Christian J. Kanahuaty. (Bolivia, 1982). Su obra comprende cuatro novelas. Invierno (2010), Te odio (2011), Familiar (2019) y Paisaje (2020). Cuatro libros de cuentos: Cortas detonaciones (2008), El mareo (2008), Museo (2010) y No quedan días de verano (2015). Junto a la producción de ficción están los siguientes libros de ensayos, Ensayos de memoria (2014), Bolivia. El campo académico, cultural y estético (2016), Distorsiones del colonialismo (2018) y Roberto Bolaño. Una apropiación (2020). Es también el antologador y prologuista del libro Bajo la soledad del neón. Antología de cuento contemporáneo de América latina, que tiene dos ediciones, una en Bolivia (2020) y otra en Ecuador de 2021.
Armonía de asfalto
El sol es convocado
y asciende.
Los pájaros también
responden al llamado,
claman desde el plumaje juvenil.
El café
es sólo el aroma
que inunda la habitación
al paso de las horas.
Limpias las ventanas
reflejan los rostros.
Y muy por debajo de las nubes
el tendido eléctrico
de todas nuestras ciudades.
El latido
la lluvia
y los paraguas que se abren
como estrellas renacidas.
Así empieza un lunes más.
Y así,
hombres y mujeres
marchan a las oficinas:
caminan con la esperanza
puesta en un bolsillo.
Manchados los zapatos
esquivan los escombros
de las esquinas.
Gatos y perros
saltan al encuentro.
Gritos, ternura,
soledad.
El alquitrán mancha
los pantalones
y el hollín, percude los tobillos.
Edificios que se levantan
para subrayar el cielo.
En las plazas
los periódicos
cuentan viejas victorias.
Lectores profundos
suspiran a la muerte.
Espantados los niños
huyen de sus padres
y los semáforos
marcan la ausencia.
Así, el clamor del cielo
no se escucha en los corazones
aunque por debajo
el río fluye
cargado de sudor.
Y antiguas palabras
te botarán del hogar.
Para que hoy, como ayer
todo verdor se haga polvo
y cada oficina, un fuego
cansado de latir.
Mientras, envejecerán las banderas
en los puestos de la memoria,
al tiempo que gendarmes y guerrillas
se darán la mano.
Porque dentro de las catedrales
cirios eternos arden en tu nombre.
Y no hay sacramentos
para el ritmo del dinero.
Entonces,
un lunes más
que acaricia la palabra viernes
y por eso el mundo
es sólo un escenario,
y los corazones
puestos de vigilancia.
A no olvidar:
toda ciudad
es fragmento para historias
que repetirán en otro lugar,
los hijos que no tuvimos.
Y entonces,
convocada la luna
te corta la respiración
y otra ausencia
despliega la neblina de tu nombre.
Muy lejos,
en otras casas,
los cuadernos se cerrarán para siempre.