Una receta inspirada en el ensayo Una habitación propia de Virginia Woolf
Por Diana Peña Castañeda[1]
Más que un placer gustativo, la comida en literatura es magia. Como elemento narrativo, permite la acción de la trama porque es un estado de ánimo, un pensamiento, una decisión; apoya la descripción de un personaje, o bien caracteriza a una sociedad en un contexto determinado. Desde pavos, frutas, quesos, vinos, salsas, panes y un sinfín de platos, la obra literaria de Virginia Woolf está aderezada de una exquisita ironía para poner en evidencia los trasfondos del alma humana.
Para ella, “comer bien” es metáfora de cómo la identidad propia, más precisamente, la de la mujer, puede encajar o no en una sociedad de libertades, en el mejor de los casos, restringidas. Dijo la escritora inglesa: “Uno no puede pensar bien, amar bien o dormir bien sin haber primero cenado bien”. En su clásico ensayo Una habitación propia, Woolf desarticula la idea de ‹‹somos lo que comemos››, entonces la función cerebral también depende de ello, por supuesto, también para la mujer, pues igual que el hombre es un ser social con intelecto, artes y virtudes.
Además, argumenta que según sea lo que se sirva en el plato, se evidencian las discriminaciones entre hombres y mujeres. Como ejemplo, compara la cena que reciben dos grupos de jóvenes en la universidad imaginaria de Oxbrige. Vino y lenguado para unos; sopa aguada sin especias, ni guiso u otros ingredientes para ellas. Esas dos cenas son contraposición. La primera, indica el aplauso social. La segunda, parece una lágrima condenada.
“…aquí estaba mi sopa, era una un simple caldo de carne, a través del líquido transparente hubiera podido verse cualquier dibujo que hubiera tenido la vajilla, pero la vajilla no tenía dibujo…”
Una habitación propia es la emancipación de la mujer en tanto independencia económica y personal, ello implica la comida con la que se alimenta. Un siglo después, ¡cuánta razón sigue teniendo la escritora! La falta de nutrición puede truncar la razón para avanzar en la solución de tantos asuntos sobre mujer y pobreza / mujer y violencia / mujer y desigualdad.
Pero, a estas alturas, sabemos que en el vacío se puede escribir la cotidianidad, del mismo modo que se puede recomponer una sopa transparentosa e insípida, incluso, aunque pueda seguir mejorando.
Receta
Tiempo de preparación: 90 minutos
Tiempo de cocción: 40 minutos
Porciones: 2
Ingredientes:
Cuatro muslos de pollo sin piel (puede reemplazar por pavo, res o ternera)
Medio puerro
Una penca de apio
Una zanahoria mediana
Una cabezona pequeña
Cuatro dientes de ajo
Dos huevos frescos
Cuatro rebanadas de pan tostado
80 gramos de jamón serrano
Hojas de albahaca
Sal y pimienta al gusto
Preparación:
Lavar los vegetales y cortarlos en trozos.
Colocarlos en una olla junto con las carnes.
Poner suficiente agua.
Llevar al fuego hasta ebullición.
Retirar las impurezas de la superficie.
Agregar sal.
Reducir el fuego y cocinar por una hora.
Apartar del fuego y colar.
Enfriar y retirar la grasa.
Llevar nuevamente al fuego hasta reducción.
Para los huevos poché cubrir un pocillo con papel fil, engrasarlo, disponer el huevo, sazonar y cerrar haciendo un saco. Llevar a cocción por 4-5 minutos en agua caliente. Escurrir y retirar el film.
Servir dos tostadas asadas en el fondo del plato.
Encima, poner el huevo poché envuelto en jamón serrano.
Poner hojas de albahaca fresca.
Disponer la sopa alrededor.
Espolvorear pimienta.
[1] Comunicadora Social, especialista en Comunicación Organizacional, Magister en Ciencia Política. Interés en escribir sobre la comida como elemento narrativo en la literatura y como arte simbólico de la memoria social. linkedin.com/in/dianapeñacastañeda
@la_libreria_patisserie