(Un llamado desde Argentina)
“La indignación es la heroína de las redes sociales. Es más viral que los gatitos, más potente que el chocolate, más veloz que el olor a galletas, más intoxicante que el alcohol. Genera más dopamina que ninguna otra cosa porque nos convence de que somos buenas personas y, encima, de que tenemos razón. Pensamos que tenemos pensamientos éticos cuando en realidad nos invade un sentimiento moral.”
Marta Peirano.
Al leer el fragmento de Marta Peirano se me venían a la cabeza diferentes posicionamientos, entonces, decidí debatirlo en redes sociales. Ahí logramos llegar a una certeza, que ninguna indignación carece de sentido político y social. Conseguimos, además, identificar dos grandes grupos de indignaciones: las “apolíticas” y las transcendentales.
Hablamos de “apolíticas” como idea neoliberal, que pretende individualizar a la sociedad con dispositivos de control actuales como las redes sociales, espacio donde la lucha de clases se manifiesta y es ahí donde se refleja la sociedad. Un territorio de conquista contemporáneo tan fuerte que hace un año el presidente de Brasil conquistaba su puesto con twits y buena propaganda en redes.
Sería muy ingenuo de nuestra parte creer que cada indignación salió de la nada, que cada respuesta en una red social es individual, porque atrás de cada comentario se esconde una posición ideológica. Desde el inicio del capitalismo, notamos que las medidas de represión y las medidas de control ideológico fueron mutando, logrando hacer al sistema cada vez más eficiente. Los medios de comunicación y las redes sociales empujan a la sociedad a mantener el círculo meritocrático, garantizando la propiedad privada y los servicios como bienes conquistados por la sociedad. En esta lógica, podemos notar situaciones de indignación “apolítica” donde se canalizan las ideologías que se fueron gestando por el consumo vacío, es decir, la gente piensa lo que el sistema quiere que piense. Son indignaciones donde no se espera respuesta alguna, se hace manifiesta sin interés de cambio, no busca la verdad, no hay espacio para la confrontación, el diálogo o el debate porque es una verdad absoluta. Podemos afirmar que, en este sentido, el Neocapitalismo ha logrado mutarse de forma tal que sale favorecido en el avance tecnológico, así, las indignaciones “apolíticas» garantizan y mantienen el sistema. Siendo éste el momento donde más información circula en la sociedad.
Por otro lado, la historia nos invita a pensar que, si hay un antagonista, hay un héroe o heroína. Durante el debate, nos preguntamos ¿qué pasa con esas indignaciones que nos invitaron a transfórmanos?, ¿cuántas veces escuchamos a nuestras madres indignadas por el caso de Marita Verón?, ¿cuántas indignaciones pasaron hasta que nos enteramos lo que pasó con Ángeles Rawson? Se dijo basta, pasaron miles de indignaciones hasta que se organizaron, salieron y conquistaron las calles. Y seguimos viendo cómo nos indignamos, pero vamos ganando campos de batallas que antes eran imposibles, porque ahora la lucha se encuentra en cada palabra, en cada descargo de las compañeras acosadas, silenciadas, desvalorizadas. Y crecimos, porque no juzgamos, ni maltratamos, entendimos que la sororidad también es tecnológica y cibernética, nos mutamos. Y pasa en todos los campos, en el educativo, ¿cuánta indignación tuvimos cuando mataron a Fuentealba?, ¿cuánta indignación escribimos, leímos y escuchamos cuando perseguían a docentes por hablar de Maldonado?, ¿y el nivel de indignación que manejamos cuando el Estado abandonó a Sandra y Rubén? El resultado fueron miles de docentes tomando las calles, haciendo ollas populares, se pusieron sobre la mesa las condiciones fatales en las que se trabaja en Conurbano. Creemos que esa indignación se transformó en lucha, una lucha que persigue una ideología, porque se cuestiona y se fundamenta con los otros y las otras. En ese sentido, decimos que es una indignación transformadora porque se hace de ella una oportunidad de organización, y los medios que ocupa son, también, los que nuestra sociedad actual utiliza, las redes sociales.
A manera de cierre, entendemos, entonces, que la organización y la lucha también se disputa en las redes sociales, en cada canal de expresión donde podemos dejar una reacción que desencadene una acción. Por ello, invitamos a arder en las redes, a escucharnos y escucharse, porque en cada palabra escrita, en cada imagen, en cada video hoy también estamos transcendiendo para generar un mundo donde quepan todos sus mundos y sus lenguas.
Debate y texto colectivo
Redes sociales en pandemia
- Estudiante, escritora novata, docente, militante independiente, pedagoga en construcción, feminista, madre, oriunda del oeste. ↑