Por Saúl Pérez Sandoval[1]
En este artículo se abordará un posible factor causante del incremento de la violencia intrafamiliar durante la pandemia, en particular en contra de las mujeres, adolescentes y niñas, ya que es la que más aumentó durante el confinamiento. Se tomará como referencia principal, la conferencia del Dr. Gerardo Ávalos (“Y cuando nos vacunaron, la estructura económica y sus formas sociales aún seguían ahí”), el libro del Dr. Rodrigo Parrini (Panópticos y laberintos. Subjetivación, deseo y corporalidad en una cárcel de hombres) y el libro de política y violencia. Aproximaciones desde la psicología social.
La articulación que se hará a continuación es un posible factor más del aumento de la violencia durante la pandemia, aunque no es el único, ni mucho menos quiere decir que esta forma en que se plantea sea la única, solo será una hipótesis. En primera instancia, se necesita saber que parte de la violencia se genera por diferentes factores como: el crimen organizado, las pandillas, que en muchos casos van ancladas con las drogas y armas; pero, sin dejar a un lado lo social, desde la socialización primaria que será la familia y la secundaria que se representa como lo externo a ella, por ejemplo, el trabajo. Esta segunda etapa no termina nunca, ya que el sujeto está ingresando constantemente a nuevos ámbitos de la esfera social, y se va a incorporar a nuevos códigos, valores y lenguajes utilizados en esa esfera parcial de la sociedad para adquirir un rol social e institucionalmente impuesto (Berger y Luckmann, 2001), por ello, serán factores determinantes para el sujeto. En ese sentido, estamos hablando de todo un imaginario social en el cual los hombres y las mujeres se van desarrollando desde su infancia.
A su vez, en Política y violencia, aproximaciones desde la psicología social se nos brinda una mirada distinta para entender la violencia. En la introducción, nos habla de que “la violencia no puede intentar responderse desde una sola vía (…) quizá se trate, como diría Borges, de un jardín de senderos que se bifurcan” (Falleti, V., et al., 2020: 10). Pero, de igual manera, debe estudiarse desde una posición histórica y contextual, por ende, y como ya se ha mencionado, no se trata de abarcar esa problemática con una mirada simplificada, sino desde su complejidad. La condición histórica de la violencia está repleta de luchas de resistencia en contra del sometimiento, y la función que tendría la psicología en su labor social sería hacer visibilizar e intentar disminuir la violencia que se establece en la sociedad, partiendo en primera instancia por el entendimiento del sujeto. (Falleti, V., et al., 2020).
“No existe, entonces, una sola visión válida pero sí objetivos concretos en cuanto a las indagatorias para poder pensar en nuevas herramientas para subvertir la violenta realidad del mundo actual” (Falleti, V., et al., 2020: 13).
Antes de continuar, vale la pena recordar que la violencia depende de varios factores, pero también puede existir miedo a denunciar, por las represalias que se puedan ejercer contra la víctima. Estamos hablando, entonces, de una realidad social que estaba desde antes de la pandemia, pero que estar en un contacto por más tiempo con los agresores agravó la situación. Adelanto que, cuando se habla de los hombres, en particular, se hace referencia a los que posiblemente crecieron en ambientes de violencia, cerca de pandillas juveniles, criminales o que estén empapados de ciertas ideologías que fomentan las conductas violentas, que, aunque también hay mujeres así, veremos que, por estadísticas, esto se presenta más en varones. Por lo que es necesario el trabajo que se realice con niños y niñas desde su primera infancia, para evitar este tipo de situaciones.
En la conferencia “Y cuando nos vacunaron, la estructura económica y sus formas sociales aún seguían ahí”, El Dr. Gerardo Ávalos Tenorio hizo la pregunta de cuál sí es el problema en la pandemia. Posteriormente respondió que el problema es que “los indicadores de violencia, de desigualdad y de pobreza han aumentado durante esta pandemia” (Ávalos, 2021). Y como se ha podido observar en las estadísticas e investigaciones sobre la desigualdad social y la pobreza durante la pandemia, en general, nos indican que sí ha aumentado considerablemente (Peñafiel-Chang, et al., 2020), pero como bien menciona Ávalos, la violencia tanto del narcotráfico como la intrafamiliar se acrecentó, pero en especial la violencia en contra de las mujeres.
