No p’s cucurucu

Propuesta de un nuevo paradigma

Por Luis Manríquez Zepeda

Introducción

El presente trabajo es un conjunto de 4 ensayos que sirven para emitir la siguiente tesis: “La humanidad está para trabajar junto con la naturaleza en la continuidad de la vida”. Para que se entiendan un poco los orígenes de esta idea, quisiera presumir que la humanidad sabe sobre las maravillas de la inmensidad astronómica del universo, así como de la desafortunada instantaneidad de nuestras vidas. Una reflexión profunda alrededor de estas ideas constituye, para mí, una dualidad, en primera instancia, de mucho orgullo y felicidad tras aprender sobre las ciencias, las artes, las hazañas deportivas y las historias que la humanidad ha venido construyendo; y por otro lado, la tristeza derivada de vivir entre grandes desgracias, injusticias y la gran vulnerabilidad social; porque con todos nuestros esfuerzos no vemos un mejor mañana. Permítanme aclarar mi punto por medio de las siguientes preguntas retóricas ¿Cómo detener la violencia en el mundo?, ¿Para qué tenemos que morir?, ¿Cómo luchar contra tanta desigualdad social?, ¿Qué hace a un humano mejor?, estas son algunas de las preguntas que rondaron en mi cabeza mientras construía este trabajo, que por cierto, considero la fuente de un nuevo paradigma.
En los primero intentos que hice por darme respuesta a los hechos mencionados, propuse que la solución estaría en reforzar la cultura de la independencia económica y favorecer la formación de pueblos autosustentados, que no tengan que depender subordinados a otros pueblos, pero rápidamente caí en la cuenta de que primero requerimos de cambios profundos en nuestra idiosincrasia, los cuales son imposibles de darse en un marco de paradigmas que se retroalimentan y autojustifican; concluí, así, que necesitamos reorientar nuestras intenciones humanas antes que cualquier cosa, pues de lo contrario, no importa lo que hagamos, sólo seremos parte de un ciclo histórico más de recaídas sociales.

En el primer ensayo, “Garras y Colmillos Humanos”, se expone una característica de la humanidad relacionada a su capacidad de aprender y poder reconfigurarse a sí misma. En el segundo ensayo, “La Razón de la Humanidad en la Tierra”, se explicará el núcleo principal de este trabajo, donde se dota a la humanidad y a cada persona de una misión implícita en la vida y una función en el ecosistema. En el tercer ensayo, “El Artificio de la Conciencia”, se habla sobre la posible artificialidad de nuestra conciencia y su conexión con una empatía con los demás seres vivientes. En el cuarto ensayo se explica cómo los tres ensayos anteriores se pueden configurar un solo paradigma y se ahonda un poco sobre su implementación y las tareas de mantenimiento que hay que realizar periódicamente para actualizarlo.

“No p’s cucurrucu” es una onomatopeya del sonido que emiten las palomas y es equivalente a expresiones como “no pus wuau dijo el perro” o “creo se te zafó un tornillo amigo”, haciendo alusión a que lo que aquí se expresa puede sonar no tan convincente o incluso un poco loco, por lo que terminarás diciendo, para llevar las cosas con calma, “No p’s cucurrucu”.

 

Garras y Colmillos Humanos

En este ensayo se propone una visión alterna al significado de la educación en la vida del hombre, se intenta compaginar las destrezas humanas con las capacidades de adaptación en otros seres vivientes en un solo modelo en el que la formación de un ser humano se vale de dos fases: su gestación en el vientre materno y su formación intelectual.

