Por Rogelio Dueñas
Una vez que todo fue destruido una sola cosa me faltaba: yo misma.
Medea
UNO
A pesar de la vastedad de evidencias, aún hay quien se niega a aceptar que el concepto “tradicional” de familia juega un papel fundamental en la violencia estructural ejercida hacia las mujeres. Como si el destino de cientos de ellas no fuese consecuencia de un proceso de socialización al que se hallan supeditadas desde la primera infancia, en donde se les presiona para que acaten normas permeadas de sumisión con el fin de fortalecer y extender el dominio de la dupla capitalismo/patriarcado.
DOS
Se busca por todos los medios que a la mujer le sea vedado todo, incluyendo la palabra y la interpretación de la realidad; todo parece indicar que esas también son cosas de hombres. No obstante, los esfuerzos de las masculinidades capitalistas por acallar las expresiones que cientos de mujeres forjan a partir de sus realidades trastocadas por un machismo criminal, son en vano. Muchas han sido quienes han tomado la palabra y hallado en el verso la forma idónea para encender su grito. Esto me lleva inevitablemente a la poesía de Alaíde Foppa y, en concreto, a tres de sus poemas que me parecen vitales; en ellos la apropiación de los derechos reproductivos y la pérdida de la mismidad a causa de la obsolescencia del matrimonio y una maternidad instalada son el tenor:
¿Quién eres tú?
¿Quién eres tú, hijo tardío?
De los otros me parece
que algo sabía
desde el primer día
de duda y esperanza.
Pero tú, inesperado,
¿quién eres?
en ti nunca había pensado.
¿Cómo vas a llegar
a este mundo enemigo
si ni siquiera yo te conozco?
Perdóname, hijo:
hasta me ha parecido
que no había lugar para ti.
Mi corazón, ya lo verás,
es una sangrienta granada abierta.
Y yo estoy cansada.
Además,
tú me vas a quitar
ese retazo de mi vida
que me han dejado los otros:
casi nada,
pero me duele desprenderme
de lo último que me queda.
Tendrás que ayudarme a conocerte.
Y ha de ser tu vida,
tan vigorosa y fuerte,
que devore la mía, alegremente,
y yo lejana de mí misma
y distraída,
apenas lo lamente.
*
Propiciatoria
Lenta y plácida
sea la vida que corre por mis venas,
largos sueños y dulces despertares
me asistan,
escuchen mis oídos voces quedas,
mientras crece en secreto
la criatura.
¡Ay, que el llanto no empañe mi pupila!
Que por furtivo anhelo
no tiemblen mis pestañas,
ni perturbantes fantasmas me llamen,
mientras vive en mi seno
la criatura.
¿Cómo puedo estar triste
si la rama florece?
No empañe su mirada,
antes que se abra,
el velo de mis lágrimas.
El alma no me pertenece.
Mañana,
desprendida de mí
la criatura,
irá libre y ligero
mi imprudente paso,
y sin temores,
podré dejarme lastimar de nuevo.
Pero hoy, Señor,
aparta de mi lado
las cosas que me hieren:
tiende un camino de arena fina
bajo mi pie cansado,
defiende mi soledad tranquila
y pon sobre mi frente
una corona matinal
de pensamientos claros.
*
Ella se siente a veces…
Ella se siente a veces
como cosa olvidada
en el rincón oscuro de la casa
como fruto devorado adentro
por los pájaros rapaces,
como sombra sin rostro y sin peso.
Su presencia es apenas
vibración leve
en el aire inmóvil.
Siente que la traspasan las miradas
y que se vuelve niebla
entre los torpes brazos
que intentan circundarla.
Quisiera ser siquiera
una naranja jugosa
en la mano de un niño
-no corteza vacía-
una imagen que brilla en el espejo
-no sombra que se esfuma-
y una voz clara
Durante su exilio en México Alaíde Foppa impartió la cátedra de Letras Italianas en la Facultad de Filosofía y Letras, así como la cátedra de Sociología de la mujer en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. De entre su obra lírica destacan los poemarios La Sin Ventura, Los dedos de mi mano, Aunque es de noche, Elogio de mi cuerpo y Las palabras y el tiempo; este último reeditado en 2018 por Malpaís Ediciones. Fue conductora de Foro de la mujer[1], primer programa radiofónico feminista en México producido por Radio UNAM. Asimismo, fue cofundadora de la revista Fem[2], pionera de las publicaciones feministas en América Latina. Debido a sus posicionamientos políticos[3], en 1980 Alaíde es secuestrada y asesinada por la dictadura militar guatemalteca.
TRES
Mucho se ha escrito acerca de Alaíde Foppa. Biografías detalladas y doctos análisis en torno a sus obras circulan en la red. Por ello, lo que verdaderamente me ocupó al escribir este texto, fue retomar los que considero tres de sus poemas más despatriarcalizados; esto como muestra de que, cuando de escribir poesía se trata, la osadía del discurso lleva consigo necesariamente una connotación política, pues no sólo se trata de incordiar, sino de sacudir conciencias. Asimismo, es un llamado a las compañeras poetas que aún se empeñan en circunscribir sus versos a las peripecias del erotismo falocéntrico y a la romantización de las relaciones destructivas, a que rompan con los viejos tópicos impuestos, pues en sus obras es el patriarcado quien está hablando por ellas.
Hay una urgencia de voces femeninas comprometidas con el desmoronamiento de la sociedad como la conocemos. Esto me lleva inevitablemente a la poesía de Alaíde Foppa.
[1] Repositorio de Radio UNAM en donde se encuentra parte de la serie radiofónica: http://www.radiopodcast.unam.mx/podcast/verserie/310
[2] Los ejemplares digitalizados de Fem los hallas aquí: https://archivos-feministas.cieg.unam.mx/publicaciones/fem.html
[3] Existe una controversia respecto a su muerte, pues nunca se determinó si fue asesinada por ser la madre de tres miembros del Ejército Guerrillero de los Pobres o bien, por ser una figura destacada dentro del movimiento feminista.