Reseña de “La mítika mákina de karaoke” de Juan Pablo Ramos
Por Diego Medina
La historia que Juan Pablo Ramos nos cuenta es sencilla. Pablos, nuestro protagonista, fan acérrimo de Fey, quien va de ligue en ligue, de decepción en decepción, hasta que conoce a Dieguito, un chavo al sur de Tlalpan, del cual se enamora y luego se aburre, para, finalmente, terminar con él y luego reencontrarse. Un ir y venir que está lleno de referencias a la cultura pop mexicana, de hecho, al igual que Lagunes en “Aprovéchate de mí”, el autor titula cada capítulo con el nombre de una canción, una miscelánea que va desde Nacha pop, Kabah, Gloria Trevi hasta Timbiriche y Aleks Syntek (¿Por qué alguien escucharía a Aleks Syntek si no es porque está valiendo verga?, llega a comentar nuestro autor).
A diferencia de “Aprovéchate de mí”, de Lagunes, los nombres de las canciones no están solo de fondo, desarrollan la historia, son causa y efecto de la parte de la historia que cuenta la novela. Hago la comparación porque ambas novelas son publicadas en 2022, ambas por el Fondo de Cultura Económica, ambas tratan de historias entre gays maduros y efebos. Sin embargo, aunque en este punto la novela de Ramos me aparece más fuerte, las referencias pop que hace el autor pueden irse diluyendo en las generaciones del porvenir, todos los símbolos e iconos con los que el autor juega, a saber telenovelas, lugares de encuentro, estrellas musicales y programas de televisión, así como sus figuras, quizá pierdan sentido en lectores más jóvenes, aunque también es posible que los inicie en la cultura pop mexicana.
La novela tiene un narrador intradiegético, un final abierto y un protagonista complejo y rico, consciente de sus contracciones, quizá sea esto, la impecable construcción del personaje, el cinismo propio de la picaresca, la que hizo que terminara la novela en un día, que por otro lado apenas tiene 135 páginas. Más allá de los encomios, cabe destacar la limpieza de los cuadros de costumbres dentro de la novela, la crónica que hace del sismo de 2017, la descripción vívida de la ciudad y la relación que los maricas tenemos con ella.
Divertida, irónica, chilanga, pop (en una firme resistencia contra el reguetón y en defensa de la jotería cursi y dramática del pop en español), esta novela me hizo reír varias veces mientras me decía “weeeee, soy”, “ fui”, “ te entiendo”, “ay, hermana”, lo que hizo que la gente se me quedara viendo en el metro y el camión. Esta novela merece estar en los estantes de los entusiastas del cruising, de los nostálgicos de jotería de antro, de los que extrañan a sus exes, de los grinderos y de los que buscaban una buena novela gay para leer.
Finalmente, el libro está impreso en un formato de bolsillo, las letras son muy pequeñas, ojalá pronto se edite en un formato de pasta dura o al menos con comentarios críticos y una introducción. Para mí este libro tiene 4.5/5.