La Cosecha de los Espíritus

Por Naomi Pineda[1]

En un rincón olvidado del mundo, rodeado de montañas que respiraban como gigantes dormidos, se encontraba el pequeño pueblo de San Roque. Aislado y empapado por la neblina perpetua, sus habitantes vivían de la tierra, sin preocuparse por lo que ocurría más allá de sus fronteras. En el centro del pueblo, imponente y descomunal, una catedral gótica se erguía como un guardián olvidado, sus gárgolas vigilando con ojos vacíos, y las estatuas de los santos erosionadas por siglos de lluvias.

Nadie hablaba del cementerio detrás de la catedral, un lugar extraño donde las lápidas se retorcían como raíces y las tumbas parecían hundirse más profundo en la tierra con cada luna nueva. Pero los ancianos sabían. Y sabían bien.

Cada otoño, cuando las primeras hojas caían y el viento olía a tierra húmeda, los más viejos cerraban sus ventanas, cubrían los espejos y dejaban ofrendas en los umbrales. Decían que las almas de los muertos no descansaban en San Roque; sólo aguardaban el momento para reclamar lo que les pertenecía.

Hernán, un joven campesino, era el único que no prestaba atención a esas supersticiones. Para él, los muertos estaban enterrados y no tenían razón para regresar. Su abuela, la última de su linaje, acababa de morir, y ahora le tocaba a él heredar la tierra. La noche antes del entierro, Hernán fue al cementerio para escoger el lugar donde descansarían los restos de su abuela. Caminaba entre las lápidas cubiertas de Leer más

Yakeline Rojas | Poemas

Yakeline Rojas Agüero (La Habana, 1973). Poeta y narradora. Cuentos, microficciones y poemas suyos han sido publicados en revistas y antologías cubanas e internacionales. También incursiona en la literatura para niños y jóvenes.

 

 

 

En mi casa crecían algas salvajes
ostras maternaban esperanza
caballos de mar sin vientres
castrando el destierro
de los que llegaron
de los que no pidieron venir
en mi casa las grietas tenían piernas
espías como navajas
una herida en el pecho
acarreaba razones

madre ostrea edulis abrigó dos perlas
extravagantes
dúo de perlas negras
arena del estuario
sedimento nácar
hijas de roca bivalvas
corazón en tres cámaras
Giselle hermana pequeña
la cuna con llanto

 

¡cuida a tu hermana!

 

en los muros de mi casa se extinguióLeer más

María José Escobar | Microficciones

María José Escobar (Querétaro, 1998). Licenciada en Letras Hispánicas. Ha participado con cuentos breves y microficciones en números de las revistas Ibídem, Oropel, Hipérbole Frontera y Tintero Blanco.

 

 

 

Nadie

Llegó cargando con un contenido incierto, acaso ropa, acaso comida, acaso tierra; el costal tiene cuatro agujeros previstos para que, por cada dos, se amarre un mecate de modo que se formen dos agarraderas para sujetar de sus hombros.

Un par de becarias dentro del recinto le prestan, pacientes, sus oídos. Aquella cuenta su trayecto a esas que no le tienen solución alguna. Se abstienen de preguntar de más, con el temor de desencadenar detalles tristísimos que no tienen la intención de procesar en horas laborales. Lo que saben, es que ella necesita renovar su acta de nacimiento y está siendo un martirio.

–Usted no aparece en el sistema –les cuenta que le dijeron– y aquí no se lo podemos arreglar.

–Justo a eso vine, a mi entidad de nacimiento. Me dijeron que acá me iban a solucionar.

–Pues no, una disculpa.

–De no existir –le dijo a la señorita– dígamelo ya, así me quedo más tranquila.

Pero no le respondió y siguió tecleando.

–En el DF, ahí en la Gustavo A. Madero a la altura de Arcos de Belén, la señorita que te digo me confirmo que no existo, entonces, ¿qué soy?

­–Un fantasma– se rieron.

–¡Un fantasma!

Manotea con una mano y se ríe con una dentadura a la que le faltan lo dos dientes frontales.

