Imagen de Arisdel Álvarez
Por Ángel Barrón Hurtado[1]
1. “El pueblo de cenizas”.
“Los dioses, en su afán de poblar la tierra, hicieron un cuarto intento. Volvieron a formar otras ocho esferas de ceniza y aguardaron. Los hombres y mujeres que se formaron resultaron perfectos. Tal como somos ahora. Los dioses quedaron satisfechos con su creación. Volvió a salir el sol. Los dejaron vivir y se multiplicaron. Ésos fueron nuestros primeros padres”. (Figueroa, 2010).
En principio era el fuego. De estas tierras entre lagos, de estas piedras tras la lluvia, después del humo vino la ceniza. Porque sólo del fuego convertido en polvo es capaz de nacer y renacer un pueblo hasta volverse a convertir en polvo.
Los purépechas, además de tener una de las cosmogonías más interesantes de la región mesoamericana, de ser grandes guerreros e inteligentes estrategas, fueron, han sido y son, el reino inconquistable.
Sabemos del imperio mexica y su enorme poderío, de sus capacidades sanguinarias y su expansionismo. Aún con toda esa fortaleza y sed de expandir su imperio, hubo un único pueblo al que no pudo conquistar, el pueblo purépecha. Diego Durán, sobre este acontecimiento, en su historia de las Indias de la Nueva España, dice “Acometieron a los Tarascos, y fue sin provecho la acometida, que como moscas caen en el agua, así cayeron todos en manos de los Tarascos, y fue tanta mortandad en que ellos hicieron, que los mexicanos tuvieron por bien retirar a la gente que quedaba, porque no fuese consumida y acabada”.
A la llegada de los españoles, se cree que los purépechas pudieron haber vencido ellos solos a los conquistadores, incluso se buscó generar una alianza entre mexicas y purépechas para derrotar a los invasores, pero esta alianza no llegó. A pesar de que el pueblo purépecha quería luchar, bajo las órdenes de Tanganxoan II, quien confió en las mentiras de los negociantes españoles que le expresaron querer su amistad, permiso para cruzar sus tierras y llegar a la costa. Tanganxoan II no quería llevar a la guerra a su pueblo, no quería ver tanta sangre derramada. Al final, los españoles traicionan su palabra y saquean los tesoros de las ciudades de los señoríos purépechas.
Le Clézio, escritor francés y fiel investigador de la cultura purépecha, sentencia que los purépechas eran la cultura mesoamericana que más confiaba en sus dioses y en sus sueños. El mundo de los sueños, o mejor dicho, de la interpretación de los sueños, era fundamental para los purépechas; en varias ocasiones son los sueños los que predicen ciertos acontecimientos para ellos y los que dictaminan el lugar adecuado para sus ciudades. La relación con sus dioses era muy cercana, confiaban demasiado en muchas maneras de comunicarse con ellos. Cuando los españoles aparecen, los dioses se alejan, no vuelven más a buscar a su pueblo ni a comunicarse con él. Este será un factor clave para que los purépechas se “rindan” ante los conquistadores.
Nos encontramos, pues, frente a un pueblo mítico y poco conocido, poco explorado hasta la fecha, pero con bases fuertes, de agua de ríos, de piedras pulidas, de peces enganchados a anzuelos de cobre, de edificios de palabras, de fuego y de ceniza.
2. “Valladolid conspiracionista”.
“Fue en Valladolid en donde nació la revolución que nos tiene sumidos en la guerra” (Arrangoiz, 1811).
En 1809, tras la irrupción de las tropas francesas de Napoleón Bonaparte a España, y el riesgo que esto representaba para la permanencia en el poder del entonces rey Fernando VII, en Valladolid (hoy Morelia), un grupo de personajes ilustres, producto de la educación que ya existía en ese entonces, algunos ex alumnos del cura Hidalgo en el colegio de San Nicolás y otros miembros del ejército, como José Mariano Michelena, Vicente Santa María, José María García Obeso, Mariano Quevedo, entre otros, comienzan a idear un plan estratégico.
