¿Quiero o no quiero ser madre?

Resistencias y conflictos en torno a la maternidad

Por Anabel Flores Ortega

 

«Ser mujer va más allá de la maternidad.
La feminidad se encuentra en la diversidad de experiencias
y elecciones que nos hacen únicas.»
– Simone de Beauvoir

 

Este ensayo, tejido con las hebras de mi propia existencia, emerge como una manifestación de lo que Haraway (1991) denomina conocimiento situado. Es un tapiz que se entreteje con las fibras de mi experiencia, una travesía atravesada por un complejo entramado subjetivo. Como destellos en la penumbra, mi realidad se revela, como bien lo expresa Amuchástegui (2001), «teñida por los métodos que seguimos para conocerla, y éstos, a su vez, son marcados por la subjetividad del o la investigadora» (Amuchástegui, 2001: 103). Cada palabra, cada reflexión, se despliega como pétalos de un jardín secreto que solo yo conozco en su totalidad. Es un acto de desnudar mi propia narrativa, permitiendo que la subjetividad impregne cada rincón de este relato. Así, en el acto de narrar, se despliegan los matices de mi perspectiva única, marcada por las huellas de las elecciones, los anhelos y las cicatrices que componen mi historia.

En este ejercicio de conocimiento situado, las palabras no son meros instrumentos, sino pinceles que delinean los contornos de mi realidad vivida. Se exploran las sinuosidades de la subjetividad, donde las emociones se entrelazan con las ideas, dando forma a un paisaje donde la objetividad se diluye en la paleta de la experiencia personal. Este ensayo no es solo un ejercicio intelectual; es una danza de la subjetividad, una celebración de la complejidad y la riqueza que reside en el acto de conocer desde la propia vivencia.

Es un eco de mi historia, resonando en las páginas como un testimonio de la intersección entre la subjetividad y el saber, entre el ser y el conocer. En el centro de esta danza literaria, se erige un tema específico: la maternidad. Es un hilo dorado que se teje con esmero, una reflexión profunda que se sumerge en las aguas turbias y claras de este vasto océano de experiencias. La maternidad, como un jardín de flores y espinas, se revela en sus matices, en los momentos de éxtasis y las sombras de la incertidumbre.

 

El mandato de ser madre

A lo largo de mi existencia, he escuchado palabras que resuenan en mis oídos como suaves susurros: «Aunque ahora no lo sientas, verás que un día anhelarás ser madre». También, entre las mareas del tiempo, se entrelazan frases que danzan en mi mente: «Aún estás a tiempo», «Te arrepentirás si permites que el tiempo escape», «El tiempo corre para las mujeres». El tiempo, un enigma que se desliza como sombra, ha sido transformado por la sociedad en un antagonista de la feminidad. Se tejen imaginarios que susurran a los vientos: «Las mujeres envejecen peor que los hombres», «Una mujer mayor ya no sirve, pues no Leer más

Identidades en guerra

Una propuesta de estudio de los machismos cotidianos interiorizados en la identidad

 

Por Kelly Bocanegra Martínez[1]

 

“Prepara el desayuno”, dijo mi hermano; estaba sentado en la barra de la cocina, mientras yo preparaba mi propio desayuno antes de impartir mis clases virtuales. “Haz tu propio desayuno”, le respondí molesta. Ambos trabajábamos por la mañana, así que lo justo era que cada uno hiciera su desayuno o que lo preparáramos entre los dos.  Fue un suceso tan banal, sin embargo, al cabo de un rato empecé a sentir culpa y a cuestionar la forma en que le respondí, quizás exageré y pude haberle preparado el desayuno. Pensaba en lo grosera que había sido; en que, tal vez, lo había hecho sentir mal. Él siempre había sido atento conmigo, así que yo debí, simplemente, preparar su desayuno, nada me costaba.

Me sentí en conflicto conmigo misma por una situación tan simple que seguramente él ni siquiera recuerda. Entré en un proceso de negociación: por un lado, estaba la Kelly que creció con la idea de que, por ser mujer, tenía el deber de servir a mi hermano, la actual figura de autoridad masculina en la casa; por el otro, estaba la Kelly con conocimientos sobre temas de género y feminismos, consciente de que esa demanda sobre el desayuno no era arbitraria, sino una imposición que no podía simplemente aceptar. Me preguntaba: ¿le hago el desayuno aun conociendo el complejo simbólico que esa demanda significa y donde los roles de género juegan un papel crucial? ¿O sostengo mi postura de negación para evitar que esas prácticas de imposición y dominación se sigan reproduciendo?

