuerpo, oigo tu voz en el fondo, tubos de pensamiento impregnados de humedad y musgo, de tu frescor de hierbas y campo abierto, abiertos mis labios al nombrarte con ojos atraídos por tu especLeer más

Tomboy – La indumentaria del ser ante el mundo

Por Sergio E. Cerecedo

 

El término “cine con temáticas de diversidad sexual” tiene una definición cada vez más variable, esto debido también a que la consciencia y percepción social con respecto a conceptos como orientación sexual, identidad de género y derivados son cada vez más diversos e inclasificables en tanto las ideologías nos invitan a pensar más en las cualidades de las personas, su manera de relacionarse y cómo éstas componen el tejido social y no se les puede encajar en estereotipos.

 

Hace poco más de 10 años Celine Sciamma filmó ésta, su segunda película, con las mismas inquietudes que en su obra entera —además de la diversidad sexual, también le interesa la racial, la afrodescendencia y la huella de las legislaciones y política de Francia—, y en su trabajo “Retrato de una mujer en llamas” pudimos ver estas inquietudes depuradas con un tratamiento de imagen mucho más pictórico y con mayores ambiciones, por ello, rememorar sus inicios narrativos en fechas pertinentes es un ejercicio interesante sobre todo por la frescura con la que lo aborda, y porque logra ver que hay temas de igual importancia que el sexual cuando concierne a la construcción de la identidad de un ser humano en sus primeros años.

 

Mikael llega con su familia a un suburbio de París, su madre está embarazada y él convive de una manera cercana con su hermana de 6 años, en quien encuentra una complicidad pese a que ya no tiene ganas de acompañarla en las mismas actividades, pues está creciendo, desarrollándose y, sin darse mucha cuenta, preguntándose y definiendo quién es. Precisamente ser Mikael ante los niños y niñas del barrio es su primera decisión fuerte, pues en realidad se trata de Laure, una niña que ha decidido cómo se percibe, algo que no había hecho antes, dejarsLeer más

“Inapetencia golosa”

 Churrasco inspirado en el cuento «La cena» de Clarice Lispector

 

Por Diana Peña Castañeda[1]

En el cuento “La cena”, Clarice Lispector nos invita al banquete ostentoso de un viejo enorme quien comienza degustando un pan con mantequilla mientras sus ojos y puños permanecen cerrados.

 

Pronto, cuando el filete de carne está frente a él, sus gestos son los de un cazador rabioso que se manifiestan en la saliva que salpica, los labios que se restriegan, la lengua que cruje.

 

Engulle agotado cada trozo de carne, pero no hay disfrute. No porque el filete sea insípido, es tal vez un exquisito rodizzio, sazonado con hierbas secas y asado a las brasas. La carne no tiene dientes ni piernas, pero parece estar viva porque aquel debe hacer un movimiento con la cabeza para coger el trozo en el aire.

 

Entre ese acto frenético del viejo hay un camarero demasiado cordial que según los gestos de aquel aparece con bandejas repletas. Susurra palabras amables, recoge el tenedor, agradece, trae vino, lo sirve con cortesía, espera la respuesta, regresa con el postre. En todo momento se le ve dócil pese a la actitudLeer más

Amelia Apolinario | Poemas

Amelia Apolinario (Cuba, 1997) Miembro de la AHS. Egresada del XX curso del Centro Onelio Jorge Cardoso. Premio Benigno Vázquez 2024. Mención en el Concurso Berenice 2024. Su proyecto “Torres y escamas” obtuvo la beca La Noche 2023. Premio Mabuya 2022. Miembro del colectivo ganador de la Beca Línea Abierta 2021. Autora del poemario “Mujer de tinta” publicado por la editorial Primigenios. Cuentos y poemas suyos han sido publicados en antologías y revistas nacionales y extranjeras.

 

 

 

I

Muero un poco más cada sábado

cuando la falsa ambrosía

                                        anestesia al hueso buitre de Adán.

Dios salve a las discípulas de Prometeo

que, para comer, antes son devoradas.