La educación es una de las grandes tareas en las que uno piensa cuando se habla de profesiones, es una práctica tan antigua como la humanidad misma. La misma experiencia que viven padres e hijos es una forma de educación, los infantes de manera muy natural siempre quieren hacer lo que hacen los adultos, la juventud siempre está ansiosa de hacer aprendizajes o experiencias y los seres humanos maduros siempre mantienen ese placer por transmitir sus experiencias o perfeccionarse en sus saberes. De una u otra manera, el binomio enseñanza-aprendizaje es una característica humana y quizás esté integrada a nuestro ser más de lo que asumimos, por lo que se podría sugerir que se está desestimando la relevancia de una buena educación en nuestra sociedad. El aprendizaje es importante porque nos capacita para enfrentar un mundo, resolver los problemas de la vida diaria; simplemente se trata de estar adaptado para sobrevivir.
Traslademos estas ideas a un contexto diferente, cuando un insecto da vida a su progenie, estos animalitos ya cuentan con toda la información necesaria para sobrevivir, tan así es que en algunos casos no existe ningún periodo de enseñanza-aprendizaje entre padres-insecto e hijos-insecto, pero de alguna manera resulta que un insecto sabe cómo sobrevivir y en algunos casos incluso nos dan majestuosas muestras de creatividad y habilidad (pienso en el caso de las arañas). Al ser estos comportamientos innatos se puede inferir que las habilidades deben ser un conocimiento integrado en el ser mismo, en este punto podemos aceptar con mediana tranquilidad que los genes son los responsables de instruir al ser en sus respuestas. En animales un poco más dotados de masa cerebral se pueden apreciar fenómenos de estímulo-comportamiento parecidos o incluso más complejos, por ejemplo, en las aves se observa que instintivamente aprenden a volar y a hacer el cortejo, además, resulta que aprenden dónde está la comida, cómo regresar a su nido o, incluso, dan muestras de habilidades aritméticas. Pudieran parecer tontas estas “evidencias” pero ¿no son esta clase de comportamientos útiles para sobrevivir?. En el caso más extremo y claro, podemos hacer mención de los simios que aparte de sus comportamientos instintivos naturales, también llegan a aprender por observación trucos para abrir frutos, resolver rompecabezas y hasta a fabricar herramientas. En el libro “El mono desnudo”, Morris nos hace notar las diferencias fisiológicas de la evolución entre primates y seres humanos y destaca el hecho de que el cerebro de un simio tarda en alcanzar su madurez un tiempo de seis meses, mientras que en seres humanos esta madurez fisiológica llega a prolongarse hasta la avanzada edad de 23 años. En el caso de los humanos, esto no significa que después de esa edad perdamos la capacidad de aprender, es sólo un indicador de que somos diferentes en cuanto a nuestras capacidades cerebrales. Al parecer, en el humano las capacidades de aprendizaje y razonamiento son muy elevadas comparadas con respecto a las de cualquier otro ser viviente sobre la tierra. Pero esto, lejos de ser una ventaja pronosticada a nuestro favor, es más bien una vulnerabilidad, ya que mientras muchos seres vivientes sólo requieren un corto o nulo periodo de aprendizaje, nosotros, los seres humanos, requerimos tiempos de preparación abismalmente amplios. Es decir, ¿qué significa el aprendizaje? aprendemos para estar adaptados a la sociedad en la que tenemos que desenvolvernos, para saber cómo ganarnos el pan, para no cruzar la calle cuando el semáforo está en verde (o para saber qué precauciones tomar si decides hacerlo). Pongamos por ejemplo el caso de un joven que pudiera vivir de la carpintería, éste requeriría por lo menos un par de años para hacerse del conocimiento y la experiencia suficiente para desempeñarse adecuadamente, esto sin mencionar todos los pormenores referentes a cuestiones de estética, diseño, comercialización, procesos productivos, leer y escribir. Obviamente, para la humanidad, la educación general requiere muchos más conocimientos que los enumerados para llegar a ser carpintero, debemos saber sobre arte, matemática, filosofía, política, música, nacionalismo, ciencias, deportes, nutrición, convivencia, y eso únicamente para encabezar una extensa lista de conocimientos que nos capacitan para trabajar, para evaluar correctamente nuestras condiciones de vida, para prevenir la subsistencia a mediano y largo plazo, desempeñarnos con eficiencia en nuestros trabajos, cuidar nuestra salud, etc., “quizás entender nuestro papel en este mundo”. En este sentido, resulta plausible considerar que la gestación humana no acaba una vez nacidos, sino que se prolonga hasta que se adquieren los conocimientos y habilidades necesarias para sobrevivir a la época que nos tocó enfrentar. Si todo lo anterior fuera medianamente tomado como cierto, se desprende inmediatamente la crítica sobre si la responsabilidad social sobre la educación de las nuevas generaciones es tan importante que sería un crimen de lesa humanidad no preparar adecuadamente a los infantes, ya que de no hacerlo los estamos dejando desprovistos, inválidos o en sufrimiento latente al tener que vivir una vida insípida, indigna y por debajo del pleno alcance de sus potencialidades, esto todavía sin haber hecho mención de la inseguridad social y la pobreza económica en la que estarían inmersos.