Entonces, sosteniendo los mecates en puños apretados, toma un autobús deLeer más

Isely Ravelo | Poemas

Isely Ravelo Rojas (La Habana, 1993) Licenciada en Comunicación Social. Universidad de La Habana. Escritora, periodista y fotógrafa. Integra el Laboratorio de Escrituras Encrucijada que lidera la escritora cubana Elaine Vilar Madruga. Recibió mención en narrativa del concurso de dicho laboratorio en 2023. Participó en el Taller de décimas, impartido por el escritor y repentista cubano Alexis Díaz Pimienta y en “Viaje al centro de la improvisación poética”, del Proyecto Oralitura Habana. Integró el Taller “Un libro es un show” sobre escritura creativa y edición de libros, del Proyecto Transcultura de la UNESCO, en colaboración con Aurelia Ediciones, Cairo Studio y el escritor cubano Leonardo Padura. Su poesía ha sido publicada en la revista cubana El Caimán Barbudo y en la revista venezolana Alborismos en su edición No.12 de julio/2023.

 

 

 

I

Al pueblo de mis abuelos

 

Me siento en la terraza y encuentro un árbol para definirme.

El columpio se mueve con las niñas de abuelo

mientras él, cabizbajo, busca el ojo que le falta.

 

Una hoja tirita las voces familiares

de cuando éramos muchos alrededor de la mesa.

 

Las semillas saltaron para enterrarse en el polvo del camino…

en la cabeza corriente del río, en los juegos de un fin de semana.

 

Veo correr la tarde ensopada de silencio.

Me descubro en las nubes que pasan sin tocarla,

en la infancia del beso y el nudo de la floresta,

en la hormiga que sube a los azahares del mango

y ahogada en la pulpa:

me sigo buscando en la piedra y en las botas fangoLeer más

“Papas embestidas” Una receta inspirada en un poema de Gloria Fuertes

Por Diana Peña Castañeda[1]

 

En tiempos de guerra se come mal.  Eso nos cuenta Hemingway de unos soldados que estiran con los dedos unos espaguetis y beben vino a ráfagas para calmar el frío de la nieve en el frente mientras discuten sobre la necesidad de alimentar bien a la tropa para mantener la moral. Se come con el arrepentimiento “Me arrepiento de no haberte narrado nunca el esplendor de una aurora, la dulzura de un beso, el aroma de una comida” nos participa Oriana en un fragmento de la carta que escribe al hijo que nunca llegó a nacer en la simultaneidad de la ofensiva. Se come en el silencio del mar, nos relata Vercors, cuando por ordenanza militar se debe compartir el hogar con el enemigo. También se come con miedo, describe la mirada del niño del pijama de rayas quien engulle unos trozos de pollo ofrecidos por la ironía de la amistad que se alza del otro lado de la cerca.

 

“Se lavan bien los pies,

las mondas de patatas,

se añade media cebolla,

se pone a cocer en la olla

y se sirve con una rodaja de limón.

Se cena con miedo a que caiga un obús

y así tres años.”

 

En “Receta de cocina para los días de hambre” la pluma de Gloria Fuertes le ofrece al paladar algunos tubérculos despellejados que ha aderezado con apenas media cebolla y una rodaja de limLeer más

Alejandra Ruiz | Poemas

Alejandra Ruiz (Guayaquil, Ecuador, 1991). He participado en concursos nacionales e internacionales de literatura. Uno de mis últimos trabajos fue la colaboración en una revista de literatura de México siendo seleccionado uno de mis poemas, escribiendo actualmente en la plataforma médium y siendo una de las seleccionadas en la editorial Komala en una de sus ediciones.

 

 

 

Los dedales de Perséfone

 Escribo, como si mis dedos fueran aves,

mis murmullos se convirtieran en luciérnagas.

Observando la tinta esparcirse como esporas rumiantes,

una tormenta renace en mi pecho, sigilosa y vespertina.

La calma no tiene paredes, solo peces muertos.

Mi boca es taciturna, muda e inconforme,

pero mis manos tejen versos

como si fueran gorriones,

cantando cuando mueren las hojas.

Las letras beben de mi cuerpo

como si fuera su madre;

se nutren de mi sangre y reviven en mí.

