Cachitos

Por Carla Castro[1]

 

Cuando era niña, mamá inventó un conjuro contra mis miedos.

Ella se ponía de pie frente a mí, juntaba mis manos como en forma de cuchara y me hacía cerrar los ojos. Ahí en mis manos me espolvoreaba algunos cachitos de confianza, otros de sabiduría y polvitos antimiedos color turquesa.

Cuando cerraba las manos, los cachitos despertaban y me corrían por todo el cuerpo.

Los cachitos de confianza se me subían corriendo a la cabeza, los polvitos antimiedos se me quedaban en las manos y las pintaban turquesa para que no sudaran tanto y los de sabiduría se me repartían entre el corazón y la cabeza.

Desde esos años guardé algunos por si algún día me hacían falta.

Hoy, aquí sentada en el hospital junto a mamá, le he puesto algunos cachitos que aún me quedaban.

 

Cántaro

El oxígeno conectado sonaba como un cántaro de respiros.

Cerramos los ojos y olvidamos que estábamos en la habitación de un hospital. Imaginamos que era Leer más

María Guadalupe Pérez | Poemas

María Guadalupe Pérez Ferra (México, 1996). Pasante de la licenciatura en Creación Literaria por la UACM y estudiante de Lingüística en la ENAH. Soprano en el ECUACM. Ha publicado en Revistas como: Revista Tlacuache, Caina fanzine, Aleteo poético, Axolotl magazine, Palabrijes, el placer de la lengua, Craquelarre, y algunos otros textos en las antologías Voces violeta de la editorial Voces indelebles, y Como hermanos de Ediciones afrodita.

 

 

I

El aguacero es la tristeza

De los pueblos

Que no tiene donde refugiarse.

II

La tormenta suele ser

La angustia de quienes tienen

Frágiles sus techos

III

La lluvia es la bendición

De quienes viven de las cosechas

De su siembra. 

IV

La brisa suele ser esperanza

Para quienes necesitan

Enjuagar la soledad.

 

 

 

Trayecto, transporte, traslado

Nos peleamos por un asiento en el metro

porque estamos cansados, hartos de venir parados

parados en el trabajo mal pagadoLeer más

Pasiones de la mañana

Por Marisabel Macías Guerrero[1]

Me despertó el insistente ruido de la campana que agita con fuerza uno de los señores que recolecta nuestra basura. Sin abrir los ojos, supe que apenas pasaban de las siete. Repasando mentalmente la rutina de esos hombres, también supe que en unos minutos el camión se estacionaría a unas cuantas casas de nuestro edificio, y la música comenzaría a sonar. Eso sí, imposible predecir el ritmo, pues siempre varía. No me puedo quejar. Me gusta jugar a adivinar el ánimo matutino. Sé que las canciones que pongan a todo volumen condicionarán el inicio del día, mío y de muchas vecinas de esta colonia. Algunas mañanas traen salsa o cumbia, otras, baladas, bachata, rock de los 80s, boleros o rancheras, incluso reguetón. A veces me descubro cantando, luego recuerdo mis días de desamor y la mañana decae un poco, otras me descubro bailando de camino al baño e inicio el viaje cotidiano sonriendo; con ganas de sacudir el cuerpo.

El camión recolector dura estacionado veinte minutos en promedio, cinco minutos del tilín tilín agudo desde el comienzo, luego cuatro o cinco canciones. Confieso que he pasado largos minutos pensando en el gozo del hombre que recorre las calles sacudiendo animadamente la campana, irrumpiendo el sueño de muchas y muchos que podemos “darnos el lujo” de despertar tarde. A veces me imagino que entre ellos se turnan para crear ese ruido que no sólo anuncia su presencia y el de su servicio, sino que invade las rutinas de cada hogar en calles donde al menos hay cinco edificios con más de quince departamentos cada uno. O sea, se alternan el uso de una campana que durante minutos y con una resonancia tremenda, entra a la vida de setenta y cinco familias, parejas, habitaciones, estudios, comedores, salas, baños y regaderas.

Sí, definitivamente se turnan para gritarnos a campanazos que bajemos la basura, que saquemos Leer más

Marian Raméntol | Poemas

Marian Raméntol (Barcelona, 1966). Poeta, traductora y directora de la revista cultural La Náusea. Miembro del grupo musical O.D.I con el que ha editado vídeo-libros y diversos álbumes además de bandas sonoras de cortometrajes. Ha trabajado con músicos experimentales en múltiples recitales y performances. Ha traducido a poetas contemporáneos al catalán y al castellano. Ha publicado diecinueve poemarios y ha sido incluida en dieciséis antologías. Ha sido premiada en diversos concursos nacionales e internacionales, y su obra ha sido ampliamente difundida en revistas especializadas donde ha publicado poesía, ensayo y artículos de opinión. Ha sido traducida al inglés, alemán, italiano, rumano, armenio, portugués, búlgaro, bosnio, montenegrino y estonio, y ha prologado varios libros de poesía. Su actividad en el ámbito artístico y poético le ha llevado a formar parte de festivales (tanto poéticos como de cinematografía), exposiciones, recitales y diferentes actos patrocinados por ayuntamientos, editoriales y otras entidades culturales.

