Saúl Pérez Sandoval[1]
El cuento. Revista de imaginación
¿Cómo nos adentramos a una historia interminable? Es la pregunta que me hice al terminar de leer el cuento La muerte tiene permiso de Edmundo Valadés (1915-1994), un escritor, cuentista, periodista y editor que marcó toda una época en México y en otras partes del mundo hispanohablante. Con su icónica revista El cuento. Revista de imaginación, fundada en compañía de Horacio Quiñones en 1939, la cual está disponible de forma digital en todas sus ediciones, con 150 números publicados, siendo una biblioteca digital imprescindible, recordarlo aquí es un intento que podemos nombrar un rescate cultural imprescindible de la memoria y el legado de uno de los grandes maestros de la minificción, la brevedad literaria y el cuento en México.
La historia oculta de México en un cuento
Volviendo al cuento La muerte tiene permiso, nos encontramos que en él se relatan sucesos que parecen ser de un México que aún se mantiene vigente, una mirada del pasado que también retrata el presente.
El cuento nos deja apreciar una parte de la historia que sufrieron algunos campesinos en determinado momento histórico de nuestro país. Esta historia nos es narrada a través del retrato de aspectos cotidianos que ocurren a microescala y que regularmente son olvidados. Se trata de una de esas historias que, si bien les va, pasan de voz en voz por medio de las anécdotas y de las historias de los abuelos y abuelas, o en el encuentro de voces que lograron convertirse en testimonios tras vivir en aquellas épocas; incluso, difícilmente se habla de esas cotidianidades desde la voz de los que han sido dominados y subordinados a un poder, en los libros de historia más “ortodoxos”, por eso la importancia tan trascendente que siempre tiene la literatura como contradiscurso.
De esta forma, lo que encontramos en La muerte tiene permiso es una de esas historias que no caben en la Historia misma, no hay lugar para ellas más que en la vivencia personal de sudor y sangre. Sin embargo, trasciende a lo colectivo en luchas campesinas que intentan mantener una forma de vida que les fue arrebatada ante el crecimiento de un sistema que busca adaptar todo a la estructura hegemónica del sistema capitalista de alienación, impregnado de relaciones de cosificación, instrumentalización, degradación, individualismo, explotación, y de pérdida de la noción de comunidad (entendido en el sentido marxista y sartreano).
Son voces condenadas al abandono ya que, en su mayoría, la Historia se olvida de esas experiencias “secundarias” en su afán de ser abarcadora de una totalidad que tiende a generalizar y a universalizar las narraciones de los sujetos, excluyendo sus aspectos más cotidianos y diferenciales del día a día. De hecho, una excepción a esta práctica sería lo que hizo Pilar Gonzalbo Aizpuru en los Tomos de la Historia de la vida cotidiana en México, editados por el Colegio de México y el Fondo de Cultura Económica, en donde intenta rescatar partes de la historia cotidiana que tiende a ser olvidada e irrelevante para algunos.
El cuento de Valadés comienza con unos ingenieros conversando y riendo en un auditorio, la imagen del progreso que ellos representan queda condensada en una frase de uno de ellos «Hay que incorporarlos a nuestra civilización, limpiándolos por fuera y enseñándolos a ser sucios por dentro…». La contraparte de ese binarismo civilización/barbarie se afirma en la repuesta del otro «Están podridos en alcohol, en ignorancia. De nada ha servido repartirles tierras». A su vez, en esas confrontaciones surge una voz que habla sobre aquel reparto, argumentando que no solo se trata de repartir tierras, sino que también se deben brindar técnicas agrícolas, maquinaria, abonos, crédito, etcétera. Entre aquellos personajes hay entonces algunos que han sido personas trabajadoras del campo, pero que, con su ascenso a puestos de poder, se olvidan de lo vivido y se adaptan a las mismas estructuras de poder de las que ahora son parte.
El argumento principal de los campesinos va en contra del presidente municipal y de su hurto de tierras a otros campesinos, que —argumentan— dieron vueltas y vueltas y no encontraron una solución entre tanto papeleo que fue ignorado, el eterno laberinto sin retorno que es la burocracia. Así, la historia del cuento resulta un eco al hacer hincapié en ‹‹Los de abajo›› como los que están siempre a la espera de otros para que se haga realidad su petición, buscando ser escuchados por las autoridades para que les cumplan su denuncia.
Los campesinos, con un lenguaje corporal que denota cierto nerviosismo, tratan de expresar sus malestares, organizándose para elaborar un discurso comunitario. Es entonces que, de un momento a otro, en la trama van a irrumpir las palabras de un joven valiente llamado Sacramento, las cuales —escribe Valadés— comienzan a salir como cuando araba la tierra, «caían como granos al sembrar».
