Cuestionar las violencias de ellos, entender las narrativas de ellas

Por Itzel Campos

Hace un par de días la cantante estadounidense Taylor Swift lanzó la regrabación de su cuarto álbum de estudio cuyo título es RED, el cual había sido publicado originalmente en 2012. Este relanzamiento ha generado una ola de distintas reacciones en las redes sociales, tanto positivas como negativas, debido al contexto en el cual es publicado y el contenido de las canciones del disco. Antes de profundizar en este tema, me gustaría aclarar la intención de este texto, que no es otra sino abogar por la libertad de las mujeres. Ya sea que obtengan una remuneración económica por su arte o que traten temas que no habían tocado antes de forma tan abierta, como lo es la violencia de género ejercida sobre ellas por sus anteriores parejas sentimentales. Por último, quiero dejar en claro que el caso de Taylor Swift se toma como un ejemplo debido a su popularidad, ya que las mujeres menos privilegiadas tienen una mayor dificultad cuando se encuentran en situaciones como éstas.

            El relanzamiento de RED (Taylor’s Version) se da debido a la venta de los másters de Swift, quien publicó seis discos bajo el sello discográfico de Big Machine Records. Scott Borchetta, su director y fundador, le negó por añosLeer más

Hablemos de la enfermedad desde el cuerpo sexuado:

Susy Delgado y “La sangre Florecida”

Por Ximena Cobos Cruz

 Una parte importante del trabajo de las colectivas, charlas, círculos de estudio y clubs de lectura que se dedican a la visibilización de la literatura escrita por mujeres ha buscado resaltar la enfermedad como uno de los intersticios poco explorados en torno a esa larga lista de temas que intenta responder una pregunta cuyo fin quizá se halle equivocado: ¿Sobre qué escriben las mujeres? Dicha pregunta me cuestiono si quizá está mal intencionada, pues parece ser uno de los cuestionamientos que busca cierta respuesta en la cual encerrar la categoría mujer como absoluto; más aún, un camino hacia el reduccionismo que trata de responder la otra gran pregunta ¿existe la literatura femenina? ¿Son, entonces, las preguntas que nos hemos hecho hasta ahora respecto a la escritura de las mujeres las correctas? No puedo decir que sí, pero tampoco negar su pertinencia. Me resta cuestionar el camino que esas preguntas han seguido en torno a sus respuestas y cuestionar también la manera en que han sido formuladas.

Andrea Franulic, en ¿Qué es la política de la identidad?, señala que la máxima pregunta que no ha podido responder el feminismo es ¿qué es ser mujer? No obstante, Franulic proponeLeer más

Facebook, avala mi feminidad, por favor

Por Carmen Macedo Odilón[1]

Como tantas veces al día, Facebook me distrae a la vez que absorbe mi escaso tiempo libre. No sé si hasta el punto de enajenarme, puesto que todo lo que pudiera interesarme del mundo actual está ahí reunido: amigos, asuntos escolares, noticias, lo viral, compras y hasta activismo. Seguramente no soy la única que pasa de la diversión a la indignación con solo un desliz de dedo a través de la pantalla táctil de un celular o con un sinfín de clics frente a la computadora. Por ejemplo, hace poco leí esta frase en un ensayo de Luisa Possada Kubbisa: “Las mujeres son cuerpo”.

Y es interesante, porque previamente un par de ideas entorno a este tópico me dieron vueltas en la mente cual torbellino rabioso, y todo gracias al querido y a veces odiado Facebook.

Una publicación casual, el video de una chica, Sophie Arvebrink, quien, de más joven, se sentía acomplejada por su cuerpo delgado, razón por la cual se adentró al culturismo y ahora exhibe su turgente musculatura en páginas fitness.

Las reacciones variaban: caritas de asombro de mujeres que expresaban su admiración por el arduo esfuerzo de una vida dedicada al gimnasio, algunos corazones y likes, el resto correspondía a las caritas burlonas, de dueños escudados en el anonimato y la distancia del Internet, donde la premisa era una sola:

 “Tiene cuerpo de hombre.”

