Tour por el infierno. Crónica de viaje por el Este europeo.

Huellas indelebles de la Segunda Guerra Mundial y el holocausto. Una mirada sudamericana en un recorrido a pie y sin tarifa fija

Por José María Aused

Berlín. Primera parada. Inusual frío primaveral. La capital alemana es un museo a cielo abierto (¡¡frase jamás dicha!!). Los free tours[1], que parten en su mayoría de la plazoleta ubicada al frente del lujoso Hotel Adlon, la mejor opción. Puerta de Brandeburgo, West Side Gallery, Reischtag y el simpático Checkpoint Charlie conforman el itinerario básico casi obligado para los visitantes primerizos. Más allá de estos ineludibles, la ciudad contiene dos lugares que llaman poderosamente la atención por su inmensidad imponente, su fastuosidad y arquitectura simple pero maciza. Uno forma parte del recorrido habitual y se emplaza al otro lado del fragmento del muro que se mantiene en pie sobre el predio del museo de la Topografía del Terror (ex sede de la policía secreta de Hitler) y es el edificio del antiguo ministerio de la aviación nazi, hoy Ministerio Federal de Finanzas. Se dice fue construido de esa forma para que en caso de ser bombardeado queden en pie sus ruinas y así demostrar la fortaleza del tercer Reich. El otro, escapa a los circuitos turísticos y está ubicado al sur de la ciudad, cerca de Neukölln. Supo ser el edificio más grande del mundo por muchos años: el ex aeropuerto de Tempelhof, hoy sede de oficinas estatales y universidades privadas. Las águilas imperiales gigantes esculpidas en las paredes y su estructura en forma de semicírculo de más de un kilómetro de largo proponen una imagen imperial, casi faraónica (nota de color: allí se filmaron memorables escenas de la comedia hollywoodense Uno, Dos, Tres del gran Billy Wilder). Su otrora pista de despegue y aterrizaje actualmente es aprovechada por miles de berlineses que andan en patines o skate en medio del paisaje verde que ofrecen los árboles que fueron plantados de forma espontánea e irregular casi en las antípodas del súper planificado Tiergarten de la posguerra.

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Argentina y México en la pandemia del COVID 19 – Año 2020

Por Valentina Cassanello[1]

¿Será la relación entre Argentina y México una cuestión ideológica o estratégica? Con dicha pregunta, nos proponemos abordar el siguiente análisis de las relaciones que mantienen dichos países en el contexto de la pandemia del COVID 19 por la que estamos atravesando.

A saber, los mandatarios de ambas naciones comparten matices ideológicos similares. Por su parte, Alberto Fernández pertenece al partido político argentino “Frente de TODOS” y Andrés Manuel López Obrador es afiliado al partido político mexicano “MORENA” (Movimiento Regeneración Nacional); ambos partidos son de izquierda. Esta información nos podría resultar pertinente para poder considerar que las relaciones entre dichos mandatarios podrían deberse a una cuestión ideológica en América Latina.

Es de nuestro conocimiento que a finales del año 2019, al asumir el presidente argentino, Alberto Fernández, su primera visita internacional fue a México, donde se reunió con el presidente Andrés Manuel López ObradorLeer más

Elogio

 Por Julio Macott

El Ministro de Salud de Colombia ha liderado, sin descanso, con aplomo, con conocimiento y con acierto una destacada gestión del sistema de salud que ha permitido atender la enorme tragedia que nos ha tocado vivir este año y que le costó la vida a casi ¡50.000! personas. Le faltaba poder anunciar que hay un camino claro para vacunar a la mayor parte de la población, que es la única manera en que saldremos de la tormenta, y finalmente lo pudo hacer. Ahora tiene el círculo perfecto.

En los cargos públicos, los funcionarios tienen eso que los abogados llaman una obligación de resultado. No se trata de hacer todo lo posible, sino de lograrlo, y la opinión ciudadana, con el enorme y creciente poder que le dan las tecnologías de la comunicación, es implacable y este Ministro lo ha logrado: fortalecer el sistema de salud para que en ningún lugar del país haya existido colapso a pesar de la altísima demanda de servicios, especialmente los de cuidados intensivos.Leer más

Concientización y acción

Retos de la nueva década para el desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe

Por Rocio Saldaña Sausa[1]

