La investigación evaluativa aplicada a proyectos sociales: un método de investigación en las ciencias sociales

Por Aldo Saúl Uribe Nuñez[1]

Cualquier ciencia social, al consolidarse como una ciencia que se rige a través de reglas, métodos, herramientas y leyes, busca constantemente desarrollarse y extenderse dentro del marco positivista de la ciencia. En toda ciencia existen formas de comprobar y medir aquello que se hace, formas características que se definen a partir del campo de estudio y época histórico-social.

La necesidad de proponer formas viables y alcanzables para medir el trabajo realizado en las distintas áreas del conocimiento no se concibe como algo nuevo, sino como un proceso sociohistórico que ha buscado validar ciertos datos, conocimientos o teorías. Este proceso se ha caracterizado por mediciones, pruebas, ensayos y errores que, de forma significativa, ayudaron a que todo campo científico se forjara.

Específicamente y tomando como ejemplo a la psicología social, esta ciencia social ha surgido gracias a métodos evaluativos que buscan validar sus presupuestos y metodologías, desde los trabajos de Gustave Le bon hasta los estudios de Kurt Lewin, por mencionar algunos. La investigación evaluativa es un área de vital importancia dentro de las ciencias sociales, un proceso que ayuda a desarrollar estas ciencias y proporciona herramientas valiosas para realizar investigaciones sociales.

Ahora bien, ¿cómo podríamos definir la investigación evaluativa? García (1994) define la investigación evaluativa como un proceso destinado, principalmente, a la evaluación de programas, en donde la evaluación se considera una actividad encaminada a determinar su eficacia por medio de su valoración en distintos momentos (etapa inicial, etapa de desarrollo y etapa final), así como en sus diversas dimensiones, tales como sus bases epistemológicas-teóricas, su formulación técnica, su adaptación al contexto sociocultural, etc.

Dicho proceso puede ser aplicado en toda área de estudio, así como a innovaciones, centros, organizaciones y/o profesionales. La investigación evaluativa surge como una herramienta de las políticas y programas públicos que requieren validez en cuanto a sus hallazgos, además de controlar correctamente la intervención, asumiendo el alto grado de incertidumbre al que se encuentran sujetos junto con las condiciones sociales, algo que plantea nuevos desafíos y un sinnúmero de dificultades metodológicas (De Lellis et al, 2010).

La propuesta de desarrollar un instrumento o instrumentos que nos permitan evaluar programas nace de la necesidad de realizar un trabajo científico pertinente en aras del desarrollo social, económico, tecnológico y cultural. La investigación evaluativa en las ciencias sociales nos permite, pues, formular y replantear aquello que vamos a realizar, evitando así futuras problemáticas y sesgos del quehacer.

Tal y como lo refieren Labourdette y Gavilán, (1999) la elaboración de un instrumento de evaluación se fundamenta en la necesidad de contar con un método que permita tanto la sistematización de conocimientos, como el análisis y adjudicación de valores, a través de su distribución en escalas y organizados en marcos generales de programas sociales, especialmente en campos de estudio como la psicología, la sociología, la antropología, la educación, entre otros. Por ende, podemos decir que la evaluación está ligada a la intervención gubernamental en un campo estipulado, ya que se caracteriza por identificar y medir los efectos propios de la acción (García, 1994 citado en Vázquez y Aguilar, 2014).

El desarrollo de programas de investigación evaluativos en las ciencias sociales no sólo permite determinar y analizar las intervenciones realizadas por los científicos sociales, sino efectuar comparaciones entre programas y grupos de programas, así como la transferencia de información recabada e interpretada a los organismos especializados (instituciones sociales, educativas, de la salud, etc.), con la finalidad de fomentar el impulso de políticas públicas, programas de intervención y toma de decisiones.

La investigación evaluativa como trabajo del científico social

La investigación evaluativa funge como una herramienta fundamental para el científico social. De la mano de ésta, logra evaluar, analizar, intervenir y recomendar —dentro del marco de la investigación social— aquellas políticas o programas en materia social, con la finalidad de proporcionar una visión crítica que permita mejorar dichas políticas y/o programas. Es importante mencionar que el científico social enfocado en la investigación evaluativa debe tener una visión sistémica del programa evaluado, ya que es a través de la visión del sistema en su totalidad donde podemos lograr observar aquellos elementos que confluyen entre sí para formar el fenómeno evaluado.

Es por medio de la investigación evaluativa que nos damos cuenta de la pertinencia y adecuación de un programa, evaluando su diseño, objetivos, planteamiento del problema a resolver y el estado del arte utilizado. Resulta pertinente tener en cuenta que todo trabajo de investigación evaluativa de programas requiere de la constante actualización del investigador o investigadores que lo realizan, así como contar con un amplio panorama de conocimientos y habilidades sobre la materia, fundamentando de forma científica-académica aquello que se evalúa y se califica como pertinente para su aplicación. De lo contrario, nos vamos a encontrar con un mal manejo de la información y estructuración de programas y políticas.

