Barbarella D´Acevedo (La Habana, Cuba, 1985). Escritora. Profesora y editora. Teatróloga, graduada del ISA y del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Ha obtenido múltiples galardones, entre ellos: Premio de la Ciudad de Holguín en Narrativa (2022), Hermanos Loynaz en Literatura infantil (2021), XIX Certamen de Poesía Paco Mollá 2020 (España), La Gaveta (2020), Bustos Domecq (2020), y Beca de creación El reino de este mundo por el disco de poesía Discurso de Eva (PM records). Ha publicado entre otros: Músicos Ambulantes (2021), El triunfo de Eros (2022) y Blanco y azul (2022) con Editorial Primigenios (Miami), Basilio y el deseo (DMcPherson Editorial, Panamá, 2022), Érebo (Aguaclara Libros, España, 2022), Nada temas, la vida te sonríe (Revista La Gaveta, Ediciones Loynaz, 2022), El triunfo de Eros (Editorial Ácana, 2022), Habana pulp mission (Ediciones Solaris, Uruguay, 2022), Los sufrimientos del joven Bela (El Faro Editores, 2022), Marea roja (Ediciones Arroyo, Argentina, 2022), Tren para Salinger (Ediciones Loynaz, 2022), La casa, el mundo y el desierto (Ediciones Hurón Azul, España, 2023), y Marea roja (Ediciones Enlaces, Chile, 2024). Su obra ha sido editada asimismo en diversas antologías a lo largo del mundo. Cultiva disímiles géneros: novela, cuento, poesía, literatura fantástica, literatura erótica, periodismo, crítica, teatro, literatura para niños y jóvenes. Ha sido traducida al francés, al inglés y al esloveno. Es considerada una de las voces jóvenes importantes en la Cuba actual.
Diario del dolor (fragmento)
Fábula
como si el cerco de la isla no bastara
soy la aguja de coser
dentro del huevo de plata
en el estómago del pato
sobre el árbol que crece
se enraíza
en el vientre
de la mujer desnuda
la mujer abierta
y en la cama
obligada al reposo
del mundo y el tiempo
Las niñas malas
Su piel me provoca un estremecimiento.
Noto que trae las lágrimas estancadas.
El liquen flota en la superficie de sus aguas
y un nenúfar se cierra
ante la palabra que me olvido.
No sé por qué ella
escogió este jardín
donde ahora nos rodean las estatuas,
y me acosan los sermones
de mi madre.
Aunque de reír hoy no nos olvidamos,
a esta edad
podríamos olvidarnos de todo,
pero no de reír.
Apuramos las dos otro brindis.
Yo no sé fingir,
ella tampoco.
Aunque a veces se hace necesario,
esconder la verdad
bajo la mesa.
Yo me pregunto si ella sintió
el mismo estremecimiento
al tocarme.
Su piel
(mi piel)
estaba helada:
Las niñas malas se convierten
en estatuas de piedra.
Zapatilla de cristal
Los zapatos, zapatillas de cristal,
extrañan mis pies.
O era al revés…
Mi cuerpo extraña
todos los trajes de mujercita incómoda
que ya nunca alcanzará a ocupar,
ni a calzarse.
¿Qué vidas se habrán quedado pendientes
por no saber sonreír
como los otros esperan,
por no posar en el retrato
con la mirada lánguida?
Lánguida es todo lo que debería ser,
la mirada correcta,
y el cigarro ladeado al borde del labio,
como en los clásicos del cine mudo
cuando el cigarro no mataba todavía
y la vida era algo fuera de este azul.
¡Oh, sí!
Azul…,
en blanco y negro
Tan sensual,
y distinta de hoy
la vida.
¡No descalza,
la vida!
Esta vida,
yo no sé si la quiero.
Rituales
El cuerpo sembrado de azucenas blancas,
atravesado por la luz,
fatigado de luz.
Recordé la sensación junto al lago,
en que habíamos celebrado la boda.
La noción antigua
de que antes, en un corro sin nombre,
también lavaron mi cuerpo,
y lo vistieron
otra vez de blanco.
Me dieron a beber mirra y oro líquido.
Debajo de mi lengua colocaron una piedra,
el antídoto,
y sobre la cabeza el velo de las vírgenes.
Envuelta en los aromas del incienso
descendí gravemente
me sumergí en las aguas,
me sumerjo…
Después empiezo a hablar la lengua de los locos
y los iluminados.
No decía una sola palabra
que pudiera entenderse.
Los cuerpos se lavan
antes del encuentro con la muerte.
Stupids cameras of television
Anne Sexton mira las cámaras de televisión
mientras se muerde el labio.
Es a mí a quien mira,
cuando me clavan agujas
sobre el vientre
y mi útero se hace cada vez más pequeño,
una ciruela.
Las agujas no bastan para coser,
retener el relleno
bajo el vientre ciruela pequeñita.
Mi piel huele como el cuarto de mi abuela
cuando yo era niña.
Será que duermo ahora en la cama de mi abuela,
olor rancio…
Anne mira y es a mí a quien mira
a través de sus stupids cameras of television.
Hace rato todos nos vemos
apenas a través de una pantalla,
a través del vidrio.
Apnea del cristal.
Poco importa si Anne y mi abuela
están muertas.
O soy yo quien se muere.