Por Celia Alvarado, Victoria Pantoja, Danae Perales, Nat Mont y Ximena Cobos
La intención de hacer una reseña colectiva tiene que ver con que la experiencia lectora no es en solitario, en ese sentido, la sorpresa, el placer y los hallazgos que una puede tener cuando hace la lectura, se expanden y se potencializan cuando llegamos a las sesiones colectivas y escuchamos la experiencia de las otras. Entonces, quien lea esta reseña puede ser invitada a acercarse a Danticat desde la emoción de un grupo, conocer una experiencia lectora enriquecida a través de dialogar con otras, enriqueciendo también la conexión con los cuentos de Danticat, transformándola de un ejercicio intelectual a uno sensorial.
Esta reseña colectiva, además, da cuenta de que leer en acompañadas ha destapado nuestros sentidos para apreciar los distintos matices que encontramos en la autora y que al compartirlos se vuelve un manjar de una exquisitez espléndida. Es así que el acompañamiento modificó la forma de leer la obra, ya que cada mirada abría nuevas posibilidades y también datos históricos que daban un contexto mayor a lo que leíamos. La reseña colectiva fue también un pretexto para reconocer la forma como cada una mira la migración haitiana en México, al mismo tiempo que dimensionamos la problemática o los sucesos que ocurren en su territorio, aquello de lo que vienen huyendo sus habitantes.
Antes de hablar de su obra, queremos presentarles a la Edwidge Danticat que descubrimos. Yo la presentaría como una autora que cuenta con una gran sensibilidad y mucho amor tanto a Haití como a sus costumbres. En cada uno de sus cuentos se puede ver el grado de admiración que tiene hacia este país. La forma en que utiliza el lenguaje es hermosa. Hay mucha musicalidad en su prosa que asemeja a ratos más a una poesía. Es también una escritora muy completa que logra transmitir la complejidad de la vida y de los procesos de migración y violencia del pueblo haitiano, al tiempo que consigue transmitir la belleza y lo terrible de la experiencia humana. Asimismo, podemos decir que es una escritora que también vive corporalmente los escenarios que narra: la violencia durante la dictadura, la esperanza del Haití que sueña en medio de todo, y la realidad migrante que se debate entre las raíces y la nueva vida, como una cuerda que se tensa constantemente y se busca que no se rompa. En ese sentido, Danticat tiene una gran habilidad para narrar la vida cotidiana de lo que acontece a su alrededor y transmitir a través de sus escenas un mar de sentimientos y emociones, que nos muestran la complejidad de las relaciones que se tejen cuando vivimos en comunidad.
Podemos decir también que la escritora Danticat es muy grande, sus escritos son de gran valor, -yo no la conocía- y que conocerla es absolutamente una forma de humanizarnos y de ver con otros ojos a un país que por su idioma, por su raza y por su historia pareciera no tocar mucho a México, pero que sí es preciso verlo e incluso reconocer la dimensión enorme que tuvo ese país al ser el primero que se independizó y que eso no ocurrió gracias a los criollos, sino que fueron ahí los esclavos los que se liberaron. A partir de esa información, Danticat me parece más admirable, me gusta la magia, la forma de mostrar a su cultura, la manera de enseñarnos a las mujeres que se entrelazan en generaciones para mostrar cómo de una generación a otra se libran distintas batallas, pero al parecer aún se sigue llevando a cuestas alguna parte de las ancestras tanto en las fortalezas como en las tareas pendientes.
A su vez, transitar los cuentos de Danticat nos despertó una sensación de encuentro y de sorpresa frente a todo un mundo que se hila, que se relaciona sutilmente y al final, en el Epílogo, se cierra el motivo de tantos encuentros. También dispara un regusto a placer; hay en sus historias un permiso que se da Danticat y un derecho a escribir desde la sensualidad y la sensorialidad. Deja una sensación de que la mirada ha sido tocada, llamada a visitar pinturas, cuadros, retratos, fotografías hechas de palabras. También permite presenciar la ritualidad en el cierre del libro, un llamado a las ancestras que acompañaron y bendijeron la obra; las convoca sonoramente. En los primeros cuentos lo que me transmitió fue una profunda impotencia. Te hace empatizar con el dolor humano de manera tal que esos primeros cuentos que se basan en el período bélico te estrujan el corazón.
En ese sentido, esta experiencia lectora trajo un abanico de emociones y sensaciones, pues los cuentos de Danticat nos muestran desde el horror de los conflictos sociales de Haití, al más tierno amor de una madre por sus hijos, pasando por la maravilla del pensamiento religioso y la importancia de la memoria y el pasado. La experiencia se convierte en un transitar por la magia, donde cada elemento se vuelve misterioso, poderoso, significativo, porque forma parte de algún ritual que determina las relaciones entre las personas y que nos dejan la sensación de adentrarnos en un universo donde la magia es parte de la cotidianeidad. Como experiencia sensorial, leerla me llevó por paisajes llenos de vegetación, sin embargo, las atmósferas me parecían en colores sepias, tal vez con algo de bruma. El silencio estaba presente, había susurros, rumores, pero en general el silencio estaba ahí. Tal vez algo de tristeza, incluso en el cuento donde aparece una cantina, la oscuridad reina y es la muerte la que está presente. La muerte estuvo en varios momentos, también la desesperanza, un resistirse a un destino y de repente vivir la vida como una condena, como algo que se ha heredado y no puede ser rechazado. A las mujeres de sus historias me las imaginé fuertes, llenas de vida y resistiendo el ambiente.