El plan consistía en empezar a intentar crear un organismo político y administrativo que ejerciera el poder en la Nueva España de manera autónoma, y en eliminar el tributo a los indios, esto último hizo que contaran con el apoyo de muchos indios dispuestos a levantarse en armas con un ejército listo para la guerra. En septiembre de ese año, en varias casas de la ciudad de Valladolid, estos personajes comienzan a reunirse a conspirar un plan para levantarse en armas el día 22 de diciembre del mismo año. Dicho plan no llegaría a concretarse ya que, un día antes, el 21 de diciembre, son traicionados y denunciados.
Si bien el plan de esta conspiración no era completamente independentista, ya que, aparentemente, seguiría siendo fiel a Fernando VII (o al menos fue lo que dijeron ante el virrey Javier Lizana y Beaumont), ésta será sin duda la base más sólida para las siguientes conspiraciones y el levantamiento del movimiento de independencia.
Los casi 40 conspiradores son detenidos y apresados, pero antes de ser detenidos, ese fantasma del dios Curicaueri (dios del fuego) se hace presente. Queman todos los rastros de su plan para no dejar evidencias de sus intenciones. Al poco tiempo, serán liberados por el virrey, quien no logra encontrar motivos para mantenerlos prisioneros. La mayoría de los conspiradores de Valladolid participarán también en la guerra de Independencia.
Por estos hechos, hay quienes consideran que Valladolid, es la auténtica cuna del liberalismo mexicano. De este fango de cenizas, una vez más, nace otra chispa de lucha que se convertirá en el fuego de la independencia de México.
3. “El Nicolaicismo”.
En este apartado no pretendo enaltecer ni condenar, mucho menos abortar el orgullo universitario, quizá busque más bien un leve soplido de Curicaueri que logre encender este concepto tan empolvado.
Más allá de mencionar a los ilustres patriarcas que marcaron el rumbo de lo que después se convertiría en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, como Vasco de Quiroga, Miguel Hidalgo, José María Morelos o Melchor Ocampo, por mencionar algunos, y que pusieron las bases para lo que hoy conocemos como Nicolaicismo, más allá de mencionar nombres y personajes históricos, quiero centrarme en un periodo específico en el que la Universidad Michoacana trató de consolidar el concepto de Nicolaicismo.
En la década de los sesentas, en esa época de ebullición ideológica a nivel mundial, antes del mayo francés y del 68 mexicano, en la ciudad de Morelia, tras la reciente victoria de la revolución cubana y el fuerte impacto del pensamiento socialista soviético, una gran facción del profesorado nicolaíta intenta introducir un modelo de educación socialista del que aún podemos ver vestigios hasta nuestros días.
Con la creación de la facultad de Altos Estudios en 1961, bajo la rectoría de Eli de Gortari, donde se abrieron las licenciaturas en Historia, Filosofía, Biología, entre otras, el Nicolaicismo comienza un nuevo rumbo, o quizás es aquí donde de verdad nace la intención de un pensamiento común, de un modo de vida, de la búsqueda de un fin colectivo. Esta facultad no durará mucho, tras los acontecimientos de 1963 y 1966 es cerrada por las autoridades estatales, para después regresar con las licenciaturas por separado en la siguiente década.
Podemos decir que el 68 mexicano nace en la ciudad de Morelia y en la Universidad Michoacana. Dos momentos clave tendrá el movimiento estudiantil nicolaíta apagado muy pronto por el fuego. Entre una lucha constante por la institución, las autoridades estatales y las autoridades universitarias, y en medio, los estudiantes. Bajo los lemas “Universidad o muerte” y “El deber de luchar por la justicia de los de abajo”, la comunidad estudiantil se lanza a la huelga en 1963 y, posteriormente, en 1966, por la defensa de su rector Eli de Gortari, la exigencia de justicia, el alto a la represión y el acoso en contra de la universidad, y sobre todo, en contra de la alza de impuestos que afectaban directamente a la comunidad estudiantil como lo fue la alza de costos del transporte público. En ambos casos, los intentos de lucha del 63 y el 66, terminarán con represión, la mano dura del estado se hace presente con la detención de maestros y alumnos, con la toma del colegio de San Nicolás a manos del ejército mexicano, y también acabará con la vida de varios estudiantes a manos del mismo ejército.
