Por Jesús Reyes[1]
“Ánimo mi gente, ánimo y potencia
ánimo mi barrio, ánimo delincuencia
ánimo mi sangre, ánimo y conciencia
ánimo mi banda, ánimo delincuencia”
Ánimo Delincuencia-Molotov
En la actualidad, la gente se manifiesta para exigir sus derechos, para hacer visible su inconformidad ante un sistema que solamente nos exprime día con día, donde los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez tienen menos oportunidades, un sistema donde cada día tienes que trabajar más para poder tener un plato de comida en tu mesa, donde el racismo, la xenofobia, la homofobia y la discriminación de género se viven día con día, sin tregua alguna. Ante este panorama, los derechos no se exigen con estirar la mano, ahora se ganan levantando el puño.
No sólo ellos, la clase privilegiada, tienen la culpa, también nosotros, pues no puedes exigir un cambio inmediato si no comienzas desde lo más pequeño que es tu persona, tu casa, tu comunidad, y aunque muchos piensan que fue toda la culpa del pueblo el panorama de desigualdad e injusticia que vivimos, el pueblo no tiene la culpa de que año con año nos den falsas promesas llenas de esperanza, no puedes culpar a aquellos que a diario han luchado por mantener a su familia adelante, por chingarle más de 12 horas sólo para tener un peso en el bolsillo. Sí, puede que hayamos entregado nuestro país a alguien que se ha equivocado, pero todo allá arriba no es como lo pintan, este país no es democrático, este país es dirigido por un red de ladrones y asesinos que cada elección mueven las piezas para que gane el mejor postor, nada nuevo. Deberíamos, entonces, comenzar a reflexionar si realmente vale la pena seguir callado ante este sistema que cada día nos está matando.
Día tras día, vivimos momentos más difíciles, pero sólo vemos cómo los “medios de comunicación” comerciales nos muestran únicamente una pequeña parte de lo que en realidad está pasando, incluso, ellos mismos crean una cortina de humo para que los altos mandos se muevan entre las sombras, mientras que afuera la violencia, la corrupción y la desigualdad están presentes cada segundo, creciendo más y más.
Pasan los años y se repite la misma historia, la autoridad nos reprime, nos mata, nos desaparece, mientras su principal objetivo es olvidado y son corrompidos por las almas corruptas que están arriba, ellos que debieran protegernos y garantizar nuestra seguridad ahora son nuestro peor enemigo en las calles. Nunca se sabe en quién confiar, podrías ser ayudado en un segundo o en ese mismo segundo desaparecer para jamás regresar a casa.
Éste es México, el país donde puedes encontrar belleza en medio de lo caótico, un país que desgraciadamente fue corrompido por las personas más detestables del mundo: Los ladrones de guante blanco. Mi México lindo y querido.
Solamente nos queda alzar la voz por aquellos que murieron por nuestros derechos, aquellos que desaparecieron por querer darnos una mejor educación, aquellos que murieron en las manos de la autoridad abusiva, por todos ellos, por nosotros, por nuestro país.
- Toda mi vida he vivido en un barrio que se caracteriza por ser uno de los más peligrosos de la CDMX, esto me ha enseñado a observar cómo la desigualdad y la violencia siempre han formado parte de este país, vivir aquí me ha hecho desarrollar un pensamiento autocritico basado en lo que he vivido durante años, nunca he estado a favor de ningún partido político y seguiré manteniendo mi ideal hasta el día que alguien realmente bueno llegue. ↑
Interesante reflexión. Me llama la atención que, como individuos se adjudica una responsabilidad, basada en los pequeños cambios, pero como pueblo se exime de ella, bajo el argumento del mantenimiento familiar. ¿Habrá una contradicción en esto por parte del autor?
Por otra parte, agradezco la recomendación musical que acompaña esta opinión. La escuché mientras leía este artículo.
Creo que unas de las partes mas interesantes que le falto al autor es el hecho de que muchas veces «barrio», el «pueblo» pueden llegar a ser incluso mas mal que «los privilegiados», ya que no se nos olvide que la mentalidad de el mexicano promedio es: «Chinga lo mas que puedas, sin que te chinguen».
Recomiendo leer «La mexicanidad por Octavio paz » «Hijos de la chingada y la Malinche»
Y no creo que hay una consistencia en su argumento, con respecto a las clases sociales, y los movimientos sociales que se están presentando en la actualidad ya que esto no es un movimiento de una «minoría privilegiada» o una «mayoría explotada», si no de un conjunto llamado México.
Bajo los argumentos anteriores y la forma de maneja esa dualidad entre el bien y el mal, entre el rico y el pobre, ¿será que el autor se considera parte de esa dualidad ?