Reseña Colectiva: ‹‹Tablero›› de Aída Cartagena Portalatín

Por Laura Valentina, Victoria Pantoja, Nat Mont, Belen Carvente y Ximena Cobos

 

Al acercarnos a Tablero de Aída Cartagena Portalatín, hallamos una mujer que no tiene miedo de estar puesta en su escritura, lo que podría ser una más de las formas en que se planta como mujer que irrumpe, que desborda. En este libro de cuentos se nos revela una escritora confrontativa, sin temor, que se permite hacer frente con firmeza a los cuestionamientos que en su práctica creadora le pudieron haber hecho, por lo que nos parece una escritora valiente, que no teme defender su voz, su verdad y su estilo.

 

En ese sentido, Aída Cartagena nos permite reconocer como parte de una genealogía a una escritora que desde su voz y letras refuta y se planta cara a cara contra la “tradición”, soltando una crítica aguda y directa al canon de la blanquitud en sus diversos espectros, no sólo el literario; quizá una de las estrategias que impresionan de manera gozosa es que lo hace a través de su narrativa híbrida, por lo que la consideramos una genia que explotaba la inmensidad de su lenguaje para retratar la realidad que habitaba, con tintes de muy diversa índole.

 

A su vez, este libro de cuentos es un juego narrativo donde cada texto problematiza qué es ser una mujer, mulata, latinoamericana, en una realidad racista, machista, eurocéntrica y colonialista. A través de rupturas literarias y discursivas retrata escenas de la vida cotidiana, reflexiones y el acontecer que atraviesa la autora, valiéndose en algunos de los cuentos del retrato de la oralidad, reconstruyendo particularidades que crean un regusto a ese español particular que es el de Dominicana, el de la gente del Caribe.

 

Tablero es novela, es cuento, es autobiografía, es poesía, es ruptura, es la otredad que se nos muestra desnuda, cara a cara. Una presa que se desborda, agua que no se permite ser contenida. Es, además, una serie de narrativas que ponen sobre la mesa realidades que, para su contexto y temporalidad, resultaban incómodas, pues pocas personas se atrevían a hablar de ellas y cuestionarlas.

 

Los hallazgos con que nos vamos sorprendidas de haber leído a Aída Cartagena Portalatín van desde la versatilidad de estilos y formatos, hasta la vastedad de temas tratados. La polifonía en sus personajes. El uso del lenguaje, su musicalidad y la remembranza con cierto estilo popular y oral. Pero, también el múltiple uso de referencias a la cultura popular, la imagen del Hollywood en esplendor que se constituye referente, además de una mezcla de referencias a la cultura clásica con las que se permite hacer cuestionamientos desde su estar situada como mujer mulata dominicana.

 

Nos sorprende y nos emociona el atrevimiento y la libertad con la que va tejiendo las narraciones, saliendo del canon, empujando los límites de los géneros literarios, rompiendo reglas. Es además dueña de una escritura suelta, que parece en un principio ser una barrera a la hora de querer adentrarse de lleno a los textos. Aunque, conforme vas penetrando, vas soltando las formas y expectativas establecidas sobre cómo se debe leer una obra literaria, no hay reglas en este mar de palabras. Su lenguaje, ese español que pudiera parecer ajeno, se va volviendo familiar, cobrando un sentido propio, fuera del canon eurocéntrico, occidental, que sí se puede aprehender.

 

Invitamos a leerla porque conocer diversas realidades a través de la escritura que desde la mirada y sensibilidad propias plasman y recrean otras es una de las muchas maneras de construir en colectivo. Construyamos con Aída atemporalmente leyéndola, pensándola, difundiéndola, nombrándola.

 

 

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