 

 

 

Grietas en mis manos

Tengo un vacío en las pupilas de mi alma,
y ​​mis silencios se transcriben en cartas que no escribí,
negándome a ser un remitente.
Creo que mis manos aún tienen la fuerza suficiente:
agrietadas, rotas, secas, destruidas por el tiempo,
pero con una sed insaciable de vivir.

Mi cabello cenizo, opaco y quebradizo predice lo contrario,
pero mi alma ardiente está llena de fuego.

 

 

 

Las llagas

Mi pueblo tiene hambre y los dedos llagados;
muerde el polvo a diario,Leer más

La sangre que canta sobre las piedras

Por Jonathan Mirus[1]

 

 

Gallardo, Ámbar, Babel me cortó la lengua, Desde.el.fuego editorial, Guanajuato, 2023, pp. 99.

 

Hace un tiempo tuve una banda de rock, además de nuestros ejercicios de práctica, alguna vez decidí sugerir una actividad: cada integrante le daría 5 discos para escuchar al otro. El propósito era también ese, escuchar al otro. Dentro de los que me tocaron a mí estaba Fontana Bella (2007) de Austin TV. En el disco, además de las sutilezas melódicas del grupo, hay una canción que se llama “Marduk” y en unas pocas de sus líneas dice: “No tengas miedo, somos libres, nadie lo cree, pero es real”.

Dentro del Museo de Arte e Historia de León, Guanajuato, se llevó a cabo la 15 Bienal Femnsa, titulada “La voz de la montaña”. En este mismo evento, que lleva las propuestas más actuales del arte plástico, se presentaron también varios proyectos de artes visuales y de edición independiente. Entre ellos, me encontré con la editorial Desde.el.fuego donde pude leer algunos fragmentos de sus libros. Uno que me llamó especial atención fue Babel me cortó la lengua (2023) de Ámbar Gallardo. Una escritora que ha ido ganando fama en el estado. Lo primero que vi al hojear el libro fue algunos versos sueltos donde la poeta dejaba ver la potencia de algunas de sus enunciaciones. La luz del recinto hizo que mi mirada se posara en aquellas letras como quien descubre una fisura en el piso. Dejé el libro para después, el trabajo llamaba a estar en el evento, pero las sensaciones se mantenían.

Para mi sorpresa, el libro se presentó junto a la autora. Hubo algunas cosas interesantes referentes a su búsqueda de la poesía, entre ellas dijo: “volver a sensibilizar a través de retornar la violencia a la palabra poética”. Darle voz a este elemento violento es una lucha que han buscado varios autores de diversas maneras, sin dejar de lado el artefacto poético, desde la poeta Sara Uribe en su Antígona González desarticulándolo al evidenciarlo, o hasta tensionarlo sin invisibilizarlo, hasta sus últimas consecuencias, como la novelista Ariana Harwicz.

En el libro, la autora retoma la idea del Etemenanki, el templo de la creación y de la tierra, erguido en favor del dios babilonio Marduk. Un antecedente del mito bíblico de la torre de Babel, que claramente la poeta busca destruir, pero no sólo en el hecho en sí, sino para buscar la palabra o, mejor dicho, dar a luz a la palabra violenta, restituir el cauce de su sentir para encontrar en las ruinas lo perdido: “Sólo hay palabras, símbolos que me dibujan antigua / —parecida a Babel—. / Serán los que me devuelvan la pérdLeer más

Análisis de la cinta “La Sustancia”

Sobre la cosificación y la autoexigencia

Por Carmina Cardiel

 

Coralie Fargeat, Demi Moore y Margaret Qualley

The substance (título original) es solamente la segunda película de Coralie Fargeat, pero logra ese mismo efecto que el cine de Gaspar Noé sin pedirle nada prestado: Es una película que cala, que incomoda, que a más de una nos duele porque más que ser ficción y terror corporal, es vivencial y cotidiana.

De acuerdo con los roles de género establecidos hace más de 200 años, a las mujeres se nos asignó una tarea imposible: jamás envejecer y ser siempre y en todo momento agradables, pero ¿Jóvenes y agradables para quién(es)?

