La educación en México: Un privilegio de algunos y un sacrificio inalcanzable para otros

Por Saúl Pérez Sandoval[1]

 “Y detrás de cada escuela un taller agrícola, a la lluvia y al sol, donde cada estudiante sembrase su árbol”.
José Martí

 

La educación, una luz en un camino desolador

La educación es prepararnos para la vida y sus aconteceres, sombríos y difusos. Es la luz que ilumina nuestro camino lleno de incertidumbres.

 

En una de mis reflexiones, mientras escuchaba la canción ¿Aceptas?[2] de José Tirone González Orama (conocido artísticamente como Canserbero), me quedé pensando en su letra, y en la potencia para poder hacernos pensar sobre nuestro lugar en el mundo. Es una canción que nos habla de la transformación que puede surgir desde los libros, la inspiración, la pasión, y los sueños de la infancia que nos permitían disfrutar de los placeres efímeros, y descubrir e imaginar un mundo diferente, para así abrir el camino a otras posibilidades desde la imaginación.

Después de escucharla en diversas ocasiones a lo largo de mi vida, me quedé con una de las frases que menciona. «No es una solución dar educación a los pobres. Si les das una pobre educación» en donde más que el fin del proceso, importa cómo se realiza ese proceso (en este caso el educativo). Esa fue una de aquellas frases que hacen que te quedes en silencio, con cierta incomodidad y malestar, de esas frases que surgen cuando estás solo con tus pensamientos, preguntándote si un mensaje puede ser capaz de transformar nuestras ideas y, también, si es posible transformar el mundo que habitamos y nos habita; aunque suene muy utópico, quizá el solo pensarlo ya sea un acto de resistencia ante ciertas condiciones que nos fueron impuesta desde que nacimos.

 

¿La educación es un privilegio?

«Que nuestro privilegio no nuble nuestra capacidad de acercarnos 
a la comprensión de las historias de los demás, 
a partir de sus circunstancias 
y contextos histórico-sociales que les han tocado vivir».

También me puse a pensar en lo afortunado que soy por tener acceso a la educación (entendida como la institución educativa), y poder contar con las herramientas y equipo de trabajo necesario para realizar mis actividades escolares e, incluso, extraescolares, ya que la educación va más allá del salón de clases, pues hay procesos de socialización e introspección implicados en la educación que permanecen fuera de las horas de clase, y de los salones.

Tal vez muchos no noten el privilegio en el que están y en el que se ha convertido el acceso a la educación, debido a que es algo que se normaliza tanto, que incluso se puede llegar a pensar que todos cuentan con las mismas condiciones en el ámbito educativo (y también en cualquier otro), es decir, vivir con la idea de un pensamiento universal y compartido por todos, sin conocer las singularidades y conflictos por los que atraviesa cada persona en su vida.

Pensar de esa manera es una ceguera, completa ignorancia, que nace de vivir en un existir aislado de todo lo que sucede a nuestro alrededor, una característica del individualismo prevaleciente, en donde solo se piensa en uno mismo, sin observar la situación de los demás, pues no nos es relevante la existencia colectiva y en relación.

 

Breve radiografía actual del sistema educativo

Actualmente hay miles de estudiantes que recorren grandes distancias, sin desayunar, sin computadora, sin internet, en entornos violentos, etcétera; se mantienen sometidos a estas circunstancias y a muchas más dificultades. Son excluidos del sistema educativo y, de igual manera, del laboral y social. Realizan sacrificios que se aplauden, sin que realmente se encuentren soluciones a su situación, dejando todo en un simple sueño irrealizable que se diluye con el pasar del tiempo.

No es nada nuevo el saber que hay miles de niños viviendo en las calles, aproximadamente 95 mil niños en situación de calle, según información del DIF (CONAPRED, 2022). Otros trabajando en vía pública, alrededor de 3.2 millones de niños y niñas entre 5 y 17 años, lo que representan el 11.4 por ciento de la niñez en el país. Con base en los datos arriba expuestos, México se posiciona como el segundo país de América Latina y el Caribe con mayor prevalencia de trabajo infantil, según informa la Comisión Económica para la América Latina y el Caribe (CEPAL); algo que va a impactar de forma negativa en millones de infancias, adolescencias y juventudes del país, a lo que se añade la pandemia como un factor que agravó más la situación coyuntural. Ante esta situación queda preguntarnos: ¿En dónde se hallan los supuestos derechos y oportunidades para modificar las condiciones de vida de los millones de niños, niñas y adolescentes en situación de calle? (Trinitaria, 2021).