 

 

 

Un paparazzi furtivo

El silencio sangra a chorros por las calles

y masturba ruedas, carriles y semáforos

ante la incertidumbre de los niños.

La noche entonces tiene frío

y reformula la amplitud

de shorts planchados sin futuro.

 

Con el pecho cosido al lomo del anochecer,

la demolición de la página

encarcela lo longevo y mata al poeta.

 

La poesía pierde su  alcurnia y el vientre

en un collage para despedir al sol,

los niños de antes -pero dos mañanas después-

desaparecen tras la puerta de la luna

y aquí no pasa nadaLeer más

Perras, sicarias, narcotraficantes; ¿Quién dijo que las mujeres no podían?

Perras de Reserva y su transtextualidad.

Por Greta Ramos[1]

Las mujeres poseen la condena a la expectativa y el ostracismo, a la pausa del tiempo por el tedio de la espera, de la silla del testigo y de la ausencia de la historia. Perras de reserva de Dahlia de la Cerda presenta una serie de personajes femeninos que protagonizan trece cuentos en los que claudican ante un sistema entrelazado con la violencia, el narcotráfico y el patriarcado.

Gerard Genette, en Palimpsestos, nombra el término transtextualidad como la ‘‘trascendencia textual del texto’’ (p.9). Este aspecto de la textualidad permite el diálogo de los textos con otros, la historia, la sociedad y, por ende, la cultura. En 1992 Quentin Tarantino despega en el mundo cinematográfico gracias al filme Reservoir Dogs, traducido en México como Perros de Reserva, con un cast enteramente masculino que cuenta la historia de un grupo de delincuentes y un atraco. Se le clasifica dentro del género cinematográfico neo-noir y descubre al espectador una trama gris, fuera de la historia de justicia ya contada donde el bien siempre vence, con personajes que se desenvuelven en una escala alejada de la dualidad moral y que se encuentran a la espera, también, de la posibilidad de la acción.

En el libro Perras de reserva la relación architextual permite cuestionar la presencia del género neo-noir literario en un México que se distancia del mundo americano, sin olvidar mencionar lo que ocurre con la transformación del cast masculino por el ‘cast’ totalmente femenino de Dahlia de la Cerda. Si bien parece evidente la influencia de la literatura latinoamericana actual escrita por mujeres como Mariana Enríquez, Selva Almada, Mónica Ojeda o MaríaLeer más

La lluvia del miércoles

Por Anyela Botina[1]

A la que fui

 

Sufro de vértigo y el bus me lleva volando en la puerta, el chofer mira a los pasajeros por el espejo y les dice: “me colaboran”, la gente se mira la una a la otra y aprieta el estómago. Un hombre me deja pasar al fondo del bus y siento más alivio. Los buses de las ocho son los hogares que albergan los olores jugosos que dan de comer a esta ciudad. La gente tiene los ojos en el suelo y parece que todos fuéramos helado derritiéndose a setenta kilómetros por hora. Encuentro un lugar confortable, pero un chico me toma de los hombros y me dice “perdona muñeca” y yo quisiera decirle “tranquilo muñeco”, pero estamos tan cerca que ya nos adivinamos los pensamientos. Los ojos del chico son como un chocolate con espuma que dan ganas de revolverlos con una cucharilla y crear caminitos de chocolate en ellos. Los ojos de Manuel no eran así, los de él eran como un túnel con una luz encerrada allá bien lejos donde a veces daban ganas de escaparse y sacar de vez en cuando la cabeza. Manuel me enseñó a qué olían los días con lluvia y que las lluvias de los domingos huelen a parque de jubilados. Es una lástima que ya no esté, que se haya ido tan lejos. A veces me imagino que vuelve y me enseña a qué huele la lluvia de los miércoles, porque jamás vimos llover un miércoles.

Un hombre lleva un bolso que suena como a platos y cucharas. El hombre tiene pedacitos de ladrillo en la cabeza y ahora que me acuerdo me pregunto ¿qué será de Lorenita? Su papá pegaba ladrillos en un veinteavo piso en un lugar lejano, así como Manuel, solo que Manuel no pega ladrillos. Un día Lorenita llegó a la escuela muy triste. Yo sabía que ella estaba triste, porque en ese entonces estar triste era cuando a uno le entraban ganas de sentarse en un andencito y ponerse a contar hormigas. Estaba deshecha la pobre porque su papá se cayó de muy alto y pasó a ser alma bendita. Yo le dije que su papá quería ser paloma para poder venir siempre volando a visitarla. Ese día vinoLeer más

Notas sobre la alquimia en La manzana en la oscuridad de Clarice Lispector

Por Ximena Cobos Cruz

Acercarnos a la obra de Clarice Lispector suele ser lanzarnos a un mar de significaciones, de misterios que hay que desentrañar ante la complejidad de su narrativa. Así, a La manzana en la oscuridad, novela que ganó el premio Carmem Dolores Barbosa como mejor libro en 1961​, podemos adentrarnos por el camino de la alquimia. 

