Por Rogelio Dueñas
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Las crisis que con cierta periodicidad sufre el capitalismo son bien conocidas. Y cuando esto sucede, gobiernos de todo el mundo realizan ajustes en sus políticas internas; esto, según dicen, con el fin de volver mucho más llevaderas las atribuladas condiciones económicas que se atraviesan. No obstante, lo anterior termina por traducirse en reformas estructurales que no hacen otra cosa que recrudecer el ya de por sí desolador paisaje de miseria y explotación en que nos mantienen sumidos; intensificándose, así, las tensiones sociales. Por ello, con el fin de neutralizar un posible escenario de ruptura social, la clase dominante ha decidido desde hace décadas hacer uso de todo tipo de mecanismos coercitivos que van desde escaladas represivas (las cuales se erigen al amparo de políticas de seguridad enfocadas en contrarrestar las alteraciones del orden imperante) hasta la guetización de las poblaciones en las periferias urbanas, en donde la militarización juega un papel cardinal. Quedando de manifiesto que los pobres somos el único enemigo a vencer en esta ofensiva emprendida por regímenes “democráticos” empeñados en buscar un aumento en la tasa de ganancias del capital, y que son dignos herederos del capitalismo industrial que encontró en la guerra su sostén económico y político. Guerra en el exterior para tomar recursos e imponer el control geopolítico de regiones enteras. Guerra interior para forjar y defender una sociedad cada día más precaria, racista, controlada.[1]
/DOS/
Así pues, desde hace tiempo se ha venido vaticinando una crisis económica de grandes proporciones; apenas equiparable, según economistas, con la Gran Depresión. De la mano del COVID-19 ha surgido dicha contracción en la economía, situación que ha propiciado que diversos especialistas adviertan que, derivado de la crisis sanitaria, se produzca un reordenamiento mundial del poder económico y político, que junto a un acelerado ensanchamiento de la brecha social desembocaría en un conflicto bélico a nivel global. Desde luego, las consecuencias de una crisis de tal envergadura han sido avizoradas por los dirigentes de las grandes potencias. No en balde han destinado durante décadas buena parte del dinero público para asignar recursos al sector castrense. Como ejemplo tenemos a Estados Unidos, quien hoy en día detenta la mayor parte del poder hegemónico y que, según datos del Stockholm International Peace Research Institute, en 2019 aprobó un presupuesto para el gasto militar que ascendía a más de 731 mil 751 millones de dólares.
De igual forma, los magnates y estrategas que encabezan los consorcios de la industria militar y de defensa han percibido desde hace tiempo los retos que enfrentarán en un futuro inmediato, toda vez que los estragos ocasionados por las fluctuaciones del sistema criminal que los enriquece terminen por permear la realidad mundial; desencadenando, como ya se ha dicho, disturbios a lo largo y ancho del globo. Por ello, han buscado reconfigurar la ofensiva que impondrán una vez que todo comience a derrumbarse, poniendo el terreno urbano como plano central de sus operaciones. Y el compendio de ensayos titulado Soldiers in cities: military operations on urban terrain,[2] editado en 2001 por Michael C. Desch, profesor del United States Army War College, es la evidencia. En el capítulo uno de dicha publicación, elaborado por el propio Desch, encontramos lo siguiente:
Si bien la urbanización fue un beneficio neto para el desarrollo económico de los países desarrollados, existen buenas razones para pensar que entre los países menos desarrollados este auge urbano no contribuirá al desarrollo económico o la estabilidad política. El ritmo de la urbanización en los países menos desarrollados es muy superior al de los países en desarrollo. Otra diferencia clave entre la urbanización de países desarrollados y países menos desarrollados es que, para el primero, el crecimiento económico atrajo a personas de las zonas rurales, mientras que para el segundo, la miseria económica está llevando a las personas de las zonas rurales a las urbanas.