El camino fue, y ha sido bastante turbio para el Nicolaicismo y la Universidad como institución académica. Desafortunadamente, a pesar de la gran historia que hay detrás de nuestra universidad, los alumnos de hoy en día no conocemos ni valoramos su papel. No es culpa nuestra, tampoco hemos tenido profesores capaces de transmitirlo.
El Nicolaicismo ha muerto, y nosotros lo matamos. Pero sobre todo, el Nicolaicismo murió ahí, a manos de los viejos maestros nicolaítas, aquellos que soñaron con una utopía que más tarde se difuminaría en las sillas de cualquier café de los portales del centro de Morelia, sentado en los privilegios de clase que trajo, y en su falta de conciencia.
4. “Las casas de estudiante”.
Encontrar el origen exacto de las casas de estudiante parece complicado, algunos datos pueden remontarnos a los tiempos de Vasco de Quiroga y la creación del hospital comunitario de la comunidad de Santafé de la Laguna; otros apuntan que fueron fruto de la Revolución mexicana y que en 1915 se crea la primera casa que alberga estudiantes normalistas, cabe recalcar que en sus inicios, la Escuela Normal de Morelia pertenecía a la Universidad Michoacana, pero del Normalismo hablaremos a detalle más adelante. Los estudios más recientes refieren que las casas de estudiante como las conocemos hoy en día, son una creación de las políticas Cardenistas.
Más allá de una cadena de datos aparentemente inconexos, y sin una intención de encontrar realmente el origen de su creación, sí podemos hablar de su fin y su propósito. Las casas de estudiante, además de su herencia del pensamiento de Vasco de Quiroga, de los valores de la revolución mexicana y, sin duda, del Cardenismo, a lo largo de su historia han logrado recoger e inspirarse de las ideologías de izquierda que han revolucionado al mundo.
La función de las casas del estudiante es impresionante, los valores humanistas que se desarrollan en y alrededor de ellas es simplemente sublime. Vivimos en un país, y sobre todo en un estado sumido por la desigualdad, la falta de oportunidades, y la delincuencia orquestada por el crimen organizado. Desde sus orígenes, las casas de estudiante se han encargado de brindar a los hijos de campesinos de diversas comunidades de bajos recursos del estado de Michoacán, y también de otros estados, una segunda oportunidad. La oportunidad de estudiar y superarse, de tener una carrera universitaria e incluso en muchos casos desde la preparatoria. Al ser herederos de un pensamiento de izquierda, al ser parte de la semilla que intenta generar un cambio en la sociedad, desde su creación y hasta nuestros días han sido sumamente atacadas por el Estado, por la sociedad conservadora y por los medios de comunicación. “Educación primero al hijo del obrero, educación después al hijo del burgés”…
En la actualidad, existen 35 casas de estudiante en la ciudad de Morelia, 13 afiliadas a la Coordinadora de Universitarios en Lucha (CUL). Han existido muchos intentos por desaparecer las casas de estudiante, no pretendo en estas páginas hacer una crítica profunda sobre el manejo de las mismas, que claro que es necesario, planeo más bien denunciar que, por todos estos intentos de desaparecerlas, han existido dentro de las mismas grupos porriles patrocinados por el estado y por las mismas autoridades universitarias con el único fin de desprestigiar el papel de las casas y poder desaparecerlas. Una lucha constante se desarrolla dentro de las casas, por un lado, cada vez son más los y las estudiantes que están intentando con todas sus fuerzas generar un cambio y seguir abriendo espacios para que las personas de bajos recursos puedan estudiar, y por el otro, una facción debilitada pero que resiste, patrocinada por las autoridades universitarias, listas para desprestigiar el papel de las casas y sin ninguna intención de generar un cambio.