Conclusión.
Se propone que nosotros los seres humanos dependemos de la educación transmitida por medio del binomio alumno-maestro para subsistir en las condiciones actuales. Por lo que la dependencia a la educación llega a ser de un nivel biológico, de modo que la educación representa para nosotros una segunda fase de gestación en la que se adquieren las capacidades y conocimientos necesarios para vivir en sociedad. Por lo que descuidar esta fase, así como manipularla para someter o predeterminar al ser humano para realizar acciones contrarias a su propio beneficio y al de la sociedad, deberían ser acciones calificadas como un crimen de lesa humanidad. Es por ello que resulta una gran responsabilidad planear y llevar a cabo de la mejor manera la tarea de enseñar.

La Misión de la Humanidad

¿Estamos aquí sólo como el resultado de las interacciones físicas, químicas y biológicas de la materia? como termina diciendo Oparin, en el Origen de la Vida, ¿Tiene sentido que entre millones de especies irracionales, un espécimen en particular sea capaz de pensar y razonar infinitamente de tal modo que seamos la cúspide de la evolución?, ante esta ambición, Lakatos da la receta de que busquemos las contradicciones de estas ideas, y Ockham que busquemos la explicación más sencilla, y comencemos por preguntar ¿qué tal si ni estamos en la cúspide de nada y ni somos infinitamente listos? sino que, por el contrario, somos la base de algo más grande, sabemos lo que necesitamos saber y en realidad somos algo bien planeado y con un objetivo.
La naturaleza nos muestra innumerables pruebas de su versatilidad para resolver problemas. Por ejemplo, los osos polares que visten de un bello adaptado para absorber la luz solar de manera eficiente; los gusanos tubícolas que son capaces de vivir sin ningún uso de los recursos de la superficie terrestre y la simbiosis fúngica que, por decir poco, parece sacada de una película de ciencia ficción, pero que ha permitido a dos especies vulnerables adaptarse a sobrevivir en condiciones extremas. Sirvan estos ejemplos para sensibilizarnos respecto al poder y versatilidad de la naturaleza, así como para ir visualizando el interés y el poder de la naturaleza para experimentar con la vida, en particular, reconozcamos los fenómenos de la evolución, la biodiversidad, la formación de ecosistemas y la inteligencia.

Una evidencia es que la evolución siempre ha denotado ser compartida por varios, es decir, si durante un cierto periodo una especie sufre un encogimiento de tamaño, por ejemplo el mamut que es ancestro de los paquidermos, entonces, también muchas otras especies se reajustan; otro caso es cuando las criaturas de la naturaleza comenzaron a poblar la superficie y los cielos, este fenómeno lo reprodujeron varias especies diferentes, es el caso de las aves y los murciélagos que son especies diferentes que vuelan, o como las tortugas y los armadillos que son parte de familias diferentes, pero que evolucionaron con en el modelo de acorazados. Las especies buscan adaptarse a las condiciones actuales de supervivencia y la solución, cualquiera que ésta sea, la naturaleza se encarga de implementarla en cada espécimen que la requiera. La contradicción es que si el modelo de especie con súper inteligencia es el correcto para garantizar la supervivencia, ¿por qué la naturaleza no lo ha vuelto a implementar? somos la única especie con poder de razonamiento.

