Cecilia Castillo (El Salvador). Poeta, Gestora Cultural, Licenciada en Letras por la Universidad de El Salvador. Ha publicado en diversos espacios y antologías tanto físicas como virtuales. Su propuesta creativa persiste en la gestación de poesía de carácter erótico.
*
Vengo del mar
de sus frías vertientes
del fruto abierto de todas sus aguas
donde mi desnudez habla sus lenguas
y se desborda en su raíz silvestre.
Vengo del ancho ardor de su cintura
donde los besos nacen como invierno
para sanar eternas cicatrices,
donde sus manos tejen nuevas olas
especies que se mezclan en mis labios
para saciar mi nombre en sus peldaños
y amamantan mi alma en su bravura.
de ser mujer
de visitar la niebla
del centro de su centro entre la espuma
vengo de los laureles clandestinos
donde mi piel edifica su ofrenda
Vengo de las montañas de sus años
con el agua más dulce entre mis piernas
con el costado abierto
con mi sombra fecunda
vengo de las paredes de otro tiempo
donde soy un espejo
soy la aurora
soy la humedad de su infinito ser.
**
Yo soy el cuerpo en libertad suprema
esta mujer de lumbre y precipicio
que ha venido a cantar bajo la tinta
el tiempo de sus costados,
Su beso.
la que estalla en la madrugada entera
para caer como un poema antiguo
en las constelaciones de otro cuerpo
en la brisa de su pecho y la espera.
Yo soy la noche en que nació la lluvia
que se hospedó en la tarde y sus delicias
para empapar su nombre, su silencio
en las hojas del mundo y su bravura.
Esta que espera siempre un año nuevo
para envolver su cabello en la espuma
y descifrar un alma que persista
en las páginas de sus laberintos
Yo soy
esa criatura que desliza
toda su sed, su olor, su algarabía
en el tropel del camino que embriague
el rostro de todos los universos.
***
Noche
Mi corazón es la tormenta
donde un hombre se desviste en la sombra
para estrellar su saliva en mi llaga
y así encontrar el sabor de mi especie
donde su nombre es la legión que llamo.
Noche
mi corazón es toda hoguera,
el sudario donde mi sexo escribe
todo el deseo que brota en su lengua,
Porque me vierto espejo en su mirada
hasta empalar mi vientre,
mis espacios,
toda esta piel que llevo en la distancia
toda esta oscuridad bajo su nombre,
Como el color de su pecho de siembra
donde cabalgo en ley sus tempestades
para caer desnuda en su silueta
Y desaparecer dentro su voz.
Gozo
Hay gozo en las compuertas de la noche
donde la luz se filtra de tu boca
hasta cavar desnudo en mis oleajes
donde la sangre es tierra y bienvenida.
Gozo de azules gemidos en vuelo
donde llegas a ser mi conjetura
Y ahí estallas, desnudo en mis compuertas
con tu color de hombre que amanece
después de arrodillarte ante mi sombra.
Del beso, de los labios, del silencio
del frenesí que somos esta tarde
toqué mi corazón entre tu huesos
dejé mi voz infinita en tus valles.
En tus dedos me descubro sedienta
escriba ahí en tu pecho, en tus altares
Te pronuncio con el invierno en vela
para gotear tu olor, tus melodías
nacida de tu olor de dios de sangre,
Hay gozo en las praderas de la noche
Hay gozo en esta preñez que nos arde,
Como esta desnudez que nos lacera
con su estampida
con su lengua antigua
que nos quebranta en una sola carne.
No nací con los cordones maternales
ni el deseo de portar luz en mis pechos
que alimente los latidos de otra era.
Por mi sangre no circulan las memorias
de otras sombras que necesiten un hijo
Yo nací con la ponzoña de la tarde
el olor de las mareas en mis huesos,
para que el placer comulgue, se desborde
Se despierte en la humedad que reconozco.
Incrustado el viento baila en mis talones
La curiosidad se posa entre mi carne
como pólvora en deseo que germina,
mi linaje
mi constelación
mi siembra
son el verbo de la sombra y su sonrisa
Porque yo nací en el manantial de junio
de la oscuridad sedienta de sus noches
en la inmensidad que viene de sus besos
Sin religiones que hereden sus sarcasmos
Sin deidades que maldigan mi guarida
No nací con los infundios maternales
ni el deseo de portar su antiguo espejo
Yo nací con el perfume de otra siembra.