Las relaciones parasociales, followers, haters y la cotidianidad

Por Ernesto Del Toro[1]

 

“Con ella me enamoré, aunque nunca la conocí,
sueño en su querer y en sus brazos quiero dormir…”
(Bobby Pulido. Voy desvelado)

 

Hay una sensación especial al interactuar en redes con algún personaje famoso al que admiramos. A esto le dieron un nombre en 1956 y se llama relación parasocial.  La idea de que lea nuestro mensaje nos da la esperanza de que nos responda o que comparta algo de nuestro contenido es una posibilidad latente gracias a los dispositivos electrónicos —y a que hay famosos que se la pasan con el celular en la mano—.

Pero esto no ocurre sólo con las celebridades que admiramos, también existe la posibilidad de interacción con las que no nos caen bien, y que algunos hasta odian. Esta experiencia interna que no se ve, pero sabemos que existe, no porque alguien nos la platique sino porque nos ha pasado. Este fenómeno interno en el que una celebridad nos genera emociones, sentimientos y una identificación o empatía, ha sido estudiado y analizado desde hace más de sesenta años, bautizado como «Relaciones parasociales».  

En este trabajo, haremos una breve revisión del contexto en el que se acuña el termino relación parasocial, las condiciones sociales en las que se fue desarrollando y los avances teóricos y conceptuales del término; lo anterior es importante por la actualidad del concepto y, sobre todo, porque es una característica definitoria de nuestra actualidad.    

La teoría que decía que una relación parasocial era una aparente relación entre el espectador y una personalidad de algún medio masivo de comunicación pasó de tratarse de una estrella de la tele al influencer en redes sociales, con la posibilidad de interactuar y hacernos sentir más cercanos o especiales por haber capturado su atención unos segundos.                                                                    

No se trata de la primera impresión ante alguna celebridad, sino de algo más duradero y que se desarrolla y evoluciona desde una etapa inicial de ser un fan, hasta una relación parasocial, así como interacciones parasociales ( a través de redes sociales, acudir a un seminario o a alguna otra convivencia organizada por alguna empresa) y que en casos extraordinarios, pasa a una etapa patológica.    

También, es uno de los objetivos de este trabajo quitarle la connotación negativa a una relación parasocial, pues no es exclusivo de un tipo o grupo de personas, sino que es algo normal y complementario de las relaciones sociales cotidianas.

¿Qué es una relación parasocial?

La teoría de las relaciones parasociales propuesta por los sociólogos Donald Horton y Richard Wohl en 1956 se produce en un momento en donde el cine ya tenía 50 años siendo  popular, la radio 30 años y la televisión se estaba popularizando en los hogares alrededor del mundo e intentaban demostrar que los programas de “personalidades”  eran parte importante de la vida de millones de personas.

El término «relación parasocial» hacía referencia a la aparente relación cara a cara entre el espectador y el intérprete de la televisión[2] en los medios de comunicación masiva, incluyendo también la radio. Suponía que el espectador generaba una relación emocional unilateral con alguna celebridad, por supuesto, sin que ésta lo conociera ( de ahí la falta de reciprocidad), incluso después de que la película o el programa terminaran.

“Es (el espectador) libre de retirarse en cualquier momento. Si él sigue involucrado, estas relaciones parasociales proporcionan un marco dentro del cual, mucho puede ser añadido por la fantasía. Pero éstas son diferencias de grado, no de tipo, con respecto a lo que puede denominarse ortosocial”.[3]

Si lo social es la interacción entre las persona, lo parasocial (con el prefijo para) era interpretado como “al margen”. Así, lo parasocial estaba al margen de la sociedad,  es decir, se establecía una relación imaginaria sin la necesidad de interactuar, no cumplía con las características esenciales de lo social pero se parecía.

Actualmente, el prefijo evoca algo complementario, esto es, además de las relaciones sociales, las relaciones parasociales son parte importante de la vida psíquica de las personas. Implica emociones y  conductas como alivio del estrés de la vida cotidiana.

“A pesar de la falta de reciprocidad, las relaciones parasociales pueden parecernos tan reales y significativas como cualquier otra relación. Podríamos sentir que conocemos profundamente a la persona que adoramos, incluso si nunca ha oído hablar de nosotros”.[4]

En esencia, las relaciones parasociales continúan cumpliendo la característica de unilateralidad, empero, el acceso a las personas famosas (a través de redes sociales) ha modificado las interacciones que tenemos con ellas. Si antes no sabían de nosotros y la única manera de interactuar era acudiendo a alguna grabación, programa o firma de autógrafos, hoy, mediante dispositivos electrónicos y sobre todo redes sociales, podemos interactuar directamente, enviar un mensaje, replicar un comentario, dar like o compartir. De relación parasocial, pasamos a la interacción parasocial.