Por otra parte, vemos que las interacciones entre las diferentes especies tienden a equilibrar sus fuerzas, de modo que los múltiples seres vivientes suelen formar ecosistemas (a veces muy complejos y delicados). En la naturaleza no hay ningún espécimen que se anteponga drásticamente por sobre otro, lo que se intenta decir es que el excedente poblacional de un espécimen deriva en un desequilibrio ecológico que, a su vez, deriva en una merma del alimento de estos individuos y que, así mismo, deriva en la diezma del espécimen supuestamente predominante, de tal modo que, mediante mecanismos de este tipo, los ecosistemas tienden a su estabilización. La contradicción es que el ser humano parece estar libre de este fenómeno.
Es raro que seamos la única especie con poder de razonamiento. Igual que muchas otras especies, llevamos millones de años evolucionando hasta lo que somos, durante este tiempo, bien pudo haber otros especímenes que desarrollaran un cerebro como el nuestro, pero no los hay. Las causas pueden ser muchas. Es bien sabido que somos una especie pariente de los primates, es decir, sí somos parte de esta naturaleza, además hay mucha evidencia de que nuestras capacidades de memorización las han implementado muchas otras especies, que la habilidad para resolver puzzles también la poseen aves y otros primates, los algoritmos de resolución de problemas por ensayo y error no son exclusivos de las habilidades humanas, incluso, hay en la teoría algunas propuestas sobre la demostración de habilidades aritméticas en abejas. Todo esto nos pone a pensar que la naturaleza ha estado trabajando sobre nuestras especialidades (memoria e inteligencia) desde mucho tiempo atrás, que las habilidades que etiquetamos como las de un ser inteligente no nacieron con nosotros, que además las compartimos en mayor o menor medida con otras especies. Todo esto para decir que somos obra de la naturaleza (no sé cómo decir que veo en esto una contradicción).

Ahora bien; la naturaleza es evolutiva, ha hecho su obra a lo largo de millones de años y en su proceder se sabe que ha sufrido de lo que se conoce como diezmas (en palabras del libro la vida maravillosa de Gould); al respecto, tenemos que reconocer que la vida es muy sensible, una ligera variación en el clima, una catástrofe cósmica o un desastre geológico bastan para arruinar millones de años de trabajo evolutivo. La naturaleza es muy paciente, ¿o no?. Es aquí donde creo que adquieren significado las contradicciones del ser humano, porque los mecanismos de la naturaleza no pueden evitar extinciones masivas, al menos no en un tiempo prudente; la naturaleza, tras millones de años, se percata de su incapacidad para preservar su obra (la vida en forma de ecosistemas), por lo que para resolver el problema crea un espécimen que pueda reaccionar de manera pronta y expedita a las emergencias que pongan en riesgo a la naturaleza, así como que pueda planear a largo plazo las defensas y estrategias para la preservación y protección de la vida. Esta explicación sencilla, en estos momentos, podría dar luz al porqué y al qué hacer humano, pienso yo. Todas las contradicciones se resuelven, puesto que nuestro fin sería muy específico, como sucede con los osos de agua, cuyo fin es preparar el terreno para que otras especies empiecen a poblar un lugar, o los hongos productores de penicilina, que contribuyen a evitar la expansión descontrolada de bacterias; la naturaleza, entonces, no considera que el poder de razonamiento humano sea tan necesario para la supervivencia, por mencionar algo, las plantas no necesitan de una sola neurona y son capaces de sobrevivir en condiciones en que un humano no podría, es más, quizás resulten demasiado caras nuestras habilidades con respecto a lo que devolvemos al súper ecosistema mundial y, quizás, el compartir la solución de súper inteligencia con otros especímenes derivaría en otra competencia de especies costosa y sin ningún otro beneficio para la vida, es decir, para otras especies la competencia funciona puesto que es una forma de generar los intercambios y desplazamientos de materia y energía necesarios para hacer funcionar a los ecosistemas.

Conclusión
Las evidencias y las contradicciones, al menos en el estado en el que se encuentran hoy en día, sugieren que la especie humana en realidad sí forma parte de los ecosistemas. Por tanto, su función es la de resolver los problemas que la naturaleza, por cuestiones de prontitud, no puede resolver, entonces, la humanidad se ve obligada a atenderlos como parte de su visión por preservar la vida. Así, la especie humana tiene una función en los ecosistemas, que es fungir como protectora de la vida ante situaciones muy adversas.

