La Edad de hierro de Victoria Marín Fallas

Por Felix Alejandro Cristiá

 

Sobre la tierra…

Sobre la tierra se levantan enormes puertas, a sus pies niños hincados aruñan. ¿Dónde están las llaves?, pregunta alguno. Los inmortales se las han llevado, responde otro. De rodillas crecen las personas después de la gran caída. Paraíso perdido. Hemos nacido en una nueva era. El hierro reemplaza al bronce, dicen convencidos los historiadores. ¡Ahora la guerra se hace mejor!

La Edad de hierro (Medusa Editores,) de Victoria Marín Fallas nos introduce a un mundo donde los humanos están cansados de esperar por el retorno al cielo. El antiguo poeta Hesíodo no dudó en expresar sus consideraciones sobre el hecho de tener que vivir entre los seres de la quinta generación —la suya— creada por los dioses: los de la Edad de hierro. ¿Será que, testigo de los suyos nos legó historia y no poesía? “Nunca durante el día se verán libres de fatigas y miserias”, dejó escrito, “ni dejarán de consumirse durante la noche, y los dioses les procurarán ásperas inquietudes”.

Pero la naturaleza humana, al aferrarse a la vida, también comenzó a observar y a replicar lo que en ella Leer más

Psicología y educación: una articulación indispensable

Por Aldo Saúl Uribe Nuñez[1]

La relación entre la psicología y la educación es innegable. La psicología, a través de sus metodologías, ha estado presente para que el desarrollo y el aprendizaje del educando sea eficaz y óptimo, para lograr que se adapte a su institución educativa y para evitar el fracaso o deserción escolar. Es así que la psicología y la educación se conciben como dos ciencias interrelacionadas, las cuales se pueden apoyar mutuamente en la investigación y/o solución de problemáticas psicosociales y educativas.

La unión de la psicología y la educación la podemos encontrar desde que se comenzaron a estudiar, en una primera etapa, los procesos del aprendizaje animal comparados con el comportamiento humano. Posteriormente, en los estudios sobre el desarrollo vinculados al aprendizaje y, actualmente, implicándose en las decisiones concernientes a los objetivos de la educación, la formación del currículo o el mejoramiento de los métodos de enseñanza-aprendizaje (Coll, 1991 citado en Hernández y Capote, 1996).

Son escasos los estudiosos y académicos que dediquen Leer más

¿Nuevas masculinidades?

La otra cara de la moneda y los peligros de los nuevos gurús para “hombres”

 Por Abel Ramírez Guerrero[1]

Hablar de masculinidades, al menos en los últimos años, ha traído una serie de controversias a las que se adhieren narrativas que ponen en discusión cuál es el comportamiento que tienen/tenemos que desarrollar los hombres en la vida cotidiana. La discusión se pone aún más compleja, enredada y borrosa cuando se vincula masculinidades, género y feminismos. No digo que ese vínculo no exista. Pero, la intención con la que lo esbozan algunos sujetos, pone en entredicho la importancia de trabajar y repensar la forma en la que se entienden y despliegan las masculinidades (hegemónicas). El problema no está en los sujetos, sino en las intenciones y en las narrativas (discursos) que se crean a partir de ahí.

Pareciera, en alguna medida, que si decimos masculinidades –nuevas, positivas, alternativas, diversas, noviolentas o como se las quiera llamar– implica convertirnos en sujetos sumisos que responden a los intereses, decisiones, intenciones, objetivos y designios de las mujeres. Si decimos “hay que trabajar en entender cómo comportarnos con las/os otras/os” enseguida salta a la palestra un miedo irracional de convertirnos en dominados frente a un grupo dominante que, en este caso específico, serían las mujeres. Es como si se entendiera que los feminismos y el género (en tanto categoría de análisis relacional) se pusieron de acuerdo para arrinconar/nos a los hombres.

Este fenómeno, por llamarlo de algún modo, abre la posibilidad de hacer varias lecturas: i) consciente oLeer más

La insoportable levedad del ser y los recursos naturales

Por Carlos Villalpando Martínez[1]

Las dependencias públicas encargadas de la gestión del agua usualmente han utilizado las campañas publicitarias o educativas tendientes al cuidado del recurso hídrico, con ejemplos como el reciclado, captación de agua de lluvia para riego, el uso del agua de lavadora para el baño, recortar los tiempos del baño personal, evitar el uso de manguera para lavar el coche; muchas son las recomendaciones para poder aminorar el uso personal del agua, pero el verdadero problema existe en su uso como un bien industrial, donde han existido solo regulaciones leves o carentes de efectividad, en las que se limita su uso como un bien personal en las colonias más desfavorecidas, pero se prioriza su atención en las empresas depredadoras del medio ambiente.

La discusión sobre las problemáticas ambientales y la contaminación generada por las empresas no fue un tema relevante en el mundo ni en México hasta finales de los años sesenta y principios de los setenta, pues en los periodos económicos anteriores se buscaba el desarrollo industrial, un crecimiento poblacional y el aumento del Producto Interno Bruto (PIB).