Aunado a esto, el 28 de febrero de 2022, la Secretaría de Educación Pública de México, publicó un acuerdo por el cual se eliminaría a las Escuelas de Tiempo Completo, algo que tendrá como consecuencia que 3.6 millones de niños, niñas y adolescentes se vean perjudicados, ya que gracias a ese programa que estaba implementado se beneficiaban, en cuanto a actividades, aprendizaje y en su alimentación, porque recibían una comida, que para muchos significaba su único alimento durante el día, aproximadamente el 11 % de ellos, cuestión que complejiza su situación y los vuelve más marginales (Guillén, 2022).

Este escenario puede ocasionar que muchos hagan lo que sea para poder subsistir en este sistema social tan desigual, con beneficios para unos y marginación para otros, representado brechas de desigualdad social que se ensanchan cada vez más. Esto podría provocar que, en su pensar e imaginación, solo vean la escuela como un sueño imposible, creyendo que solo unos cuantos pueden tener acceso a la educación; y sabiendo, tristemente, que ellos no son parte de esa estadística privilegiada.

El contexto actual me recuerda al México que plasmó Luis Buñuel en su película: Los olvidados del año 1950, en la que los niños, niñas y jóvenes se encontraban en la deriva, esperando una oportunidad para realizar algo en su vida, para poder darle sentido a la misma. Pero esa oportunidad nunca llega, y se ven obligados a cometer crímenes. Muchos viviendo al día, otros en familias violentas, pero todos sin una educación que les permita cambiar su manera de pensar(se) en el mundo que les tocó vivir. Y me pregunto, ¿qué ha cambiado de ese México? Si hay millones niños, niñas y adolescentes en las calles, secuestrados, torturados, explotados en trabajos, muchos en el crimen organizado para sobrevivir, por tanto, se han vuelto cuerpos violentados por el sistema social.

En ese sentido, se utilizan como medios para llegar a determinados fines. A partir de su uso como “objetos” que se pueden llegar a instrumentalizar, en lo que se puede denominar como la utilización instrumentalizada de su capital corporal. En donde se borra su historia, y solo se reconocen por sus acciones inmediatas y externas. Fuera de que se pueda preguntar por su modo de sentir, entender y percibir el mundo; que se ha dado a partir ciertas circunstancias y conflictos que los han ido posicionando en un respectivo lugar en el mundo. En pocas palabras, hay niños, niñas y adolescentes abandonados, olvidados por la sociedad que los vio nacer; encima, son juzgados por circunstancias que no eligieron.

En definitiva, es una situación complicada que necesita ser examinada desde una mirada compleja, para analizar el movimiento que se realiza en los diferentes o posibles programas que puedan reemplazarlo. Y aunque haya algunas entidades que lo puedan mantener, como quizá lo haga la capital de México, sería necesario preguntarnos por qué solo unos Estados podrían contar con un programa y otros no, ¿en qué discurso se basa esa desigualdad social? ¿Por qué se privilegian unas zonas y otras quedan en la marginación y olvido? ¿En dónde quedan los recursos que van destinados a los programas educativos? ¿Pasan por la corrupción? ¿Quién decide esos cambios? ¿Cómo puede enterarse cada persona sobre qué se hace con el dinero que va de sus mismos impuestos? ¿Se invisibilizan esas prácticas y solo se dice a dónde se destinará, pero en la acción es distinto? ¿Se toma en cuenta la voz de los padres y madres de familia? ¿Se escucha la voz de los estudiantes? ¿Cómo fortalecer los procesos sindicales, para que en realidad sean tomadas en cuenta las demandas, y propuestas de las personas? ¿Se analizan las afectaciones que sucederán al eliminar (o modificar) algún programa educativo, y en qué se sustenta para hacerlo? ¿Qué sucede con los que son afectados por estos cambios, se quedan solo en una estadística sin que se haga algo al respecto? ¿Cómo, y de qué manera, afectará esto a las madres y a los padres que se apoyan en estos programas para poder salir a trabajar, y dejar a sus hijos en un espacio más “seguro”? ¿Actualmente, las personas se solidarizan con la situación tan complicada que viven otros?