De inmediato pensé: seguro a Sophie le brotó pene, y próstata, su pelvis se estrechó, las glándulas mamarias desaparecieron de su torso y en el cuello le brincó una abultada manzana de Adán. ¡Ahh, malditas pesas y ejercicio de alto impacto! ¿Para qué existen las “operaciones de reasignación de sexo” si con una rutina intensa de pesas y estrictos hábitos de ejercicio, una mujer, a criterio de los usuarios de Facebook, tiene lo suficiente para convertirse en hombre? 

“Perdió la feminidad.”

Claro, porque salió del molde de cualidades y comportamientos que, se cree, caracteriza a una mujer. Sí, pero este constructo social en el que nos encasillan incluso antes de nacer, cuando los padres anticipan ropa rosa y aretes para las niñas, no aporta más que limitar el espectro de posibilidades donde las mujeres podremos, más tarde, desenvolvernos. El resultado de apegarse a un término como feminidad es considerar otredad, rareza y desconcierto a una mujer que hace rutinas de pesas para definir sus músculos.

 También leí:

“Dejó de ser mujer”

 Y las palabras de Possada “las mujeres son cuerpo” me llevaron a imaginarnos reducidas a una carcasa de atributos físicos que se juzgan únicamente con la mirada. Pero ¡qué lástima!, si pese a la aprobación social o al reproche de sus espectadores, quejarse y atacar en Internet es insuficiente para cambiar la realidad de una hembra humana. 

A Sophie Arvebrink la tacharon de exagerada por romper los estándares de belleza con un cuerpo tonificado, le llamaron fraude porque hay quienes consideran que su masa muscular es resultado del uso de esteroides. Más de uno escribió “lesbiana”, como si el culturismo fuera un estilo de vida exclusivo de las lesbianas, o bien, como si la orientación sexual fuera un insulto.

De la mano con la frase “cuerpo de hombre”, el otro común denominador de los comentarios fue la pérdida de la fragilidad: las sutiles y suaves formas del cuerpo de la mujer disminuidas por el volumen de músculos torneados. “Delicado” fue el adjetivo más empleado como sinónimo de lo femenino, aunque me dio la impresión de que en realidad deseaban escribir “débil”.

 Entonces mi mente colapsó cuando hilé este asunto de la feminidad con otra publicación de Facebook que me dejó largo rato intranquila. Un típico post machista en una típica página machista que de repente se hace viral, el cual contrasta la imagen física de las mujeres: unas perfumadas y maquilladas, que usan vestidos ajustados; vs la contraparte: encapuchadas, manifestantes y mujeres con el torso desnudo. Al pie del post se lee la siguiente frase:

“Yo no soy feminista, soy femenina”.

Me sorprendió la cantidad de chicas que respondieron a la publicación argumentando que podían ser ambas cosas, que estaban orgullosas de ser feministas y femeninas e, incluso, compartieron fotos de sus perfiles, rodeadas de flores, corazones y animales de peluche, uñas largas, vestidos cortos y maquillaje detallado. Me pareció un ejemplo muy claro de búsqueda de aprobación masculina, de alienación con ese mismo sistema que por años nos ha tratado de encajar en estereotipos de género que limitan el concepto de mujer a ser femenina. En relación con este tema, Naomi Wolf en El mito de la belleza (1992) [2] menciona lo siguiente: “Estamos en medio de una violenta reacción contra el feminismo, que utiliza imágenes de belleza femenina como arma política para frenar el progreso de la mujer: el mito de la belleza.”

Treinta años después, sigue repitiéndose la situación que comenta Wolf: para herir a una mujer basta con hablar de su físico, para manipularla es suficiente hacerla sentir insegura de su imagen corporal, comparándola con otras mujeres, la perfecta aplicación del famoso “divide y vencerás”.

De esta forma, la violenta lucha mediática entre femeninas contra feministas distraerá la atención de la verdadera violencia que ejerce el patriarcado sobre las mujeres, y que se ha normalizado a tal grado que se busca desacreditar a una mujer y a todo un movimiento cuando alguna decide poner fin a años de dominación manifestada a través de las ataduras de los estereotipos de género.