El concepto de desarrollo fue un fenómeno de la posguerraLeer más

Valentina

Por Yolanda González Muciño

A mis hijas: Cynthia y Libertad

 

Ya mero está el café, le puse canela, como te gusta.

Durante doce añadas luché en los agarrones a tu lado. ¿Te acuerdas? Ya han pasado cuarenta y uno. ¡Aaah, y siempre estás en mi recordación! ¡Aunque sufrí los infiernos contigo, era feliz! Sí, a’nque eras un cabrón, yo te quería harto. ¡Si me hubieras hecho caso…! ¿Recuerdas al Palemón? Ese campesino rete risueño que nomás enseñaba el diente, y se unió al general Grabiel Leiva, nomás por andar enamorado de mí. Y de la canción tan bonita que me inventó, y así con hartas ganas me la cantaba: “Valentina, Valentina yo te quisiera decir…” A ti te hervía la sangre, yo no sé pa’qué se lo chingaron.

¿Sabes? Las mujeres no teníamos permiso pa’que nos cantaran, ni pa’ nada. Jue hasta que animosas comenzamos a vestirnos con las ropas abujereadas de los soldados que caían en batalla, y así nos avaloraban un poquito. Yo cambiaba mis faldas de percal, todas deshilachadas, por la ropa del que ya estaba dijunto. Antes de encuerar al muertito, me persinaba y le pedía a Dios y a la virgencita de Guadalupe por él. Lo desvestía rápido, la cara me sudaba y mis acongojados pies hasta la tierra rasguñaban. Me ponía las levitas manchadas de rojo y los pantalones también, nomás que los arremangaba. Y a’n que los trapos jedían a hombre y a sangre, ¡me sentía como toda una soldada! Luego, les quitaba las botas y parecía que los muertitos las agarraban con las uñas. ¡Porque me costaba un chingo sacárselas de las tiesas patas que jedían! Yo y mis compañeras nos reíamos harto porque me quedaban rete grandotas y caminaba como espinada. Hasta rechinaban las diantres botas. Tú también te burlabas de mí y de todas. ¿Qué ya se te olvidó que hasta tú te vestías de mujer pa’ poder jullir? ¿TeLeer más

Democracia y estallido, significantes ateridos

Por Francisco Tomás González Cabañas

Cita Heidegger en Ser y tiempo el pasaje del diálogo “El Sofista” de Platón (244a) en el cual se dice que, a pesar de la evidencia del concepto, el término «ente» dista mucho de significar algo claro que no necesite ser indagado. Aristóteles, en la metafísica lo expresa en relación al «ser» cuando afirma que éste se dice de muchas maneras, para luego ser resignificado por los aristotélicos, quiénes acentúan las razones de las primeras y últimas causas, especialmente en el término sustancia, transliterado del griego «ousía».

Congelados en alguna abadía hierática, tales significaciones volverán al calor del pensar, a la dinámica de la cuestión, precisamente con el más rimbombante y último de los «yo acuso» filosóficos. Hablamos del «Olvido del ser» heideggeriano. Interpelación que recogerá con mayor vigor la teoría psicoanalítica antes que la ontología. Esta suerte de giro hermenéutico posibilitó el clivaje entre ente y ser o sustancia; salirnos de tal olvido dilemático lo resolvimos con menor carga de angustia a través del término inconsciente. Constituido en significante amo, nos regimos ante el mismo para jugar a la disolución de la identidad, para la borradura de las diferencias, para el registro de las huellas. En lo real, la multiplicidad manifiesta; la diáspora, la dispersión, en lo simbólico e imaginario; la unidad,Leer más

La violencia de género en Nuevo León reflejada a través del silencio en Comunidad terapéutica de Iveth Luna Flores

Por Carolina Cervantes

Toda obra narrativa o poética debe transmitir algo. Quizá desde sus palabras, desde la construcción de sus versos, de sus diálogos, desde la forma que se le ha dado al texto o de la construcción de cada oración. Pero sí, todo en la obra transmite algo. Incluso pasa lo mismo con aquello que calla el autor; desde el silencio.

Estos silencios no se encuentran en toda narrativa u obra poética, aunque sí hay muchos autores que utilizan este recurso como parte esencial de su obra. Pero ¿cómo puede el silencio comunicar algo? Rosa Ma. Mateu advirtió que el silencio en términos narrativos o de escritura es más bien lo que Bajtín llamó “callar”; éste está construido a partir de aquello que el autor calla, que no dice de manera literal en la obra, y calla porque “esa acepción es la única que permite explicar la ambigüedad, la falta de respuesta, la polisemia, el vacío, la angustia, etc…” (1998, 3) Es decir, el silencio permite al autor expresar sin necesidad de decir o explicar.

Gracias a la herramienta del silencio se permite al lector o lectora conocer e interpretar lo que el autor quiso decir sin necesidad de que se hiciera de manera literal, a través de estos silencios es que se puede hablar de temas de la sociedad tan delicados, en la mexicana especialmente, como lo es la violencia de género.

