Entrevista al Dr. Antonio Lanzcano, biólogo de la UNAM

Fotografía: Abraham Aréchiga, tomada del portal de la UdeG

Entrevista al Dr. Antonio Lazcano, biólogo de la UNAM

Por Diego Medina

dariounam92@gmail.com

 

Alguna vez en metro Polanco, por la mañana, me encontré con esta luminaria de la ciencia. Yo estaba leyendo “La República” de Platón cuando él se acercó para preguntarme “¿es aquel diálogo dónde están platicando debajo de un platanal?”

Lo volví a encontrar un par de veces, hablamos de Lucrecio y de Thomas Man. Acababa de recibir un Honoris Causa por parte la Universidad de Valencia. Tomé el teléfono y le llamé. No fue una conversación casual, más bien una entrevista informal que vale mucho poner sobre la mesa en aras de repensar la realidad progresista de nuestro país y sus achaques.

DM― Como biólogo ¿cuáles son sus consideraciones de las reformas energéticas, hablando en específico del Fracking?

AL―Bueno, yo no sé de eso. Yo no soy un experto en las áreas de la biología, de la geología, de la ingeniería que tienen que ver con el problema, pero lo que sí me inquieta a mí mucho es el comentario público de expertos que han señalado los riesgos de contaminación tan enormes que hay y que obviamente afecta a la diversidad biológica; y que además resulta muy preocupante el empeño de estar encontrando soluciones gastadas en los hidrocarburos tradicionales cuando evidentemente las consecuencias ambientales son brutales. Yo creo que la sociedad debería hacer inversiones en una dirección distinta y no veo por qué países como el de nosotros no están invirtiendo, como lo han señalado los expertos, en energía solar, energía eólica, etc, etc.

DM―Hace algunos días, en un programa de televisión, comentaba que estábamos en medio de una mega extinción ¿cree que el ser humano sea una especie en peligro de extinción?

AL―No, no, ¡qué va! El problema es que la desaparición que tenemos está focalizada en algunas culturas, grupos étnicos, que están viendo cómo sus modos de vida se destruyen por la expansión de un mercado que no respeta el ambiente ni los modos tradicionales de cultura. Un caso muy concreto que la gente rara vez menciona, pero que a mí me conmueve mucho, son los nómadas; al estilo de los nómadas, de los gitanos, por ejemplo los bereberes, del saharauis, que está desapareciendo con una rapidez enorme.Leer más

A propósito de los Premios Óscar

Por Angélica Mancilla

 

Este domingo se llevó a cabo la ceremonia número 91 de los Premios Óscar: para unos, un reconocimiento a lo mejor del cine; para otros, un espectáculo lleno de frivolidad.

Sin embargo, para poder hablar de los Premios Óscar tendríamos que partir de quiénes están detrás, es decir, de quiénes son los más de seis mil integrantes de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos (AMPAS) que deciden, primero, a quiénes nominan, y segundo, a quiénes otorgan los galardones. Porque puede ser una obviedad, pero si las mujeres estamos subrepresentadas en la mayoría de las industrias e instituciones, la AMPAS no podría ser la excepción, es decir, quienes deciden qué sí premiar y qué no, en su mayoría, son hombres blancos, heterosexuales y con cierto reconocimiento social; un espacio cerrado, al que sólo se puede ingresar por invitación, ya sea por haber obtenido una nominación o por recomendación. Además, resulta bastante simbólico que la estatuilla dorada tenga la silueta de un hombre, aunque no reparemos en ello.Leer más

Una X más en el mapa de la narrativa escrita por mujeres

 

Por Ximena Cobos CRUZ

 

En cierta parte de su recorrido por el papel de la mujer en la literatura, Virginia Woolf acierta a referir la producción poética, primer bastión de las escritoras, como «literatura de la queja». Continúa avanzando, revisando, dando ejemplos del desarrollo escritural de las mujeres; hallando aciertos y desencuentros con el fondo y la forma, hasta cerrar dejándonos la tarea más ardua como creadoras: conseguir engendrar obras que ya no dependan de las condicionantes de género que la sociedad nos obliga a vivir, a veces sin reconocerlo.