Ésta es pues una invitación a leer la cuarta novela de Lispector a través de una interpretación que nos ayude a trazar la experiencia mística, no es un análisis a profundidad de la obra, sino una serie de notas que buscan reconocer la transformación como una clave esencial en la novela. 

Lo que todo hombre tiene que hacer una vez en su vida es destruirla

Así como en la primera etapa del proceso alquímico, representada por el color negro y relacionada con el descenso, es en la oscuridad donde se inicia la transformación, la extracción de la materia, Martim, el protagonista de La manzana en la oscuridad, va anulando sus sentidos para reconocerse sin la determinación o interferencia de estos. El personaje ha de volver a su estado más primitivo y ser la tierra para poder avanzar en el conocimiento. 

A lo largo de la novela, Martim va de la luz a la oscuridad, reconociéndose hombre de distintos modos; reconociendo la naturaleza de las cosas al igual que a sí mismo y su condición. Todo para llegar al gran conocimiento de Dios. Una vez que se ha vuelto a la tierra, que ha perdido la lengua del hombre, que intenta explicar a las piedras sin esa lengua ahora ausente, es posible que se reconozca y se sepa cuerpo, carne y sentidos, paradójicamente a través de la anulación de los mismos es que adquiere conciencia. Al mismo tiempo, reconoce lo que es el hombre como materia; hombre en lo individual, en sí mismo, y hombre en lo universal. Leer más

Desenterrando escritoras

Por María José Serrano Méndez[1]

La literatura es el reflejo de una sociedad. Por medio de las historias que se cuentan, no solamente escritas, se puede conocer los problemas, preocupaciones e intereses de toda una cultura. Pero, cuando la mayoría de la literatura que se conoce está escrita por sólo un sexo ¿dónde queda la otra mitad de la población?

La mayoría de los autores con los que empecé a leer eran hombres, y aun en 2023, si le preguntamos a alguien aleatoriamente, probablemente pueda nombrar a más escritores que escritoras, lo cual para mí es una auténtica tragedia. Por fortuna, yo me salvé cuando conocí a Jane Austen, pero constantemente me preocupo por las mujeres que nunca han leído literatura escrita por mujeres.

Porque cuando descubrí la literatura de Austen, mi hambre por leer a más y más escritoras comenzó, porque leer Leer más

Cecilia Castillo | Poemas

Cecilia Castillo (El Salvador). Poeta, Gestora Cultural, Licenciada en Letras por la Universidad de El Salvador. Ha publicado en diversos espacios y antologías tanto físicas como virtuales. Su propuesta creativa persiste en la gestación de poesía de carácter erótico.

 

 

 

*

Vengo del mar

de sus frías vertientes

del fruto abierto de todas sus aguas

donde mi desnudez habla sus lenguas

y se desborda en su raíz silvestre.

 

Vengo del ancho ardor de su cintura

donde los besos nacen como invierno

para sanar eternas cicatrices,

donde sus manos tejen nuevas olas

especies que se mezclan en mis labios

para saciar mi nombre en sus peldaños

y amamantan mi alma en su bravura.

de ser mujer

de visitar la niebla

del centro de su centro entre la espuma

vengo de los laureles clandestinos

donde mi piel edifica su ofrendaLeer más

Círculo de Escritoras Comunnitarias del Libro Club Ricardo Flores Magón | Muestra Poética

Marina Miranda García

Feminista, a favor del aborto legal, seguro y gratuito; militante en la izquierda no partidista, comprometida con el medio ambiente, luchadora en movimientos sociales, participo con integrantes del Comité Eureka y de Escritoras Comunitarias; jubilada, honesta y sincera con aciertos y desaciertos en la vida; viajera del mundo. Estudié Periodismo y Comunicación Colectiva en la ENEP Aragón, UNAM. Tengo una hija y un hijo.

 

 

 

Maledicĕre

Maldije ¡¡¡Lo maldije!!!

Sí, lo hice. No me arrepiento

Yo paralizada

Yo impotente

Yo furiosa

Yo lo maldije

 

Fue viernes de cumpleaños, maestra hoy no iremos contigo

Sola inicié el recorrido de siempre

Todas las noches la misma calle oscura, con poca luz

Sería un caminar sin compañía, sin risas, sin barullo

Sin ellas y ellos, estudiantes de la secundaria nocturna

 

El paraguas en una mano, en la otra un bolso con algunos cuadernos

En la espalda la mochila cargada de más cuadernos

La misma calle oscura, con poca luz

Mis pies van rápido por la calle

Mis ojos mirando a todos lados

 

Ahí viene él por la banqueta, lo miro de lejosLeer más