El Artificio de la Conciencia

Se pretende, en este ensayo, hacer una reflexión sobre la interpretación de lo que nombramos conciencia, así como considerar la posibilidad de que esta conciencia sea sólo una función fisiológica, y preguntarnos si ésta es común a otros seres vivos.

Los seres humanos creemos que la conciencia es una característica exclusivamente humana. Esto está basado en cuestiones muy hechas a la medida, los humanos compartimos con otros humanos muchas necesidades y funciones, entre éstas, la comunicación, de modo que podemos ponernos de acuerdo y corroborar la experiencia de existencia común a todo ser humano y le nombramos conciencia. Sin evidencia en contra, afirmamos que el resto de los seres vivientes no cuentan con esta característica, porque en principio no podemos preguntarles sobre su sentimiento de existencia. Hágase el siguiente ejercicio e imagínese la vida de una mosca, valore el gran esfuerzo que hace para ganarse la vida, vuela en un inmenso universo buscando cumplir con sus funciones biológicas, curiosea por todos lados y se aleja de quienes la quieren aplastar, digamos que ésta hace cosas de mosca. En éste sentido, el ser humano no es muy diferente; se lanza a enfrentar un mundo en busca de ganarse la vida, cumple con sus obligaciones, sin embargo, no está exento de peligros, por lo que es mejor que se aleje de los problemas; sin ninguna duda, sobre su conciencia afirmamos que hace cosas de humano. Si extrapolamos con imaginación estas comparaciones se puede llegar a la pregunta de si las acciones de las moscas están respaldadas por algo más que la creencia de que actúan como si fueran animales irracionales, es decir, preguntar si existe en una mosca una conciencia. Desafortunadamente cualquier afirmación tajante al respecto siempre será una respuesta incompleta por el simple hecho de no poder ponernos en las alas de una mosca, lo más próximo siempre será una comparación con lo que los seres humanos comprendemos, lo cual no necesariamente funciona igual en el mundo de las moscas que en el de los humanos, es decir, quizás las razones de las moscas sean diferentes a las razones de los humanos. ¿Cómo saber si para la mosca es un gran placer, honor o dicha ser mosca, así como que todas sus acciones estén perfectamente justificadas?. Ahora bien, si vistieran a un humano de mosca y lo observaran a la lejanía (tal como se describe en La Hormiga de Gálvez) ¿no podría pensarse que éste actúa similar a un insecto que sale todos los días a buscar su alimento, curiosea entrando y saliendo de edificios y hace lo que puede por evadir el peligro?. En una visión un tanto humilde e inclusiva, quizás podríamos aceptar que las moscas tienen una conciencia de mosca (hecha a su medida) y el humano tiene una conciencia de humano (hecha a su medida).

Tengo otros dos pensamiento para reforzar este tema, que aunque llegan a parecer de ciencia ficción, creo que debemos considerarlos para entender lo que trato de decir: a) Supongamos que la reflexión es en sentido inverso y que son las moscas las que se preguntan si son otros los seres irracionales y éstas están tratando de encontrar una forma de conciencia en ellos (recuérdese que hay moscas que nos fastidian con sus zumbidos a pesar de que las intentamos alejar). De nuevo, creo que es una cuestión de entendimiento respecto a los objetivos de seres que viven en planos distintos. b) ¿Por qué no preguntarnos si éste juego es parte de algo más macabro y que en realidad ningún ser vivo tiene conciencia y que lo que nosotros los humanos y otros seres llamamos conciencia es en realidad el producto de una función fisiológica? Esto tendría que ver con alguna necesidad natural para optimizar nuestras funciones biológicas o quizás para dar control al ejército de células que nos constituyen; para así valorar con seriedad cuidarnos de los peligros sin mayor explicación, trabajar todos los días para ganarnos la comida o darle significado a toda nuestra realidad y no sentir un efecto de rechazo o artificialidad, es decir, es antinatural dejar de considerar nuestra existencia como algo único, por eso una conciencia logra que demos nuestro mayor esfuerzo por la vida.