Situaciones cotidianas como esa son las que me permitieron establecer y desarrollar el proyecto de investigación en curso. Lo que me faltaba era establecer aquello que hacía falta por nombrar: ¿qué era eso que entraba en conflicto cuando se presentaban situaciones como ésta? Mi propuesta es la identidad. Específicamente, hablo de la identidad de las mujeres, a quienes se nos ha impuesto roles y características a seguir que definen nuestro actuar, pensar y vivir en sociedad. Es verdad que tanto hombres como mujeres padecemos este problema, vernos en la obligación de seguir con estándares construidos socialmente y que definen y diferencian lo masculino yLeer más

La invención de la mujer*

Por Sofía Alvarado[1]

 

I.

Luego de copiar ocho veces La guerra y la paz a mano, 1300 hojas cada vez, es decir, 10400 páginas en total, Sofía reclama como suya la novela.

Sofía Tolstói, copista y esposa de León Tolstói, transcribe a máquina todo cuanto escribe el marido. Dice en uno de sus diarios: “en la transcripción del mismo escrito hecho por décima vez no queda nada”.

Este pequeño acto, ocurrido en lo cotidiano, no tuvo ninguna trascendencia, igual que hacer una sopa o lavar la ropa, sus palabras quedaron guardadas en aquel diario confesional. Le han dicho antes que sería la esposa ideal para un escritor, “niñera del talento”, le escribe un amigo cercano.

Sofía Behrs —así se llamaba antes de ser La escriba— soportó casi ecuánime la locura del gurú Tolstói, con excepción de un hecho que la marcaría como loca a ella y no a él, a pesar de las varias excentricidades de su esposo. En medio de la desesperación, Sofía salió de su casa desnuda en pleno invierno ruso, se tumbó en los campos helados y amenazó con envenenarse. A partir de este hecho, Tolstói huyó, agarró una pulmonía y murió.

En cuanto Tolstói desapareció, Sofía Behrs «recobró» la razón y vivióLeer más

Pornografía, el primer encuentro con la sexualidad y la violencia hacia mujeres

Por Patricia Ortíz Vázquez[1]

En los siguientes párrafos se presenta solo un breve fragmente que delinea una investigación que se ha estado realizando desde finales del año 2022 con el objetivo de poder obtener el grado de Licenciatura en Sociología por la modalidad de tesis dentro de la Facultad de Estudios Superiores Aragón, UNAM, la cual aborda un problema social que es necesario seguir poniendo al centro con el fin de poder llegar a una transformación en torno a éste. La intención de compartir los puntos que trazan el camino a seguir en esta investigación es despertar el interés en las y los lectores para que próximamente puedan consultar el trabajo de investigación en el catalogó de tesis y, de este modo, poder socializar el conocimiento para tener mayor información de un tema que afecta a las mujeres. 

La pornografía es un fenómeno que abunda en las sociedades contemporáneas, su existencia presenta varios problemas como fenómeno social, pero los que se abordarán en esta investigación Leer más

Desbloquear el amor: hacia la construcción del amor compañero

Por Roselbet Toledo Mayoral[1]

Hace algunos años me encontré con una cita del psicoterapeuta Juan Luis Linares que, matizando a Humberto Maturana, dice: “Somos criaturas primariamente amorosas y secundariamente maltratantes. Cuando el poder nos bloquea el amor enfermamos y hacemos enfermar, pero la inteligencia terapéutica nos devuelve la salud”.

A partir de este encuentro que me pareció revelador he seguido la pista de algunas lecturas desde los feminismos y encontré a una autora que me ha impactado mucho: bell hooks. En su libro Todo sobre el amor, hooks reflexiona justamente en torno a cómo construimos nuestra idea del amor sobre un ejercicio de dominación entre desiguales, lo que al fin nos lleva a establecer vínculos dañinos e incluso violentos.

Dice hooks que si le preguntamos a un grupo de mujeres, cualquiera que sea su raza o clase social, qué tipo de relaciones mantienen con los hombres, escucharemos frecuentemente historias de abuso de poder, Leer más

¿Nuevas masculinidades?