Experiencias e interacciones parasociales.

Si bien en la actualidad la mayoría de nuestras interacciones diarias, ya sean laborales, académicas o de amistad, son mediadas por dispositivos electrónicos (teléfono, celular, o computadora), llevamos a cabo interacciones con personas conocidas o desconocidas, en donde hay cierto nivel de involucramiento. Saben de nuestra existencia, pero no hay emociones involucradas, o si las hay, puede que no sean correspondidas; en estos casos, son modos de interacción en redes, pero no cumplen los criterios para considerarse algo parasocial.

Por otro lado, es común que por medio de redes sociales se haya intentado interactuar con personalidades de cualquier ámbito, deporte, artes, música, cine, televisión o internet; e incluso marcas y empresas. Estamos más cercanos a las celebridades, lo que puede dar una sensación de cercanía incluso más intensa que antes. Nos puede responder, citar, o replicar un Comunity Manager o la persona famosa en cuestión y por un breve instante se dio una interacción, lo que puede crear o reforzar nuestra relación parasocial.

Pero no todo es parasocial. Entra en juego el simple entretenimiento, así como las nuevas formas o hábitos de relacionarse con los demás, ya no sólo famosos, sino con cualquier persona. Muchas relaciones o interacciones son mediadas por dispositivos electrónicos, ya sea por ocio o por cuestiones laborales. Hay interacciones entre personas que no se conocen pero llevan años interactuando, o personas que llevan años sin verse, incluso cuando la relación que había entre ellas ya no existe, pero aun así se siguen enviando memes o cadenas por WhatsApp. Pero la mayoría de estas relaciones no son parasociales, hay una correspondencia de emociones e interacciones, los unos saben de la existencia de los otros.

¿Qué tan profundo es el agujero de lo parasocial?

Ya sea seguir en redes sociales, ser fan o interactuar con desconocidos, depende del grado de afectividad e intimidad con el otro y de cómo influya en nuestras actividades diarias y conductas, se pueden catalogar como parasocial y con niveles.

McCutcheon, en su trabajo Conceptualización y medición del culto a las celebridades[5], ha establecido tres niveles de relación parasocial.

1.- Entretenimiento-social. Nivel menos intenso, donde la celebridad solo cumple la función de entretener. No hay sentimientos intensos hacia la celebridad.

2.- Intenso- personal. En este  nivel , la persona desarrolla la sensación de una fuerte conexión  personal con la celebridad. Investigan acerca de su vida personal, además de que os idolatran e imitan, presentan pensamientos obsesivos.

3.- Borderline – Patológico. Este es el nivel más intenso que incluye fantasías obsesivas y comportamientos extremos, que pueden incluir inversiones financieras,  como gastar fuertes sumas de dinero para conocer a la celebridad o ganar su atención ; o comportamientos ilegales como el acoso (stalk ). En este nivel es común que la persona crea que sus sentimientos serán correspondidos si logra conocer a su objeto de adoración[6].

Pudiéramos agregar la tendencia actual a defender agresivamente a quienes los critican y emular sus enseñanzas o conocimientos. Esto lo podemos confirmar con los diversos influencers, emprendedores, gurús mediáticos; ya sea que den consejos para emprendedores o de cómo conquistar personas. En ocasiones los seguidores se congregan digitalmente a defender u odiar a alguien; pues hay personas susceptibles a querer defender, ya que ésta es una manera de buscar ser notados por el influencer… por eso los etiquetan en sus publicaciones.

Esto se pueden presentar, sobre todo, con algunos casos específicos en donde el influencer habla de cuestiones de género, masculinidad, feminidad, etc., en donde además es una persona con poder mediático y que ayuda a confirmar creencias y prejuicios. Estas celebridades se convierten en legitimadores, lo que hace que los defienndan aún más, pues está en juego no sólo la simpatía por la celebridad, sino sus creencias.