Como en este, y en otros casos en donde existen problemáticas que afectan a miles de personas. ¿Qué hace que en ocasiones lo haga y en otras exista la indiferencia? Son algunas de las preguntas que me despierta esta situación tan confusa; aunque esto abre la puerta para seguir cuestionándonos por qué se toman ciertas decisiones en el país, y exigir explicaciones en cada una de ellas, ya que, de cierta manera, todos estamos inmiscuidos, y a todos nos pueden llegar a afectar. Pues, aunque sea de manera indirecta, o en menor medida, no debería de causarnos indiferencia, debido a que todos estamos siempre vulnerables y expuestos. Además, creo en que debemos de comenzar a combatir el individualismo tan radical que nos hace olvidarnos de los demás, y que beneficia a un sistema con una lógica de segregación, indiferencia y exclusión. Haciendo a un lado la compresión, que nos puede permitir entender la vida de los demás, así como pelear por la dignidad de todas las vidas, sin importar las diferencias que se tengan al percibir y entender el mundo. De esta forma podríamos llegar a fomentar un intercambio dialógico permanente con los demás y con nosotros mismos.

 

La educación como emancipadora de experiencias individuales y colectivas

«Agítense, porque necesitamos de todo su entusiasmo. Organícense, porque necesitamos de toda su fuerza.
Estudien, porque necesitamos de toda su inteligencia».
Antonio Gramsci

 

En mi experiencia personal, no veo la educación como la panacea que resuelva todos los problemas, pero sí como la que puede otorgar (o posibilitar) cierta emancipación, ya que nos hace cuestionar(nos), activa el pensamiento crítico, y nos brinda libertad de no seguir con los valores, costumbres, o ideas heredadas.

Pienso en la educación como una Luz en la oscuridad (parafraseando el libro El Mundo y sus demonios de Carl Sagan). Porque de ahí deriva la producción de conocimiento, y parte de la cultura de cada persona, en su reconocimiento, encuentro y conflicto con el pasado. Aunque lo más importante, desde mi perspectiva, es la capacidad de poder pensar, cuestionar y encontrar nuestro sentido para vivir en el mundo que compartimos con los demás.

Por lo que conocer nuestra posición en el mundo y, a su vez, voltear a ver la de los demás, nos hará conocedores de otras historias que no han sido narradas, sino olvidadas o invisibilizadas; vueltas voces silenciadas. Es importante reconocer la existencia en relación y sus implicaciones. No se trata de brindar una educación sin primero dar la posibilidad de subsistencia para cada persona, es decir, brindar primero una alimentación diaria, un hogar para descansar, un ambiente sin violencia, etcétera, que permitan generar la emancipación desde el colectivo, ya que al dar una educación sin visualizar lo antes mencionado solo se taparía el problema momentáneamente, pero no se llegaría a la raíz del cambio.

La transformación desde la educación es un proceso de resistencia lento, no sucede de un día para otro, pero es posible, y tenemos algunos ejemplos de personas que hicieron grandes cambios como: Gabriela Mistral, José Martí, José Vasconcelos, Paulo Freire, entre muchos más. Ellos dieron una visión diferente sobre la educación y lo que puede llegar a hacer cuando es emancipadora; una educación en la cual se abogue por el acceso de la misma para todos y todas, pero entendiendo los distintos sucesos, las condiciones, y la situación de cada persona, para que no se borren las diferencias que han llevado a cada uno a ser y estar en un determinado acontecer social.

El problema no se concluye y soluciona hablando solamente del mismo, pero sí es un paso para continuar problematizando la situación, y seguir pensando qué podemos hacer desde nuestro entorno. Es para darla a conocer y no quedarnos con los brazos cruzados, para buscar erradicar la desigualdad social en la educación, y en cualquier otro ámbito de la vida. Como lo escribió Fernando Pessoa en su cuento “El banquero anarquista”, donde relata que de lo que se trata es de eliminar esas convenciones y ficciones sociales que se han creado a lo largo de la historia, y nos mantienen en condiciones y oportunidades de desigualdad social; las cuales no son algo natural, sino que fueron creadas o se fueron gestando desde determinadas acciones a lo largo de la historia. Por consiguiente, se pueden eliminar, ya que la sociedad nunca es estática, siempre está en constante movimiento; no obstante, esto no es algo que suene fácil de realizar, pero es posible, desde la lucha y la transformación colectiva.

Otro ejemplo sobre lo que puede lograr la educación lo dio Albert Camus, al recordar a dos de sus profesores, Louis Germain y Jean Grenier, quienes cambiaron su vida y destino. Camus los recuerda con gran admiración y aprecio, porque le dieron una amistad, y las enseñanzas sobre el amor a la cultura, a la libertad, y a la dignidad humana, para que así pudiera llegar a ser quien fue, un escritor prolífico, que siempre luchó por denunciar las injusticias que observaba en su época. Otro ejemplo puede ser el de Tara Westover en su libro Una educación, donde relata que la educación debe de ser liberadora, incitar a dudar y no buscar adoctrinar con dogmas, ya que de la libertad de pensamiento crítico emana la resistencia social ante las injusticias, dogmas y adoctrinamientos que se comenten día a día en cada espacio por el que transitamos en el mundo.