Siguiendo esta línea, a continuación se expondrán datos de diferentes referencias que avalan dicho incremento. Según el periódico El Economista:
“La violencia contra las mujeres dentro (y fuera) de los hogares se ha profundizado durante el confinamiento por la emergencia sanitaria de Covid-19. Desde el inicio de la cuarentena se ha observado un mayor número de llamadas procedentes al 911 y las líneas alternas de denuncia de violencia doméstica. Además de las llamadas de emergencia, las búsquedas en Google relacionadas con las denuncias y la violencia en los hogares han alcanzado mayores niveles” (García, K., Rojas, V., 2020).
El periódico de la jornada menciona que:
“La violencia hacia las mujeres se incrementó 24 por ciento en el país durante la emergencia sanitaria por Covid-19, siendo niñas y adolescentes las víctimas en 81.6 por ciento de los casos, alertó la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, Nashieli Ramírez Hernández” (Gomez, L., 2021).
Incluso en países como Estados Unidos se registró un incremento en llamadas a servicios de emergencias, y en América Latina el panorama es similar (Pérez, S., 2021).
Ante esta alza en la violencia contra las mujeres, principalmente, Ávalos comentó que esto probablemente se deba a una relación entre la violencia y la tasa de desempleo que dejó la pandemia, haciendo que muchos hombres se quedaran sin trabajo y con una preocupación por no cumplir con su papel de proveedor en el hogar, ocasionando que tuvieran estrés, depresión, e incluso que algunos pudieran pensar en el suicidio. Para intentar acercarnos más a una posible respuesta, el Dr. Rodrigo Parrini Roses, en su libro titulado Panópticos y laberintos: subjetivación, deseo, y corporalidad en una cárcel de hombres, hizo una ardua investigación realizada en una cárcel ubicada al norte de la Ciudad de México.
En el capítulo tres Almas dóciles: configuración de la masculinidad, les pregunta a algunos internos el significado de ser hombre, y es ahí en donde se vislumbraron los efectos que ha tenido el encierro a partir de su significado de ser hombre y las nociones de masculinidad en el espacio carcelario; en general, las respuestas fueron: ser trabajador, tener una familia, ser responsable, tener cierto poder, ser agresivo, etcétera (Parrini, 2007). Pero, en especial, es la respuesta de un interno la hace que se establezca una muy estrecha relación entre el ser hombre y el trabajo, “indica que en la cárcel no se es hombre porque no se puede trabajar” (Parrini, 2007: 151).
Es así que, ante la situación de desempleo y encierro que supuso la pandemia por Covid 19, en la configuración de la masculinidad donde están presentes el poder, la agresividad, la responsabilidad y el trabajo, es posiblemente que se halle una respuesta al aumento de la violencia contra las mujeres durante la pandemia, porque desde un ideal de deber ser hombre, si se está desempleado se pierde la noción del papel que tendría que tener en la estructura familiar, que es tener trabajo para ser el principal proveedor. La falta de éste sería como perder el sentido de lo que les otorgaría su identidad en la sociedad, por lo que al perderlo existe una incertidumbre al sentirse inservibles, que unida al poder y la agresividad, halla su expresión física en la violencia contra las mujeres.
“En la tríada familia/trabajo/poder que se ha enunciado antes, el trabajo es el vector que permite vincular a la familia con el poder, posibilitando una posición subjetiva masculina. Si se le quita, menciona, no se es nada y sólo cabe el olvido” (Parrini, 2007: 151).