Y agrega:
La urbanización es tanto un fenómeno geográfico como social. La urbanización cambia la geografía física de un área al aumentar la densidad de asentamientos y producir áreas urbanizadas de edificios muy cercanos y redes estrechas de carreteras y líneas ferroviarias. La urbanización también cambia a los seres humanos: social, psicológica y conductualmente. La urbanización es, por lo tanto, una espada de doble filo. Por un lado, al menos en el mundo desarrollado, las áreas urbanas se han convertido en los centros económicos y políticos de la mayoría de los países. Es probable que lo mismo sea cierto entre los países menos desarrollados. Por otro lado, la urbanización plantea una serie de problemas serios para los líderes políticos. Estos incluyen un crecimiento sin obstáculos, hacinamiento, presiones sobre los servicios urbanos, el crecimiento de barrios marginales y otras áreas pobres, embotellamientos, atomización de la sociedad, desempleo, conflictos raciales y / o étnicos, contaminación, pérdida de áreas agrícolas y mayores consecuencias adversas, ya sea de desastres naturales o provocados por el hombre. El hecho de aumentar la urbanización global, junto con los muchos problemas asociados con ella, ciertamente han centrado mucha atención en las operaciones militares en terrenos urbanos.
No hace falta señalar la evidente carga ideológica capitalista con la que el autor aborda el tema de la urbanización desmedida, pues acota las consecuencias inherentes de dicho fenómeno como si no fuesen resultado de un sistema económico-político en donde el exterminio del “menos apto” es la consigna. Asimismo, cabe destacar que tan solo en 2018 la población mundial asentada en áreas urbanas ya alcanzaba el 55.27%, de ahí la preocupación que sienten los señores de la guerra ante los cambios demográficos en los espacios urbanos y que han manifestado sobradamente en sus estudios y análisis. Y las fuerzas armadas yanquis son quienes más han ahondado en ello.
/TRES/
Así, en su ferviente deseo de instaurar el american way of life a golpe de bala, el aparato militar norteamericano desarrolló en 2003, en el seno de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte, el informe titulado Urban Operations in the year 2020[3]; reporte extenso y detallado que fue elaborado por el equipo de trabajo de la Organización de Investigación y Tecnología perteneciente a la OTAN. Dicho trabajo pone sobre la mesa “propuestas de seguridad” muy preocupantes y que la población mundial debemos tomar en consideración, pues lo que ahí se redacta supone más y nuevas formas para consolidar sociedades mucho más coaccionadas mediante el uso de las fuerzas armadas. Asimismo considero que este informe es de suma importancia y podría servir para analizar desde una perspectiva distinta (quizá más acertada) el escenario de “emergencia sanitaria” en que nos encontramos, pues todo apunta a que la situación actual tiene que ver más con el control social que con la salud pública.
De igual forma, imagino que no faltará el lector despistado que cuestione la relevancia de un informe como este para nuestro país, dado que México no forma parte de la OTAN ni mucho menos es rival militar de ninguna de las potencias que dicha organización engloba. No obstante, hay que recordar el carácter injerencista de dicha alianza, pues más de una ocasión han impuesto sus modelos de “seguridad” y “democracia” en regiones que nada tienen que ver con el Tratado de Washington; un falso ideal de libertad los llama siempre para que funjan el rol de policía mundial. Por ello me parece relevante conocer más a detalle las estrategias de organizaciones belicistas como la OTAN, para entonces poder comprender un poco más las proporciones de sus políticas.
Quiero aclarar que al tratarse de un reporte sustancioso, me limitaré a abordar de manera sucinta los cinco ejes rectores en los que, según el informe, se basarían las operaciones urbanas militares; factores que en el documento se hallan reunidos bajo el acrónimo de USECT (Understand, Shape, Engage, Consolidate, Transition):
1.- Understand (Entender): Según los analistas de la OTAN, el sostén de las operaciones militares en el terreno urbano se basa en un profundo entendimiento de lo que han denominado “espacio de batalla”. Esto implica no solo una evaluación física del terreno, edificios, centros culturales e infraestructura crítica, es decir, servicios públicos como sistemas de transporte y hospitales, sino también un análisis y diagnóstico de los aspectos socioculturales más fundamentales con el fin de hallar puntos críticos. Lo anterior, sugiere el texto, debe llevarse a cabo mediante sistemas de inteligencia, vigilancia y reconocimiento, pues encontrar al enemigo en un territorio urbano es muy complicado. Es en esta primera etapa donde debe establecerse un vínculo entre militares y las agencias o instituciones locales, líderes religiosos e incluso personal de servicios de emergencia del área urbana en cuestión para el correcto funcionamiento de este primer paso.