 

El origen de la belleza y el vigor:

“El retrato de Dorian Gray” fue publicada el 1890 y su tema central es el narcisismo; sin embargo, en esta obra Wilde da cuenta a través de la voz de Lord Henry Wotton sobre uno de los mayores mandatos entre los hombres: La belleza y la satisfacción sensual son las únicas cosas que merece la pena perseguir en la vida. Tras este enunciado, Dorian comprende que un día su belleza llegará a su fin, así que decide vender su alma para asegurarse de que sea un retrato de pintura quien envejezca y se desvanezca y no él. Por supuesto que para su época fue un escándalo porque por aquellos años la moral de las sociedades modernas era —y sigue siendo— de doble filo. Oscar Wilde retrató con notable perfección y con gran ojo crítico, tanto a la sociedad de su época como temas que hoy en día siguen muy vigentes: la vanidad, la locura y la enajenación, pero ¿De dónde viene esta vanidad y esta enajenación que desde la época victoriana venimos arrastrando en Occidente?

Las primeras definiciones de la belleza provienen de la antigüedad clásica, específicamente de la Grecia Antigua. Algunos consideraban la belleza como un asunto de proporción entre las partes de la cosa, es decir, que los objetos simétricos tendían a ser más bellos que los que no lo eran. Sin embargo, Platón (c. 427-347 a. C.) consideró la belleza como una idea independiente de las cosas bellas, siendo unaLeer más

Reseña colectiva: ‹‹¿Cric? ¡Crac!›› de Edwidge Danticat

Por Celia Alvarado, Victoria Pantoja, Danae Perales, Nat Mont y Ximena Cobos

 

La intención de hacer una reseña colectiva tiene que ver con que la experiencia lectora no es en solitario, en ese sentido, la sorpresa, el placer y los hallazgos que una puede tener cuando hace la lectura, se expanden y se potencializan cuando llegamos a las sesiones colectivas y escuchamos la experiencia de las otras. Entonces, quien lea esta reseña puede ser invitada a acercarse a Danticat desde la emoción de un grupo, conocer una experiencia lectora enriquecida a través de dialogar con otras, enriqueciendo también la conexión con los cuentos de Danticat, transformándola de un ejercicio intelectual a uno sensorial.

Esta reseña colectiva, además, da cuenta de que leer en acompañadas ha destapado nuestros sentidos para apreciar los distintos matices que encontramos en la autora y que al compartirlos se vuelve un manjar de una exquisitez espléndida. Es así que el acompañamiento modificó la forma de leer la obra, ya que cada mirada abría nuevas posibilidades y también datos históricos que daban un contexto mayor a lo que leíamos. La reseña colectiva fue también un pretexto para reconocer la forma como cada una mira la migración haitiana en México, al mismo tiempo que dimensionamos la problemática o los sucesos que ocurren en su territorio, aquello de lo que vienen huyendo sus habitantes.

Antes de hablar de su obra, queremos presentarles a la Edwidge Danticat que descubrimos. Yo la presentaría como una autora que cuenta con una gran sensibilidad y mucho amor tanto a Haití como a sus costumbres. En cada uno de sus cuentos se puede ver el grado de admiración que tiene hacia este país. La forma en que utiliza el lenguaje es hermosa. Hay mucha musicalidad en su prosa que asemeja a ratos más a una poesía. Es también una escritora muy completa que logra transmitir la complejidad de la vida y de los procesos de migración y violencia del pueblo haitiano, al tiempo que consigue transmitir la belleza y lo terrible de la experiencia humana. Asimismo, podemos decir que es una escritora que también vive corporalmente los escenarios que narra: la violencia durante la dictadura, la esperanza del Haití que sueña en medio de todo, y la realidad migrante que se debate entre las raíces y la nueva vida, como una cuerda que se tensa constantemente y se busca que no se rompa. En ese sentido, Danticat tiene una gran habilidad para narrar la vida cotidiana de lo que acontece a su alrededor y transmitir a través de sus escenas un mar de sentimientos y emociones, que nos muestran la complejidad de las relaciones que se tejen cuando vivimos en comunidad.