La otra cara de la moneda y los peligros de los nuevos gurús para “hombres”

 Por Abel Ramírez Guerrero[1]

Hablar de masculinidades, al menos en los últimos años, ha traído una serie de controversias a las que se adhieren narrativas que ponen en discusión cuál es el comportamiento que tienen/tenemos que desarrollar los hombres en la vida cotidiana. La discusión se pone aún más compleja, enredada y borrosa cuando se vincula masculinidades, género y feminismos. No digo que ese vínculo no exista. Pero, la intención con la que lo esbozan algunos sujetos, pone en entredicho la importancia de trabajar y repensar la forma en la que se entienden y despliegan las masculinidades (hegemónicas). El problema no está en los sujetos, sino en las intenciones y en las narrativas (discursos) que se crean a partir de ahí.

Pareciera, en alguna medida, que si decimos masculinidades –nuevas, positivas, alternativas, diversas, noviolentas o como se las quiera llamar– implica convertirnos en sujetos sumisos que responden a los intereses, decisiones, intenciones, objetivos y designios de las mujeres. Si decimos “hay que trabajar en entender cómo comportarnos con las/os otras/os” enseguida salta a la palestra un miedo irracional de convertirnos en dominados frente a un grupo dominante que, en este caso específico, serían las mujeres. Es como si se entendiera que los feminismos y el género (en tanto categoría de análisis relacional) se pusieron de acuerdo para arrinconar/nos a los hombres.

Este fenómeno, por llamarlo de algún modo, abre la posibilidad de hacer varias lecturas: i) consciente oLeer más

La discriminación laboral por motivos de género

Por Verónica Ethel Rocha Martínez

El siglo XXI muestra una tensión laboral que se agudiza en períodos de crisis económica, el trabajo en estas condiciones es precario y conlleva omitir los derechos de seguridad social ganados en la Revolución Mexicana como: el derecho a servicios de salud, aguinaldo, prima vacacional, vacaciones pagadas, etc. En ese sentido, las condiciones laborales ofrecen un esquema de pago por honorarios, proyectos, salarios asimilados que claramente omiten una relación laboral que dignifique la figura del trabajador en su máxima expresión.

Ello implica que aún con una mayor cualificación quienes se insertan en la vida laboral se ven obligados a optar por desarrollar actividades para las cuales se encuentran sobrecalificados, a esta situación se suman una serie de condiciones que lesionan la valía de las mujeres en ambientes altamente competitivos en donde los hombres sostienen el poder de las decisiones y los recursos para que ellas puedan realizar su trabajo.

 No es de extrañar que el 10 de octubre de 2018 la Secretaría del Trabajo y Previsión Social publicara en el Diario Oficial la NOM -035-STPS-2018 (STPS, 2018) cuya finalidad es garantizar un entorno favorable en los centros deLeer más

Los impactos del COVID-19 en las trabajadoras del hogar en México y algunas lecciones para mejorar

Por Abde Soto[1]

Tradicionalmente, las mujeres han sido las responsables de realizar las tareas del hogar y el cuidado de las personas, sin embargo, a la par de su incorporación masiva al mercado de trabajo, se vivió una transformación en la dinámica interna de las familias; sobre todo en los hogares que optaron por auxiliarse del trabajo doméstico remunerado.

En este sentido, para diferenciar a las personas responsables de las labores domésticas que se llevan a cabo en casa y que perciben un salario de aquellas que no, se propuso el término trabajadoras del hogar, que reconoce estas actividades como un trabajo, y en consecuencia demanda que quienes lo efectúan gocen de iguales derechos y prestaciones como cualquier otra persona ocupada.

En México, en este sector trabajan 2, 222,581 personas, 91% de ellas son mujeres. Representan alrededor del 9% del total del empleo femenino del país, sin embargo, solamente alrededor del 5% cuentan con protección social (Inegi, 2022a)[1], por lo que se trata de una de las labores más precarizadas, a lo que se suman conductas clasistas y racistas que impiden su pleno reconocimiento como actividad profesional.

