¿Artivismo? Un acercamiento al Círculo de escritura erótica de mujeres

Por Marisabel Macías Guerrero

Para responder esa pregunta, primero debo precisar qué es el Círculo de escritura erótica de mujeres y a qué me refiero con artivismo. Iniciaré con lo segundo, para lo cual retomaré la definición que brinda Nina Felshin en “¿Pero esto es arte? El espíritu del arte como activismo”, pues, aunque ella habla de “arte activista”, es una de las precursoras en el tema del artivismo.

Para Felshin el “arte activista” alude a prácticas culturales activistas, lo define como un híbrido del mundo del arte, el mundo del activismo político y la organización comunitaria. Señala además que su objetivo principal es el desarrollo de propuestas que impulsen determinados cambios sociales.

Ahora bien, qué es y cómo surge el Círculo de escritura erótica de mujeres. Hace aproximadamente cuatro años, desde mi quehacer como escritora de literatura erótica y mi activismo feminista, organicé un taller de “Relato erótico y reflexión feminista”, con la finalidad de acompañarnos en el proceso de escritura. Sin embargo, una vez que preparé el programa y, más aún, cuando se puso en marcha en distintos espacios, me di cuenta de que los motivos y expectativas de las mujeres que se acercaban, así como los míos a partir de ciertos hallazgos, nos llevaban a ampliar los objetivos, complejizar el proceso, observar de cerca hallazgos-efectos y, por lo tanto, a cambiar el título del proyecto.

Por las dinámicas de este ejercicio colectivo, por su similitud con los grupos de autoconciencia feminista surgidos en los 60´s y 70´s principalmente en EE.UU., los cuales imaginaba como proceso circular, lo nombré Círculo de escritura erótica. Y se dirige a mujeres que deseen aproximarse al tema del erotismo y la sexualidad desde la crítica feminista y la literatura erótica femenina, dialogar a partir de dinámicas, ejercicios reflexivos (casi siempre escriturales), además de producir relatos eróticos que desafíen el canon literario y la noción hegemónica de erotismo. Relatos que se leen en las sesiones, a veces en espacios públicos, y algunos se publican en un blog.

Pero ¿por qué este círculo y su propuesta de escritura erótica podría ser una práctica política? Al profundizar en la teoría feminista y la literatura erótica femenina, además de observar de cerca (y con ojos de filósofa) la ruta del Círculo en cada edición y los testimonios de las mujeres que participan, me di cuenta de que se suscitaban procesos no sólo pedagógicos, creativos y eróticos, sino también políticos. Así que surgió la inquietud de estudiar de manera formal la escritura erótica de mujeres, lo cual también me llevó a definir dicha práctica y constatar de alguna forma su incidencia en el ámbito social.  

La escritura erótica que producen las mujeres de este círculo, primero, alude al género literario que tiene como tema central el erotismo, y lo aborda de manera explícita o metafórica. Esta práctica apela a concebir el erotismo más allá de los modelos patriarcales, como una fuerza que reside en el interior de cada una, que es manantial de conocimiento profundo, e invita a pensar el goce compartido con sí misma y las/los otras/os, alejado del deber ser/hacer que dicta la cultura de género. Esta escritura no se limita a la función de excitar, sino que conlleva una apuesta política y estética, pues invoca una ruptura con lo erótico opresivo, así como con los estereotipos en cuestión de estilos, temas, personajes, escenarios y lenguaje. Implica, también, la conciencia crítica y el deseo puesto en acción de expresar una sexualidad y dimensión erótica surgidas de nuestras reflexiones y experiencias y, por supuesto, más placentera.[1]

Hasta aquí, ¿es posible responder a la pregunta que titula este ensayo? Para ello me gustaría retomar algunos puntos que brinda Felshin en el texto mencionado.

La autora sostiene que las prácticas culturales activistas son esencialmente colaborativas, colaboración que se convierte en participación pública cuando las artistas incluyen al público en el proceso, y que se vincula a movimientos sociales. El surgimiento y continuidad de este círculo está impulsado por la creencia en el potencial político del arte, y su forma cultural se ha unido orgánicamente con elementos de activismo feminista y la organización comunitaria. Ahora, quizás sea necesario ahondar en las características principales que Felshin da al arte activista, y compartir ciertas experiencias de este Círculo de escritura erótica.

Primera, la autora nos dice que, este arte es procesual tanto en sus formas como en sus métodos, pues más que estar orientado hacia el producto, cobra sentido a través de su proceso de realización y recepción. En el Círculo de escritura erótica lo primordial es el proceso: creativo, pedagógico, dialógico; y claro, incluido el proceso de autoconocimiento en términos de dimensión erótica. Más allá de que las participantes terminen o publiquen un texto, lo valioso es vivir el proceso incluso como experiencia erótica compartida. Acercarse al tema, problematizar la dimensión sexual y erótica a partir del análisis teórico feminista, de dialogar la literatura erótica femenina y realizar ejercicios escriturales. Ejercicios que pueden compartir con otras mujeres, y que nos llevan a interrogar día a día la propia vida, el sentido del placer en la existencia de cada una, las experiencias y prácticas.

