La Mutación del Rol del Maestro

Por Gabriel De la Luz López[1]

 

“La presencia de la reflexión o deliberación en los sujetos
es el sustento de sus creencias y valores”
Elia Mella (2003).

Introducción

Lo que se suele practicar en las aulas de manera repetitiva, sobre todo en las universidades, es la exposición de contenidos de textos, por lo general, escritos diferentes a los que exponen. El alumnado toma notas, aprende de forma mecánica para reproducir en los exámenes lo que le han contado; lo aprende, pero, por lo general, no lo comprende. No le importa, lo que le interesa es aprobar, este es el tratamiento que se hace hoy del conocimiento.

A menudo, surge la preocupación por los nuevos cambios que se presentan sobre temas de educación, nuevas metodologías, formas de trabajar y enseñar, de adaptarse a las exigencias de la sociedad actual y pensar en el futuro. El aula es un elemento más de la actividad docente que pide que sea re-pensado, re-estructurado y organizado adecuadamente para acoplarse a las nuevas exigencias metodológicas y tecnológicas.

Es por ello que en este artículo se intenta denotar, sin ahondar en detalles, los fines de un conocimiento generador, a fin de que los Maestros, Directores y Alumnos se informen de cómo puede funcionar óptimamente el aprendizaje. Los fines que encierra este escrito, sumada a otras publicaciones y hechos, es que ayude en gran medida a todas las comunidades que idealizan una educación inteligente[2].

 

La Realidad Creada por los Maestros

A menudo, se olvida la importancia que tiene y el rol que desempeña el espacio para el alumno, un lugar en el que los estudiantes pasan la mayor parte del día, un espacio en el que se relacionan con los demás y en el que, año tras año, se van formando como personas y preparando para el futuro.

El aula constituye un campo muy valioso para el aprendizaje y es un elemento a tener en cuenta en el desarrollo y gestión de la actividad didáctica. Al margen de la metodología que los educadores emplean, su forma de dar clase, el tipo de alumnos que integran el aula, el nivel educativo o la materia que se ensaña, la organización del tiempo resulta fundamental para conseguir un aprendizaje eficaz y lograr los objetivos que se esperan.

 En ocasiones, la rapidez del día a día en el aula y las exigencias del currículo no dejan espacio para la reflexión ni la preparación, lo que en último término acaba empeorando los resultados y ralentizando el avance del docente y el de los alumnos.

Como complemento, el campo educativo es la apertura al poder de transformación individual y colectiva en una sociedad democrática. Ahora bien, los educadores lo tienen, mas no lo reditúan para dirigir, acompañar y guiar a aquellos seres que están bajo la tutela educativa institucional.

Es necesario, entonces, encontrar a profesores preparados, que empiecen por suscitar el deseo propio de aprender, que reciban información y que, más allá de la burocracia, puedan conservar su independencia en la clase. A su vez, se requiere de alumnos que decidan con autonomía intelectual, que reflexionen críticamente, que aprendan a expresar de distintas maneras su propia interioridad, que mantengan una continua redefinición, que produzcan un oasis de racionalidad y sean los arquitectos de su propio destino, que transformen su conciencia individual y aprendan a practicar valores construidos social y democráticamente.

La educación no debe buscar el adoctrinamiento, el adiestramiento de las facultades o la mera preparación para el futuro, no debe buscar solo la prosperidad económica. Es importante entender que para que exista desarrollo del pensamiento, todos los seres humanos han de tener la oportunidad, la libertad de expresar sus ideas, opiniones y propuestas, y que a pesar del disenso que pueda surgir, se les respete su pensamiento.

En ese sentido, el intercambio dialogal entre docentes y discentes se hace cada vez más necesario en un proceso de enseñanza-aprendizaje en el que ambas partes reflexionan, cuestionan, investigan, proponen, aprenden, enseñan, y son dueños de la verdad que se discute. Es necesario evitar el acto docente de asumir que los educandos son vasijas vacías que han de ser llenadas por el educador.

Esta concepción bancaria de la educación, destaca Paulo Freire (2004), es una donación de aquellos que juzgan ignorante al otro. Por esto, siempre ha existido la idea de que los educadores son los que saben, y los discentes son simples hojas en blanco esperando la impronta de los primeros, que los evada del mundo de la ignorancia, anhelando al autor que escriba las páginas de su destino. No ha de aceptarse más tal pasividad de los alumnos.

La Pedagogía del Interés

Ricardo Mella (2013) coloca por encima de todo la libertad, toda la libertad de pensamiento y acción, que proclama la real independencia del individuo, es decir, que no se puede preconizar, para los jóvenes, métodos de imposición ni aun métodos de enseñanza doctrinaria o tecnocrática. La escuela que se requiere, sin dominación, es aquella en que mejor se suscite en los jóvenes la autoeducación, formarse sus propias ideas.

Se vive en un periodo caracterizado por una constante renovación de los conocimientos. En estas condiciones, es absurdo pretender que la escuela siga centrada en los aprendizajes memorísticos. Más que el conocimiento, se torna como prioritaria la capacidad para comprenderlo, interpretarlo y procesarlo. Frente a una escuela concentrada en el aprendizaje de informaciones particulares, el mundo contemporáneo exige la formación de individuos con mayor capacidad de observación, análisis, síntesis y lectura de la realidad.