Se necesita contagiar el malestar y la reflexión, como diría Maturana en su último libro escrito junto con Ximena Dávila, La revolución reflexiva. Una invitación a crear un futuro de colaboración. «Los grandes cambios no se producen sino hasta que empiezan a cambiar los individuos, en sus localidades y contextos personales, para luego tocar a las personas cercanas. Las trasformaciones se mueven como un virus, que va contagiando de uno en uno, hasta formar un movimiento». Y así poder buscar que todos tengan oportunidades y condiciones para desarrollarse y aprender. Para que se conozca el privilegio en el que cada uno se encuentra, ya que muchas veces lo normalizamos o naturalizamos tanto, que olvidamos la desigualdad social que muchos experimentan en los diferentes ámbitos de la vida.

El país necesita de una unión ante estas problemáticas, para poder abordarlas desde diferentes lugares, ya que la fragmentación social, es decir, el creer que somos únicos en la sociedad, cuestión que se deja vislumbrar por el individualismo fehaciente, tan característico del sistema social actual, en donde prevalece la rivalidad con los otros y la competencia voraz. Y hace que nos pensemos solo como consumidores compulsivos y desenfrenados, como otra de las características de la llamada modernidad líquida, de la que nos habló el sociólogo Zygmunt Bauman, en donde los lazos y vínculos con los otros se hacen cada vez más frágiles, y se rompe el factor colectivo y comunitario de la lucha social, que, en teoría, nos tendría que unir hacía las mismas problemáticas sociales que experimentamos y observamos en cada rincón de la ciudad.

Buscar que todos y todas puedan contar y disfrutar de las condiciones necesarias en su educación, y en los demás ámbitos de la vida, es algo por lo que necesitamos combatir en nuestra sociedad. Necesitamos comenzar a ser una resistencia social activa, no pasiva y conformista, para hacer cambios desde la raíz, en la estructura social. Saber que el privilegio se tiene que usar para compartir el conocimiento con los que no tienen acceso al mismo, y buscar las formas de que todos y todas puedan tener una realización personal desde la emancipación colectiva; librando a la educación de cualquier dogma que impida cuestionar, y que busca transformar a las personas en autómatas sin sueños, emociones, y vínculos fraternos.

Para así dar paso al libre pensamiento emancipatorio que puede generar la educación, para que nadie nos diga cómo pensar, sino que se nos brinden las herramientas para hacerlo por nuestra cuenta, y poder dudar de los conocimientos aprendidos, en un trabajo dialéctico de aprender y desaprender, que sea interminable.

 

Reflexión final, una problemática inacabada

Creo que, en lugar de avanzar, parece que se retrocede en las políticas públicas en materia de educación, ya que se intenta justificar una decisión, sin dar una solución a otra problemática que, debido a una decisión previa, se abre o intensifica más.

Esperemos que en el futuro luchemos para que existan espacios de debate en cuestión de políticas públicas; y que se consulte a la ciudadanía para analizar las situaciones con mayor profundidad, y con la complejidad que amerita cada problemática de la actualidad.

Termino con el pensamiento del pedagogo Paulo Freire, quien describe a la educación como praxis, reflexión y acción para transformar el mundo, desde la solidaridad, el espíritu fraternal, y el amor por los otros y por compartir el aprendizaje, para soñar con un mundo de mentes libres. Cierro, entonces, con dos frases de Freire, y con unas preguntas para seguir pensando el lugar que ocupa la educación en la sociedad.

Espero que este escrito sirva para suscitar más preguntas en cada lector/a, y que despierte pasiones dormidas, para que busquemos la dignificación de la educación, de las profesiones, y de los trabajos (cualquiera que sea), combatiendo las demandas actuales del sistema, que establece relaciones utilitarias y mercantilistas en los vínculos humanos, las cuales nublan las oportunidades, la fraternidad y el compromiso social. Utilizando el pensamiento reflexivo como estandarte ante cualquier injusticia. Recordando que las puertas a otros caminos siempre pueden ser abiertas.

«La educación no cambia al mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo».

«Lucho por una educación que nos enseñe a pensar y no por una educación que nos enseñe a obedecer».