2.- Shape (Conformación): En esta etapa, tan importante como la primera, se deben establecer las condiciones para las tres fases posteriores. Aquí, el aislamiento es un factor fundamental, pues al aislarse un determinado espacio de batalla se obtiene ventaja al maximizar la movilidad de los equipos tácticos, mientras se aísla también a los adversarios o combatientes con la finalidad de neutralizar el riesgo de huida. Esto aunado al establecimiento de campos de refugiados o “santuarios para no combatientes”, contando con el apoyo de servicios de emergencia (situación que nos remonta al papel que Cruz Roja ha adoptado durante los conflictos bélicos al servir como una especie de servicio secreto) como parte de la actividad militar táctica. Asimismo, toda información que entre y salga del área urbana debe ser manipulada o aislada toda vez que se establece una influencia sobre los medios de comunicación de los adversarios. Es en esta fase donde deben desempeñarse las operaciones psicológicas, las cuales estriban, sin excepción, en el miedo. Es aquí donde medios internacionales y ONG’s tienen dos caminos: entorpecer el objetivo estratégico general o multiplicar cualquier ventaja de los equipos tácticos. Es importante resaltar que en esta fase se considera una posible incautación, interrupción, control o incluso destrucción de los llamados “nodos críticos”, que no son otra cosa que redes eléctricas o centros de comunicación como centros culturales o universidades, pues se considera que estos afectan el ciclo de decisión del oponente, por lo que hay que debilitar las capacidades organizativas del oponente.
3.- Engage (Empeñar): Es en esta fase donde se establecen las actividades de enfrentamiento con el adversario, las cuales pueden llegar a ser muy variables; pues encuentran su campo de acción tanto en combates a gran escala como en situaciones propiciadas por fenómenos naturales, o bien, en la asistencia humanitaria (¿acaso alguien dijo “emergencia sanitaria”?). Sin embargo, el uso de armas en áreas urbanas supone un alto índice de efectos colaterales. Por ello, también se profundiza en la posibilidad de emprender operaciones de cyberwar, mientras se barajea la posibilidad de controlar el espectro electromagnético. Es aquí donde de pronto pareciera que cobra un poco de sentido lo pronunciado por muchos “conspiranoicos” acerca de las redes 5G, hay que destacar que la Organización Mundial de la Salud se ha pronunciado a favor de las investigaciones llevadas a cabo por la OTAN en materia de electromagnetismo, más específicamente, con la radiación no ionizante[4].
4.- Consolidate (Consolidar): En esta cuarta etapa, se busca proteger los logros obtenidos. Se hace especial hincapié en seguir fortaleciendo el vínculo con autoridades locales mientras se realiza una depuración de fuerzas enemigas. Las operaciones psicológicas mantienen un lugar preponderante.
5.- Transition (Transición): La última etapa aborda la retirada de grupos tácticos toda vez que se haya reestablecido el estado de derecho, obteniendo las autoridades civiles locales el control del área urbana.
/CUATRO/
Todo lo anterior, y dados los tiempos aciagos que atravesamos, me hacen pensar que informes como el UO2020 comienzan a cobrar sentido y vigencia. Sin embargo, de nosotros depende que el capitalismo y su máquina de guerra se reestructure o se desmorone al saberse insostenible. Lo que me lleva a resaltar la importancia de generar vínculos comunitarios para una reconstrucción social, sobre todo hoy en día que la atomización de la sociedad a raíz del Covid-19 ha cobrado más fuerza. Cada vez se torna más indiscutible el hecho de que, para cambiar la realidad, hay que cambiar las formas en que nos relacionamos con los otros, alejarnos de la dominación y la mercantilización de la vida; principios inherentes a la guerra.
- A chi sente il ticchettio. Materiali del convegno antimilitarista di Trento [Para aquellos que escuchan el tictac. Material de la convención antimilitarista de Trento]. Rompere Le Righe, 2009. ↑
- Soldiers in cities: military operations on urban terrain, puede ser descargado en PDF en el siguiente link: https://publications.armywarcollege.edu/pubs/1595.pdf ↑
- El informe completo puede descargarse en formato PDF en la siguiente liga: https://www.inventati.org/apm/penale/materiali/TR-071-$$ALL.pdf ↑
- World Healt Oganization. Proyecto internacional CEM (Campos electromagnéticos): https://www.who.int/peh-emf/project/intorg/es/index7.html ↑