En el plano internacional, este año ha marcado un hito en la historia de todos los países, ya que todos se vieron afectados por la pandemia del Covid-19, directa o indirectamente. Una pandemia que nos obligó a estar en casa para poder protegernos y proteger a los demás, una pandemia tan invasiva y viral que no nos dio tiempo de prepararnos para una paralización económica y de aislamiento social, una pandemia que aún sigue siendo noticia y que nos ha hecho reflexionar la fragilidad de nuestras vidas aparentemente normales, lo que me lleva a conjeturar la siguiente pregunta: ¿nuestras acciones antes de la pandemia nos llevaban a hacia algún fin? Mucho más allá de un fin económico y de supervivencia, es preciso indicar que los avances en menos de 50 años, tomando como punto de partida la aparición del teléfono móvil, han sido claramente vertiginosos. Todos estos avances en pos de importantísimos argumentos como el progreso, el cual sin duda nos ha traído muchos beneficios, pero ha acarreado también desfavorecedoras repercusiones en contra del medioambiente o, dicho en otras palabras, en contra de nuestro propio hogar como seres humanos. Dicho esto, ¿existen maneras de progresar sin impactar negativamente en las futuras generaciones? En los últimos años, debido a la urgencia ambiental, la mayoría de los países, incluidos los principales contaminadores mundiales, tienen prioridades de reformas y recomendaciones que abordan los obstáculos ambientales y de crecimiento. Sin embargo, todas estas acciones pueden quedarse solo en papel sin el accionar de las personas. El movimiento colectivo en las comunidades es una solución fundamental para el problema medioambiental pues, si bien un país puede estipular leyes para reducir ciertos elementos contaminantes, la tendencia de consumo define el desarrollo económico de un país o comunidad. Tal como señala Bischhoffshausen: “El poder político presiona a través de la legislación, los grupos ecologistas a través de acciones públicas y los consumidores comienzan a exigir productos verdes en el mercado” (Mejía, 2010). Por ahora, la relevancia que tiene el desarrollo sostenible en la vida de las personas alrededor del mundo es como una pequeña corriente que surge en una marea inminente que no sabemos si terminará por explotarnos en la cara o se disipará.

La pandemia del COVID-19 ha afectado a prácticamente todos los países, pero Latinoamérica es una de las regiones más afectadas a largo plazo. Este hecho ha marcado un punto de inflexión, que para bien o para mal, nos lleva a la crítica de varias acciones políticas, económicas, gubernamentales y sociales que se han venido ejecutando antes de la pandemia, y que ahora han quedado en segundo plano debido al mismo; pero que, sin duda, configuran el núcleo de causas por las que la mayoría de países de nuestra región ha sufrido devastadoras consecuencias.

Pezzini (2020), Director del Centro de Desarrollo de la OCDE y Asesor Especial del Secretario General de Desarrollo de la OCDE, en una entrevista para la OPEC mencionó lo siguiente:

“…La crisis del COVID-19 nos muestra el costo de la inercia y exige la reconfiguración urgente de una cooperación multilateral más inclusiva. Uno que involucre a los gobiernos en pie de igualdad para administrar y proteger mejor los bienes públicos globales, ya sea la salud o la emergencia climática”.

Las principales consecuencias financieras y económicas de esta crisis conllevan daños colaterales como mayor pobreza, mayor desigualdad, irregularidades en la educación, menos salud alimenticia y menor capacidad hospitalaria para atender tanto a las personas infectadas por el covid-19 como a las que no lo están, pero requieren tratamiento hospitalario. La magnitud de esta crisis sanitaria a grandes rasgos es bastante mayor que la crisis financiera pasada, tal y como informa Guterres (2020). pues según el Fondo Monetario Internacional, después de reevaluar las perspectivas de crecimiento para 2020 y 2021, ha declarado que hemos entrado en una recesión, tan grave o peor que la crisis del 2009. La irrupción de la pandemia en un estado de debilitamiento económico mundial que arrastramos desde aquella crisis, nos lleva a preguntarnos: ¿por qué no nos hemos podido recuperarnos desde entonces? ¿Y por qué no somos capaces aún de amortiguar el impacto de ninguna crisis?, si bien las causas de estas no son las mismas, las consecuencias son parecidas: fuertes tasas de desempleo y endeudamiento para subsanar el tejido productivo y de bienestar familiar; además, de un gran reloj que va contra el tiempo para que el cambio climático sea irreversible ¿Cómo es que hemos terminado tan mal? Desde 1987, gracias al Informe Brundtland conocemos sobre desarrollo sostenible, sabemos que el desarrollo debe ir de la mano con la proyección hacia el futuro, de manera que logremos satisfacer las necesidades del hoy, pero con la visión de que también debemos dejar para el mañana. Sin embargo, a este concepto no le hemos dado la importancia que se merece. Según las Naciones Unidas, en su reporte sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible del año 2019, se han logrado buenos avances como la accesibilidad de las personas a la energía sostenible y la mejora de la salud en cuanto a la reducción de enfermedades infecciosas consideradas muy peligrosas. No obstante, aún no hay tantas noticias positivas que opaquen a las negativas, por ejemplo: el deterioro del medioambiente está avanzando a ritmos muy alarmantes, lo cual se refleja en la elevación considerable de la temperatura en los últimos cuatro años, y en el constante peligro de extinción de millones de especies de animales y plantas. Asimismo, los suelos continúan degradándose de manera descontrolada debido a factores como incendios, deforestación y fenómenos provocados por el ser humano. El hambre en el mundo sigue aumentando, y pese a que haya progresos en temas relacionados con la salud de la población mundial, todavía al menos el 50% carece de servicios de salud esenciales. La educación aún requiere de atención, pues más de la mitad de los niños del mundo no cumplen las normas exigidas en materia de lectura y matemáticas. Esto se debe a que hay muchas regiones del planeta en las que los niños siguen sin tener acceso a una educación básica. En términos de igualdad, las cosas tampoco mejoran. En todo el mundo las mujeres continúan enfrentándose a desventajas estructurales y a la discriminación por diversos motivos laborales, sociales e incluso sexuales en algunas regiones. Evidentemente, la falta de resultados positivos en áreas urgentes deja aún mucho por trabajar en función del desarrollo sostenible.

