Un diálogo sobre el Patrimonio Documental como símbolo de la memoria

Imagen tomada de archivogeneral.zacatecas.gob.mx

Por Carla Isabel Rodríguez Saucedo[1]

Resumen

A través de las eras, el ser humano se ha valido de diversos métodos de comunicación para transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones, implementando sonidos, señas, formas, colores, etc., sin embargo, estos se hayan atados a un significante sociocultural que limita el entendimiento universal. No es si no hasta la invención del papel que podemos dar cuenta de los sucesos acontecidos en épocas pasadas y posteriormente, y ampliar la recepción de los mensajes gracias a la invención de la imprenta.

Introducción

El impacto que ha precedido el uso del libro como un medio de comunicación masivo ha cambiado el devenir de la humanidad y la forma en cómo interactúan unos con otros. Actualmente, se producen cerca de 340 millones de libros en México, por lo que el esfuerzo por conservar el acervo documental es titánico, ya que las capacidades necesarias en espacios como bibliotecas, museos o librerías se ven rebasadas en comparación con la fuerte oferta y cada vez menor demanda. ¿Cómo es posible definir qué libros conservar y cuáles no? ¿Cuáles pueden ser considerados patrimonio y lograr un estatus lo suficientemente relevante para sobrevivir al paso del tiempo y a los cambios socioculturales?

Fotografía: Carla I. Rodríguez. PRÓLOGO GALEATO. RELACIÓN DE LA VIDA DE LA V. MADRE SOR MARÍA DE JESÚS, 1759. Resguardado en la Biblioteca de Colecciones Especiales Elías Amador, Zacatecas, Zac.

El patrimonio documental forma parte de una larga lista de bienes culturales que se consideran importantes para el desarrollo y entendimiento del ser humano. Esto antecede a la construcción simbólica que envuelve la cultura y el entorno social de una comunidad, en la cual se ven inmiscuidos diversos aspectos de identidad, lengua y creatividad, englobando así una larga lista de componentes, conocimientos y bienes de distinta índole, tanto materiales como inmateriales.

Por ello, desde hace ya un par de décadas, la UNESCO, así como otras instituciones nacionales y académicos especialistas, se han encargado de establecer los parámetros que caracterizan el patrimonio cultural y sus distintas vertientes, analizando a su vez sus necesidades de conservación e impacto ante la comunidad a la cual pertenece. El patrimonio documental es por tanto una de éstas tantas muestras culturales que nos permiten entender y aprender del pensamiento humano a través de los siglos y las regiones geográficas, trascendiendo más allá de lo estético y lo ritual.

“Todo patrimonio asume en mayor o menor medida una naturaleza documental debido a su ineludible condición de testimonio histórico de una época determinada. Pero además del reconocimiento del valor documental inherente a todo el patrimonio cultural, se ha sentido la necesidad de conceptuar la categoría de documento como un tipo propio y característico del patrimonio histórico” (González Vara, 2015:227)

El libro y las publicaciones periódicas han representado una de las invenciones más prácticas y contundentes en el tráfico de información, pues gracias a ellos el intercambio de diálogos se expandió y se diversificó a tal grado que hoy es posible consultar material de grandes pensadores, teorías, ideologías e incluso ver el desarrollo y mutación que han tenido las lenguas. Este hecho ha marcado la importancia histórica del patrimonio documental en el que se engloban archivos, periódicos, libros —manuscritos e impresos—, cartas, pergaminos y cualquier otro material escrito que ilustre directamente un ámbito histórico y cultural; actualmente, se maneja el supuesto de agregar a la lista del patrimonio documental materiales como revistas, cassets, videos caseros y CDs por su relevancia en la época contemporánea.

Un patrimonio escrito

Con el gran avance tecnológico de los últimos años y la facilidad que esto conlleva para el acceso a la información gracias al uso de nuevas tecnologías, se han visto desplazados los espacios que resguardan material bibliográfico y periódico, lo que supone un problema para la conservación de los mismos, pues invisibiliza el trabajo de restauradores, conservadores, bibliotecarios y académicos, mientras que demerita la importancia del patrimonio documental físico. Tras algunos esfuerzos de diversas instituciones y asociaciones, se han realizado políticas culturales que velan por mantener espacios y medios para su consulta y posterior resguardo. Sin embargo, la problemática es compleja pues se requiere volver a alfabetizar a la población y en mayor medida a los altos cargos que, finalmente, son quienes manejan los recursos y definen en cuáles rubros culturales “merece la pena” invertir.

