Por Diego Medina
Cuando le presenté a Ximena Cobos la primera reseña sobre literatura QUEER pensé en la historia de la crítica, porque las literaturas que no hablan del deseo heterosexual, de las hazañas del hombre blanco, de los “problemas importantes” como la guerra, la economía o las ciencias (al servicio del capital), esas literaturas que no hablan del cuerpo de la mujer como un territorio de conquista, de las literaturas que no hablan del ano como un tabú escatológico, quedan relegadas a lo marginal, a la nota al pie de página, a un comentario en las charlas de café (ni siquiera a una ronda de opiniones, no, sólo a un comentario escueto y sin retórica). Por eso me comprometí a escribir una reseña semanal sobre literatura queer, que es el campo que me atañe, porque alguien tiene que hacerlo, no alguien en el centro del poder, sino alguien que pueda hablar libremente de la literatura, sin temor del poder.
Pensaba mientras leía Damas y adamados. Conversaciones con protagonistas de la diversidad sexual, de Antonio Bertrán, carismático reportero fundador del pasquín inmundo (y jtísimo) Reforma, ciclista y seropositivo en voz alta, que uno de los géneros literarios más infravaloradas es el chisme, fíjese usted. Visto por algunos como una práctica perniciosa, por otros como un placer culposo, pero disfrutado por toda la feligresía, sobre todo por nuestra querida comunidad del arcoíris. Creo que deberían escribirse libros de chisme, antologías de calumnias, manuales para codificar y descodificar códigos del chiste y el chisme local, porque verdaderamente el chisme no es un género menor. ¡Viva el teléfono descompuesto!
Volviendo a nuestro autor, hay que aclarar que su libro no es un libro de chismes, bueno sí, es un libro de entrevistas, en las cuales Antonio se mete hasta la cocina de estos protagonistas de la vida LGBT para darnos a conocer un poco más sobre sus vidas, su obra, sus proyectos, su historia en relación con la conquista de derechos, su vida íntima, sus opiniones sobre nuestra posición como comunidad en la vida pública actual, pero lo hace a través de un registro íntimo, cercano, de quien sabe que entre gitanos no se leen las cartas (¿Soltará Antonio algún día la sopa de lo que platicó con Sabina Berman a la hora de la comida en la casa de la dramaturga?).
Este libro de entrevistas podría ser considerado dentro de un género menor, porque los académicos se dedican al verso, a la diégesis, al concepto, pero no al chisme. No han sido pocas las veces que he oído decir a un profesor que el chisme cultural no es literatura. Bueno yo pienso lo contrario, para empezar, es importante en la historia de la recepción, porque nos ayuda a trazar genealogías, a olfatear legados y a entender los proyectos escriturales de algunos grupos y de algunos autores. Pero sobre todo porque el chisme es el ajonjolí de todos los moles, el chile del que sí pica, la canela del arroz con leche y si no pregúntele a Sor Juana, que nos filtró su autobiografía en la Respuesta a Sor Filotea.
Leer a Antonio es mejor que sintonizar cualquier programa de espectáculos, ojalá sus conductores tuvieran el carisma de nuestro autor, su inteligencia divertida y su prudencia (porque incluso los comunicadores y los chismosos profesionales deben saber cuándo bajar un escalón). No, este libro es sobre nuestra gente, sobre nuestros protagonistas, sobre nuestros embajadores de la vida pública. Este libro reúne entrevistas a Sabina Berman, Bertha de la Maza, Hector OrlandoAguirre, Marta Lamas y muches otres. No hay complejidad en su lectura, ni pretensiones, los materiales del libro son de primera calidad. Me parece que se han agotado los ejemplares, pero recuerdo haberle leído a Antonio que estaba trabajando en una segunda parte. La esperamos con ansia.
Este libro se publicó en 2017, bajo el sello de Ediciones B México, las ilustraciones estuvieron a cargo de Marco Colín y la calificación que le doy es de 3.5/5 (Alguien avísele a Antonio que nos hace falta esa segunda parte).