En relación a los términos “crecimiento sostenible” y “crecimiento sostenido”, el Banco de Desarrollo de América Latina (2019) señala que son diferentes, pues el primero se refiere al patrón de desarrollo en un sentido amplio, mientras que el segundo hace referencia a un patrón de crecimiento económico caracterizado por una marcha persistente y poco volátil de la tasa de crecimiento. Sin embargo, ambos términos se complementan porque tanto el crecimiento sostenido contribuye a lo sostenible, al perseguir la visión de crecimiento a largo plazo, el uso más equilibrado y eficiente de los recursos económicos y naturales; y por los mismo, el crecimiento sostenible también contribuye al sostenido pues promueve el uso más racional y responsable de los recursos naturales y políticas de inclusión y promoción de soluciones y tecnologías verdes que, a final de cuentas, generan oportunidad rentables de nuevos negocios. Analizando estos términos podemos decir que América Latina y el Caribe no han crecido en términos de crecimiento sostenible ni de desarrollo económico. Es así que cuando hablamos de la economía Latinoamericana no podemos dejar de mencionar a la comúnmente denominada “trampa de ingresos medios”; es decir, la dificultad de sostener por más de una década tasas de crecimiento promedio por encima del 5%, y que además sean acompañadas con la reducción de desigualdades y la consolidación y perfeccionamiento de las instituciones democráticas. Al analizar la economía de muchos países de Latinoamérica, podemos notar un patrón de acumulación de capital y una estructura productiva basada en la extracción de materias primas para la exportación; y tal como lo afirman Sachs y Warner (en Alarco y Castill, 2018), los abundantes recursos naturales producen un falso sentido de seguridad y conducen al gobierno a perder la necesidad de diseñar, implantar y dirigir políticas apropiadas para el crecimiento económico. Asimismo, en forma directa la abundancia de recursos naturales reduce los incentivos privados y públicos para ahorrar e invertir, y por eso disminuye el crecimiento económico. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (2011), los diferentes problemas sociales como la pobreza extrema y el desempleo se originan por un mismo hecho en común: la asignación evidentemente incorrecta del capital durante las dos últimas décadas, en la que se ha visto reflejada la dirección de gran cantidad de capital hacia propiedades, combustibles fósiles y activos financieros; en contraste, de una pequeña cantidad que se invirtió en energías renovables, eficiencia energética, transporte público, agricultura sostenible, protección de los ecosistemas y de la diversidad biológica, y conservación del suelo y el agua. La mayoría de las estrategias de desarrollo y crecimiento económico promueven una rápida acumulación de capital físico, financiero y humano, a costa de un agotamiento y una degradación excesivos del capital natural, del cual forman parte nuestros recursos naturales y ecosistemas. Con toda esta información, ya tenemos una buena noción de por qué nuestros países de Latinoamérica no han tenido un crecimiento ni desarrollo económico sostenible, y por qué es tan importante que tanto los ciudadanos como la política de un país tengan esta postura de desarrollo para un buen plan de Gobierno; puesto que las medidas o leyes que no protegen ni mejoran los medios de vida rurales y el bienestar social son insostenibles en el tiempo. De igual manera, depende de cada uno de nosotros mejorar los modelos de negocio y exigir modelos que respeten a los trabajadores y al planeta.