“Tu música me salvó la vida”

Entre ser fan y una relación parasocial hay diferencias. Además de los niveles mencionados anteriormente, existen diferencias en la percepción del personaje admirado y su función en nuestra vida íntima. Ser un fan se encuentra en el primer nivel en donde hay cierto divertimento y un escape del agobio cotidiano, pues ser fan nos remite a la actitud adolescente (y que se manifiesta en grupo, con otras personas que sienten como nosotros); en la que pudiera presentarse admiración, inspiración o sorpresa por acontecimientos de su vida. Su arte tiene un efecto en nosotros, una canción que nos acompañó en momentos especiales o una película que nos hizo pensar la vida de manera diferente.

Por eso existe la expresión “tu música me salvó la vida”. Se disfruta y se le agradece el arte sin considerarlo algo personal o hecho específicamente para uno, aunque así se sienta. Sabemos que la creación artística está ligada a las vivencias del propio artista, pero se disfruta como si hubiera sido escrita para describir nuestra vida. Pues, ¿qué sería de la vida sin ser fan de algo (arte) o de alguien (artista)? Se puede llegar a sentir amor por un artista, pero todo esto es una cuestión personal, es el efecto del arte en uno, no el artista en sí. Todo se queda en un plano personal, interno e íntimo.

En cuanto al segundo  nivel, además de todo lo anterior, en la relación parasocial, el famoso o más comúnmente la personalidades de internet —pues son las que en su mayoría son nativas digitales y ahí crecieron [ en edad y en followers ]— es considerado como amigo, se cree que se le conoce mejor, es un mentor, un consejero, un modelo a seguir y, por eso, los seguidores replican y defienden su mensaje, incluso si es reprobable y se justifican sus acciones reprobables.

Es importante recordar que estamos señalando la conducta y no a la persona en específico. Es decir, puede que algún influencer represente muchos de los valores de una persona, incluso si estos están más ligados al conservadurismo o a la intolerancia. Es el acto de querer llamar la atención e intentar entrar en contacto con él lo que hace esta relación parasocial más evidente, porque es precisamente la misma persona la que (en su afán de captar la atención del objeto de admiración) se encarga de anunciar y de hacer notar su idolatría. Y, ahora, con la facilidad de un meet and greet, o de asistir a una de sus conferencias o talleres, la posibilidad de conocer a nuestros ídolos está al alcance de unos billetes.

Nunca conozcas a tus ídolos

Cuando nos encontramos con alguna celebridad o nos acercamos para pedirle una selfie (o a ver qué otra cosa pasa), o nos quedamos observando desde lejos y si se puede tomamos una foto para el recuerdo, su presencia pocas veces nos deja indiferente. Uno como fan tiene una imagen del otro en la mente y pudiéramos sentirnos intimidados por ello, hay otros que creen que alguien famoso es una persona amigable, que será muy amable y se pondrá contenta de ser reconocida por uno de sus fans, por eso, cuando eso no sucede, es común leer una nota en donde una personalidad de los medios  “se portó grosero” con algún fan cuando éste se le acercó. Pero todo es cuestión del contexto.

No es lo mismo acercarse a una celebridad en un evento en el que está presente o es organizado por ella, a que si nos la encontramos fuera de personaje en una tienda departamental o en un lugar público. En los primeros escenarios es en donde el famoso ama a sus fans y les agradece todo lo que le han dado, y los fans se acercan a tocar e idolatrarlo. Pueden ser momentos especiales para todos. Todo es amor y agradecimiento, porque así es el tradicional binomio estrella-fan. Es el contexto en donde la celebridad va a estrechar las manos de todos y todos van a estrechar la mano de una celebridad.

Pero acercarnos a ellas en otro escenario, en el de la vida cotidiana, en que los ídolos  dejan de lado el comportamiento social de estrellas, para hacerse cargo de las cosas que todos debemos de hacer: salir a comprar comida, ropa, hacer fila para pagar o para subirse a un avión; es en donde la interacción pudiera ser problemática, sobre todo si se trata de una relación parasocial.

La relación parasocial e interacción parasocial son dos aspectos que juntos pueden ser una catástrofe. Si consideramos a algún famosos como si fuera un amigo, y bajo esa premisa nos acercamos y lo tratamos como si nos conociera o como si le fuera a dar gusto vernos, además de incomodarlo, podremos estar expuestos a un rechazo. Incluso si ya lo habíamos visto en otras ocasiones, puede que no se acuerde de nosotros, porque lo significativo para una celebridad es la masa de fans y no uno en específico.

