Brenda Cedillo (1997). Egresada de Filosofía por la FFyL de la UNAM. Los espejos del mundo (UNAM, 2017) fue su primer poemario. Ha colaborado recientemente en Antología Deambulante (edt. Escombros, 2020) y Campanas del Brezo (Ediciones Ave Azul, 2021). Algunos de sus poemas han sido publicados en diversos medios como La Piraña, Tercera Vía y Aleteo Poético; así como en revistas digitales e impresas.
Mariposa de Obsidiana (Itzpapalotl)
Tzitzimime
No soy solitaria, me acompaña la Noche con sus navajas. Dadora de vida y muerte, rasgo el cielo nocturnal para bañarme de su conocimiento. Llevo de amuleto una turquesa en el corazón, para sentir mis pensamientos. Y a mi vientre lo adornan lunares, porque menstruante soy.
Pedernales han cortado mi rostro: con la sangre pinto mis labios para brindarle vida a mis palabras, libre voz que menguante aguarda su regeneración.
Bajo a los infiernos, no espero rescate, sino la oscuridad de solares eclipses para ascender y acechar a los hombres que golpean con palabra, que con voz destazan, para devorarlos después. Por eso me han llamado bruja, pero yo no soy de las que comen inocentes niños.
Soy las de color viole(n)ta que confabulan a la hora más oscura del sueño, la que con salvia blanca descifra su destino y protege a guerreras de las mordeduras del sol.
No protejo hombres que han marcado con su miembro el dolor, y tampoco amaneceres que iluminan sus días para cazarnos.
Si eres hombre y aún no traicionas el pacto, cúbrete de mi voz porque los zarpazos no siempre necesitan de garras.
El vuelo de las mariposas
“El encierro es muerte”, dicen los hombres
y sucede que ellos no conocen
la espera ni la muerte.
El encierro es a la espera
como menguar es a la nueva luna.
Pero los hombres no menguan
cual mujer en roja luna
ni saben preparar con caléndula su vientre.
Ellos no conocen de eclipses
ni a la Noche como abrigo del dolor.
Sólo hablan no paran
dicen saber de oscuridad,
cuentan que la noche tenebrosa
si te agarra descuidada
te encaja los dientes te atraviesa por el culo
y abandona en la nada, que no cuida ni salva.
Mientras ellos matan
y acusan a mariposas nocturnas
de atraer la muerte.
A esos, les decimos
sabemos
de la cura que es la Noche
con su ungüento lunar.
Que ellos nos saben esperar.
No saben de sazonar moles
y tampoco cuidar a la niña
que brota en llanto.
Dicen
“¡Es suficiente!”
que florecer en llanto NO está bien
que el mundo NO se acaba
y te coartan la tristeza.
o
que las niñas lindas
no gimotean ni golpean a los niños
que alzaron su falda.
“NO pasa nada” dicen
creen saber que no pasa nada
y te esconden el enojo
para no volverlo a encontrar
para que pasado los años
calles
mientras el niño grande
vocifera encima de ti
y patea con pesados juicios
tu cuerpo
para que no destruyas
monumentos
ni banderas
y les permitas divertirse
a cazar y mutilar mariposas.
A esos que arrebatan
la palabra y peroran
del encierro como tumba
No saben del refugio
construido por Tristeza
y aguardar por el ocaso.
Pero una cosa recalcamos:
Ustedes NUNCA más
quemarán
el vuelo de las mariposas.
Sebastiana
A mi bisabuela que no conocí en persona,
pero sí en su ancestral medicina
Anochece
Agua hierbe
El fuego muta en mí
y renace un espíritu
que se apodera de mis manos.
La ancestra ha llegado
Su aroma a romero y canela
invaden amorosamente mi cuerpo.
Escurre en las gotas
de la vela de cebo
que dinámica, posa sobre la mesa.
Ha llegado
al beber el té,
el humo nubla mis pupilas
y su cálida caricia su abrazo
atraviesa mi epidermis.
Me dice: “He llegado”.
Entonces
me detengo
observo
mi rostro interior
y respiro.