La casa del estudiante Nicolaíta, ubicada frente a la biblioteca pública de la ciudad de Morelia desde noviembre de 1968, resiste. Me encuentro sentado en una banca de “la nico”, como la conocen sus habitantes y los demás moradores, con un gran amigo, él me cuenta después de un rato que esa casa en específico ha sido la más atacada a lo largo de la historia. –“Llevan años tratando de hacer un banco en esta casa”- dice. Si alguna vez esa casa que le da la oportunidad de estudiar a más de 250 jóvenes se convierte en un banco, ya nada tendrá sentido. Que me consuma el fuego, y que se lleve el viento mis cenizas.
5. “El Normalismo michoacano”.
Existen muchas labores nobles en el mundo, pero entregar tu vida a la educación debe ser una de las más importantes. Después de varios intentos por crear una escuela que formara a los nuevos maestros, tras el esfuerzo de varios académicos como Jesús Romero Flores, en la ciudad de Morelia, en 1915, se funda la primer normal del estado. El 5 de mayo de 1915 abre sus puertas la normal de varones, apenas un mes después se abre también la normal femenil, sobre este hecho, Raúl Arreola Cortés refiere: “El 6 de Junio del mismo año las alumnas de la Academia de Niñas, transformada ya en Escuela Normal para Profesoras, tomaron posesión del edificio del Colegio Teresiano de Guadalupe, con la protesta de las damas de la alta sociedad que allí se habían formado. La directora de la Academia se negó a ese cambio por lo que fue destituida. En su lugar se nombró a la maestra María Dolores Calderón, quien encabezó el desfile de las alumnas que tomaron posesión del flamante edificio». Con el tiempo, la hoy Benemérita y Centenaria Escuela Normal Urbana J. Jesús Romero Flores se volverá mixta, y será también la casa de estudios encargada de formar grandes personajes de la educación estatal y nacional a lo largo de la historia.
Fue difícil conseguir la creación de las escuelas normales y, como podemos observar en la cita anterior, desde sus inicios han estado completamente relacionadas con la lucha social y las protestas. En el estado de Michoacán existen actualmente ocho normales públicas, todas ellas encargadas de crear futuros maestros que traten de regenerar el rumbo de la educación en el país. A lo largo de la historia, las normales urbanas y rurales del estado han sido una parte fundamental del semillero del pensamiento de izquierda y la conciencia de clase. Al igual que las casas de estudiante, siempre han sido un referente de la resistencia a los constantes ataques del estado en contra de la educación pública.
Para nadie es sorpresa ver constantemente “notas periodísticas” resaltando las protestas recurrentes de las y los normalistas, pero, ¿por qué protestan? De nuevo, del mismo modo que las casas de estudiante, está presente de manera latente esa herencia del cardenismo. Tras una lucha constante por evitar su desaparición, parece ser que al estado no le interesa la educación en absoluto, cada año se reducen las matrículas en las normales y se reduce el presupuesto que mantiene a las escuelas. No pretendo hacer una crítica sobre los vicios y manejos erróneos de la lucha normalista, aunque también sea necesario, pretendo más bien tratar de concientizar que llevan a cabo una lucha completamente legítima por la defensa de la educación pública, una lucha que a la sociedad conservadora y con buena posición económica en el estado no le interesa comprender.
“Mis padres me dijeron, te vas a estudiar, pero si hay problemas, te pones a luchar”…
La lucha estudiantil normalista ha perdido muchas vidas a lo largo de la historia en manos del Estado represor. El fuego ha estado presente siempre, y de las cenizas un grito colectivo trata de salir al viento y encontrar algún hueco capaz de reproducir un eco suficiente que retumbe en cada rincón de estas tierras.
6. “La lucha Magisterial”.
Entenderemos como “lucha magisterial” al periodo que nace a partir de la creación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), no porque antes de eso no hubiera existido una lucha por parte de la comunidad magisterial en el país o en el estado, sino porque la creación de esta organización sindical marcará por fin un rumbo en la defensa de la educación pública.