En cuanto a este año, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (2020), hemos podido notar a escala mundial avances que se esperaban aún dentro de algunos años más, avances impuestos de forma casi obligatoria debido a la crisis causada por el coronavirus, pero que sin duda nos han ayudado a contrarrestar el nivel de contagios, a la par que nos han ayudado a seguir con el funcionamiento de la economía y la sociedad. El uso disruptivo de las tecnologías digitales para desarrollar actividades productivas, educacionales, de salud, de relacionamiento y de entretenimiento, nos ha permitido observar el desenvolvimiento de la sociedad con la tecnología, los retos para mejorar el desarrollo de dichas actividades, así como las brechas de acceso a la tecnología digital y las posibles soluciones a estos problemas. Entonces, ¿la pandemia es totalmente un hecho atroz, o podemos verla como una oportunidad de mejora? United Nations nos da un atisbo de esperanza en su reciente actualización sobre el ODS 13: Acción por el clima.

“A medida que los países se centran en reconstruir sus economías tras la COVID-19, los planes de recuperación pueden dar forma a la economía del siglo XXI para que sea limpia, verde, sana, segura y más resiliente. La crisis actual es una oportunidad para llevar a cabo un cambio profundo y sistémico hacia una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta.” (United Nations, 2020)

Así pues, el 2020 no es del todo un año malo, nos dio una pausa y nos invitó a reflexionar, y aunque no lo queramos, nos está dejando grandes lecciones, como la de darnos por enterados que la forma en la que se estaba avanzando no estaba funcionando eficientemente, y que realmente hay nuevas maneras de lograr grandes avances con mejores resultados.

Bibliografía

Alarco, G. y Castillo C. (2018). América Latina en la trampa de los ingresos medios o del lento crecimiento. Revista Análisis Económico. Recuperado de http://www.scielo.org.mx/pdf/ane/v33n82/2448-6655-ane-33-82-5.pdf

Banco de Desarrollo de América Latina. (2019). ¿Crecimiento sostenible o sostenido? Recuperado de https://www.caf.com/es/conocimiento/visiones/2019/03/crecimiento-sostenible-o-sostenido/

Comisión Económica para América Latina y el Caribe. (2020). Los efectos del COVID-19 en el comercio internacional y la logística. Recuperado de https://www.cepal.org/es/publicaciones/45877-efectos-covid-19-comercio-internacional-la-logistica

Guterres, A. (2020). La recuperación de la crisis de la COVID-19 deberá conducirnos a una economía diferente. Naciones Unidas. Recuperado de https://www.un.org/es/coronavirus/articles/launch-report-socio-economic-impacts-covid-19

Mejía, E. (2010). Contabilidad Ambiental. Crítica al Modelo de Contabilidad Financiera. Armenia: Fidesc.

Pezzini, M. (2020). Jobs, economies and COVID-19 in the developing world. Recuperado de https://opecfund.org/news-stories/jobs-economies-and-covid-19-in-the-developing-world

Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. (2011). Hacia una economía verde: Guía para el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza – Síntesis para los encargados de la formulación de políticas. Recuperado de https://sinia.minam.gob.pe/documentos/hacia-una-economia-verde-guia-desarrollo-sostenible-erradicacion#:~:text=Gu%C3%ADa%20%2F%20Manual%3A%20Hacia%20una%20econom%C3%ADa,la%20erradicaci%C3%B3n%20de%20la%20pobreza&text=Hacia%20una%20econom%C3%ADa%20verde%20es,promover%20un%20siglo%20XXI%20sostenible.

United Nations. (2019). The Sustainable Development Goals Report 2019. Recuperado de https://unstats.un.org/sdgs/report/2019/The-Sustainable-Development-Goals-Report-2019.pdf

United Nations. (2020). ODS 13: Acción por el Clima. Recuperado de https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/climate-change-2/

  1. Soy de Perú, nací en 1998, soy bachiller de Contabilidad y voluntaria en AIESEC Guadalajara. Mis intereses van desde las finanzas públicas hasta los problemas sociales. Creo que todos los jóvenes ahora estamos encargados de solucionar los problemas del presente para poder pensar en un futuro.