Mas allá de lo que se pueda ver en redes sociales, en donde la gente les pide ayuda para alguna causa, que compartan algún post o que donen o que incluso haya leído nuestros mensajes en un live de Instagram, las personas no vamos por la calle actuando como amigos de desconocidos.  Pudieran ser amables, pero siempre con esa barrera con la que se trata a quien no conoces.

Puede ser un momento crucial para alguien que tiene una relación parasocial, y pasar de amarlo a odiarlo; pero incluso el odio implica una relación parasocial, hay emociones y sentimientos unilaterales e incluso ahora desde el odio se intentará llamar su atención. Y es que, flotando alrededor del famoso y el fan, hay un pacto tácito en el que cosas externas a ellos dictan cómo debe de ser la interacción. 

Pacto de aceptación

Como refiere la investigadora Lucía Caro: “La noción de experiencia parasocial no implica una incapacidad de las audiencias de discernir entre realidad y simulacro…”[7]. En condiciones normales, las personas saben que la celebridad envía mensajes a los fans en general a través de sus redes y cada uno hace como que le están hablando a él particularmente. Y es que mucho de lo que publican las celebridades son cosas acerca de su trabajo: ya sean contenidos escritos y/o audiovisuales, la celebridad mirando (te) fijamente a la cámara  y (te) habla acerca de giras, discos, presentaciones, conferencias, aclaraciones o disculpas… da esa sensación de “cercanía” entre famoso y fans.

Te está viendo y tú la está viendo a ella, y así, por un breve instante, la experiencia parasocial se desarrolla y se sostiene por ambos extremos: Hay la posibilidad de responder y la posibilidad de ser visto; que puede no ocurrir nunca, aunque existe una mínima posibilidad.

Es una especie de simulacro de comunicación pero con efectos reales en nuestra condición moderna: se justifica, defiende, se ataca a otros por defender a cierta personalidad. Hay otro tipo de mensajes, sobre todo de influencers, que se tratan de cuestiones personales (pues qué más) pero publicitando a alguna marca, servicio o producto.

Influencers como vinculo parasocial con las marcas

Este apartado es un breve paréntesis para analizar cómo es la relación parasocial con las marcas. Si ya había una evidente influencia de las marcas en nuestra vida mediante productos y servicios, lo siguiente fue estar presente en la vida cotidiana más allá de la compra, es decir,  mediante las “personas marca”, el ejemplo más evidente es Michael Jordan y sus zapatos Jordan; no era sólo el deportista vendiendo zapatos, era él vendiendo sus zapatos. Primero vincularon a la marca con los compradores a través de deportistas elevados al lugar de leyendas, después, pasaron a vender la experiencia: no es un banco, son tus amigos; no es solo un café, es un estilo de vida, etc., y con la idea de la “personalización  de sus productos”, pues escribían tu nombre en él o podías diseñar a tu gusto, o hasta buscar latas de refresco con tu nombre. Algunas marcas hasta están relacionadas a un estatus y, actualmente, las marcas se enfocan en crear vínculos emocionales con los compradores. Torneos de futbol con nombre de una marca, festivales musicales con nombre de cerveza o de institución bancaria, en donde no se puede dejar de anunciar el evento sin mencionar la marca, es más, hasta cuando gritan gol, nos gritan también la marca.

Pero, para poder crear este vínculo no es suficiente una botarga o decir que donaron millones para una buena causa o que equiparon con computadoras a una escuela; necesitan de una persona que “conecte” con ellos y qué mejor que el rostro de un influencer, artista, deportista o cualquier otra celebridad.

Las corporaciones pasaron de crear necesidades a vender experiencias, y después a crear vínculos; y las personas tiene necesidad de cosas, de experiencias y también, de vínculo; pero no para platicarle a sus amigos que se la llevan bien con la Coca-Cola o que Sony lo tiene muy contentos, o que el pollo de KFC lo deja satisfecho,  sino porque hace parecer que le importamos a las marcas, mientras que, al mismo  tiempo, hay algunas que contaminan el medio ambiente, se acaban los recursos naturales y  explotan a sus trabajadores.

La sociedad de las relaciones parasociales

Desde la concepción del término, estuvieron en juego las emociones de  las personas generadas por las celebridades, pero se fue asociando y desarrollando para explicar las conductas de personas inestables y padecimientos emocionales.