Femeninas, sí, feministas no. Seguro esta frase volverá a aparecer en mi news feed y me acordaré del camino que nos falta por recorrer, con el fin de que cada vez más mujeres cuestionen para qué sirve el estereotipo de lo femenino. Como feminista en formación, este tema me sirve de parámetro para saber dónde falta un cuestionamiento acerca del papel en que seguimos encasillándonos en un mundo dominado por hombres, que continúa determinando el valor de una mujer por su potencial de madre, esposa y mujer trofeo. Me hace ver que la crítica hacia este mito de la belleza y de la feminidad necesita llegar a más mujeres y crear polémica, propiciar análisis y reflexiones para entonces tomar cartas en el asunto como en su momento lo hizo —y sigue haciéndolo— el tema de la maternidad impuesta.

Mientras tanto, Sophie Arvebrink, en los videos que subió la página Gladiadores fit, luce radiante, segura, fuerte, satisfecha consigo misma, y a lo largo de una extensa galería de imágenes disfruta su deporte al lado de sus compañeras de gimnasio. A pesar de los comentarios que critican su cuerpo y que cuestionan sus decisiones sin siquiera conocerla, ella sigue rompiendo esquemas viviendo de la forma en que lo desea, con una fama internacional, feliz consigo misma, con el respaldo de miles de seguidores en Facebook e Instagram y firmando autógrafos en eventos de culturismo.

¿Y los cibernautas le tienen lástima?, ¿en serio? Me encanta cómo esta querida red social, incluso luego de un momento de indignación y tras estas simples disertaciones, vuelve a hacerme reír con las ocurrencias de sus usuarios machistas.

De modo que, esta cuestión se veía lejana, dado que hablamos de una culturista nacida en Suecia, sin embargo, hace unos meses, la misma polémica llegó a territorio mexicano y posiblemente se extendió por toda Latinoamérica. La actriz y modelo Vanessa Guzmán, ex miss México, sorprendió con el cambio en su imagen, luego de ganar tres medallas en una competencia de culturismo realizada en Vallarta. Y ¡bam!, de alguien salido de la alcantarilla surgió la misma cantaleta del “parece hombre”, “qué desperdicio” o “ya se echó a perder”.       Que alguien tome este texto desde el principio, sustituya el nombre de Sophie por Vanessa y volvamos a explicar por qué ninguna mujer necesita la aprobación de miles de desconocidos para hacer lo que le gusta. Guarden estas palabras, porque la guerra contra el cuerpo de las mujeres es un cuento de nunca acabar.

Así que cuando quiera, que Facebook elija una foto mía y le pregunte a sus usuarios si estoy in out, si con los tatuajes y perforaciones me descompuse o si por el sedentarismo y el vello corporal dejé de ser mujer, porque créanme, me muero de ganas de saberlo…

 

 

 

[1] Carmen Macedo Odilón es bibliotecóloga, estudiante de Lengua y literatura hispánicas y de Creación literaria. Ha publicado cuentos para adolescentes en cinco antologías de la Editorial Escalante, así como de manera virtual, ensayos, relatos, cuentos y artículos con perspectiva de género en revistas literarias, académicas y fanzines. Huidiza por convicción, devota del Gatolicismo por convicción y noctámbula por placer.

[2] Wolf, Naomi. (1992). El mito de la belleza. Argentina: Emecé, p. 14.

 

 

Si quieres vivir, no debes conducir

“Arabia Saudita, donde manejar un vehículo era un delito para las mujeres”

Por Sofía Rangel Ramírez

¿Qué pasaría si no tuvieras permitido conducir?, ¿Cómo podrías trasladarte a distintos sitios para efectuar actividades cotidianas?, y si se presentara una emergencia, ¿qué harías?

Manal Al Sharif no solo fue detenida por el delito de manejar un automóvil, también influyó que publicara un video en Internet sobre ello y motivara a otras mujeres a no quedarse atrás. Para así representar un poco de la discriminación que sufren las mujeres día a día en Arabia Saudita.

¿Cuándo y por qué surge esta ley?

