Por Yessika María Rengifo Castillo[1]
La única perspectiva que podemos adoptar
cuando pensamos en nuestras vidas es la del recuerdo.
Daniel Kehlmann[1]
Los altos índices de homicidios a líderes sociales siguen siendo un pan de cada día en Latinoamérica, a tal punto que encontramos un abanico de textos que intentan especificar el fenómeno violento de la extinción de los agentes sociales, pero no hay aún claridad sobre estos patrones que son eje de sus asesinatos o atentados en contra de sus vidas.
Sin embargo, la circulación de sus ideas o pensamientos en plazas públicas y privadas en favor de los derechos de una comunidad podrían ser el problema. Lo anterior en razón de que si bien pensar ha sido instaurado como un derecho que tienen los seres humanos frente a entornos locales y globales, parece que el despertar del pensamiento en poblaciones sometidas resulta un inconveniente para quienes detentan el poder económico y se han apropiado de los recursos de las comunidades. Aquí es importante recordar, entonces, que los líderes sociales acuden a discursos o narrativas que cautivan a sus espectadores, tal como lo señalan Vásquez, Iñiguez y Cabruja (2000):
En efecto, tratar de buscar el verdadero significado de la palabra narrativa reduce la noción y le resta su capacidad de elemento de articulación y producción de sentido en los discursos. Parece más oportuno interrogarse por lo que las personas hacen, qué efectos tratan de producir al utilizar narraciones y qué papel desempeña la narrativa en sus relaciones.
Lo anterior indica que el papel de un líder social en Latinoamérica puede llegar a ser claro y, por ende, presenta múltiples definiciones en función de su actuar dentro de una comunidad o una lucha. En una de tantas definiciones se nos dice que:
Un hombre sólo puede liderar cuando los demás lo aceptan como líder, y tiene sólo la autoridad que le dan sus súbditos. Las ideas más brillantes del mundo no podrán salvar tu reino si nadie las escucha[2].
Otros aportes valiosos a esas definiciones son los que presenta la Universidad Nacional de Colombia (2018):
Los líderes y lideresas sociales son el alma de los territorios, son el faro de sus comunidades, son fuente de democracia. Son germen de saber ancestral, hacen parte del cordón umbilical con la tierra…son la esperanza de paz en la coyuntura histórica que vive Colombia. Esos hombres y mujeres son esto y mucho más (…) su inmenso sacrificio, no lo perdonará la Historia. (p. 8)
Un líder o lideresa social es una persona que cuenta con reconocimiento de su comunidad por conducir, coordinar o apoyar procesos o actividades de carácter colectivo que afectan positivamente la vida de su comunidad, mejoran y dignifican sus condiciones de vida o construyen tejido social. (p. 8)
De estas circunstancias se desprende el hecho de que un líder social se convierta en un agente indispensable de los cambios sociales. Cambios que desafortunadamente han ido acompañados en muchas ocasiones con sus vidas, pero que aun así logran que los menos favorecidos tengan un espacio de dignidad ante la incomodidad de grupos al margen de la ley o entes gubernamentales.
Algunos de los países más amenazados con esa problemática son Colombia, México, Perú y Ecuador, quienes en el año 2021 evidenciaron un índice del 70% de líderes sociales asesinados por factores de recursos naturales, protección a minorías étnicas o periodistas develando sucesos de corrupción. Porcentaje que sigue doliendo al recordar que pensar es un derecho garante de todos los mecanismos de protección. Tal es así que el Ministerio del Interior en Colombia estableció El Plan de Acción Oportuna de Prevención y Protección Para Líderes Sociales, Líderes Comunales, Defensores de Derechos Humanos,
y Periodistas (PAO, 2018), con el propósito de:
Brindar una respuesta a la necesidad de generar mayor seguridad y respaldo a quienes han asumido el liderazgo en la promoción y salvaguarda de los derechos humanos, así como dar cumplimiento a las obligaciones establecidas en los instrumentos jurídicos internacionales vinculantes. (p. 3)
Lo cierto es que no ha sido suficiente porque los asesinatos se incrementan, por ello, el llamado es a recordar y defender que pensar no puede ser un problema en pleno siglo XXI, permeado de avances científicos, pero en franco retroceso humano que sigue desencantando la destrucción de la naturaleza y de las minorías en resistencia. Lo ideal sería entonces que pensar fuera el camino, entendiendo que:
El camino es aquietar la mente e inducirla a que se mire a sí misma de manera realista. Una mente madura, equilibrada y que aprenda a perder. Una mente humilde, pero no atontada. Una mente abierta al mundo, vigorosa y con los pies en la tierra[3].
Bibliografía.
Vázquez, Félix; Íñiguez, Lupicinio; Cabruja, Teresa. (2000). Cómo construimos el mundo: relativismo, espacios de relación y narratividad. Girona: Universitat de Girona.
Universidad Nacional de Colombia. (2018). ¿Cuáles son los Patrones? Recuperado
el 7 de Agosto de 2021, de Asesinatos de Líderes Sociales en el Post Acuerdo:
https://www.cinep.org.co/publicaciones/es/producto/cuales-son-los-patrones-asesinatos-
de-lideres-sociales-en-el-post-acuerdo/
Cibergrafía
Imagen tomada de: https://es.123rf.com/photo_67266461_ilustraci%C3%B3n-de-un-cerebro-aislado-con-un-arma.html
[1]Escritor, novelista, ensayista, dramaturgo y profesor alemán, autor de «La noche del ilusionista» (1997), «Yo y Kaminski» (2003), «La medición del mundo» (2005), «Fama» (2009) y «F» (2013).
[2] Brandon Sanderson, escritor estadounidense de fantasía y ciencia ficción. Él es conocido por ser el creador del universo Cosmere, en el que suceden la mayoría de sus novelas de fantasía (más notablemente, la serie Nacidos de la Bruma y El Archivo de las Tormentas).
[3] Walter Riso, escritor y psicólogo especialista en Terapia Cognitiva, de origen italiano y nacionalidad argentina, autor de «Cuestión de dignidad» (2001), «¿Amar o depender?» (2003), «Pensar bien, sentirse bien» (2008), «Los límites del amor» (2012), «Enamórate de ti» (2012) y «Deshojando Margaritas» (2016).