Pero qué pasa si la queja se vuelve denuncia, si la palabra se convierte en un lugar tomado como sitio de batalla, de resistencia desde la crítica. Qué sucede si reconocemos en la narrativa escrita por mujeres una realidad punzante que se repite a dos casas de la nuestra o a una lengua de distancia. ¿Cambia algo realmente? O será que nos es difícil asumir hasta en la ficción que cuando la mujer alza la voz no es simplemente una queja.

Pensemos en dos escritoras: Natalia Ginzburg (Italia, 1916-1991) y Nelida Piñón (Brasil, 1934). Si revisamos sus obras, resultaría difícil sostener que en su totalidad encierran una temática concentrada en el papel de la mujer en la sociedad. No obstante, entre todo lo que ellas produjeron hay dos cuentos de los que quiero hablar aquí: “La madre” (Ginzburg) y «I love my husband» (Piñón). Estos relatos, me gusta pensar, lograron denunciar lo que las feministas han tratado en las teorías, esa bella prosa académica que nos empodera en el discurso.Leer más

Psicoanálisis y lazo social: perspectivas sobre alteridad, subjetividad, lenguaje y violencia

Por Jimena García[1]

psic.jimena.garcia@hotmail.com 

Imaginemos un momento mítico, intentando aprehender el pasado, millones de moléculas se encuentran dispersas, suspendidas en el aire, de inicio no hay contacto entre ellas; conforme el tiempo, comienza a densificar tal aire y en determinado momento se encuentran, tal encuentro produce un cambio inmediato en su conformación, se alteran entre sí, algunas se unen formando moléculas mayores, paulatinamente casi ninguna molécula conserva su forma anterior, han sido modificadas al encuentro con otro y ya poco se sabe cuál fue su forma original; desde esta ficción mítica (en tanto refiere a un origen) comprendo la alteridad, donde alter es el otro y el encuentro genera una huella ya en sí misma alterada.Leer más

Desobedecer

Foto tomada de theatredelacite.com

Desobedecer

Por Liliana Rojas[1]

 

Dos amigas mexicanas fueron al teatro en París para fortalecer sus lazos fraternos. Desobedecer. Así se llamaba la obra. Fortalecer los lazos fraternos como motivo válido para ir al teatro, como justificación. Porque en la cotidianidad la justificación es más importante que el sentido. Sin embargo, para qué iría uno al teatro si no va a ver algo que tenga sentido. Además la obra se llamaba Desobedecer, qué diablos.

            En todo caso, qué menospreciado está el sentido en estos días. San Agustín dice que no sabría definir el tiempo, pero que sí sabe lo que es. Lo mismo aplica para el sentido. Si no le preguntan a uno, uno siempre sabe lo que es. Aunque el tiempo y el sentido no son la misma cosa. Qué coincidencia que los que juegan con la escena han mistificado las dos cosas, el sentido y el tiempo.

            Porque el sentido no es un objeto transhistórico que existe de por sí. Qué bueno, muchas personas nacen sin él y serían, sin duda, víctimas de la eugenesia. Ojalá eso fuera una distopía lejana. No lo es, no se olvidan las víctimas del sentido unilateral y totalitario, bien peinado…

            El sentido se construye, se crea, se esculpe, se manufactura. La actividad transformadora de la preferencia de uno puede verbalizar el sentido. Es una falacia decir que no todo lo que se hace sobre escena tiene que tener sentido. No es que «tenga» que tener sentido. Como si uno pusiera en pausa su existencia histórica para, ahora sí, despojar de sentido el momento. «¡Tengamos un momento puro! ¡Quitémosle el sentido!» El sentido no es el oxígeno o la luz solar aunque sí se encuentra maleable en las distancias entre los sujetos.Leer más

¿Una alianza entre mujeres?

Foto: Angélica Mancilla

Por Angélica Mancilla

En días pasados, leí en algún lugar que cuando una mujer conoce el feminismo no hay vuelta atrás, su vida cambia. No podría estar más de acuerdo con ello. Sin embargo, tampoco puedo negar que en este camino de deconstrucción seguimos reproduciendo actitudes que nos siguen dañando, incluso como feministas.Leer más

ONE

Foto:Ross Halfin, tomada de Revolvermag

Por Christian Jiménez

 

Corría 1981, año en el que el archipiélago de Palaos se independizaba de Estados Unidos, Ronald Reagan tomaba posesión como presidente de ese país (quien meses después se salvó de un atentado), y en un túnel a 494 metros bajo tierra, en el área U2es del sitio de pruebas atómicas de Nevada, se detonaba una bomba atómica Akavi, de 20 kt.; Grecia entraba a la unión Europea; en El Salvador comenzaba la guerra civil y, meses después, las fuerzas armadas perpetraban la masacre de El Mozote; golpe de Estado en España; Ali Agcha atentaba contra el Papa Juan Pablo II; Israel llevaba a cabo un ataque aéreo sorpresa denominado Operación Ópera; en Egipto, se asesinaba al presidente Hosni Mubarak; y la lista sigue.