 

Medios comunitarios en Chile. Una herramienta al servicio de los pueblos

 

Por Jordano Ignacio Morales

La radio comunitaria Diego Portales, ubicada en una población del mismo nombre en la sureña ciudad de Talcahuano, es la primera en dar a conocer las imágenes de dos menores de edad baleado por funcionarios de Carabineros de Chile. La imagen de los menores, que estaban bajo el resguardo del servicio nacional de menores – SENAME –, recorre redes sociales y pronto llega a las grandes cadenas de medios tradicionales chilenos que traería como consecuencia la salida del director general de Carabineros, algo demandado desde hace meses por vastos sectores de la sociedad.

Los medios comunitarios son los que hoy están inmersos en las poblaciones. Su trabajo está bastante apegado a las comunidades, siendo muchas veces el espacio de expresión de ésta.Leer más

Post pandemia: lo que viene en lo político

Por Julio Macott

Así como la pandemia le permitió al Presidente Iván Duque recuperar algo de opinión favorable, el fin de la tragedia le dará otro empujón y quizás le permita terminar su gobierno con niveles de aprobación superiores al 60%. Todo depende de él mismo, las circunstancias externas le han terminado por ayudar.

Lo que viene dentro de algunos meses, cuando la pandemia esté controlada, será un ambiente de optimismo. A la primera pregunta de las encuestas políticas: usted cree que las cosas están mejorando o empeorando? La respuesta muy mayoritariamente será: “mejorando” y eso condiciona los demás resultados.

Y es que la situación estará mejorando, no especialmente por la gestión gubernamental, pero mejorando y eso es lo que importa.Leer más

Bum, bum, chao… Trump

Por Julio Macott

 

Lo van a extrañar. Si los semidioses confusos de las encuestas no se equivocan una vez más, a principios del año próximo –¿existe el año próximo?– los Estados Unidos de América ya no serán gobernados por el Gran Mal o Gran Bufón o Gran Vergüenza de los Gringos Buenos. Lo van a extrañar tanto.

Todavía les quedan unas semanas para horrorizarse y sentirse superiores y explicarnos por qué son superiores: americanos buenos, buenos americanos, demócratas sin tacha. Trump es una beca Guggenheim al cubo: los hace sentirse tan probos, tan cabales, tan morales, tan de esos adjetivos que no se sabe bien qué significan –pero los señores ídem siempre blandeLeer más

Tras la huella aborigen en Sydney

Por Carla Pascual Martínez

Hoy, Sydney es una puerta al pasado de Australia. Antes de su icónica Opera House y magníficos museos, fue el hogar de tribus aborígenes por miles de años.

Los niños que consultaron la popular Encyclopedia of Australia en la década de los cincuenta crecieron pensando que su país era joven. Y cómo no, si apenas habían pasado poco más de 150 años desde que Arthur Phillips llegó de Inglaterra en 1788 a establecer una colonia de prisioneros ingleses en la ensenada que bautizó con el nombre de Sydney. Si la presencia humana en Australia tiene más de 50,000 años, ¿por qué la Encyclopedia solo menciona “la caída de sus antiguosLeer más

A un año de la Revuelta de octubre en que ardió Chile

Por Jordano Ignacio Morales[1]

Son jóvenes, niñas algunas, pero la mayoría ya en la adolescencia. Entre gritos, cánticos y risas inundan una estación del metro de Santiago (capital de Chile). Los adultos impávidos y sin saber qué hacer las miran. Ni los guardias del tren subterráneo, ni los carabineros que a esa hora vigilaban la estación pudieron con ellas. Sólo bastó un “ahora, cabras” para que se echasen a correr como si no supiesen hacer otra cosa. Felices, desenvueltas y libres, las chicas se trasforman en una marea colectiva que al son de una sola consigna alteran la cotidianeidad del chile neoliberal.

Esto ha quedado grabado como uno de los ingresos de estudiantes, en este caso de un liceo de mujeres, a una de las estaciones del metro. Los registros abundan en redes socialesLeer más

Estado y capitalismo, dos caras de la misma moneda

Una mirada desde Saskia Sassen

Por Jorge Eduardo Yáñez Lagos[1]

Introducción

El presente artículo analiza el rol del Estado en la configuración del sistema económico capitalista contemporáneo, a partir de los planteamientos de Saskia Sassen (2015) expuestos en Territorio, autoridad y derechos: de los ensamblajes medievales a los ensamblajes globales.

En tal sentido, según Sassen (2015), durante el siglo XVI la tendencia de conservar y aumentar la riqueza contribuyó al establecimiento de políticas mercantilistas; y consecuentemente, a la conformación de Estados fuertes. Posteriormente, en diferentes siglos y países europeos, el Estado Nacional cumplió un papel central en el ascenso de la burguesía[2] y del capitalismo nacional, fundamentado en una geografía imperial económica.Leer más