El nacimiento de la CNTE ocurre como disidencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que funcionaba como un elemento político manejado por el PRI a lo largo y ancho del país. Si bien la CNTE no nace en el estado de Michoacán, sino en Chiapas en 1979, no tardará mucho en llegar al estado y será una de las regiones más importantes donde se desarrollará la lucha magisterial. La CNTE, recogiendo algunos de los ideales de la lucha iniciada años antes por los maestros Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, será hasta nuestros días una resistencia política que defenderá el derecho a la educación pública y la redignificación del papel del maestro en la sociedad mexicana.
Aunque en muchas ocasiones las y los maestros se olvidan de su pasado normalista, y aunque quizás estas dos luchas deberían caminar más juntas de lo que lo han hecho, también los maestros se han visto acosados por el gobierno y han sido objeto de innumerables represiones. Más allá de cuestionar los vicios sindicales, pretendo reflexionar en el porqué de la lucha magisterial. En un mundo globalizado y sumido en un sistema político-económico capitalista neoliberal, la educación pública, más sueño que derecho, está en riesgo. Los intereses por hacer de la educación un gran negocio avanzan con fuerza. Del otro lado, los maestros y maestras resisten, además de luchar por sus tan golpeados derechos laborales, siguen tratando de sembrar semillas en la educación infantil. Son pacientes, el Estado les ha arrebatado a muchos compañeros y compañeras. No obstante, esperan a que de la tierra broten, Cuerauáperi, a que de las cenizas nazcan, esos niños que crezcan y, con más fuerza de la que ellos pudieron, recuperen todo lo que a ellos se les arrebató, y sobre todo, que defiendan la educación pública hasta con fuego si hace falta.
7. “El PRD, la ilusión corrompida”.
En un México de desafortunadas políticas partidistas subyugado por el PRI por más de 50 años, en 1989 nace el Partido de la Revolución Democrática. Por primera vez en la historia del país se unen todas las izquierdas existentes, desde la disidencia democrática del PRI, hasta los partidos socialistas, comunistas y trostkistas, respaldados por una gran cantidad de militantes campesinos. Después de muchos años, una antorcha se enciende en la penumbra.
En esencia, el PRD nace en Michoacán, y será éste el estado donde más fuerza tendrá. Herencia más directa todavía del cardenismo, impulsado y creado por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, hijo del general Lázaro Cárdenas del Río.
Las intenciones del PRD por tratar de unir a todas las izquierdas aparentemente irreconciliables del país, parecerá dar frutos. Logran conformar, al menos por unos años, un partido fuerte que se convertirá en la gran oposición ante el régimen priísta. El partido no durará mucho, la inminente introducción de la corrupción lo mancha desde sus adentros, la lucha de egos por el poder hará también que se dividan. La prueba de fuego vendrá para el año 2006, donde una facción nostálgica asegurará que la figura que debe representar al partido y gobernar al país es el propio Cuauhtémoc, quien cada vez se verá más alejado de la vida política del país y se esconderá tras una tela gris que lo opacará por el resto de su vida. Por el otro lado, el cada vez más fuerte López Obrador denunciará la corrupción interna del partido. El obradorismo crece con fuerza hasta convertirse en lo que hoy conocemos.
Luego del 2006, tras la salida de López Obrador del partido, el PRD vivirá en una agonía constante, sin rumbo, sin ideales, sumido igual que el resto de los partidos en la corrupción.
A pesar de que el partido existe, ya no es ni por error lo que sus creadores intentaron construir. Ya no representa la resistencia que logró representar. Dejó de ser, si es que alguna vez lo fue realmente, esa fuerza política de izquierda que pretendía cambiar el rumbo del país, al grado incluso de unirse abiertamente en una alianza con la derecha mexicana en las últimas elecciones. El amarillo se convirtió en pardo.
Aunque todavía gobiernan parte del estado de Michoacán y siguen teniendo una mínima presencia en el país, parece ser que su muerte está cada vez más cerca. El PRD es el ejemplo de lo que no debemos hacer. Hace mucho tiempo ya que la antorcha se apagó. De las cenizas no quedó rastro, solo una mancha gris que se despinta.
