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Ñusta | Poemas

Ñusta (Huancayo, Perú, 1991) Nacida en la ciudad llamada ombligo del mundo (Cusco, Perú) peruana de corazón y residente paraense (Brasil). Viajante del tiempo y el espacio, apasionada por las cosas simples, escritora nocturna y propia fotógrafa de mis viajes, fascinada por la naturaleza, por el espacio.

Eternos turistas…

¿Qué somos nosotros sin tierra?

Con la nostalgia entera sobre uno,

Eternos turistas

Qué significa la distancia para nosotros

si un km se puede sentir que son millas

Tan lejos de nuestras raíces

Tan distantes de nuestras casas

Abismales son nuestros silencios

Guardados en lo profundo de nuestras miradas

 

¿Qué tan valientes somos?

Si desde que afrontamos la difícil salida del vientre materno

enfrentamos a diario dolores naLeer más

Mujer: NO subas con hombres al vagón exclusivo

Foto tomada de El País

Por Ximena Cobos CRUZ

Escribo esto porque se ha convertido en una necesidad, primero, de desahogo del coraje de observarlos ahí, sentados, clavando la mirada impunemente, sin pudor o pena alguna en cada mujer que se levanta para descender en la estación siguiente, haciendo gestos asquerosos, sin que nadie diga nada. El silencio nos vuelve cómplices en esta perpetuación de su machismo, de su cosificación de nuestros cuerpos, de su morbo, de su territorialidad y su falta de respeto a espacios que queremos sólo nuestros para sentirnos tranquilas.

En segundo lugar, lo hago porque quiero que seas tú, mujer, mi interlocutora más directa, porque es a ti a quien más ganas tengo de explicarte el panorama. Somos cómplices, sí, ya te lo he dicho. De cierta manera, estamos colonizadas del pensamiento, no obstante, hay que romper con eso y con la complicidad no razonada en la que incurrimos cuando tomamos la decisión, a la ligera, de subir al vagón exclusivo con un hombre acompañándonos. Sí, defiende con garras y coraje al hombre que Leer más

Rossana Guzmán Vilchis, México en los Parapanamericanos de Lima

Por Ximena Cobos CRUZ

Existe un suplemento del periódico Reforma llamado “Club”, en el que ―si uno tiene suscripción, porque cómo le encanta sacar dinero a este tabloide―, puede mirarse la vida frívola de la clase alta mexicana, entre fiestecitas de caridad para “ayudar” a artesanas de los pueblos originarios, hasta los eventos de fin de semana en el liceo donde los niños y adolescentes salen en desfiles de moda y concursos irrisorios; imagen tras imagen con pie de foto aclarando con nombre y apellido, puntualmente, quiénes son todos esos señores, señoras, niños y fetitos en desarrollo. Hace casi un mes, dicho suplemento se centró en los atletas rumbo a los Juegos Panamericanos, competidores de canotaje, equitación, incluso surf, jóvenes cuyos colegios están altamente equipados o tienen los recursos de sobra para poder entrenarse y llegar a ser atletas de alto rendimiento sin ningún obstáculo más que sus propias convicciones. Pero en la realidad ―porque aquella esfera cristalina del dinero es falsedad a cada paso― la vida de los deportistas en México no es la de los privilegios, la facilidad de pagar un entrenador, conseguir acceso a instalaciones adecuadas, menos aún si se trata de competidores con alguna discapacidad.

Mi nombre es Guadalupe Rossana Guzmán Vilchis, nací un 31 de diciembre de 1988 en la Ciudad de México. Rossana vio la luz por primera vez en un país donde los servicios médicos exudan carencias, ética dudosa y empatía casi nula. Yo, al nacer, tuve una asfixia severa por negligencia médica, lo que me causó secuelas de parálisis cerebral. Mis primeros años de vida estuve en rehabilitación física y, afortunadamente, mis padres ―que son profesores, ahora jubilados―, estuvieron muy al cuidado de mi desarrollo físico y mental. Desde niña me ha gustado el deporte y siempre he hecho ejercicio como rehabilitación. Leer más