Por Juan Fernando Batres Barrios[1]
Esta vez les contaré la historia de Yamil[2], una hermosa y pequeñita muñequita quitapenas. Estas son unas muñequitas minúsculas que, según la tradición guatemalteca originada en el altiplano chapín, se llevan las preocupaciones y pesares de los niños al ponerlas debajo de sus almohadas por las noches.
Yamil es una bella muñequita vestida con un diminuto güipil blanco con el cuello de muchos colores y una falda o corte, como se les llama a las faldas tradicionales en Guatemala, lleno de colores y detalles hermosos. Era la mejor amiga de su niña, en realidad siempre estaban juntas, eran inseparables. Yamil era muy feliz estando siempre en el bolsillo de su amiga María, aunque eso no era lo normal con los Quitapenas que se conservaban siempre debajo de las almohadas de los chicos.
No me malentiendan, Yamil era la Quitapenas de María, no era un juguete, es solo que la amable niña siempre quería tenerle cerca, no es que “jugara” con ella como si fuera una muñeca cualquiera, en realidad eran amigas…
En un paseo que organizó la familia, fueron a conocer un lugar espectacular, era un bosque nuboso de los que hay en Guatemala, un lugar lleno de bellas orquídeas y muchos animales salvajes y si se tiene suerte se puede ver a un ave muy especial, el Quetzal, ave símbolo de la nación. Caminó toda la familia por un tiempo a través del frondoso bosque, se alojaron en una pequeña cabaña para pasar la noche, María agarró muy fuerte a Yamil esa noche, le contó todo lo que le pasaba por su mente, no solo sus preocupaciones, todo, hasta que se quedó dormida.
Al día siguiente, la familia se ha levantado casi al amanecer, han puesto agua al fuego para preparar café y hacen el desayuno. María se levanta rápidamente para ayudar a su mamá, va a la parte de atrás de la cabaña por unos leños para el fuego y sin darse cuenta deja caer a Yamil en algunos arbustos que estaban junto a la cabaña. Yamil, aún medio dormida, en realidad no se dio cuenta de mucho y no pudo sujetarse de las ropas de María, es una tragedia. Como Yamil es una muñeca Quitapenas en realidad no puede hablar ni moverse a voluntad, pero parecía verse una lágrima salir de su rostro al encontrarse caída entre la maleza.
Cuando María regresa con la leña a la casa no se da cuenta de la ausencia de Yamil, la familia desayuna y decide, sin más, salir a seguir explorando el bosque y luego regresar a su casa en el pueblo. Le dan a María unos binoculares para poder ver a todas las aves y esto la distrae tanto que se olvida de Yamil, hasta que es demasiado tarde. Cuando María se da cuenta de su ausencia, entra en pánico y llora, pero no es posible regresar a buscarla, ya están a muchos kilómetros de distancia y nadie sabe cuándo la extravío. Los papás de María le consiguen otros muñequitos quitapenas y esto hace sentir mejor a María.
Pero Yamil, ella sigue entre la maleza, a muchos kilómetros de su niña, sola, sin poder moverse y lamentando su suerte.
Después de unos días de estar ahí tirada cerca de aquella cabaña, Yamil escucha unos ruidos cercanos y cree que han regresado por ella. Al darse cuenta de que eran unos Tepezcuintles rondando el lugar por comida, se llena de temor, pueden romperla y destruirla en cuestión de segundos. La encuentra uno y la toma de la punta de su corte, se la lleva sin decir media palabra. Yamil está muy asustada, entra a una madriguera y ahí la deja; resultó ser una madre que tenía en ese lugar a sus crías y se había llevado a Yamil para que diera un poco de calor al lugar por sus tejidos.
Yamil, que siendo una quitapenas podía sentir las preocupaciones de todos, aunque los Tepezcuintles no hablaban audiblemente, ella entendía completamente sus pesares y preocupaciones. Atentamente estuvo quieta, acompañándolos y haciendo su trabajo, tranquilizando a la madre y a sus críos.
Después de unas semanas, al crecer los tepezcuintles la madre sacó a Yamil de la madriguera, pero de una forma tan gentil que podríamos decir que le estaba agradeciendo por todo lo que había hecho por ellos. Yamil estaba feliz de haber sido útil, aunque fuera por un corto tiempo, pero se vio nuevamente sola en medio del bosque, hasta que llegó al cabo de unos minutos un periquito muy gracioso, empezó a picotearla por todos lados, esto molestó a Yamil, y en su adentro decía: “¡Oye, ten cuidado eso duele!”, el perico dejó de hacerlo y se le quedó mirando, Yamil entendió que le había escuchado. Luego la tomó delicadamente y se la llevó a su nido, en donde Yamil podía ver un par de pequeños huevecillos, entendió de inmediato que la mamá deseaba que ella los cuidara cuando fuera por alimento y eso fue lo que hizo.
Yamil pasó de un animal a otro en todo el bosque nuboso, pero cuando se encontró con el quetzal, fue algo fenomenal. Ni cuando vivió un tiempo con el jaguar sintió tanta responsabilidad, los temores y preocupaciones del ave que representa la libertad de toda una nación son un gran compromiso. Se sentaba a la par de él cuando dormía en su nido, le acompañaba en sus sueños y penas. Yamil estaba tan contenta de poder ser útil, aunque aún extrañaba y se preocupaba por su niña María que estaba tan lejos ya.
Quién sabe cuánto tiempo habrá pasado en realidad, pudo ser un año o varios, Yamil está bastante sucia y a pesar de que todos los animales del bosque han sido gentiles con ella está en malas condiciones.