La ley que prohibía a las mujeres conducir, y originó un daño a su libertad y dignidad, fue emitida en 1932, hace más de 80 años, cuando se fundó el Estado Saudí.

La delgada línea que divide la discriminación que sufren hombres y mujeres se basa en la aplicación de la “purdah”, un conjunto de prácticas falócratas que pretenden proteger el honor de la mujer. Sin embargo, deLeer más

Historias de vida de maestras rurales zacatecanas, una mirada sobre la desigualdad de género

Por María de los Angeles Espinoza Casillas,

           María del Carmen Zapata Lara y

           Raquel Paulina Arce Negrete[1]

 

1. Experiencias y oportunidades apegadas a la desigualdad de género

Cuando se habla de historias de vida de maestras rurales zacatecanas, se alude a la reconstrucción de sus experiencias, sus principales eventos en su ciclo de vida, durante su infancia y formación profesional en el campo rural, y cómo vivieron la desigualdad de oportunidades al ser integradas en una escuela que anteriormente solo aceptaba estudiantes del sexo masculino.

El hecho de elegir este tema de investigación surge de la necesidad de conocer este tipo de situaciones dadas a partir de la desigualdad en educación que enfrentó el sector rural, en cuanto a cuestión de género con la reciente modalidad mixta de la Normal Rural de San Marcos, Loreto, Zacatecas, en el año 1992 y la repercusión que esto tuvo en el género femenino.

Como maestras en formación, consideramos importante la difusión y erradicación, en medida de lo posible, de las situaciones de violencia tanto física como psicológica en contra de todo aquel sector que se vea vulnerable por no entrar en los esquemas que díaLeer más

Cuando se nos niega el derecho de poner nuestros límites

Por Alejandra Libertad[1]

En días anteriores, platicando con una amiga, me explicó que se encuentra llegando a su límite con su actual pareja, debatiéndose entre continuar o terminar, porque se ha dado cuenta que es una relación violenta. De inmediato empaticé con ella, ya que el tema de los límites me ha quitado varias veces el sueño, pues reconozco que me es difícil identificarlos y mantenerlos, sobre todo con personas que estimo.

Hablar de límites me transporta a las clases de geografía y a esas líneas divisorias reales o imaginarias para demarcar una entidad o territorio, pero también a los diálogos cotidianos donde se evoca ese umbral que define “hasta donde tú puedas llegar o aguantar”.

Cuando pienso en mi cuerpa, identifico límites físicos pues por más que lo desee no puedo saltar de un techo de 4 metros o aguantar una extracción de muela sin llorar. También hay límites psicológicos o emocionales, porque no me puedo obligar a sentir cariño por alguien, o a estar en un grupo de trabajo por más de 11 horas al día,Leer más

Tituba, una mujer rebelde: una historia sobre la resistencia desde la marginalidad

Por Irene Gabriela Ramírez Muñoa[1]

Yo, Tituba, la bruja negra de Salem es una novela escrita por la autora caribeña Maryse Condé. En esta novela de ficción histórica se trata el polémico caso de Tituba, la esclava negra acusada de ser bruja por la esposa de su patrón. La figura de Tituba, la bruja, está rodeada de mitos y de información falsa. No se tienen registros claros ni verosímiles de quién fue ni de lo que le ocurrió, es por esta razón que muchos historiadores y escritores se han dado a la tarea de llenar los huecos de su historia y/o de reinventarla y reescribirla. Tal es el caso de nuestra autora, Maryse Condé, que tomando como referencia algunos registros históricos de este relato, hará una reescritura de la historia de Tituba.

Condé realiza dicha reescritura desde la óptica feminista, confiriéndole al personaje una mayor dignidad y un desenlace adecuado para una mujer excepcional y sabia. Incluso, la propia autora confesó sentirse identificadaLeer más

Laboratorio de lectura ¿Y si…? Todo cambio empieza en la imaginación

Por Viridiana Viajera

Este escrito comparte algunas ideas de un capítulo de mi tesis de doctorado en Pedagogía el cual tienen como uno de sus principales objetivos ubicar el potencial de las artes en el trabajo con infancias desde pedagogías feministas.

