«Poeta Griego Arcaico» ofrenda a los dioses de Luis Felipe Fabre

Por Diego Medina

 

El pasado martes 28 de enero de 2025 se presentó el poemario Poeta Griego Arcaico de Luis Felipe Fabre, en la Cafebrería El Péndulo de Álvaro Obregón 86 a las 19:40 pm, en la que el poeta dio lectura a su libro acompañado del Maestro Marcos, quien amenizó la lectura con diversos instrumentos de viento de la zona balcánica. Coronado de laureles, Fabre nos sirvió helenismo, esteticismo y poesía en su sentido más “puro” (aunque quizá no le guste este término al maestro).

 

El poemario, editado por Sexto Piso en 2024, es un poema de largo aliento sobre el encuentro de Medusa y Perseo, tiene un coro, intervención de dioses, un monstruo y un héroe, además de un poema dedicado a Ganímedes. Se nota que el autor hizo caso de la máxima de Horacio y tuvo presentes los modelos griegos (más que romanos), porque le da el peso adecuado a cada parte de su composición, como si de una tragedia griega en verso se tratara.

 

Ortega y Gasset llegó a decir que quien ha leído la Odisea y luego visita el mar no necesita más mediador para entender el mundo de los griegos y el fuego que habitaba el pecho de sus héroes. Tal vez Gasset tenga razón, pero sucede que Fabre no trata de explicarnos el mundo de los griegos como lo haría un filólogo, sino que nos cuenta un mito como lo haría un Poeta Griego Arcaico, porque lo que hace Fabre no es traducir con gramática en mano el enigma de la esfinge, sino jugar con ella a los versos.

 

Fabre, durante su presentación, recuperó la idea de “destino”, inherente a la tragedia clásica y a este poemario suyo, como algo que hemos olvidado y que tal vez eso implica a su vez una pérdida de riqueza cultural, no lo dijo así, palabra por palabra, pero coincido en que el concepto de “destino” ha sido tergiversado por las filosofías deterministas, entre ellas el capitalismo. Pues el “destino” en realidad significa lo inexorable, sí, pero sobre todo como pérdida, es decir, la vida es una pérdida continua y nadie puede escapar de eso, perdemos amigos, perdemos a nuestros padres, perdemos tiempo, perdemos oportunidades, perdemos el tren y perdemos hasta las llaves, y el relato que construimos alrededor de eso es el relato del “destino”, es decir lo inexorable, en ese sentido: el humano está destinado a la pérdida, porque incluso sacarse la lotería es perder los caminos que nos podrían haber llevado a otro lugar. En fin, estas reflexiones son a raíz de un comentario del maestro sobre el destino, pero sí creo que hemos perdido conceptos que hacen más bella y mágica la vida.

 

Este poemario es, pues, una prueba irrefutable de que Fabre es un hijo legítimo de aquellos dioses a los que ofrenda su poesía, entre los que destacan Apolo y Dionisos. Por eso la próxima vez que vaya al mar no llevaré la Odisea, sino Poeta Griego Arcaico.

 

En cuanto a los materiales del libro, como casi todas las ediciones de Sexto Piso, no hay queja, la portada y el papel son de diez, la presentación estuvo de diez también, pero como no creo en la perfección tengo que calificar este poemario de Fabre (al cual considero de los mejores poetas vivos) con un 4.9/5, recomiendo su lectura con la misma ilusión con la que se cierran los ojos al besar.

 

 

 

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