En tal sentido, para conseguir ese individuo crítico, creativo, innovador y creador de soluciones a los problemas de su entorno, se requiere la utilización de un factor determinante como lo son las estrategias instruccionales empleadas por el docente, que le permitan adaptar su quehacer docente a los avances del conocimiento científico, tecnológico y pedagógico que garanticen una actuación rigurosa, sistemática, reflexiva y coherente en el centro educativo y el aula.

La manera de concebir la educación en el medio escolar se ha modificado más ampliamente. Progresivamente, el maestro desciende de su estrado, deja de presentarse como un semidios, se vuelve cordial, afectuoso, más comprensivo, deconstruye, desnormaliza y desmantela, dicho de otro modo, menos severo, menos exigente también. Los castigos se hacen más raros y pierden todo carácter brutal; se reclama menos trabajo al joven alumno, se hace un empleo más moderado de largas lecciones que debían recitarse de memoria, pero aún no han desaparecido, así, se alzan voces para protestar contra las insuficiencias de la pedagogía tradicional.

El Pensamiento Pobre

De manera abrupta, se nota que la explicación pasa de ser aquella herramienta privilegiada con la que los maestros, desinteresadamente, han intentado llevar a sus alumnos hacia el conocimiento y la cultura, a convertirse en un arma sutil de imposición y dominación. Por ello, pensar con lo que se aprende debe ser uno de los fines de la educación, en realidad forma parte de una de las importantes metas: el uso activo del conocimiento.

La pereza mental de los alumnos se pone en evidencia hasta en el arcaico método de estudiar de memoria; guiados por semejante estrategia, es indudable que los estudiantes no organizan sus conocimientos mediante tesis o argumentos reflexivos. Además, no saben relacionar ni aplicar esos conocimientos que poseen, o no alcanzan un nivel de significación y, por ende, no logran llegar a la verdad, ¡otra vez el conocimiento inerte!

A modo ilustrativo, por ejemplo, la primera de las metas: la retención del conocimiento. El hecho de estudiar para los exámenes no significa algo importante, a menos que los alumnos recuerden esos conocimientos que no se entienden. No es posible comprenderlo todo, con toda seguridad se puede decir, pero si no se comprende cuándo es el momento de usar la Antropología o la Sociología, de poco valdrá haberlas aprendido. Si uno no entiende cómo se desarrolla la historia, no podrá captar los acontecimientos del presente, votar con sensatez, llegar a una reproducción social consciente o conducir su propia vida teniendo en cuenta las fuerzas históricas.

Aparentemente, los alumnos no siempre saben exprimir su cerebro, de manera que dicen menos de lo que podrían, incluso cuando aplican la estrategia de enunciar meramente el conocimiento, el mejor método será el que exija pensar. Lamentablemente, algunos alumnos optan por la memorización (leer una y otra vez). Aunque la repetición ayude a memorizar, no es tan útil como otras estrategias que procesan información de una manera más elaborada.

Pero, quizá el bajo rendimiento tenga por causa la poca afinidad con la enseñanza que se les imparte. Dicho de otro modo, no solo el conocimiento está en problemas sino también el pensamiento. Llámese a este fenómeno conocimiento olvidado. De esta forma, el conocimiento ha desaparecido de la mente de los alumnos que alguna vez lo tuvieron y podrían haberlo recordado, al mismo tiempo, esto se considera la principal deficiencia de la educación.

A Modo de Conclusiones

¿Qué se espera de la educación? He ahí la pregunta fundamental. Si no se sabe con exactitud cuáles son los aprendizajes esperados y no se trata de obtenerlos con inteligencia, imaginación y compromiso, es poco probable que se descubra la respuesta.

Por eso, en la mayoría de las escuelas, los directores, docentes y alumnos carecen de información suficiente sobre la enseñanza, el aprendizaje, el pensamiento, la colaboración y otros elementos indispensables para un funcionamiento óptimo.

De esta manera, el nivel intelectual y académico de los docentes es generalmente bajo, las frustraciones son incontables y, lo que es peor, el pensamiento crítico no ocupa un lugar esencial en el proceso de aprendizaje.

En suman, las escuelas deben reestructurarse no solo para fomentar el aprendizaje reflexivo de los alumnos, sino también el de los maestros y directores quienes poseen un conocimiento frágil. Asimismo, es legítimo preguntarse cómo será el nuevo pensamiento, pero resulta difícil lanzar una respuesta.

 

 

 

Bibliografía

Andere, E. (2008). ¿Cómo es la mejor educación en el mundo? Editorial: Santillana

Freire, P. (2005). Pedagogía del Oprimido. Siglo XXI

Freinet, C. (1990). Técnicas Freinet de la escuela moderna. Editorial: Siglo XXI

Mella, R. (2013). El problema de la Enseñanza. Madrid: La Neurosis o las Barricadas

Morin, E. (2008). La mente bien ordenada. Editores: Siglo XXI

Perkins, D. (2000). La escuela inteligente. Editorial: Gedisa

Rancière, J. (2003). El Maestro Ignorante. Editorial: Laertes

Cibergrafría

Milena, D. (2019). Reflexiones en torno a la emancipación intelectual desde El Maestro Ignorante de Jacques Rancière. En línea: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0188-66492019000100339&script=sci_arttext

Freire, P. (2004). Pedagogía de la Autonomía. Paz y Tierra. En línea: http://www.buenosaires.gob.ar/areas/salud/dircap/mat/matbiblio/freire.pdf

 

[1] Universidad de Ixtlahuaca CUI: gabriel.delaluz@uicui.edu.mx

[2] La enseñanza no debe ni puede ser una propaganda (Mella, 2013, p. 21).

 

 

 

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