Cabe destacar, además, que sus ingresos son entre un 15% y hasta un 30% inferiores al promedioLeer más

La Cuarta Transformación, acción gubernamental y mujeres

Por Cecilia Barona

“Nunca olviden que solo hace falta una crisis política, económica
o religiosa para que los derechos de las mujeres sean cuestionados.
Estos derechos nunca pueden darse por sentados. Debes permanecer vigilante durante toda tu vida”
-Simone de Beauvoir

 

La construcción del Estado nación en México en el siglo XIX, igual que en muchos otros países (si no es que en todos), fue androcéntrica, centrada en la universalidad de las necesidades de los hombres. Ellos gobernaban, legislaban e impartían la justicia, y parte del entramado que era de su propiedad o de su pertenecía era el cuerpo y la vida de las mujeres. La acción femenina estaba centrada en el ámbito privado, a saber, en las labores del hogar, el cuidado de las personas enfermas, la enseñanza de ciertas actividades (la costura, por ejemplo), la partería, entre otras, pero en la vida pública no tenían ni la menor injerencia. 

Hoy en día parece casi inimaginable una sociedad mexicana que no tenga la participación de las mujeres en la vida pública del país, sin embargo, hace apenas 67 años se logró el sufragio femenino a nivel federal y solo hace 43 años, por primera vez, una mujer gobierna un estado de la república. Con esto, el derecho político de las mujeres de votar y ser votadas se hizo una realidad, no obstante, la justicia de género[1] sigue siendo una exigencia vigente en la actualidad.

Desde antes de la obtención del voto, la lucha de las mujeres fue perseverante y lo sigue siendo. Sus exigencias constantes al Estado Mexicano, así como su ingreso y participación en espacios como la academia, asociaciones no gubernamentales, el activismo, el gobierno, el poder legislativo y el judicial (espacios que también el movimiento se ha ganado) han rendidos frutos. Hoy podemos hablar de las obligaciones que tiene el Estado por la firma y ratificación de Convenciones internaciones[2] como la CEDAW y la Convención Belém Do Pará, además de la expedición de las Leyes Generales[3] para la Igualdad entre Mujeres y Hombres y la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.

Una manera con la que el gobierno cumple con estas obligaciones es con policies, en otras palabras, con acciones de gobierno. Julio Franco (2013) clasifica la policy en tres dimensiones:

  1. Políticas de Estado: Son acciones que implementa únicamente el ejecutivo federal, que están plasmadas en la Constitución y transcienden los periodos de gestión de gobierno. Buscan alcanzar macro objetivos.

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Un mundo para unos cuantos

Para Judith… Mujer sin miedo …
 
<<Donde hay poder, hay resistencia>>
-M. Foucault-
<<Pensar y estar completamente vivo son lo mismo.>>
-H. Arendt-
<<Yo duermo junto a una mujer, duermo junto a un abismo>>
-E. Galeano


 

 

Por José Miguel Hernández Valtierra.[1]

Hablar de educación hasta el día de hoy ha sido una tarea esquemática y sistémica, algo curioso cuando la educación es per se una entidad compleja al estar implicada con la vida de los seres humanos. Desde la postura de Maldonado (2014), ésta tiene una labor si bien no salvífica, como la plantean los pedagogos ilustrados, sí se verá inmersa en una consigna metaheurística con la finalidad de habilitar y actualizar todas y cada una de las potencialidades humanas que hagan del individuo “lo que es” (Accorinti,2004), un ser vivo y libre en un sentido amplio. Al hablar del sujeto – objeto humano nos referimos a una entidad que supera los límites del ambiente (die Umwelt) para construir algo a lo que llamamos “Mundo” (das Welt), esto gracias a su libertad / intencionalidad (Uexküll & Krizat, 1970).

Si bien la finalidad de la educación es lograr por parte de los sujetos la construcción del mundo (Welt), siendo éste una entidad abierta y trascendente, pareciera que en la actualidad “este mundo ha sido para unos pocos”, con este juicio taxativo comienzo mi reflexión en torno a la necesidad urgente de la construcción de un mundo para todos y no solo para unos cuántos, quizá el más racional de los mundos posibles (Galeano, 1998). Cuando hago referencia a un mundo para todos, la tarea se hace más utópica pero no ingenua, al ser la utopía el vector ético-liberador para toda transformación social (Bourlegui,2016). Sin embargo, considero que una categoría que llega a todos los que estamos fuera o dentro de este mundo para pocos y nos encierra en un constructo social que aún puede tornarse más excluyente es la categoría de género (Preciado, 2011), siendo el género femenino quien más excluido se ha visto en la historia (Gutiérrez y Del Campo, 2017).

Actualmente vivimos en nuestro país una triste situación donde la exclusión para el género femeninoLeer más