Particularmente recupero lo que sucedió en el laboratorio de lectura ¿Y si…?, que se realizó en la primaria Virgilio Uribe, con niños y niñas de 4 grado, éste fue un taller creado desde la perspectiva de la escritura creativa como una alternativa a la forma en que la escuela impone mediante deficientes y escolarizadas estrategias, provocando un “terror hacia las palabras”. Así, vemos la lectura como un espacio para agitar o mover un tema mediante “el juego de palabras” (Rodari, 2005), que permita la construcción de nuevas narrativas que subvierta la visión dualista (Cranny,1990;Larralde,2010) y el potencial posible para desarrollar la empatía y la interrogación de la realidad Barbero,2003; Petit, 2001, 2008).

A partir de compartir el cuento Oliver Button es un marica, se propuso potenciar un ejercicio imaginativo Leer más

La resignificación en la poesía de Zel Cabrera

Por Kristie Rodríguez Pérez Abreu[1]

La poeta Zel Cabrera nos invita a cuestionarnos significados en su cuarto libro: Perras (FCE, 2019). En un contexto mexicano, en el que el lenguaje es burla y agresión disfrazado de “broma” o frases que esconden misoginia, encontrarse este ejemplar en la librería o en nuestro estante es un acto de protesta contra el machismo mexicano desde la trinchera del lenguaje y la literatura. Zel Cabrera desmitifica la idea del romántico; en sus versos se destazan con el hocico, con colmillos punzantes, las construcciones sociales que como mujeres nos imponen en un imaginario en el que “La curiosidad mató al gato, pero no a la perra./ A las perras nos mata el amor/ y el odio” (p.23). Nos educan para buscar un amor irreal, para odiarnos entre nosotras; somos rivales desde pequeñas: “El amor era la carnaza/ pero nunca la recompensa” (p.16). Además, ese odio está sembrado en nosotras mismas: odiamos nuestro cuerpo, nuestra sangre, nuestro sexo es un tabú conocido: no se nombra, no existe más que en la censura.

Mi sangre está bendita.

A oscuras bajo la mano

y toco mi vientre,

ese espacio vacío,

ese cúmulo de vísceras y sangre

que a veces palpita y a veces

guarda silencio (p.29).

La única forma de ser una perra, desde el lenguaje que utilizamos diariamente, es ser una maldita: la que quita novios, la que deja matrimonios, la que aprovecha, la arribista; sin embargo, este poemario nos entrega una perspectiva desde distintos ángulos de lo femenino y resignifica la idea que tenemos de ser Leer más

El empoderamiento de las mujeres desde la práctica escolar

Por Luis Alexis Ibáñez Aguilar[1]

“Primero enamórate, pero de ti misma, construye un mundo propio,
deja de ser el reflejo del otro.
Busca tu misión, entre mujeres hagamos conexión, estudia y trabaja.
Lee a Florence y no uses faja”.
-Andrea Echeverri-

 

En este breve escrito, se pretende reflexionar sobre la gran importancia de la voz femenina, de las mujeres, de las niñas y adolescentes, en igualdad, por una simple razón: todos somos seres humanos. Así, en este trabajo se busca cuestionarnos sobre la mirada de la sociedad hacia las mujeres, a través de sus interpretaciones, las realidades que vive cada una de ellas alrededor de su espacio sociocultural, es pensar alguna vez en un mundo diferente.

Pensemos en un entorno distinto, en palabras, expresiones cotidianas que realizamos, o, mejor dicho, lo que nos enseñan a decir desde la escuela. Qué pasaría si nos enseñaran a saludar a “todas y no a todos” desde que ingresamos al preescolar. Sabemos que está muy en boga el lenguaje incluyente que expresa una compleja trama de dimensiones humanas que van desde lo cotidiano y práctico hasta lo simbólico, que abarca sentimientos, mandatos, experiencias, circunstancias sociohistóricas y hasta situaciones actuales (Guichard, 2015). Por lo ­anterior, entonces deberíamos preguntarnos si somos conscientes que, para lograr el empoderamiento de las mujeres, deberíamos comenzar ­—desde un punto de vista como educador—, antes que nada, Leer más