Es entendible que con el creciente desarrollo de las personas marca y la exposición de la vida de los ricos y famosos, estas estrategias de las televisoras, del cine y la música para generar expectativa por sus artistas tuvieran un efecto en la población, tomando la forma de adulación y admiración que sobrepasó los límites, elevando a las personalidades a una posición de seres perfectos, aunque también imperdonables si es que demostraban ser como los demás, es decir, “imperfectos”

Esto último provocó casos trágicos en donde un admirador hizo daño o intentó dañar a su ídolo. Y es en estos casos en donde actualmente se soporta lo parasocial como algo negativo y, de paso, se estigmatizó a las personas solitarias e introvertidas. No obstante, este aspecto también ha evolucionado. Donald Horton y Richard Wohl en su trabajo identificaron ciertos sectores de la población con una tendencia a la extrema parasociabilidad:

“Los programas de “personalidades”, sin embargo, son particularmente favorables para la formación de vínculos compensatorios por parte de los socialmente aislados, los socialmente ineptos, los ancianos e inválidos, los tímidos y rechazados. La persona está fácilmente disponible como objeto de amor (…). Nada podría ser más razonable o natural que las personas aisladas y solitarias busquen la sociabilidad y el amor dondequiera que crean poder encontrarlos. Es sólo cuando la relación parasocial se convierte en un sustituto de la participación social autónoma, cuando procede a desafiar absolutamente a la realidad objetiva, que puede considerarse patológica”[8].

Si bien la categorización puede resultar insensible en la actualidad, se identificaba a quienes eran más proclives a desarrollar estas relaciones. 

Para inicios del nuevo sigo McCutcheon, escribió:

“Se identificó que las personas que carecen de relaciones significativas en su vida personal, o que sienten alguna carencia y parecen ser más introvertidas son más propensas a desarrollar relaciones parasociales. Las celebridades se convierten en fuentes de satisfacción”[9].

Para terminar con las citas, tenemos el trabajo de Lucía Caro del 2015:

“Determinados tipos psicológicos serían más propensos a desarrollar conductas compensatorias de acuerdo con las potencialidades de cada medio y sus necesidades sociales, siendo una de estas posibilidades el desarrollo de relaciones parasociales. La diferencia en el caso de los medios sociales estriba en que los sujetos pueden establecer relaciones parasociales no sólo con celebridades y personalidades públicas con las que no tienen ninguna vinculación directa, como permiten los medios masivos, sino también con personas que pertenecen a su propio grafo social”[10].

Párrafos más adelante hablaremos de cómo las relaciones parasociales son más comunes e incluso benéficas, contrario a lo que pudiera pensarse. Sin embrago, regresando a los casos trágicos en donde fans han atentado en contra de la vida de alguna celebridad, estos remiten a personas que fueron más allá de los tres niveles propuestos por McCutcheon, pasaron de conductas patológicas y extremas para conocer a sus ídolos, a intentar “castigarlas” o eliminarlas por haberlos defraudado a ellos en específico.

Entonces, las emociones y la salud de estas personas, al ser producidas por un famoso y estar dirigidas hacia él sin ninguna reciprocidad, tuvo como consecuencia una connotación negativa del término Parasocial y se menciona como algo peyorativo. Esto pudiera ser porque, además de las historias que han salido a la luz a lo largo  de los años, también en la actualidad esta relación se expresa de maneras muy particulares justificando abusos, fraudes, discriminación, prejuicios, etc., por parte de los fans que, gracias a las redes sociales, se congregan para atacar y acosar a los detractores.

Hey, mírame. Te amo… Hey, mírame. Te odio.

Tanto “amar” a una figura pública como «odiarla» es también una “relación” parasocial.  Los fans quieren llamar la atención con adulación, como hay a quien no le gusta y quiere llamar su atención para hacérselo saber. Se critica a quienes se supone tienen una relación parasocial de amor o admiración con una celebridad, pero se supondría lo mismo de alguien que detesta y critica todo el tiempo a un famoso. Esto es una condición de la era de las redes sociales e incluso el “hate” es remunerado y aprovechado por algunas personalidades de ámbitos como la televisión e internet. Los parasociales no son sólo “ellos”, sino somos todos.

Tal parece que las conductas del hater y del fan tienen el mismo objetivo: Que sus emociones sean reconocidas por la celebridad que les genera emociones (intensas y unilaterales). Es una búsqueda incesante por llamar su atención y esto no se queda en el anonimato sino que lo hacen público y se van sumando personas a la discusión. Me atrevo a decir que la interacción diaria en redes sociales, en comentarios y post, así como la disputa continua entre fans y haters es incluso más real que la relación con la celebridad en cuestión.