Entre esa atmósfera de miedo, enojo y odio, Sacramento, un joven campesino, denunció los conflictos por los que pasaba la comunidad ante la corrupción y el abuso de las autoridades del municipio. Entonces se revela el móvil, los campesinos solo solicitaban la autorización para poder matar al presidente municipal de San Juan de las Manzanas, para hacer justicia.
Entonces, el presidente y los ingenieros discuten sobre la petición solicitada, que para algunos resulta absurda, pero para otros era una forma legítima de hacer justicia ante los actos violentos que acababan de escuchar de la voz de aquel joven, por lo que deciden someter a votación la petición de matar al presidente municipal. Todos votaron a favor, y Sacramento, aún de pie, finaliza diciendo: «Pos muchas gracias por el permiso, porque como nadie nos hacía caso, desde ayer el presidente municipal de San Juan de las Manzanas está difunto», poniendo de manifiesto que las comunidades aún tienen el ejercicio autónomo de la justicia.
La historia interminable, ¿eterno retorno?
Con algunas partes hechas metáfora prosística, Valadés escribió un cuento interminable, eterno en cada transitar de historias cotidianas en este país, porque es una historia que no ha culminado el saqueo de territorios y recursos; un cuento que se repite y se repite, solo que ahora ya no son únicamente los campesinos los que sufren esta ineficacia por parte de las supuestas autoridades, ahora se agregan los estudiantes, los empleados, y un sinfín de actores sociales que luchan por defenderse de una dominación que no cede ante sus denuncias; no obstante, como en este relato, muchos usan esa furia contenida para organizarse y luchar ante las injusticias y la corrupción que viven. Ya sea por medio de la voz o de la acción, aunque ambas partes no son estrictamente excluyentes, cada una puede llegar en algún punto a una posible comunión. Formando una convergencia de voces y acciones. Se necesitan más voces valientes como la de Sacramento en este mundo caótico para luchar por un poco de justicia entre tantos rastros de sangre olvidada.
De esta forma, el cuento parece estar irresuelto, con un final que no cesa, un final sin fin; una historia latente que avanza mientras cambian las generaciones. Solo queda, como al final del mismo, intentar resistir, organizarse y hacer justicia por cuenta propia. Así, podría decir que la historia está situada en una época, pero termina siendo atemporal en cuanto a los acontecimientos, que parecen ser un eterno retorno hacia lo mismo, hacia la injusticia, el arrebato, el saqueo y la mirada echada hacia otro sitio.
Tal vez se confirma entonces, como decían Marx y Engels en El Manifiesto comunista, que «la historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases (…) en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes».
El cuento, además, termina siendo un fiel retrato del corrido «El Barzón» de Luis Pérez Meza. Una canción interesante para la música popular en México ya que resulta precursora de lo que hoy en día conocemos como rap, y de la música de protesta social en tiempos posrevolucionarios.
La trascendencia de Edmundo Valadés en la literatura
Para cerrar, hablemos del referente que es Edmundo Valadés para literatura de habla hispana, de esta figura atenta a las nuevas voces de su tiempo que, no obstante, guardaba una idea fiel a lo que configuraba el éxito de un texto. Una de las cosas que cuenta el escritor Felipe Garrido sobre Edmundo Valadés es que acudía a las librerías y agarraba libros de autores que todavía no conociera, y esperaba que la historia le pareciera interesante desde la primera frase, es decir, que lo cautivara desde el inicio, si no dejaba la lectura, ya que, según él, el comienzo es una parte fundamental para apasionar a cualquier lector.
¿Cómo despedirse de un cuentista que marcó toda una época en el país? ¿Cómo honrar un legado y un recuerdo que fue hito en la literatura hispanohablante? Yo creo que la mejor manera de honrar a un escritor como Valadés es buscar alguno de sus textos al azar y leerlo desde la imaginación, permitiéndonos adentrarnos en cada historia, siendo parte de la misma; como partícipes de la situación, sintiendo las frases desde cada poro de nuestra piel, bajo el pacto y la espera de que nos trasmitirán diversas sensaciones a medida que avance la lectura.
De igual manera, dejándonos cautivar por esas frases que nos hablan de aquel encuentro que tendremos con palabras que posiblemente sean vestigios de sus inconformidades y emociones, porque toda historia comienza por una emoción que es puesta en vilo.
Pero, algo que creo que sería más importante destacar es que lo que leeremos serán fragmentos de lo que fue en vida. Sin duda alguna, Valadés representó un precedente para muchos escritores hoy en día, marcándolos de forma directa o indirecta. El cuento interminable termina por ser un homenaje a un legado sin fin, eterno para cada uno de sus lectores posibles, que lo mantendrán con vida en sus recuerdos por medio de sus escritos.
[1] Escritor, Poeta, Investigador y Alumno de la Licenciatura en Psicología en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Tiene un curso en Periodismo digital por la Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico: [saulpersa9@gmail.com].