Con la práctica,

el llanto se hace trino,

eutanasia de un Fénix

polar.

 

 

 

VIII

Pendo ensartada a una luna

de garfio.

Mis lágrimas de acuarLeer más

Laura Altamura | Poemas

Il mendicante

Le ossa mendiche

la vita un mazzo di carte

sul marciapiede di sputi e briciole

mai un asso vincente.

Qualche moneta

la sua vita vale

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Laura Altamura (1975). Es doctora en Derecho. Actualmente vive con su familia a pocos pasos de Udine, donde dedica su tiempo libre al cuidado y apoyo de gatos callejeros. Ha escrito de forma intermitente desde su infancia, publica en revistas y participa en concursos literarios, logrando a menudo menciones honoríficas o premios. A partir de 2020 comenzó a publicar de forma independiente o con editoriales. Tiene colecciones de poesía y libros para niños, novelas. “Versi Spettinati” (In Prosa Edizioni) es su último poemario. Su novela social sobre bullying y discapacidad, “Connessioni sommerse”, recibió el premio reconocimiento “El Libro del Año 2023” por la Asociación Área de Cultura. Su mayor pasión es la poesía, en rima o en versos libres, donde trata argumentos sociales, denunciando las cuestiones críticas de hoy, a veces en modo abstracto y metafísico, a veces íntimo y profunda y, en algunos casos, incluso usando una manera cáustica y cortante en la observación de una humanidad que entra en desorden. Para ella, el bolígrafo es una herramienta para conectarse con los mil mundos que existen dentro y fuera de nosotros. Más información en https://lauraaltamura.wordpress.com/

 

El mendigo

Los huesos mendigantes

la vida es una baraja de cartas

en la acera de saliva y migajas

nunca un as ganador.

Pocas monedas

su vida no vale

ni una mirada más

un manojo de trapos escurridos.

Pocos amores

rápidos, sucios, alcohólicos.

Amargos,

excepto uno.

Una foto amarillenta

en el bolsillo – cabina íntima y vacía –

descompuesta

por el peso de una cara de leche.

Desde el parqueo del centro comercial

un gritillo alegre «papá»

lo distrae,

recoge un flashback y se solidifica,

suspendido en el aire,

luego se desliza entre los carros de supermercado,

en el frío de treinta años perdidos

dejados atrás

de tímidos secretos.

Pasajes anónimos a las rejas

de la escuela los días de los recitales.

La mirada cose el dobladillo de los recuerdos

más allá de la acera

de colillas y desperdicios

y luces navideñas de la Navidad ajena.

Amores solo uno.

Creciendo, nunca los ha tenido.

Denegados.

Peregrinar

Vengo a decirte

que

en el paso ilimitado

del peregrinar

entre adoquinadas opacas

y oscuras tintas de oraciones,

sigo buscando el “Lugar

del eterno descanso”.

Mientras tanto, en el camino

me agaché para recoger

los musgos de noviembre,

y los coloqué ahí

entre los ojos del silencio

y la boca del Kyrie Eleison.

Vengo a decirte que el camino

es espeso,

y aunque si las heladas piernas de piedra

se impregnen de notas terrosas

de avenidas arboladas otoñales

cuando se excava para hibernar,

tú ya no puedes protegerme.

Pero me las arreglo, ¿sabes?

Por esto,

vengo a decirte que me dejes ir,

que me sostiene el buen soplo

que tú no puedes ver,

de lento ir y seguro devenir,

me sostiene el abrazo invisible sin límites.

Tú no me detengas

entre objetos y resistencias,

preguntas y opiniones,

juicios y culpas,

entre ideas de cuerpo y estigma.

Vengo a decirte que, si sueltas mi mano,

pronto estaré en el patio

inefable y podré descansar,

y luego,

finalmente,

asomarme y susurrarte, «no tengas miedo».

Il mendicante

Le ossa mendiche

la vita un mazzo di carte

sul marciapiede di sputi e briciole

mai un asso vincente.

Qualche moneta

la sua vita vale

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