Yuleisy Cruz Lezcano. (Cuba, 1973) Vive en Marzabotto (Bolonia; Italia), emigró a Italia a la edad de 18 años, estudió en la Universidad de Bolonia y consiguió el título en “Ciencias enfermeristicas y obstetricia” consiguió, además, un segundo título en “Ciencias biológicas”. Trabaja en la salud pública. En su tiempo libre ama dedicarse a la escritura de poemas y relatos, a la pintura y la escultura. Numerosos son los premios literarios donde ha obtenido reconocimientos importantes. Su poética trae inspiración sea de la literatura Europea (Rimbaud, Baudelaire, H. Hesse, F. Pessoa, G. D’Annunzio, E. Montale, G. Gozzano, P. Salinas …) sea de la poética americana y latino-americana (Edgar Lee, Walt Whitman, Rubén Darío, Julio Cortázar, Alejandra Pizarnik).
Luto
Desde que perdieron a ese hijo
cae una gota del techo
encima de la caja del piano.
En ese gran silencio, se escucha
siempre la misma nota.
Parece que su ingenio vuelva
pero es solo la casa la que llora,
es la casa el destino
de un presente ya sin llave.
La casa cobija secretos
de palabras amontonadas
junto al muro.
Una silueta diluida
se mece entre lágrimas.
Una sombra medida
por los juegos del llanto
habla con voz de muerte
dónde los ojos se enfrían
en el aire con olor a saliva de niño
que no responde.
Holocausto
Ojos de piedras,
en el corazón ningún efecto,
el hielo se paraliza en las miradas
esculpidas en caras amorfas.
Todavía deambulan
espectros de huesos,
en el invierno de la humanidad
deslizan sus sombras.
Niebla para tapar
el infierno del mundo.
Neblina para no ver
los fantasmas conducidos
bajo cielos que callan
viajes sin regresos.
Se va hacia la tierra de nadie,
donde el llanto de un niño
no se escucha
y los suspiros de las mujeres
huelen a muerte.
El vacío llega
desde las fronteras del tiempo.
Vidas que aún arden
en gritos que se pierden.
El fuego tapa
las bocas de cenizas
y Shoá es solo un nombre
manchado de sangre.
Paolo Malatesta y Francesca da Rimini
(amor trágico)
Dicen que todo es muerte
menos el amor por este placer
así tan fuerte.
Yo vine porque deseaba verte,
te traje un anillo y una flor.
Francesca, por tu amor
yo me juego la suerte.
Oh Paolo! Amarte es casi un delito,
dulce abierto en mis auroras bellas,
tus palomas me traen estrellas
perfumadas de infinito.
Este placer es lento y duro
viene de lejos y retumba en las entrañas,
es un placer que nos baña
en las sordas olas sacudidas de un volcán.
Dicho esto los dos amantes se van,
poco reino es la cama
para este infiel placer
y donde nadie los puede ver,
sin una sombra de duda,
Francesca se desnuda
y en el arte reanuda
su melena de trenzas sueltas,
mientras en el infierno continúa a dar vueltas
muriendo mil veces con su amante.
Como dice el poeta Dante:
«Francesca, i tuoi martíri
a lagrimar mi fanno tristo e pio.
Ma dimmi: al tempo d’i dolci sospiri,
a che e come concedette amore
che conosceste i dubbiosi disiri? «.
(el segundo círculo del Infierno.)
Tierra y paraíso
Consagrado parnaso,
te dejo la musa que llega,
la musa que sube la montaña
para observar la Grecia
desde el mismo centro dominante
la ciudad de Delphi.
Te dejo el culto del sacrificio escondido
en el corazón del dios Apolo oprimido
por el amor a sí mismo.
Te dejo el egoísmo
que acerca el Olimpo a la tierra.
Te dejo esta sed de guerra
que envuelve en neblina
de vahos oscuros
y caras marchitas.
Te dejo las flores
que del puesto gritan
por un rayo de aire que las reviva.
Te dejo los oráculos
que guían el loco paso
de la pobre prisa.
Te dejo una lágrima
en cambio de una sonrisa
que llegue para abrazarme
mientras yo pierdo todo.
Junio
Junio fervente, el canto de amor vuela
sobre el horizonte de paisajes montanos
y entre mis ojos un rayo se cuela,
el sol me acaricia con sus manos.
Levanto la cabeza, un solo instante,
para pedir un tiempo al tiempo mismo,
quisiera ser presente y distante,
entre los árboles llena de espiritualismo.
Ah la belleza! Cielo de luz y sombra,
sol que, en expandidos rayos, planta
sobre la superficie sus diademas.
Rústica fragancia, el viento nombra
con plenitud el azul eco que canta
entre las flores llenas de poemas.