Hablando más a profundidad de los cuentos, Danticat se atreve a explorar sus propias experiencias y las de su comunidad al atravesar procesos de dictaduras y la terrible violencia en Haití, así como las migraciones forzadas, las experiencias migrantes y la relación de éstas con la memoria y la identidad; siempre con un fuerte sentido de conexión con el pasado y con los ancestros: poniendo especial atención en las relaciones entre mujeres, y entre madres e hijas. Podemos decir que toca principalmente el abuso, primero el abuso que se llevó a cabo durante la guerra, luego el que se da sobre la mujer en un escenario en que no pueden defenderse a sí mismos y mucho menos defender a quiénes estiman. La esperanza se ve como un lujo que implica un gran sacrificio. Son temas desgarradores que se enlazan con personajes entrañables y sobre los que queremos saber más luego de leer los cuentos.
Por otra parte, si bien las relaciones familiares son un tema recurrente, la autora pone especial énfasis en las dificultades y complejidad de la maternidad, y nos ofrece una visión distinta a la romantizada que consumimos desde el mundo capitalista global. Aunado a ello, a través de sus historias nos muestra la ternura y el poder de transmitir los saberes de una generación a otra, dejando un sabor de nostalgia, pero a la vez de asombro y fascinación. Creo que la relación entre las mujeres, sus experiencias que se comparten, pero también cómo viven las realidades, es una parte fundamental de la narrativa de Danticat. Pienso que hay una manera muy distinta de experienciar los conflictos, la realidad migrante y la pobreza, que está mediada por la experiencia sexuada.
En ese sentido, sentimos que las mujeres que habitan la narrativa de esta autora son espíritus que te guían, que otorgan la palabra, la memoria, que enseñan sobre la vida, pero impulsan también a vivirla trazando la experiencia propia. Dan la venia a las hijas y las nietas para transitar el propio camino una vez que han entregado saberes, conjuros que las cuiden. Pienso que las mujeres en los cuentos de Danticat se presentan como la vía de conexión con el pasado, los ancestros y el pensamiento mágico y religioso. Son puntos de unión entre el pasado y los nuevos retos del presente, herederas de la tradición y cuidadoras del futuro. Por otro lado, también son mujeres que luchan, que sobreviven y que buscan existir en un mundo muchas veces hostil. También es cierto que las mujeres que retrata enfrentan muchas dificultades, son mujeres que atraviesan realidades muy distintas, y que en ese mismo transitar experimentan sensaciones profundas enmarcadas por todos los rasgos de su corporeidad. No obstante, dejan de ser víctimas, a través de sus costumbres pueden encontrar una forma de trascender. Sufren de formas desgarradoras, pero encuentran la esperanza en formas no comunes, se aferran a lo que consideran correcto y luchan por ello sin importar el costo. El cuento de la niña que se tira de la barca es desgarrador, por ejemplo.
El viaje con Danticat comienza con la migración, con el intento de dejar la tierra, esa isla que los confina a un espacio más reducido y con un mar que puede tragarse al que intente huir. Allí nos mostró la crudeza de decidir en condiciones extremas, de mujeres cuidando su vida y a sus familias. El amor estuvo presente desde que una joven sufre cuando su novio tiene que huir, el amor de la madre hacia una hija, el amor de una mujer por una hija que nunca tuvo. El vuelo fue también el tema, atreverse a hacerlo y no atreverse, ambos traen consecuencias. Por su parte, en el cuento “Una visión sencilla”, Danticat aborda el andamiaje entre mujeres, la capacidad que tiene una mujer para compartir lo que sabe con alguien más joven, de ser su guía, de cambiar a través del diálogo. También logra poner sobre la mesa la maternidad desde ese lugar de deseo que no se logra, una no madre que deseaba serlo; eso aparece en el cuento “Entre la piscina y las gardenias”, allí, Danticat retrata la experiencia de cargar en el cuerpo no haber logrado ser madre y llevarlo como un dolor en un mundo donde las no madres tienen poca valía.
Podemos decir entonces que las mujeres presentadas por Danticat habitan un mundo adverso y sobreviven a través de estrategias diversas. Ellas pueden ser divididas como las del día y las de la noche; como las madres y las no madres; las que saben producir magia, frente a aquellas que no pueden volar; mujeres que pasan desapercibidas ante la mirada del mundo hasta que sucede algo que las hace visibles, y así son incriminadas. Las mujeres de Danticat se tienen a sí mismas, se piensan y viven con los ojos bien abiertos en ese mundo hostil. Ellas no pueden cambiar varias cosas de su ambiente, pero se dan cuenta y caminan. No todas encuentran las formas de despegar, también hay condiciones que las frenan, pero incluso en esa situación ellas son capaces de mostrarse atentas a sí mismas y observan con atención a los que las rodean.