Se han establecido leyes para regular la protección de los libros y documentos antiguos en México (1930, 1934, 1970 y 1972), pero la condición patrimonial del libro está ausente en el ordenamiento jurídico, lo que demuestra una contradicción, esto se debe al valor social que tanto los libros como las bibliotecas tienen en México. (Cruz-Linares, 2014)

Es entonces cuando al momento de evaluar el valor real que tiene el patrimonio documental en la sociedad existe un parteaguas que implica cómo las generaciones ven e interactúan con él. Encontramos la constante del valor adquirido y estatus que otorga tener un libro según su estructura, tipo de papel o contenido, situación que es visible desde la época virreinal en México y hasta nuestros días, mientras que se ve disminuida la importancia misma de su hechura y preservación por la facilidad con la que la imprenta ha expandido el mercado.

Es indiscutible que el patrimonio escrito nos ha permitido interactuar con culturas y tiempos ajenos a los nuestros, por lo cual, la catalogación ha jugado un papel fundamental, pues nos permite identificar por colecciones y temas, tiempos y lugares, el material con el que cuentan los archivos y bibliotecas para facilitar al público su acceso. Existen materiales que se han catalogado como las Colecciones Generales, que pertenecen meramente a la época contemporánea y moderna; pero, también y más complejas, las Colecciones Especiales, pues datan de entre los siglos XVI y XIX[2], las cuales por sus necesidades se resguardan en condiciones especiales para conservar hechos históricos en palabras, tinta y papel, aunque su mismo estado y edad impiden a gran parte de la población tener un acceso más allá del museológico, asumiendo como reto principal la revalorización del acervo documental antiguo.

Entonces, cabe preguntarnos ¿Cuál es la verdadera importancia del patrimonio documental en la actualidad? ¿Cuál es la diferencia social entre los libros contemporáneos y los libros antiguos? ¿Las bibliotecas tienen futuro ante la inminente modernidad acelerada donde prevalecen las nuevas tecnologías y las plataformas actualizadas?

En efecto, el patrimonio documental puede resultar un término excesivo u ostentoso para hablar solo de libros o periódicos, pero gracias a esta distinción logramos otorgarles una importancia significativa pues son generadores de diálogo y a su vez mensajeros de ideas. En cuanto al acervo antiguo y el contemporáneo, cabe destacar que existe una inmensa diferencia en su hechura, calidad y temas, el acervo documental antiguo conlleva un fuerte significante de conocimiento y poder, pero se ve limitado a su uso o exposición, mientras que el acervo contemporáneo es mucho más accesible y tiene una mayor permeabilidad en la comunidad. Finalmente, algo que nos ha enseñado la historia es que la tinta y el papel son más resistentes que las ideologías y la lengua misma, por lo que, aunque exista una tendencia hacia lo digital, el formato físico prevalecerá más por necesidad que por gusto, pues son parte de un registro tangible de nuestras sociedades. 

Se puede decir que el objetivo principal es generar una revalorización de nuestros acervos y espacios que los resguardan, así como un acercamiento e interacción activa del público. Para ello existen diversos esfuerzos en los que se involucra directamente a la audiencia ya cautiva, que es cada vez menor, con proyectos como el Fomento a la Lectura[3] o los eventos académicos realizados por los recintos universitarios, académicos y bibliotecas. Sin embargo, en las palabras del propio Daniel Sanabria (2019) “es preciso desarrollar una tendencia continua del trabajo interdisciplinario y multinivel. No podemos dejar a nadie fuera […] que apunte al uso combinado de todos los medios posibles” (Sanabria, 2019:18), es decir, se necesita generar estrategias basándonos en la transversalidad del conocimiento (audiovisual, histórico, comunicativo, filológico, literario, gráfico, etc.) con personas de distintos ámbitos y estratos sociales, culturales, económicos y políticos, que intervengan de forma virtual y presencial, donde podamos generar diálogos a través de materiales didácticos, audiovisuales y retroalimentaciones.

Mantener este intercambio ampliará los temas y ejercicios a realizar para generar un engagement y activación con nuestros públicos y lograr a su vez un interés iniciático en la comunidad de manera remota para su posterior re-alfabetización.

Por otro lado, no podemos excluir los avances tecnológicos de nuestras estrategias pues en nuestra contemporaneidad es más que necesario formar parte de la comunidad activa. Por ello al implementar el uso de las plataformas actualizadas y redes sociales, será posible lograr una mayor difusión y eco a las diversas actividades, estrategias y materiales que permitan la ya mencionada revalorización del patrimonio con sus respectivas restricciones por seguridad del patrimonio mismo y de la desvalorización a través del uso desmedido de la red.

