Por Laura V. Medel[1]
Después de un tiempo prolongado he logrado mimetizarme, casi por completo, con el sustrato del suelo. Mi masa se ha degradado tanto, que la poca ropa que me cobija ya no me embona más. Me volví el alimento favorito del puñado de plantas que ya existían, pero también he ayudado a que nuevas logren brotar. Es lo único visible que queda de mí, allá arriba, pero por desgracia, y por ahora, no hay quienes lo puedan admirar.
Me he acostumbrado a la quietud del sitio. Son pocos los animales que suelen esta área visitar. Por las mañanas el cantar de los pájaros, esparciéndose entre las copas de los dispersos árboles, mejoran un poco el ambiente casi desértico de este lugar.
Accedo a la forma extraña de conciencia que ahora poseo, e intento recapitular. ¿Cómo es que he llegado hasta acá?, me pregunto. La única respuesta que hallo es que es difuso lo que logro recordar. Aunque sospecho, por la condición en que ahora me encuentro, todo lo que en el lapso del rapto me llegó a pasar. Aquellos maleantes aquí me vinieron a soterrar. Para cuando eso pasó yo ya no vivía, pero como no he tenido oportunidad de santo sepulcro, tampoco muerta, aún, puedo estar. Mientras esté desaparecida, en este limbo debo aguardar.
Hay algo que se resiste a desvanecerse con fuerza sobrenatural, de mi materia corporal. No me refiero a los cabellos o huesos que por acá abajo están escondidos, hablo de mi esencia apegada desde siempre a mi ser material. Cuando una yace cadáver, el olor del cuerpo se intensifica mucho más, como aferrándose a los vestigios que de éste quedan, como esperando a que algún día, alguien, sobre este suelo comience a cavar, ser descubierta aroma y así, como último aliento o viento en movimiento, lograr escapar.
Estoy a la espera de percibir cualquier vibración o sonido inusual. Algo que me dé indicios de alguna búsqueda, que me dé la oportunidad de poder estar de vuelta entre los brazos de mi mamá. Si ese día llega, ambas, aunque de maneras distintas, por fin podremos descansar. Porque yo a ella bien la conozco, y sé que desde que no me ha vuelto a ver, tampoco me ha dejado de buscar.
[1] Laura V. Medel (Nezahualcóyotl, Edomex, 1992). Microficcionista y ensayista. Estudió Filosofía en la FFyL (UNAM). Actualmente es profesora del taller de Literatura impartido en el Centro Regional de Cultura Casa del Constituyente (Texcoco). Algunos de sus textos pueden encontrarse en los espacios de: Especulativas; Minificción; Minúscula; Rigor Mortis; Hipérbole Frontera; Amarantine; Enpoli, etc.