8. “Las autodefensas michoacanas”.
Michoacán, del mismo modo que casi todo el resto del país, se ha visto desde hace más de una década sumido en las guerras entre cárteles del crimen organizado. Las intenciones de controlar la región por diversos grupos del narcotráfico ha traído mucha sangre a la población. Controlar el trasiego de la droga, las tierras para usarlas como sembradíos de amapola y marihuana, el tráfico de personas, e incluso en los últimos años el comercio del aguacate.
En medio de todo este caos y guerra entre la complicidad de las autoridades estatales y los grupos criminales, el 24 de febrero de 2013, tras el completo hartazgo de la población de varios municipios de la región de tierra caliente debido al pago de “cuotas” obligadas por el narco, y a la creciente violencia en su ejercimiento del poder, en La Ruana y en Tepalcatepec, Michoacán, se levantan las primeras autodefensas. Con unos rifles viejos y empolvados, escopetas que apenas servían y cuchillos de cocina atados en palos de madera, se reúnen unas treinta personas que, más pronto que tarde se convertirán en cientos y hasta miles a lo largo del estado.
Más allá de cuestionar si un cambio profundo sólo puede conseguirse por medio de la lucha armada, sin duda alguna, el levantamiento de las autodefensas es un hecho histórico de suma importancia que nos demuestra la organización que puede tener el pueblo cuando se ha cansado, cuando no tiene nada que perder y en cambio, busca ganar su libertad.
Dos figuras, aparentemente líderes del movimiento, sobresalen como portavoces de las autodefensas. Hipólito Mora, empresario limonero, y José Manuel Mireles Valverde, médico de profesión y masón. Después de poco más de un año de lucha constante en el que el movimiento fue creciendo y arrebatándole el poder al narco, municipio por municipio, la gente, cansada de tanta violencia ejercida por el narco en contra de la población, hombres y mujeres, sobre todo jóvenes, se unen al movimiento con cualquier arma, cuchillo, palo y hasta piedra. El hartazgo se materializa en una promesa de libertad, en defender cada uno de sus pueblos tras costales llenos de graba y de cenizas.
Entre los dos líderes, sobresale más la figura del doctor Mireles, a quien intentaron matar en varias ocasiones hasta que, luego de un atentado mientras volaba en una avioneta, es preso por las autoridades del país a finales del 2014. Tres años después, saldrá de la cárcel con las altas expectativas de un pueblo que esperaba una palabra de ese hombre para volver a levantarse en armas, pues las autodefensas, sin sus líderes, sufren una traición del gobierno y desaparecen al poco tiempo. Pero la vida gira y las personas dejan caer sus máscaras. Tras sentarse a negociar con el diablo y con la muerte para que lo sacaran de la cárcel, el doctor Mireles, ya “libre”, nos deja ver sus verdaderos intereses, su lado misógino y machista, y el aparente olvido de un pueblo que confió en él.
De nuevo, la antorcha en la penumbra se apaga, caminar entre el fuego cruzado tarde o temprano nos quema.
9. “Las colectivas feministas en Michoacán”.
Al 25 de octubre de 2020, se registraron 177 feminicidios en el Estado de Michoacán. La ciudad de Morelia se ubica en el puesto número 12 en la lista de los “primeros 100 municipios con presuntos delitos de feminicidio” perpetrados a nivel nacional.
La violencia y el odio contra las mujeres crece cada vez más de manera alarmante. Con diez feminicidios al día a nivel nacional y decenas de alertas de desapariciones de mujeres, han tenido que buscar la manera de defenderse y de frenar las cifras de violencia.
Una de las formas más poderosas, además de las múltiples manifestaciones que han hecho a lo largo de los últimos años para visibilizar el problema que se vive, y ante la negativa de las autoridades de nivelar la balanza de desigualdad de género y sobre todo, de impartir justicia en los casos de violencia contra las mujeres, han empezado a organizarse en colectivas para exigir justicia.