En realidad, estos argumentos son para introducirnos en el tema de la empatía con otros seres vivientes, pues pudimos haber nacido en las alas de una mosca o en las ramas de un árbol. Además, en el perfecto equilibrio de nuestras potencialidades humanas caben todas estas cuestiones que, bien cabe aclarar, ya se irán resolviendo en el futuro, aunque hoy son dudas razonables que hay que tener y considerar, pues es así como curioseamos los humanos.

Conclusión
La evidencia aquí presentada es para poner en tela de juicio nuestras concepciones sobre lo que nombramos conciencia y abrir la posibilidad de dar por lo menos un voto de confianza respecto a la existencia de una conciencia (a la medida) en otros seres vivientes. Se podría proponer que la intención es hacer crecer la empatía humana hacía el resto de los seres humanos y hacia otros seres vivientes y preguntar ¿qué implicaciones tiene esta ideología?. También, se podría decir que los parecidos entre cualquier forma de vida y el de la especie humana encuentran más similitudes al ver aquello que llamamos conciencia bien podría ser sólo una función fisiológica, así, entonces, y por las tantas coincidencias en cosas simples con otras formas de vida, la pregunta que se sugiere tener en mente es ¿cómo negársele a otros seres un estado de conciencia por lo menos a su medida?.

Presentación del Paradigma

Garras y Colmillos Humanos, La Misión de la Humanidad en la Tierra y El Artificio de la Conciencia son hasta el momento los elementos con los que cuenta este paradigma, aquí se intentará dar un cierre al núcleo del trabajo y una descripción de su implementación, alcance y mantenimiento futuro.

El pleno entendimiento y aceptación del ensayo Garras y Colmillos Humanos nos conduce de manera obligada a preguntarnos sobre múltiples dilemas en el área de la educación que requieren, en mayor o menor medida, de un objetivo. Uno posible, y a mi parecer muy probable, se describe en el ensayo La Misión de la Humanidad en la Tierra, en éste se nos invita a reflexionar sobre la historia de la vida en la tierra y las peculiaridades de la naturaleza, pero sobre todo a considerar un papel para la humanidad en el ecosistema. Finalmente, como nada nos obliga a abandonar nuestra cómoda posición como especie dominante» y, por lo tanto, a aceptar nuestra función en la naturaleza, propongo considerar el ensayo El Artificio de la Conciencia, donde se nos dan argumentos suficientes para vernos comprometidos a sentir empatía para con otras formas de vida, lo que nos lleva a valorar la vida de otras personas y otros seres con la dignidad y respeto que quisiéramos para nosotros. Es así que creo firmemente que estos tres ensayos nos dicen que los humanos somos criaturas de la naturaleza con igual valor e importancia como cualquier otro ser viviente, y que igual que todos los demás animales y plantas que cumplen una labor en el ecosistemas nosotros también tenemos una; somos, pues, la respuesta de la naturaleza ante adversidades que ésta no puede resolver, contamos con grandes capacidades intelectuales porque son necesarias para nuestra labor en el mundo. Así, en un resumen corto, se podría decir que trabajamos junto con la naturaleza en la continuidad de la vida.

Por el momento, la meta de este paradigma es dar un vistazo a una posible reinterpretación de la realidad humana que conlleve a una transición natural hacia un cambio en nuestra visión y objetivos en la vida en lo personal y en lo social. Para especificar esto último, busco crear el factor de unión que nos guíe como sociedad en un fin común, nos aleje de las ambiciones humanas vulgares y nos ponga en el camino correcto del uso de nuestras potencialidades, por lo menos que nos aleje de prejuicios y vicios humanos, como la violencia, el odio, la discriminación, el abuso del poder, la ignorancia y en algún momento reconocer el hecho de que somos parte de un ecosistema en el que nuestro papel es el de proteger a la naturaleza por sobre todas las cosas.