Esta temática que trata la poeta Iveth Luna Flores es tan tangible en el contexto de ella, y de todo aquel o aquella que reside en México, que no es difícil especular y creer sin duda alguna que su obra ha sido creada con la necesidad de aullar el lamento sobre esta realidad tan dolorosa. Y no sólo a forma de expresión de cómo es vivirla, sino Leer más

Del líder de opinión al consumismo en tiempos de pandemia

Por Arantza Monserrat García Durán[1]

Al pensar en la palabra influencer se nos vienen muchas representaciones a la mente, todas ellas relacionadas con el marketing, pero más allá de eso, la importancia que este papel cumple en la sociedad capitalista tiene mucho impacto en la forma de vivir contemporánea. A través de la publicidad y las redes sociales, nos encontramos diversos aspectos de influencia que condicionan estereotipos e ideales individuales, posicionando a estos últimos en una jerarquía de narcisismo frente a dilemas y problemas colectivos que adolecen nuestra sociedad. Sería interesante, antes que nada, reconocer que el origen del influencer si bien se encuentra enfocado en el marketing, desde lo sociológico es un fenómeno importante para el análisis de nuestra realidad actual. Hay que hacer un recorrido de todo lo que lleva al sentido del influencer; desde la década de los 20, Coca cola ya había sido un parteaguas con el uso de estrategias en tendencia y uso masivo de medios de comunicación para sus campañas publicitarias de monopolio navideño con el icónico personaje de Papá Noel.

A su vez, no fue sino hasta la década de los 40`s y 50`s que el término “líder de opinión” se volvió parte fundamental en la comunicación de masas y publicidad capitalista para promover el consumo de marcas, contenidos, experiencias o productos apoyados por algún personaje reconocido, es decir, en función de un control social que quienes tienen el poder económico ejercen sobre nosotros. Sin duda, los medios de comunicación con los que se cuenta hoy en día, a través de las redes sociales, han dado un giro trascendental para el consumismo y la imposición deLeer más

Una ráfaga de la obra de teatro Colisiones o el incendio de las mariposas

Por Saúl Pérez Sandoval[1]

 Cada choque impacta en lo más profundo de nuestro ser,
y determina parte de nuestra existencia.

 

En agosto del 2018, fue presentada en el Teatro de la Ciudad de Puebla por el colectivo El Mole la obra de teatro Colisiones o el incendio de las mariposas, escrita por el dramaturgo Manuel Barragán y dirigida por Fernando Yralda.

La singularidad de aquella puesta en escena radicaba en un escenario circular, en donde los personajes podían estar intercalándose en relación con sus diálogos. Es decir, los actores permanecían en un mismo lugar, entrando y saliendo de escena constantemente, a través de un juego de luces que le otorgaba un papel central a la iluminación, ya que se enfocaban los puntos de concentración de cada escena, y en ocasiones permitían la coexistencia de dos espacios distintos al mismo tiempo, con luces fuertes o tenues, según fuera la escena que representaría cada personaje.

El cambio de luces y su enfoque también radicaba en la importancia de la trasmisión de una respectiva emoción; para que el espectador pudiera sentir la tristeza, el enojo, o la felicidad que quisiera transmitir el actor por medio Leer más

Desirée

Por Eduardo Alcalá López

Ves un anuncio en el periódico de ayer: “Se solicita niñera que tenga conocimientos de psicología, un día a la semana durante 1 mes, los jueves de 7 de la noche a 7 de la mañana. Incluye cena”. La paga es buena y viene un número telefónico, abajo dice “No llame, mande mensaje por Whatsapp”. Relees el mensaje y dudas un segundo. Quizás es muy bueno para ser verdad. Quizás alguien ya ocupó el puesto. Haces unas rápidas cuentas mentales y te percatas que ese dinero te basta para completar el presupuesto de gastos para tu viaje a Alemania que has planeado por años. No lo piensas más y mandas el mensaje.

Revisas los detalles antes de confirmar que tomarás el trabajo. Tendrás que cuidar a una niña de 7 años con algunos problemas de comunicación: tu especialidad. Además, te ofrece un bono si llegas puntual a la hora, ni un segundo antes, ni un segundo después. Sabes que podrás cumplir sin problemas y te imaginas dándote algún pequeño lujo durante tu viaje con ese excedente. Confirmas y la señora, asumes que es una mujer con quién has intercambiado mensajes, te responde con una ubicación. El siguiente mensaje te inquieta “Me llamo Dolores, cuando llegues no toques el timbre del edificio, sube directo al piso 3-303. No me digas tu nombre. Nos vemos el jueves”.

Estacionas tu auto en la acera frente a un edificio que no recordabas que existía a pesar de ser una zona por la que sueles transitar. No sabes si realmente es tan viejo o sólo está descuidado y la hora de la tarde lo hace ver peor. Tardas un instante en bajar de tu auto, pero recuerdas la puntualidad. Levantas la mirada al cruzar la calle y buscasLeer más