De esta forma, es posible plantear que el fenómeno que ocurre implica que si no se cumple con lo que se podría considerar “normal” en la sociedad para el rol de hombre, que es trabajar y llevar dinero al hogar —según la investigación de Parrini—, podría ser un factor desencadenante de violencia, ya que, al no cumplir con su función “correcta” como hombre de la casa, los varones estarían perdiendo el poder y los beneficios que brinda estar en esa posición.
Las siguientes preguntas me surgieron después de revisar estos capítulos del libro de Parrini y vincularlo con lo que mencionaba Ávalos sobre el aumento en la violencia intrafamiliar y su posible relación con el desempleo: ¿Un hombre sin trabajo se siente insuficiente por no cumplir con su papel de proveedor?, ¿Puede el hombre dedicarse a actividades domésticas y la mujer ser la proveedora, sin que exista conflicto de por medio?, ¿Qué pasa si la mujer gana más que el hombre en el hogar? ¿Existe rivalidad?, ¿Cómo se transforman los roles sociales impuestos?, ¿Quiénes fomentan dichos roles? Y ¿Qué consecuencias pueden traer las trasformaciones de los roles en la sociedad? Por lo que dejo la puerta abierta para que algún/a interesado/a pueda reflexionar, leer, debatir y adentrarse más en estas cuestiones.
Conclusión
Lo abordado en este artículo es solo un factor más que puede incrementar la violencia, pero como bien se revisó al inicio, la violencia es un problema multifactorial que abarca un contexto histórico, cultural, estructural e incluso familiar. Ya que la familia será el primer espacio en donde se van forjando y aprendiendo las conductas que se observen mediante la imitación. Por eso es de suma importancia alentar programas que permitan erradicar la violencia en la casa, escuela, trabajo y brindar ayuda psicológica a las víctimas. Y que los agresores paguen su condena dictada por una institución jurídica, pero que pueda existir terapia de rehabilitación, para tratar de entender, desde su historia personal, el porqué de sus acciones e intentar llegar a la raíz del problema. De igual manera, trabajar con los niños y niñas en el fomento de la empatía, el respeto y demás valores que permitan desarrollar ciudadanos íntegros en la sociedad.
Bibliografía.
Ávalos, G. (junio de 2021). “Y cuando nos vacunaron, la estructura económica y sus formas sociales aún seguían ahí”. En G. Nava (Moderador), [Sesión de Conferencia], Invención de la mente A.C. (IMAC), CDMX, México. https://www.youtube.com/watch?v=NJGPbqcGJIU
Berger, P y Luckmann, T., (2001). La construcción social de la realidad. Buenos Aires. Amorrortu.
Falleti, V., Juarez, E., Delgado, R. (2020). Política y Violencia. Aproximaciones desde la psicología social. México. Editorial Terracota.
García, K., Rojas, V. (24 de mayo de 2020) La violencia sí incrementó en la cuarentena: más llamadas de auxilio y más búsquedas en Google. El Economista. https://www.eleconomista.com.mx/politica/La-violencia-si-incremento-en-la-cuarentena-mas-llamadas-de-auxilio-y-mas-busquedas-en-Google-20200524-0002.html
Gomez, L. (31 de agosto de 2021) Violencia contra las mujeres aumento 24% durante la pandemia:CDHCDMX. La jornada.
Parrini, R. (2007). Panópticos y laberintos. Subjetivación, deseo y corporalidad en una cárcel de hombres. México. El Colegio de México.
Peñafiel-Chang, L., Camelli, G., Peñafiel-Chang, P. (2020). Pandemia COVID-19: Situación política – económica y consecuencias sanitarias en América Latina. CIENCIA UNEMI, 13(33), 120-128. Recuperado de
https://doi.org/10.29076/issn.2528-7737vol13iss33.2020pp120-128p
Pérez, S. (24 de agosto de 2021) Con los datos en la mano: ¿Qué está sucediendo con la violencia doméstica durante la pandemia? Blog Sin Miedos.
[1] Agradezco la lectura y los comentarios de Aldo Lomelí Sandoval.