 

Preguntas para seguir reflexionando sobre el tema:

Dejo algunas preguntas que forman parte de mis dudad, pero que quizá podrían detonar la reflexión y respuesta conjunta encaminada a la acción transformadora.

  • ¿Cuál es la función de cualquier institución educativa?
  • ¿Cuál es el sentido de estudiar una carrera?
  • ¿Qué herramientas nos otorga la educación?
  • ¿Qué objetivo tiene diseñar y elaborar un plan de estudios (estructura curricular) de determinada manera?
  • ¿En qué radica la elección de ciertas lecturas, y de los autores y autoras a leer en el ciclo escolar?
  • ¿A que tendría que responder dicha elaboración? ¿Qué objetivos tendría?
  • ¿Con base en qué criterios se seleccionan unos (autores/as), y porque otros son rechazados (o ignorados) en el currículo?
  • ¿Se pueden poner en debate esas selecciones en el plan de estudios?
  • ¿Cada cuando se actualiza (o se debería de actualizar) un currículo escolar? O ¿Por qué permanece igual?
  • ¿Quiénes, y por qué, serían unos cuantos los únicos responsables de su reelaboración?
  • ¿Cuál es el papel del docente en la institución?
  • ¿Se escucha la voz y las demandas del estudiante?
  • ¿Cómo hacer que la educación deje de ser un privilegio para unos cuantos, y se transforme en algo posible para todos?
  • ¿Qué sucede con los que no tienen acceso a la educación? ¿Cómo pueden subsistir en un sistema que solicita cada vez más “preparación” y “experiencia”?
  • ¿Por qué hay un ímpetu en ya no querer brindarle oportunidades a los que no tienen dicha “experiencia laboral” en determinado campo de trabajo?
  • ¿Por qué hay carreras más solicitadas y con más oportunidades laborales que otras, eso a qué responde en la actualidad?
  • ¿En qué se basa la diferencia curricular de la misma carrera en diferentes instituciones educativas?
  • ¿Hay instituciones para que todos y todas puedan trabajar de su profesión y ejercer sus conocimientos, una vez que se egresa?
  • ¿Se tienen en cuenta las diferencias que hay en cuanto a las formas de aprendizaje?
  • ¿Se enseña desde esas diferencias y formas de participación, para que cada estudiante pueda aprovechar sus capacidades educativas desde lo que más le apasiona? O ¿Se replica la misma forma para todos, tratando de homogeneizar todo hacia una sola forma de aprendizaje y participación, que borre la diferencia?
  • ¿En estos momentos tan difíciles, se estudia por pasión y amor, o se estudia algo simplemente para subsistir, viéndolo más como una obligación que se tiene que cumplir?
  • ¿Hacia dónde va la educación?
  • ¿Cómo pensar(nos) en el futuro de la educación?
  • ¿Qué podemos hacer para que la educación sea un proyecto de emancipación que nos permita transformar a la sociedad, y no solo una forma de adoctrinamiento, y de querer establecer un pensamiento meramente memorístico, que evite comprender y analizar lo que se aprende?
  • ¿Cómo hacer de la educación algo que nos sirva para la vida?
  • ¿Cómo establecer nuevos vínculos desde los procesos educativos y de aprendizaje que se basen en la compresión de los otros, y no en la (f)utilidad?

 

 

 

Referencias

Guillén, B. (2022, marzo 2). La educación de 3,6 millones de niños pobres a la deriva: el Gobierno elimina el programa Escuelas a Tiempo Completo. El País México. https://elpais.com/mexico/2022-03-02/la-educacion-de-36-millones-de-ninos-pobres-a-la-deriva-el-gobierno-elimina-el-programa-escuelas-a-tiempo-completo.html

Trinitaria, M. (2021, octubre 21). En México, el trabajo infantil aumentará hasta un 5.5 % en 2022 | CongregaVoz. https://congregavoz.cmt-global.org/articles/en-mexico-el-trabajo-infantil-aumentara-hasta-un-5-5-en-2022?fbclid=IwAR1jG8Av8qXh7N

CONAPRED. (2022). Hay 95 mil niños en situación de calle, según el DIF. Consejo Nacional Para Prevenir La Discriminación. https://n9.cl/76q90

 

 

[1] Escritor, Poeta, Investigador y Alumno de la Licenciatura en Psicología en la Universidad Autónoma

Metropolitana, Unidad Xochimilco. Tiene un curso en Periodismo digital por la Universidad Nacional Autónoma de México.

[2] Recomiendo escuchar todo su álbum: Guía para la acción, publicado en el año 2009.

Publicado en Infancia y Educación y etiquetado , , .

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *