Ulises Granados (Distrito Federal, 1984) ha publicado minificciones, poemas, ensayos y cuentos en revistas como F.I.L.M.E., Deletéreo, La liebre de fuego, Primera Página, Lee+, Mígala y Punto en línea. Desde 2009 elabora el blog Antología sin poesía (www.antologiasinpoesia.blogspot.com). Es guitarrista de la banda de rock swing Cotton’s, practicante de jiu jitsu brasileño y judo y repostero amateur.
Unas pequeñas imprecisiones
Quisiera, si me lo permiten,
imprecisar algunas cosas.
Por un lado, me parece de suma
frivolidad e impertinencia
superficializar de inmediato en asuntos
que nos atañen a todos.
Del amor, por ejemplo, ni hablar,
que hablen del amor los sociólogos
y los lingüistas, los psicólogos,
y los nietos asombrados
de quienes amaron
años atrás,
incluso los enamorados
y quienes planeen enamorarse
un día de estos:
que le construyan un altar
y lo diseccionen bajo el microspcopio
y lo desmembren en glosas,
referencias y pies de página,
que se doctoren y se abracen
si descubren las similitudes
entre las aves migratorias de Norteamérica
y la marabunta transnacional
de los supermercados.
Hoy, si fueran tan amables,
quisiera imprecisar sobre otros temas
con carácter de irrelevante
lo más tarde que se pueda.
Podemos, por ejemplo, generalizar
cuanto queramos (o incluso sin querer)
sobre lo marino que resulta el mar
cuando se le coloca a un lado de la costa
-¿han visto lo azul que es?-,
de lo citadina que nos parece esta avenida
cuando se transita por ella
y mirar el ocasional ocaso
que se pone sobre el horizonte
y reposa como tendedero de cursilerías
al fondo del cielo
en compañía de nuestra propia soledad.
Podemos deambular,
de ser completamente innecesario,
por nuestras memorias de juventud,
podemos planear sobre nuestro futuro
como sobre una corriente de aire
y divagar, divagar, divagar.
Es decir, precisen todo cuanto quieran
si es preciso.
Pero algo tiene la imprecisión
que me conforta,
no sé qué.
Lluvia
No ha dejado de llover
Al menos desde que recuerdo
ha llovido incesantemente
Más de una vez
mientras caía la lluvia sobre el tránsito estancado
de las avenidas principales de la ciudad
salí a pie de su territorio empapado
y la vi perderse en la distancia
como tantas otras cosas
que he tratado de olvidar
La vi regar las tumbas de miles de desconocidos
mientras familiares y amigos
sembrábamos el cuerpo de mi padre
o de su padre
o de mi bisabuela
-no recuerdo tan bien como pensaba-
y ahí estaba la lluvia terca
regando sepulcros y cadáveres desconocidos
y sin embargo hasta el día de hoy
nada nuevo ha florecido
en esa tierra
La misma lluvia
que cae con insistencia sobre los mares
como si pudieran detenerse
de pronto las aguas
y pensar que en este día
como hace siglos
como en otros tiempos
antes mucho antes de los barcos
y los portaaviones
había llovido de manera semejante
en ese mismo sitio
Ya llovía desde antes de que yo naciera
Ya llovía desde antes de que mi hermano llegara al mundo
Y ciertamente antes de mis padres y de mis abuelos
otros habían escuchado hablar
de la vieja de la incesante lluvia
Esta vivienda existe a pesar de ella
estos caminos persisten a pesar de ella
Aquel hospital y esta escuela secundaria
han tolerado durante años el embate
de los aguaceros
Para contrarrestar sus efectos
existen cafeterías 24 horas en las carreteras
hoteles de paso cementerios y orfanatos
Porque no deja de llover
hay puentes y palapas
Porque no se anticipa un cambio significativo
existen los abrigos los paraguas y el cariño
No ha dejado de llover
así que se han desbordado ríos
se han derrumbado montes
desde antes que hubiera huertos
desde antes de la música y de las pinturas
Nadie hablaba aún
y ya llovía
en esta tierra
como llueve esta noche
sobre esta casa
donde escribo
¿Por qué nadie me lo dijo? Debo haber parecido un idiota
Recién me entero
que el tiempo y el espacio están
profundamente ligados
y que a cada lugar corresponde un momento,
tanto como a cada tiempo un sitio.
Todo ha pasado, sí, pero ¿dónde?
Existe aquello, pero ¿cuándo?
Recién me entero,
tal vez unos cuantos miles de kilómetros atrás
en la órbita de este cuerpo celeste lo supe,
aunque ya lo sospechaba,
dado que aquí, en este mundo,
existen los armarios,
los diarios y los cementerios,
dado que todavía siento cariño
cuando transito por algunos libros y su espacio
en los estantes del librero, por canciones y sonidos
y por los sitios donde pude oírlos.
Este día que transcurre delante de mí,
esta luz solar que atraviesa la cortina,
este olor a café y estas sábanas frescas:
todo lo que está aquí por ahora
y que no había sido
de repente me parece una sorpresa
que automáticamente, con el paso del tiempo,
se arrumba al fondo de alguna bodega universal.
Todavía no ha ocurrido tal,
sólo porque no hay aún donde suceda
y lo sucedido ya no está
ni estamos donde sea que haya sucedido.
Ya le haremos un lugarcito a nuestros planes.
Ya le haremos un espacio a nuestras memorias.