Memoria y percepción

Hiperindividualización en Funes el memorioso

Por Arturo Rojas Alvarado[*]

 

No casualmente Borges inicia su Funes el memorioso mostrándonos al primer Funes con una capacidad sorprendente: este logra saber la hora sin tan siquiera mirar el cielo. Si bien dicha capacidad cronométrica puede no estar necesariamente implicada a la memoria, así es reconocida en el relato: “Traté de recordarle su percepción exacta del tiempo, su memoria de nombres propios; no me hizo caso”. Digo que no es causal pues Borges la utiliza para permitirnos contrastar una memoria prodigiosa con una memoria sobrenatural. Por el mismo motivo el narrador del cuento nos habla de Simónides, Metrodoro, Mitrídates y Ciro, todos ellos con habilidades sorprendentes, mas no inconcebibles.  

Cuando se alude a casos de memorias prodigiosas como las citadas, no se suelen acompañar con algún cambio en la forma de percibir el mundo. Desde luego, Ciro probablemente no vería a todos sus soldados del mismo modo que si no supiera sus nombres: la caterva no es igual a una multitud familiar. Pero no por ello Ciro dejaría de reconocerla bajo el conjunto de “ejército”, no sería incapaz de verlos como una masa de hombres a los cuales dirigía.

Con esto expreso que, en un principio, una memoria eximia no parece vinculada a una alteración considerable en la percepción. Borges parece sí concebirlo así según las condiciones relatadas en Funes, esto al menos cuando la memoria sobrepasa el marco de lo normal y llega a lo sobrenatural.

Para iniciar el abordaje, las primeras declaraciones de Funes tras el accidente indican: “Diecinueve años había vivido como quien sueña (…) Ahora su percepción y su memoria eran infalibles”. Con esta conjunción (percepción y memoria), podría objetarse a nuestro supuesto que la modificación de la percepción de Funes fue otra de las consecuencias del accidente, simultánea mas no consecuente de la capacidad memorística. Siguiendo la intención del relato parece difícil de sostener esta objeción, pues desde el título y todas las menciones a la memoria (tema central) parece aludir a que es un consecuente de la condición memorística de Funes.

Ahora bien, por hiperindividualización refiero al percibir cada objeto fenoménico como hiperbólicamente individual. En este caso se quiere destacar que dicha hiperindividualización no solo es una condición intelectual, pues está vinculada a la percepción de los fenómenos. No todos los portentos memorísticos realizados por Funes hacen referencia a esto. Por ejemplo, la fallida elaboración de un sistema numérico no remite a lo que entiendo por hiperindividualización, pues refiere únicamente a lo intelectual y no a lo perceptivo.

Por el contrario, sí refiero como hiperindividualización lo relatado cuando el narrador indica: “percibimos tres copas en una mesa; Funes, todos los vástagos y racimos y frutos que comprenden una parra”. Del mismo modo cuando se afirma que Funes es capaz de intuir plenamente las “crines de un potro, con una punta de ganado en una cuchilla, con fuego cambiante y con la innumerable ceniza, con las muchas caras de un muerto en un largo velorio. No sé cuántas estrellas veía en el cielo”. No es lo mismo hacer alusión a la plenitud de recuerdos, a la capacidad de reconstruir memorísticamente un día, que percibir todas las estrellas en el cielo en una mirada. En este último aspecto la percepción se encuentra pletóricamente alterada al exaltar las particularidades individuales.

Borges parece concebir esta condición perceptiva no como una agencia, sino como un padecimiento, siendo una incapacidad de generalizar, lo cual es notorio cuando describe la imposibilidad de abarcar toda la multiplicidad de los perros dentro del denominador perro, como también concebir un perro como el mismo a través del tiempo y de su aparición espacial. Funes también padecía los cambios de su rostro en el espejo a través de breves periodos de tiempo, el avance de las caries, la humedad, abaratado de detalles casi inmediatos, “espectador de un mundo multiforme, instantáneo y casi intolerablemente preciso”. Se mezclan estas descripciones de lo percibido con lo imaginado y lo recordado. Su mente concebía vívidamente los recuerdos, acompañados de estímulos físicos, haciendo mezclar lo vivido con lo soñado. Parece que aquí la percepción modificada de Funes y la hiperindividualización de esta son recursos de su memoria.

Pero, a pesar de que Borges conciba esto en su personaje y que manifieste que es casi incapaz de pensar, “Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer”, se contrapone el hecho de que Funes sea una persona funcional. Esto sugiere que Borges parece no haber llevado su personaje hasta las últimas consecuencias de lo postulado.

Funes es funcional no solo en lo intelectual, sino precisamente en lo perceptivo, a pesar de su condición de hiperindividualización. Esto se puede precisar en cuanto se podría concebir que, si Funes concebía como problemática la nominación de perro para el mismo objeto mirado de frente que mirado de lado, debería presentar una incapacidad de reconocer la identidad debido a su hiperindividualización, y ni siquiera concebiría como problemático el recurso, pues no sería capaz de saber que ambas apariciones son perros.

Pero entonces, ¿cómo sufre los cambios de su cuerpo o la corrupción, si la corruptibilidad implica necesariamente la identidad a través del tiempo? Parece existir una incompatibilidad en lo expuesto por Borges, pues concibe que la memoria de Funes conlleva una hiperindividualización de sucesos (pues logra concebir cada detalle nítidamente en lo percibido), y que dicha condición implica una desconexión de la identidad de los objetos en los sucesos a través del tiempo, lo cual le impide realizar abstracciones. Pero Funes resulta capaz de realizar abstracciones (v.g. aprender idiomas, escribir), y capaz de reconocer identidades (v.g. reconocer a quien le prestó un libro, su propio rostro, su propia identidad en cuanto reconstruye memorísticamente su vida, etc.).

Ahora bien, el pasaje “Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer”, sugiere que dicha hipótesis es una sospecha del personaje narrador. En este sentido, podría objetarse que el personaje cae en error en cuanto lo ya señalado, incluso sospecharse que Borges lo señaló así por considerar lo problemático de la afirmación.

Se sugiere, en cambio, que Funes es capaz de categorizar porque puede recordar todos los detalles de un objeto, lo cual le permite reconocer su similitud y diferencia con otros, por ende, la hiperindividualización de Funes producto de su memoria no es contraria al reconocimiento de identidades a través del tiempo. De esta forma, aunque padezca en muchos sentidos su condición, resulta más clara la presunción del protagonista y esa mirada pretenciosa con que nos mira, en cuanto reconoce su virtud y lo hace concebirse por encima de nosotros.  

 

 

 

Referencias

Borges, J. L. (2011). Funes el memorioso. Cuentos completos. Debolsillo. ISBN: 978-84-663-4905-5.

Rojas, A. (2021). El lenguaje en Locke. El caso de Funes el memorioso. Reflexiones Marginales, 66. Recuperado de: https://reflexionesmarginales.com/blog/2021/11/30/el-lenguaje-en-locke-el-caso-de-funes-el-memorioso/   

[*] Arturo Rojas Alvarado (Costa Rica, 1995). Bachiller en filosofía y licenciado en Administración Pública, ambas en la Universidad de Costa Rica.

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