Y en ese contexto, en medio de toda esta adversidad, dos chicos (Lars Ulrich y James Hetfield) en Los Ángeles, California, a los que posteriormente se les unirían Dave Mustaine y Ron MacGovney (y quienes serían sustituidos por Kirk Hammett y Cliff Burton), se juntaban para formar una de las mejores bandas de trash metal —si no es que la mejor, cuestión de gustos— de todos los tiempos. Sin lugar a dudas, estoy hablando de Metallica, banda que llegó para cambiar la forma de hacer y ver el metal en todo el mundo, de revolucionar los sonidos, cuyas letras se alejaban de lo convencional.Leer más

La Isla de los hombres solos. Un llamado a la consciencia

Foto tomada de Sobre-T 

Por Ximena Cobos   

El problema de la función social de la literatura ha sido bastante cuestionado desde la crítica literaria; quizá sea porque asumir que ésta tenga realmente un oficio transformador intimida a los lectores, escandaliza a los críticos y compromete a los escritores. Sin embargo, es posible que la función exista, me atrevo a sostener, en relación a la sensibilidad social que tenga el receptor, y no me refiero a una simple capacidad de conmoverse. Si aceptamos que la literatura no es mímesis absoluta, tampoco ficción plena, y que tanto escritor como lector reconocen en la obra rasgos de la realidad objetiva abrimos la posibilidad a la empatía, una empatía social más abarcadora, y a la reflexión en torno a esa realidad mediante la lectura.   

Precisamente, una de las novelas latinoamericanas que más requiere de la empatía es La isla de los hombres solos del costarricense José León Sánchez. Una pieza que resulta fundamental volver a poner constantemente a la vista de lectores “especializados” y “amateurs”[1], pues logra o debería conseguir que quien se adentre en sus páginas se responsabilice de reflexionar, buscar y compartir nuevas formas que contrarresten el sistema que hace funcionar las sociedades. Es así que esta es una invitación a laLeer más

Presentan Plan Digital de la Ciudad de México

Por Rodrigo Mancilla Hace unos días Claudia Sheinbaum presentó, junto a su equipo de trabajo, el “Plan Digital de la Ciudad de México”, que consiste en hacer que este nuevo gobierno sea digital, es decir, que los ciudadanos vamos a poder acceder a trámites que sólo podíamos realizar de manera presencial, así como a bases de datos e información relacionada con la CDMX. Esto podría suponer grandes ventajas para quienes disponen de poco tiempo libre, aunque habrá que esperar a que puedan estar disponibles dichos servicios, pues como casi siempre pasa, se presentan programas con muchas limitantes.Leer más

Goleada a las mujeres: la desigualdad entre hombres y mujeres en el futbol mexicano

Foto: Torreón, Coahuila, 4 de febrero de 2019. , durante el juego de la jornada 6 del torneo Clausura 2019 de la Liga MX Femenil, entre Santos Laguna y Esmeraladas del León, celebrado en el estadio Corona. Imago7/Sebastian Laureano Miranda.

Por Rodrigo Piña

El futbol soccer actualmente es jugado de manera profesional por mujeres y hombres en todo el mundo. Al ser el deporte más visto por las personas alrededor del globo, esto lo convierte en el que más ganancias genera.

En México, el futbol siempre ha sido una práctica muy popular, tanto, que el país se ha convertido en el décimo lugar a nivel mundial en jugadores mejor pagados, solamente unos lugares debajo de Inglaterra, Alemania, España e Italia. Estos últimos también encabezan la lista de mejor educación a nivel mundial, caso contrario a México, ya que en aquella se encuentra —como dirían los comentaristas deportivos— “hasta el sótano”.

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