Columnas de opinión
A propósito de «El espinazo de las lámparas», de Braulio Aguilar
Por Rogelio Dueñas[1]
La vida de la poesía, sépalo el sépalo de la flor y no el pistilo que lo canta al aire, tiene sus propios compases de espíritu y no queda sino asumirlos sin morir o morir sin asumirlos (…)
Orlando Guillén
UNO
Cada vez son más los poetas que afianzan sus obras a la lógica de la competitividad y el consumo. De ahí que nos escupan sus propuestas abarrotadas de versos inanes que al igual que la leña de pirul, no sirven ni pa’ arder; nomás para hacer llorar. Nos sorrajan sus publicaciones bien cuidadas y sus recitales en donde pesa más la promoción de la personalidad que lo medianamente logrado de sus obras. La poesía es una forma de volver mucho más humana la existencia. Sobre todo cuando los versos nacen alejados de los preceptos deshumanizantes que resuenan en los muros del capitalismo y la posmodernidad. Asir a esos falsos cimientos una facultad tan humana como lo es escribir poesía, es un acto de sumisión. ¿Por qué tantos poetas se empeñan en tomar ese camino? Y justo ahora que nos resulta tan urgente la ruptura y el desentendimiento con los valores burgueses. Si es que en verdad estamos tan conscientes de los tiempos aciagos que atravesamos, ¿por qué entonces no apartar a la poesía de los caminos donde el dinero y el ego dominen? “Eso es precisamente el narcisismo, la expresión gratuita, la primacía del acto de comunicación sobre la naturaleza de lo comunicado, la indiferencia por los contenidos, la reabsorción lúdica del sentido, la comunicación sin objetivo ni público, el emisor convertido en el principal receptor” (Lipovetsky, 2010).Leer más→
De Iztapalapa para el mundo: arte, comic y más
César Granados quería hacer comics de superhéroes cuando era chavito, luego creció y le gustó tomarse en serio el dibujo y estudió artes plásticas en la ENAP, donde aprendió que encuerarse en público también es arte y le gustó. Además, es grabador-impresor de formación.
Un día a César se le partió el cerebro como por un rayo, ahora podía percibir sonidos de otras dimensiones, especialmente claras eran las filtraciones del limbo, de un limbo, del limbo donde Astrochavo tiene su casachueca. El corazón de César también se quedó abierto a los fogones de un infierno y las canciones de Midiablo. Una noche Astrochavo y César hicieron un oscuro pacto de magia lumínica donde intercambiaron cuerpos por unas horas, desde entonces Astrochavo y Midiablo comenzaron a venirse manifestando en cada historia con los monitos que César hace.Leer más→
!Crash¡
Foto de Olmo Calvo
Por José Luis Díaz Marcos[1]
–Por favor. Somos una familia normal
en una casa normal
en un mundo normal.
No busques… extrañezas.
La luz encendida, José Miguel Vilar-Bou
–Y, ya en el ámbito internacional –enuncia la periodista–, la ONG Vergüenza de Mundo libraba de una muerte segura, hace apenas unas horas, a más de cien migrantes en el momento en que su embarcación se hundía en aguas de Hipocresía del Norte. Advertimos que las imágenes pueden herir su sensibilidad.
Arrellanados frente al televisor, Víctor y Sofía interrumpen el aperitivo sobre sus respectivas bandejas.
Mar adentro. La proa de una embarcación se dirige, nos dirigimos, hacia los seres humanos que aún, a duras penas, se debaten sobre las olas. Salvavidas vuelan y caen, «…¡Chof! ¡Chof! ¡Chof!…», entre aquellos. Órdenes. Exclamaciones. Esperanza.
La proa se detiene, nos detenemos. Hijos del pánico, emergen los brazos que aún… Vergüenza les tiende, les tendemos, alguno de los suyos, de los nuestros.Leer más→