Podemos decir también que la escritora Danticat es muy grande, sus escritos son de gran valor, -yo no la conocía-  y que conocerla es absolutamente una forma de humanizarnos y de ver con otros ojos a un país que por su idioma, por su raza y por su historia pareciera no tocar mucho a México, pero que sí eLeer más

Manifiesta de las mujeres observadoras que caminan

Por Idalia, Árbola Almendra, Priscila, Odeth y Ximena

 

Mirar sin pudor

Miraremos sin pudor el camino, las gentes y todo lo que suceda:

Atraparemos las miradas de otrxs transeuntxs, aquellas que han pretendido borrar de las ciudades:

               sonreiremos a las niñeces curiosas

               a las personas mayores que toman el sol en las banquetas

               a las señoras que salen al mandado o a dejar a lxs pequxs a la escuela

               a las personas que regresan cansadas de barrer las calles

Seremos casa, cobijo y refugio

              de las especies animalas que habitan los rincones de calles, azoteas y terrenos baldíos.

Miraremos a quienes nos observan para reconocernos en esos espejos,

para sabernos iguales, para hacer comunidad.

 

Mirar sabiendo que somos parte de todo

Miraremos sabiendo que somos parte de todo:

nos reconoceremos al caminar

evitaremos destruir los micelios que habitan bajo la tierra 

nos crecerán alas y plumas y ramas

haremos surcos que dejarán huella

intentaremos rellenarlos con corteza y lodo y pasto

para renacer en forma de salvias y tulipanes

violetas y suspiros

Recuperaremos el dominio que siempre fue nuestro y que les fue arrebatado a nuestras ancestras: la tierra y lo que de ella nace, porque también crece en nosotras.

Y en medio de la calle nos encontraremos a nuestras yo niñas

Ellas sabrán y nosotras sabremos que la vida de una observadora que camina no acaba nunca y se replica

                 y se replica y se replica… 

                 hasta después del final de los tiempos. 

 

Caminar en no-línea recta

Diremos  no a los caminos trazados: 

Andaremos rutas nuevas, aquellas que nos dicten las piernas y nuestras ganas.

Siempre iremos dando vueltas, observando las curvas que nos permitirán destruir la línea recta, recordando que no existe en la naturaleza, nos negaremos a reproducir los trazos perfectos de algunas ciudades.

Caminaremos por las huellas de los pies marcadas en las primeras capas de la tierra. 

            || la maleza se peina y se abre a nuestros pasos, para señalarnos el camino ||

Serpentearemos las banquetas, sin restricciones

Como las lagartijas cerca de las construcciones viejas, nuevas y sucediendo

marcaremos nuestras propias rutas y seguiremos las de nuestras ancestras

el cielo se llenará de mapas-guía y la noche será nuestra amiga

 

Caminar con curiosidad

Caminaremos con la curiosidad de las niñas que fuimos y de las niñas que serán

que acompañarán a otras por caminos lodosos, oscuros y estrechos

que serán mapa y camino, que serán conductoras y transeúntas

que llenarán las paredes de las ciudades con sus risas

Descubriremos las grietas añosas de las paredes, el moho de los edificios, la humedad escalofriante y las divisiones del concreto que simulan raíces de un bosque, nuestro bosque invisible.

 

Caminar con la memoria puesta en la cuerpa

Caminaremos equipadas de la memoria de otras caminantas puesta en la cuerpa:

Tendremos la capacidad de reconocer roca resbaladiza, tierra firme y cuerpa de agua. Sabremos sus nombres, sus texturas y la diversidad de caminos posibles que nos lleven a ellas y vamos a enseñarlas

Andaremos las rutas heredadas de las ancestras y construiremos veredas para las jóvenes

            las que siguen nuestras huellas,

            las que vienen detrás y de frente, 

            las que son tierra y viento y fuego

Quemaremos todo si alguna se pierde en el camino

alumbraremos todo hasta que aparezca ella y todas las que nos han arrebatado.

 

Las mujeres del futuro no tendrán mapa sin descifrar, han estado en cada rincón de cada selva, en cada telaraña, ocupando todos los trenes y todo el espacio al mismo tiempoLeer más