En un rincón del bosque, cerca de unas pequeñas cascadas de agua clara, está Yamil pensativa, un poco preocupada, creyendo que sus días están a punto de terminar.
La cascada de repente deja una brisa hermosa como niebla llena de luz, en ese instante aparece sentado, a la par de Yamil, el Nahual No’j[3], como un anciano de miles de años, pero solo un poco más grande que ella. Sentado a su lado le dice: “¿Qué tal estás, Yamil?”. Yamil se sorprende y sin darse cuenta ella se voltea, cosa que en realidad no podía hacer porque es solo una muñeca quitapenas, diciéndole ¿quién eres tú?… al darse cuenta de que habló, sorprendida, da un grito que hasta algunos pájaros cercanos se asustan y salen volando.
¡Ah!… ¿Qué está pasando? Me he movido, estoy hablando, ¡esto es una locura!… Calma Yamil, dice el ancianito No’j, todo está bien, estás conmigo y por eso puedes hacer todo esto. Yo soy un nahual. Un ancestral guardián de los tiempos cuando los mayas eran los gobernantes de todas estas tierras y los dioses danzaban libres por todos lados. Me he dado cuenta de tu labor en el bosque, cómo has ayudado a todos mis pequeños y grandes amigos en él; cómo cobijaste y diste calor al tepezcuintle, cómo cuidaste los huevos de la periquita, cómo calmaste el alma del jaguar y sus culpas internas por tener que matar para comer, cómo dejaste que jugaran contigo los traviesos monos y cómo diste paz al corazón atribulado del quetzal… He visto todo de ti desde que te quedaste por accidente en este bosque.
Entonces, eres como un gran espíritu del bosque, ¿por qué no me ayudaste a que me encontrara María hace tanto tiempo si eres tan bueno con todos?
Ay, mi querida Yamil, decía No’j, esas cosas no me tocan a mí hacer, yo soy un guardián y en esos momentos, aunque vi lo que ocurrió, no sabía por qué o para qué estaba pasando. Sé que has pasado por una gran pérdida, pero debo decirte que María, aunque nunca te olvidó, en realidad ha sido feliz, ha tenido a otras quitapenas a las cuales les cuenta todos los días lo mucho que siente haberte perdido y eso la ha hecho una niña más cuidadosa, como tú siempre lo quisiste. Te das cuenta, ese es un porqué muy bueno para explicar lo que te pasó ¿no lo crees?
Yamil suelta una lágrima y un suspiro, entiende que María está bien y que en realidad ella ha hecho mucho en el bosque. No’j, dice Yamil, y estás aquí ahora porque este es el final de mi tarea en el bosque, sé que estoy muy sucia y algo rota; ¿es acaso el tiempo de que desaparezca?
Para nada, mi bella Yamil, es tiempo, pero de que conozcas a alguien muy especial, como un premio por toda tu labor ayudando y escuchando las penas de todos en el bosque. Conocerás a la gran Ixmucané[4], la gran abuela de todos, ella podrá ayudarte y escuchar tus propias penas, mi pequeña Yamil…
Desde entonces, al visitar algún bosque nuboso en las regiones más bellas de Guatemala, además de ver bellas flores y animales hermosos, algunos turistas juran haber visto una pequeñísima figurita de una muñeca, con un güipil blanco y cuello de mil colores, un corte con vistosos diseños que al parpadear desaparece. Los lugareños dicen que es Yamil, la quitapenas de los animales del bosque, que hace guardia junto al nahual, escuchando las preocupaciones de todos los animalitos y dándoles esperanzas a pesar de los tiempos difíciles que puedan atravesar. Y para Yamil, esa pequeña muñeca quitapenas perdida en el bosque, éste se volvió su trabajo para toda la eternidad, teniendo ella su propia quitapenas, su amiga, Ixmucané, la diosa del maíz, abuela de todos…
[1]Juan Fernando Batres Barrios (Guatemala, 1971). He publicado dos libros en Amazon, además de ser publicado varias veces en el suplemento Cultural del diario La Hora en mi país. Cuento con mi página web, donde publico parte de mi obra. Tengo estudios universitarios en la Universidad Rafael Landívar (URL), Universidad del Istmo (UNIS) y Universidad San Carlos de Guatemala (USAC) en mercadeo, publicidad, redacción creativa, entre otros. Soy una persona totalmente normal, nada excepcional. Desde hace ya algunos años, después de aprender un poco de redacción creativa y literatura, he dedicado parte de mi tiempo a escribir relatos y cuentos cortos que considero pueden ser de entretenimiento sano y en ocasiones reflexivos para los lectores. Siempre me he descrito como un crónico aprendiz de la vida que se ha caído demasiadas veces y se ha equivocado lo suficiente, estoy convencido que, aún sin ser un Miguel Ángel Asturias o un Mario Benedetti, no necesito ser un erudito como tal, porque nadie puede escribir como ellos en realidad, así como nadie podrá escribir como yo jamás.
[2] Yamil: nombre maya que su significado es Amor.
[3] No’j: Nahual maya de la inteligencia y el buen consejo
[4] Ixmucané: Diosa maya del maíz, considerada abuela del sol y todos los habitantes mayas.
Felicitaciones al escritor amigo, Juan Barrios,por la publicación de su libro, excelentes relatos y cuentos, lectura amena con humor no puedes leerlo sin sonreír imaginando el desenlace de cada cuento o relato.