Octavio Luna (Ciudad de México, 1994). Estudiante del Colegio de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Participó en el Segundo y Tercer »Congreso Universitario sobre sustancias psicoactivas» que organiza la misma facultad. También recibió una mención honorífica por parte de la Filmoteca de la UNAM en el concurso »120 años de la llegada del cine a México» con el ensayo »De lo mexicano en el cine mexicano», en el 2016. Actualmente cursa su servicio social en el FICUNAM que también organiza dicha institución.
Certezas, deseo e ilusiones
Qué son las ilusiones entre los cabellos;
cuando éstas van a ningún lugar,
el hombre crea certezas y preguntas
en la insufrible espera de morir algún día.
Alejadas de mí las retóricas huecas,
las ideas prometedoras,
en las paredes de un rincón,
está la verdad pórtico al infinito
clamando un segundo de inocencia
por la eterna seguridad.
Por qué he de esperar la primavera toda para amar,
si cuando digo esto,
la palabra amor ya es de por sí
una inclinación al deseo y a las ilusiones
Los heroicos furores[1]
No son las azucenas tristes
al resbalar por tu espalda
en movimientos suaves y melancólicos
aquello que los poetas nombran poesía.
La noche nos abraza
nos hacemos Uno,
tú dices ser el Ser
[yo soy la nada],
pero esto no es
aquello que los poetas nombran poesía.
Las muchachas ríen
sus faldas se contornean al caminar
sus afloradas bocas invitan
al sensual autodescubrimiento
el líbido me embriaga
y la felicidad se prostituye conmigo.
Aunque esto no es
aquello que los poetas nombran poesía.
Leo a Pessoa, a Rimbaud, a Bécquer,
también a Wordsworth, a Huerta y a Paz,
mas no aprendo qué es
aquello que los poetas nombran poesía,
pues sin duda alguna solo un poeta
sería capaz de afirmar qué sí lo es.
Nota bene
Permanezco caminando entre las brasas
el aire caliente perfuma mis cabellos
y docenas de altares incendiados iluminan mi camino.
Al final del recorrido un anciano me mira con sospecha
tiempo, espacio, espíritu, sombra
¿Acaso sabes lo que ello significa?
Pregunta a mí endureciendo su talante.
Con so pena te paseas entonces
en los pabellones metafísicos: la Nada
fundamento esencial de todas las cosas.
Respiro y únicamente inhalo fragancias insulsas.
Muros que impiden ver hacia afuera
tapizan los contornos de la casa sin puertas.
Vuelta atrás: la espalda es y ha sido
solución de nosotros los desesperados
yo no pedí llegar aquí, pero me trajeron
me trajeron, me trajeron, me trajeron.
Los gatos del Rivera
Altivos unos, ufanos otros
pasan, la cola harto erguida
mirando a nadie.
Juegan con sus colas
corren en la acera
apelan al refunfuño
y huelen a coladera:
son los gatos,
los gatos de la Alameda.
Rehuyen los charcos
mas no falta el que se empapa
sus patitas dejan huellas
formando el rostro de Paz,
ora Monsivaís ora Efraín Huerta.
Los gatos mexiquillos
son como todos los defeños:
desconfiados pero amistosos
y dejados.
Pardos, atigrados o moteados
igual de sucios
igual de hermosos.
Descansan bajo el Rivera
duermen entre los centros culturales
la ciudad es una caja de arena.
¿Quién dijo que iba a ser fácil?
¿Quién dijo que iba a ser fácil?
huir del tiempo y dar una sonrisa,
andar a tientas cuando te encontré,
saltar al vacío cuando aún es otoño,
mirarte y sentir tus ojos
crisálidas que guardan epopeyas.
Aprender la finitud a través del miedo,
aprehender la infinitud por medio de la esperanza,
manifestar el cariño sin morir a cada instante,
ser auténtico y no destruirse en el intento.
Amar.
-
El título hace mención a la tesis o libro del filósofo renacentista Giordano Bruno, escrito en el s.XVI, y que lleva por título el mismo nombre, donde se cruzan la poesía, reflexiones filosóficas en torno a ella, y el amor: temas que recoge este poema. ↑