Zyanya Velázquez (1996) Soy mujer, hija y amiga, facilito talleres artísticos y de escritura para mujeres e infancias y soy profundamente soñadora. Mi nombre significa siempre, me gusta escribir, crear vínculos profundos con mis amigas, viajar, bailar, y aprender cosas nuevas. En mi práctica laboral y cotidiana creo en la pedagogía como la posibilidad de brindar alternativas de convivencia y construir puentes de diálogo con el mundo.
Plenitud
Tejí el presente con mis manos.
Acaricié la tierra con mi lengua,
mis pupilas se convirtieron en cuarzos.
Solo el mar y mi voz cantaron esa historia.
Yo era un vientre que nacía, rojo, gigante y vivo.
Grávida, preñada del canto de los pájaros.
Alimenté a la tierra con mi fruto.
Nacimiento imaginario.
Dios, el mundo, mi abuela.
Punta cometa
Nada de prisa
toda la calma.
todo desnudo.
Azul profundo de obsidiana.
Sus ojos a través de los míos.
Nada de invierno, todo el invierno.
La arena en los poros,
el cuerpo convertido en olas.
Sembré el deseo y la esperanza en aquella montaña.
Invocación de invierno
a la orilla de un acantilado.
El corazón expuesto, bajo un cielo que llameaba.
Conjuré un lugar para habitar mi alma.
Invocación
Despójate de la voz, guarda en el centro de tu cuerpo la luz de los océanos.
Regala una palabra al viento y llena el cuenco de tu vientre.
Tienes miedos tan profundos como el mar.
No te asustes. Permítete navegar con calma.
El sol está ahí, resale a tu intuición y a tu abuela.
¿Has aprendido a caminar?
Un ave vino a bendecirte y tus alas crecen como semillas.
Has tocado tu herida y ahora el mundo te susurra palabras de agua.
La sangre circula, el aire entra, ahora tus venas son ramas.
Lleva el silencio a tus huesos, recógete en el fondo de ti misma y regala esta oración a la tierra.
Aloja en tu pecho la palabra Dios.