Segunda, tienen lugar normalmente en emplazamientos públicos y no dentro de contextos de los ámbitos de exhibición habituales del mundo del arte. Estos círculos se han realizado en centros culturales comunitarios, en cafés, librerías, domicilios particulares, y ahora a través de zoom (desde el espacio íntimo de cada una).

Tercera, como práctica, a menudo toma forma de intervención temporal o performance, acontecimientos en los medios de comunicación e instalaciones. A partir de estos círculos han surgido lecturas públicas de cuentos eróticos, una por ejemplo que además se acompañó de música y performance en el bosque de Tláhuac. También han surgido coloquios sobre el deseo de las mujeres, charlas sobre erotismo, así como videocollage sobre el orgasmo y placer femenino, los cuales circulan en internet. Y creo que con esto último abarcaría la cuarta característica que tiene que ver con emplear técnicas de los medios de comunicación dominantes, en este caso las principales redes sociodigitales.

Por último, Felshin detalla que se distinguen por el uso de métodos colaborativos de ejecución, tomando una importancia central la investigación preliminar y la organización y orientación de las participantes. Estos Círculos de escritura erótica son el resultado de procesos colaborativos, de romper con el mito de la artista en aislamiento. Es cierto que la propuesta de taller surgió de un interés individual, sin embargo, la investigación previa con la que estructuré los temas, dinámicas y ejercicios fueron el resultado de escuchar a teóricas feministas y a compañeras activistas, a escritoras y a todas las interesadas en estos “talleres”, de conjuntar las aportaciones de la crítica literaria feminista, literatura erótica, y la propia escritura. Y, finalmente, la ejecución colectiva del círculo ha llevado a reestructurar y robustecer el programa inicial, a proponer lecturas distintas en cada sesión; además de convertirlo en algo introductorio, en herramientas críticas, detonador de reflexiones y diálogos, en motor que impulsa el interés por socializar más y más el tema de la erótica, no sólo desde la literatura, sino desde la conversación colectiva para descubrir la diversidad y complejidad de la erótica femenina.

¿Es el Círculo de escritura erótica de mujeres una forma de artivismo? No podría afirmarlo, pues me falta profundizar en la evolución del concepto de “artivismo” y sus debates actuales. Lo que puedo asegurar es que se trata de una práctica cultural feminista. Una forma de dialogar colectivamente sobre temas políticos, teniendo como vehículo el arte, en este caso la literatura, la escritura creativa, erótica. Propiciando además otras formas de intervención del espacio público.

Una vez alguien me dijo que atribuía demasiado poder a la literatura, pero no creo que sea la literatura en sí misma, sino lo que acontece durante y después de estos círculos, lo que cada una de las participantes provoca desde lo íntimo y lo colectivo en cada sesión, que además es distinta. Circularidad con diferentes ritmos e intensidades, donde las mujeres participantes —incluyéndome— profundizamos en el cuestionamiento a los discursos —institucionales y propios— sobre la sexualidad y lo erótico, incidiendo muchas veces en cómo significamos y vivimos esas dimensiones vitales; por ejemplo, en nuestras prácticas sexuales, afectivas, creativas e investigativas.

Este Círculo de escritura erótica de mujeres contempla parámetros como el posicionamiento crítico, principalmente hacia la cultura erótica dominante en el propio contexto, la interacción con el ámbito social, y el compromiso con la transformación de la realidad promoviendo actividades que doten de un punto de vista alternativo, propio de las participantes, a los sistemas productivos y vehiculadores existentes. Y, finalmente, se convierte en una práctica cultural que devuelve a la estética su capacidad política, y en algunos casos puede convertir las prácticas artísticas en instrumentos de transformación social.

 

 

 

 

 

Bibliografía

Felshin, Nina (2001). “¿Pero esto es arte? El espíritu del arte como activismo”, en Marcelo Expósito et al. (eds.), Modos de hacer. Arte crítico, esfera pública y acción directa. Salamanca, Ediciones de la Universidad de Salamanca. P. 73-93

Sáenz, Adriana. “La escritura de mujeres y la escritura o lectura de mujeres femenina”, en Adriana Sáenz, Cándida E. Vivero, Olga M. Peña, Rosa Ma. Gutiérrez (Coord.), Erotismo, cuerpo y prototipos en los textos culturales, México, Editorial: UMSNH/ UANL / UdG / Centro de Estudios de Género / Silla vacía, 2015, pp. 91-101. 

[1] Esta definición de escritura erótica de mujeres fue construida a partir de la experiencia en el círculo de escritura erótica, y también inspirada en una propuesta de Adriana Sáenz, sobre escritura de mujeres femenina la cual conlleva intrínsecamente la consciencia y la crítica ante los supuestos patriarcales. Asimismo, esta definición está presente en mi tesis de maestría.

 

 

 

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