Ya abordamos, entonces, que la investigación evaluativa representa un área de gran significancia para el científico social, pero, sobre todo, para las instancias gubernamentales de índole educativa, de la salud y/o sociales. Pero, ¿por qué se dice que es un trabajo para el científico social? ¿Por qué resulta una forma de investigación? A medida que trabajamos en un campo de estudio, nos vamos encontrando con gran variedad de programas, propuestas e intervenciones sociales carentes de estructuración pertinente, adecuada metodología y objetivos claros y concisos.

Una parte considerable de programas propuestos en las ciencias sociales o las políticas públicas no tienen un buen diseño metodológico, así como bases teóricas adecuadas, bases que rara vez se hacen explicitas en dichos programas y evaluaciones. Por otra parte, las personas encargadas de su implementación, pueden apelar a medios insuficientes o inadecuados debido a carencias de información, al provisorio conocimiento disponible sobre la temática y a la falta de habilidades técnicas en su implementación.

En ese sentido, la investigación evaluativa conlleva la producción de conocimiento para dar respuestas a acciones políticas realizadas. Si bien la investigación evaluativa es investigación científica puesto que su finalidad es producir conocimiento para la solución de problemáticas sociales, ha de distinguirse de la investigación académica: la investigación académica ofrece al científico social el sustento teórico de su diseño, así como las leyes y posturas epistemológicas.

La investigación evaluativa contribuye al conocimiento teórico y metodológico de las ciencias sociales y se enmarca principalmente en los procesos de intervención. Es deseable que no exista una diferenciación de éstas al momento de intervenir, sino conjuntarlas con la finalidad de realizar un mejor trabajo, un sustento científico más completo y un trabajo interdisciplinario en donde colaboren juntos investigadores académicos e investigadores evaluativos de las distintas ciencias sociales.   

A partir de lo descrito vemos que existen diferencias entre la investigación académica y la investigación evaluativa. Por ello, es necesario remarcar un aspecto importante: el tiempo. En la investigación académica existe una mayor flexibilidad en el tiempo de uso, el investigador puede justificarlo y no se encuentra sujeto (generalmente) a políticas externas. La investigación evaluativa, por el contrario, se encuentra sujeta a la demanda de las instancias jurídico-políticas y requiere de resultados rápidos en una menor cantidad de tiempo. La investigación evaluativa, surge, pues, como una herramienta vital para la evaluación de políticas-programas públicos, donde, lamentablemente, algunas veces no se tiene presente o se proporciona un tiempo limitado para realizarse de la manera más pertinente.

Es necesario que, como científicos sociales, centremos nuestra atención en dicho aspecto con la finalidad de valorar nuestros futuros proyectos sociales e intervenciones comunitarias, fomentando nuevas formas de evaluación, formas innovadoras y capaces de proporcionar herramientas y técnicas eficientes y eficaces. Depende de nosotros realizar un trabajo adecuado, el cual permita construir nuestras ciencias y evaluar aquellos programas sociales que resulten pertinentes para el desarrollo comunal de la mano con la creatividad e innovación de formas evaluativas para científicos sociales.

 

 

 

Bibliografía.

De Lellis, Carlos Martín, Da Silva, María Natalia, Schittner, Jorgelina Vanesa, & Duffy, Débora Natalia. (2010). La práctica de la investigación evaluativa en un programa de promoción de la salud con instituciones escolares. Anuario de investigaciones17, 299-308.

García, V. (1994). Problemas y métodos de investigación en educación personalizada. Madrid: Ediciones Rialp.

Vázquez, N., y Aguilar, M. (2014). La investigación evaluativa en programas sociales como una forma de investigación en ciencias sociales. Reflexiones en torno a las prácticas de evaluación en el campo de las políticas públicas. En M. Busso (Presidencia). VIII Jornadas de Sociología de la UNLP. Congreso llevado a cabo en Buenos Aires, Argentina.

Labourdette, S., y Gavilán, M. (1999). Método de evaluación para proyectos sociales. Orientación y Sociedad, 1(1), 1-10.

 

 

 

[1] Licenciado en Psicología (UdeG); Especialista en Diagnóstico Clínico y Tratamiento de los Trastornos Mentales (AMSP, A.C.); posee una Formación en Psicogerontología (AEEP, A.C.); una Formación Psicoanalítica Especializada (AMSP, A.C.); así como diversos diplomados en materia de ciencias forenses y derechos humanos. Se desempeñó como asistente de investigación en distintos centros de investigación como el Centro de Investigación en Comportamiento y Salud (CUValles, UdeG), el Departamento de Sociología (CUCSH, UdeG) y el Departamento de Estudios de la Comunicación Social (CUCSH, UdeG). Ha cursado seminarios de investigación en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y en el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Ha sido ponente en congresos y coloquios nacionales e internacionales. Ha escrito artículos en revistas académicas estudiantiles y medios digitales sobre psicología social, vejez, estudios sobre juventud, educación y salud mental. Actualmente es estudiante de la Maestría en Humanidades, Línea Formación Docente con eje de especialidad en Ciencias Sociales, Humanidades y Comunicación (UAZ), del Diplomado en Seguridad Pública y Prevención del Delito (ELCPAPO) y trabaja como investigador independiente.

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