En este apartado no se va a hablar de ninguna corriente de pensamiento feminista, ni mucho menos de alguna colectiva en específico. Simplemente me gustaría mencionar la importancia que tienen las colectivas y la lucha de las mujeres aunque no pertenezcan a ninguna colectiva.
En un estado, en un país, en una sociedad sumamente machista y patriarcal, sumida por el crimen organizado, la normalización de la violencia, y la romantización de la misma, estamos viviendo un hecho histórico. Las mujeres están saliendo a las calles a exigir justicia y decir ya basta. No están dispuestas a seguir viviendo en un constructo social que las ha tenido subyugadas a lo largo de la historia. Cada vez son más fuertes y toman mayor voz.
Esta lucha que, de alguna manera pudo empezar en la capital del estado, tras el feminicidio de la joven moreliana Jessica González, recién egresada como educadora, en manos del feminicida Diego Melgoza, una ola de rabia e indignación logró que, por primera vez, mujeres de municipios sumamente golpeados por el narcotráfico como Apatzingán, Paracho, Huetamo, Zitácuaro, Uruapan, entre otros, salieran a las calles a marchar y exigir justicia en una manifestación feminista.
Sobre esta tierra de cenizas, Cuerauáperi, caminará la mujer libre.
10. Conclusiones.
Hasta ahora, hemos podido observar algunos de los sucesos más importantes que han contribuido a la lucha y a la resistencia social de nuestro pueblo. Desde nuestro pasado purépecha de reino inconquistable, pasando por aquella conspiración que ayudó a poner las bases de lo que después sería la independencia del país, y sobre todo, las luchas sociales más recientes y contemporáneas que han dado rumbo a la vida política del estado de Michoacán.
¿Por qué tratar de unir todos estos antecedentes y hechos históricos? Primero, para tratar de comprender el suelo que pisamos. Es preciso conocer nuestro pasado histórico, conocer los aciertos y errores de las luchas anteriores que de alguna manera nos trajeron hasta aquí.
Segundo, y lo más importante, éste no es un estudio histórico ni sociológico, no es una línea del tiempo ni mucho menos un presagio de un posible levantamiento de la izquierda. Esto, compañera, compañero, camarada, es una invitación.
Una invitación para repensar la izquierda desde el Estado de Michoacán, para replantear el presente y tratar de construir un mejor futuro teniendo como base los errores y aciertos de los movimientos anteriores.
Es momento de reivindicar la izquierda. Una nueva izquierda, porque ya no podemos concebir una izquierda machista ni misógina, mucho menos homofóbica, lesbofóbica, transfóbica, ni cualquier tipo de discriminación hacia la comunidad LGBT+. Una izquierda sin lugar para la xenofobia ni el racismo, pero sobre todo, una izquierda que busque construir una nueva sociedad, dispuesta a romper con el sistema patriarcal, capitalista y neoliberal.
Por cada joven en una casa de estudiante, en una normal rural o urbana, en una escuela, en la Universidad Michoacana, por cada joven leyendo un libro, por cada joven con una segunda oportunidad sobre la tierra, le quitamos un soldado al narco.
Una nueva izquierda que logre caminar del lado de todas, todos, todes, y unificar la mayor cantidad de luchas posibles, donde nadie sobre, donde nadie falte, donde el fuego sea la luz que guíe a este pueblo de cenizas. Y si una vez más el fuego nos convierte en polvo, no habrá rincón sobre la tierra que no cubran nuestras cenizas.
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- Ángel Barrón Hurtado, nació el 28 de Agosto de 1999 en Morelia Michoacán, México, donde vive. Actualmente, estudia la licenciatura en Lengua y Literaturas hispánicas en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Ha publicado en revistas literarias como estado del arte, de pulke y otros versos, y en poesía volante con su poemario titulado Utopía furtiva. Ha participado en diversas lecturas de poesía y narrativa en ferias del libro locales y nacionales, en eventos culturales dentro y fuera de su institución académica, y en el tercer encuentro universitario de jóvenes escritores de Morelia. ↑