Sin duda, este trabajo es largo, tendido y cansado, dependiente de diversos factores sociales y de la apertura que presente la comunidad con cada método aplicado, donde no se verán los resultados hasta largo plazo. No es la primera ni la última vez que se plantea desde diversas fronteras la importancia del patrimonio y las acciones a seguir para su protección, difusión y conservación, por lo que es importante tener claros los parámetros y no decaer en el intento, dependiendo en cierta medida del apoyo logrado a distintos niveles sociales y de la diversificación de esfuerzos.

Conclusiones

El patrimonio documental forma parte del presente, el pasado y el porvenir de nuestra historia, capaz de transferir el conocimiento a través de las épocas, independientemente del idioma y el formato, por lo que es indispensable seguir generando diálogos y discusiones sobre el tema. Aun con los grandes avances y facilidades que nos brindan las nuevas tecnologías, hay que entender que el ser humano necesita conservar un recuerdo físico e inalterable para comprender e intentar interpretar su historia. Así, las diversas formas en que podemos generar conciencia hacia la importancia del patrimonio bibliográfico están directamente relacionadas a los espacios que las resguardan, las cuales, son a su vez las primeras en ejercer y ejecutar acciones para su revalorización y acercamiento con la comunidad que es la principal beneficiada en la preservación de su patrimonio y su historia per sé. El patrimonio documental pasará a ser parte de la memoria universal, pues da cuenta de hechos, acontecimientos y pensamientos de la época, simbolizando así la presencia histórica de nuestras sociedades.

 

 

Bibliografía

GONZÁLEZ Varas Ignacio (2015), Patrimonio cultural: Conceptos debates y problemas, España. 1ª Edición, Ed. Cátedra

SANABRIA Barrios Daniel (2019), Año 2020: Retos y oportunidades de las bibliotecas con fondos antiguos, en Estudios del Patrimonio Bibliográfico Siglos XVI-XXI, Zacatecas México. 1ª Edición, Ed. Texere (pp 17-21)

CRUZ Linares Gabriela (2014), Los Fondos antiguos de las Bibliotecas de México, obtenida el 1 de febrero de 2021, de http://upla.cl/ebam/wp-content/uploads/2015/09/CRUZ_Gabriela_México_Ponencia_Web.pdf

 

 

REFERENCIAS

CONACULTA (2003), Hacia la formación de lectores en la biblioteca pública

INAH (2018), Conservación preventiva para todos

Arauz Mercado Diana, et al. (2018) Pasado, Presente y porvenir de las humanidades y las artes / VII, México. 1ª Edición, Ed. Zetzen Balza Editores.

Jiménez Jiménez Luis Felipe, et Al (2018), El Acervo en latín del siglo XVII, México. 1ª Edición, Ed. Texere.

Marsá Vila María (1999), El fondo antiguo en la biblioteca, España. 1ª Edición, Ed. Trea

Nivón Bolán Eduardo (2010), Gestionar el patrimonio en tiempos de globalización, México. 1ª Edición Ed. Juan Pablos Editor.

Lira Salvador, et. Al (2019), Estudios del patrimonio bibliográfico siglos XVI-XXI, México. 1ª Edición, Ed. Texere.

[1] Diseñadora Gráfica e ilustradora zacatecana, licenciada en Diseño Gráfico por la Universidad Autónoma de Durango, Campus Zacatecas, con Especialidad en Gestión Cultural y Políticas Culturales por la Universidad Autónoma Metropolitana y actual Pasante en la Maestría de Producción Audiovisual por la Universidad Autónoma de Durango. Obtuvo la medalla al mérito académico por parte de la UAM primavera 2020. Diseñadora Gráfica del Centro INAH Zacatecas desde el año 2015 y Bibliotecaria en la Coordinación Estatal de bibliotecas del año 2017 al 2021.

[2] México cuenta con más de diez fondos documentales de índole público, pero cuyo acervo reservado requiere de un permiso previo a la consulta, entre los recintos que están a la vanguardia de la protección y conservación del fondo documental se encuentran la Biblioteca José María Lafragua y la Biblioteca Palafoxiana. De igual manera encontramos uno de los primeros esfuerzos de regular las bibliotecas en 1883 en Zacatecas con la instauración de la primera biblioteca pública del estado, tercera en el país en aquella época, que ahora se encuentra dividida en dos acervos, uno de los cuales cuenta con más de 22,000 libros de fondo antiguo datados del año 1509 en adelante.

[3] La Ley de Fomento para la lectura y el libro se convierte en decreto presidencial el 24 de julio del año 2008, quedando establecido en el Diario Oficial de la Federación. (DGB, 2014: 14-15)

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Un comentario

  1. La informacion sobre los acervos bibliograficos son muestra de que la palabra escrits perdura a través del tiempo, aun cuando la Tecnología nos permite conocer informacion inmediata

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