Es la interacción de estos dos bandos la que le da la forma actual a las redes sociales y entre ellos intentan anular o invalidar las emociones del otro, se responden, se insultan, se mandan mensajes privados y finalmente se bloquean. Que, en términos prácticos y por irónico que  pudiera parecer,  cumple con los criterios de una interacción social moderna.   

No obstante, al  ser una forma más cercana de relacionarnos con alguien que admiramos, también puede tener un efecto positivo: ser parte de una comunidad, inspirarnos. Incluso, bajo la teoría de la comparación social de Leo Festinger[11], que si bien no se refería a compararnos con nuestros ídolos, hacerlo pudiera ser una manera de aprender a valorar nuestras capacidades, pues es hacer una comparación positiva. Es gratificante tener hábitos similares, mismos gustos o hasta mismos ídolos que los de alguien a quien admiramos. Es ese sentido de cercanía que nos da saber que un gusto o afición que consideramos privada es compartido por otra persona y en este caso no cualquier persona sino un ídolo.

La relación parasocial, ya no con una celebridad, sino con una persona que no es famosa, se disfruta y experimenta con la misma intensidad y con el plus de que la interacción o acercamiento tiene mayor posibilidades de ocurrir. Así, lo parasocial es complementario (y esencial) de lo social.

El término «parasocial» tiene la cualidad de que, sin mucho esfuerzo,  describe un tipo de relaciones actuales, comunes y que no son exclusivas de un sector de la población en específico. El prefijo para pasó de denotar algo “similar a una relación social” a significar “algo complementario de nuestras relaciones sociales”.

Las relaciones e interacciones parasociales son una forma más de relacionarnos y sentir algo por los demás, incluso si no se enteran. Es un fenómeno compartido, que no es sólo una cuestión de los solitarios, o de quien tiene un padecimiento mental o de grupos relegados como se pensaba inicialmente.

La esencia es la misma de hace 68 años: Una celebridad, una persona y un aparato electrónico. La relación emocional sigue siendo unilateral, pero desea ser reconocida por la persona admirada, pues sabe que esa posibilidad  (con un poco de suerte) está al alcance de un click. 

Es una experiencia individual que se puede disfrutar, pero que en ciertas condiciones particulares, se puede salir de control y tener repercusiones en la vida de las personas. Amar u odiar, sentir felicidad o tristeza a causa de una celebridad que no nos conoce, es poético, trágico y decadente, pero real.

Puede que aporten algo a la vida cotidiana, que inspiren o que causen dolor y tristeza. Pero ¿qué sería de nosotros sin este acontecimiento íntimo de nuestras emociones?   

 

 

 

 

[1] Ernesto Del Toro (Guadalajara, Jal. 1983). Escritor independiente y psicólogo, interesado en filosofía, sociología y psicología social. Desde el año 2012 comencé a publicar ensayos y textos breves en una página de blog, en los que analizo conductas y la situación actual de la sociedad. He publicado de manera independiente tres libros de ensayo de corte académico: Un libro real, sobre la realidad [Ensayos sobre la experiencia de la realidad y nuestra aproximaciones a la verdad) (2017), El Eco de la cultura de masas (2019), y Caja llena de cajas [algunas consideraciones sobre la discusión social] (2021)

[2] Horton, D. & Wohl, R. (1956) Mass Communication and Para-Social Interaction: Observations on Intimacy at a Distance.

[3] Op. cit

[4] Consultado en StudySmarter.co.uk, el 01 de mayo de 2023

[5] McCutcheon, L. E., Lange, R., & Houran, J. (2002). Conceptualization and measurement of celebrity worship. British journal of psychology (London, England: 1953)

[6] Op.cit.

[7] Castaño, L. (2015) Relaciones e interacciones parasociales. Una revisión conceptual.  Icono 14. Revista de comunicación y tecnología emergentes. (España)

[8] Horton, D. & Wohl, R. (1956) Mass Communication and Para-Social Interaction: Observations on Intimacy at a Distance.

[9] McCutcheon, L. E., Lange, R., & Houran, J. (2002). Conceptualization and measurement of celebrity worship. British journal of psychology (London, England: 1953)

[10] Castaño, L. (2015) Relaciones e interacciones parasociales. Una revisión conceptual.  Icono 14. Revista de comunicación y tecnología emergentes. (España)

[11] Efectuamos comparaciones sociales porque tenemos una necesidad intensa de evaluarnos y para ello, a veces debemos compararnos con los demás. (Festinger 1954)

 

 

 

 

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