Karen Delgado (Ciudad de México, 1999), estudia Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México y Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma Metropolitana. Becaria por la Fundación para las Letras Mexicanas en la categoría de narrativa en el onceavo curso de creación literaria para jóvenes. Segundo lugar en el Premio Nacional al Estudiante Universitario Carlos Fuentes de ensayo. Tiene publicaciones en revistas independientes como Círculo Literario de Mujeres, De-lirio, Tintero Blanco y Monolito. Antologada en “Somos el GRITO”, España.
Mango
De ser posible lléname de incertidumbres
Como esas que dejan despierta a las tres de la madrugada
Mirando la tonta nada pensando en la llegada de imposibles
Mientrashaceunchingodefrío.
Siento que todo me arde
Desde la médula y el dedo chiquito del pie
Me rompiste el pendejo ego.
Chingada vida
Chingado futuro
Chingada vista de azotea
¿Por qué no podías decir que no sabías nada
Para evitarte todo esto?
Ya estoy grande para escribir así
Y, perdón…………………..
(Me acordé del que escribió
Feminazi
En un horrible poema
Y de risa me sacó una flema)
Como quiera siempre de ti
Terminas llevándome una nausea interna
Y es que el dolor no se vomita
Si no tiene que ver con amor y cárcel
O de poder y letras que ni yo entiendo
Están en todos lados
Bebo de ti con negligencia
Dulce boing de mango de cuadrito
Que me congelas los dedos
Mientras el hielo me rompe los ovarios
Soy neófita en comprender simpatías
De figuras siempre estáticas
Siempre frías.
Azul melancolía
Ese día
Me faltaba el don de la palabra
Mi mente hablaba ahogada
Ya no podía seguir soportando lo mismo
Que mis manos no sostuvieran ese rostro
Que debían tocar mis palmas.
Las mismas que imprimen mi alma en sus líneas.
Después supuse
Mi pasar, el tiempo
Sentiría como agujas
Y que cada día se sentiría como arena en la piel
Que se acumula y solo el agua podía llevársela.
Y porque eso sólo avistaba su ausencia
Y que yo ya no tenía control de mi melancolía
Y que ya había perdido toda intimidad con el agua
Ahora ya no era azul
Mi Azul Melancolía.
Mi amor.
Y no sé si era ya un dogma para mí su perfil afilado
O las cicatrices de sus sienes
Lo que me hacía sentir que, sin saberlo
Ya había perdido todo prejuicio sobre el amor.
Y que mi agonía tenía que ver
Con la sombra de los lugares
Donde siempre le veía
Y no estaba
Soir
nos vemos a las ocho, ahí donde pega
el último rayo de sol, en esa ventana
la única de toda la avenida
que tiene personalidad propia
ala que la lluvia le cae
y se limpia por sí misma
te digo siempre , es generosa,
da una fotografía
de las que se mueven con el cuerpo
ella misma refleja el paso
de las personas que van a prisa
y otras
cuales les importa poco llegar
el paso de las estaciones
causadas en frías y cálidas
la dejaban sin protección
en tiempos de la guerrilla
donde la vida es “tierra de nadie”
ya no había quien más combatiera
por eso, si te fijas bien, tiene rayaduras
y sigue sujeta a sus cuatro esquinas
nadie sabe la razón.
[Tu nombre está aquí]
espero regreses pronto
te pongas enfrente de esa ventana
donde solíamos encontrarnos
con una mirada y un abrazo
¿a las ocho será una buena hora?
.