Resulta complicado para mí llevar al siguiente nivel este trabajo, y es obvio puesto que nuestras mentes son el producto de los paradigmas actuales. Sin embargo, estas condiciones cambiarán con el tiempo, por lo que los resultados aquí presentados son, a lo mucho, una respuesta al problema local en el espacio y el tiempo. El modelo, entonces, no niega las modificaciones y reinterpretaciones que pudieran hacer las nuevas generaciones, para lo cual sugiero la estrategia de exprimir la información recolectada en libros de divulgación que hablen sobre el funcionamiento de la vida, la realidad física, el universo, la historia y, sobre todo, mantenerse activos mentalmente a manera de ejercicio de rutina.

La implementación actual del paradigma es muy suave, no requiere dañar los actuales sistemas socio-económicos (hay que reconocer que éstos llevan mucho tiempo madurando y perfeccionándose para ser lo menos nocivos a simple vista). Por el momento, el paradigma sólo exige que: a) haya una reestructuración seria en el modelo educativo a manera de considerar a los nuevos humanos como los que tomarán la batuta del control de lo que pase en el mundo futuro y que para ello debemos dejarlos lo mejor preparados para ser fuertes, sabios y autosuficientes; b) la atención de los problemas medioambientales no debe ser visto de manera pasiva, con estrategias de prevención, pues nuestra tarea no se limita a prevenir, sino a actuar y resolver lo que la naturaleza requiera, es decir, asumiendo que hay un cambio climático por nuestra culpa o por la razón que sea, nuestra obligación es salvar a cuanto elefante, abedul o cucaracha podamos. Además, aunque suene prematuro, quizás debamos plantear planes a largo plazo. c) Se debe entender que cada ser humano cumple con la misma función protectora, por lo que resulta que entre más seamos, mejor, e importa apoyar a todo ser humano que lo requiera para así acelerar la llegada de nuestra ayuda hacia otros seres de la naturaleza (por ejemplo, volteando las cochinillas que accidentalmente quedaron volteadas patas arriba). Creo que estas son las cuestiones más importantes que nuestra sociedad actual puede tomar en cuenta del paradigma sin tener que modificar en nada nuestras actividades, pero sí con la ganancia de una guía y agenda en el quehacer humano.

Conclusión
Los ensayos aquí presentados son una nueva interpretación sobre la realidad de la humanidad y constituyen la base de este nuevo paradigma, cuyo enunciado corto dice que el objetivo de la humanidad es trabajar junto con la naturaleza en la continuidad de la vida. El paradigma es implementable sobre las estructuras paradigmáticas actuales. Su beneficio inmediato es la puesta en marcha de una conciencia colectiva en favor de la protección de la vida, los ecosistemas, la búsqueda seria de mejoras sociales que derivarían en la maximización de nuestras capacidades para ayudar a otros y a la naturaleza, en la mejora de la educación que sería otro medio que optimizaría nuestras funciones cuidadoras y protectoras, y un cambio en nuestra visión en lo personal y en lo social que busque superar la ignorancia, los prejuicios humanos y establecer nuevos ideales que nos ayuden a crear un mundo mejor.

Algunos libros que sirven de referencias e inspiracion

  • Desmond Morris (2004). El mono desnudo. Inglaterra: Debolsillo.
  • Akimushkin, I. (1973). A donde y como. Moscu: MIR.
  • Aranda, A. (1995) En la frontera de la vida: Los virus. México: Fondo de Cultura Económica.
  • Levi Peza, M. (1987). Por donde empezar. México: Gráficas Monte Alban.
  • Eduardo del Río (2004). La trukulenta historia del capitalismo. Grijalbo.
  • Eduardo del Río (1985). Filosofía para principiantes. Grijalbo.
  • Stephen Gould (1989). La vida maravillosa. Drakontos Bolsillo.
  • Kuhn, T. (1962). Estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica.
  • Shklovski, I. (1977). Universo Vida e Intelecto, Editorial MIR.
  • Gálvez, P. (1983). La hormiga. Grandes Éxitos Bolsillo.
  • Savater, F. (1996). El valor de educar. Ariel.
  • Fromm, E. (1959). El arte de amar. México: Ediciones Paidos Imérica.

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