“Eric Hobsbawm”, imagen tomada de “La enciclopedia biográfica en línea” https://www.biografiasyvidas.com
Por Dulce Iris Cerezo Reyes[1]
La historia que más me interesa es la que procura analizar, la que ocurre, en vez de simplemente descubrir lo que acontece.
—Éric Hobsbawm
INTRODUCCIÓN
Con la invención de asombrosos medios de producción como las máquinas y herramientas, entre ellas la innovación más sobresaliente, el automóvil, daba inicio la etapa conocida como revolución industrial. Grandes novedades aparecían, y lo que se pensaba es que ayudarían a mejorar la vida en la sociedad, por lo que las personas de pueblo emigraron a la ciudad en busca de mejores condiciones de vida. Pero, ¿en verdad la revolución industrial dio beneficios a todos? la respuesta es no, las grandes máquinas no realizaban el trabajo solas, detrás de ellas siempre ha estado un trabajador al cual se le pagan sus servicios, en muchos casos con remuneraciones míseras, y éste debe obedecer a un patrón; la ambición del patrón de tener más ganancias lo hizo olvidar que estaba tratando con personas, y que para el mejor rendimiento necesitaban descanso, no hacer las actividades solo por obligación y repetición, sino que fueran realizadas con gusto y anhelo de superación. Los trabajadores vivían situaciones infrahumanas e incluso insalubres, es así que se siguió haciendo división de clases, esta vez en lugar de Rey era burguesía y en lugar de esclavo proletariado, siendo esta primera la que poseía ventajas con su propiedad privada.
Lo que se debía era refrendar los ideales de la revolución francesa, “Libertad, igualdad y fraternidad”, pero ¿cómo hacerlo?. Lo justo era no permitir la explotación y que el progreso fuera para todos ¿Qué corriente económica y filosófica surgió para defender los derechos de los obreros? ¿Qué proponía? ¿Quiénes fueron los principales precursores? ¿El marxismo tuvo relación con el campo historiográfico? ¿Qué historiadores estudiaron la revolución industrial? En las siguientes páginas ampliaremos una respuesta a cada una de las siguientes preguntas.
Marxismo
La corriente económica y filosófica que defendió los derechos de los obreros fue el Marxismo, dicha corriente, surgida en Alemania, proponía crear una sociedad igualitaria, no solamente basada en teoría sino también en la práctica, eliminando lo que se conoce como clases sociales; se buscaba que la sociedad fuera justa y se terminara con la lucha de clases que el capitalismo había causado, llamada así por su máximo precursor Karl Marx, distinguido economista, filósofo e historiador. Al respecto, Gemkow resalta algunos datos biográficos de Marx:
Nació el 5 de mayo de 1818 en Tréveris ciudad alemana […] Niño cuyo trayecto a la escuela pasaba por la zona del mercado, habitada por campesinos pobres, y quien en sus vagabundeos veía el hambre en el barrio pobre de la ciudad, escuchaba con atención cuando su mentor deploraba la situación en que debían vivir muchos conciudadanos de Tréveris. (Gemkow, 1975, p.14)
En sus artículos, Marx desempeñó el papel de abogado de los pobres, denunció con indignación las brutales medidas de los terratenientes en Los Debates de la dieta renana: Tercer artículo. Debates sobre la ley acerca del robo de leña, donde Marx exalta que los pobres carecen de derechos no solo políticos sino también sociales. Este tipo de afirmaciones drásticas lo llevaron a ser motivo de diversos disgustos, por su carácter rebelde y sus publicaciones que estaban en contra del gobierno, el cual le pedía que se moderara, motivo que lo llevaría, como a muchos de su época, a ser exiliado. No se debe olvidar que otro personaje importante fue Friedrich Engels, quien junto a Karl Marx plasmó sus ideas en la obra denominada “Das Capital”, en español “El Capital”, entendiéndose capital como un poder social; obra magnífica en tres tomos en la cual los autores se centran en hablarnos acerca del mercado y la propiedad privada, las barreras para lograr una sociedad libre, el valor y el trabajo (a mayor tiempo de trabajo es mayor el valor), y un tema que resaltaron, la plusvalía, la cual ha llevado a que exista una explotación capitalista.
“El Capital” no fue la única publicación que juntos Karl Marx y Friedrich Engels hicieron, en 1847 formaron la Liga Comunista, y, un año más tarde, dieron a conocer “El Manifiesto del Partido Comunista” y «Principios del comunismo», un proyecto del programa de la Liga de los Comunistas que escribió Engels en París, por encargo del Comité Comarcal de la Liga.[2] Esta obra es transcendental porque marca el nacimiento de la historiografía marxista británica, en la cual vemos ejemplos claros del análisis de cada una de las clases, y cuya base es el materialismo histórico.
Materialismo Histórico británico
La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna. (Marx y Engels, 1972, p.18)
Con estas enfáticas palabras, en el capítulo I, «Burgueses y proletarios», del Manifiesto del Partido Comunista, los autores nos dan una nueva perspectiva de la historia. Todas estas ideas fueron adoptadas por los historiadores que coincidían con el materialismo histórico. Tal término fue utilizado por vez primera por Friedrich Engels en su trabajo titulado Del socialismo utópico al socialismo científico, donde afirma:
Confío en que la respetabilidad británica, que en alemán se llama filisteísmo, no se enfadará demasiado porque emplee en inglés, como en tantos otros idiomas, el nombre de materialismo histórico para designar esa concepción de los derroteros de la historia universal que ve la causa final y la fuerza propulsora decisiva de todos los acontecimientos históricos importantes en el desarrollo económico de la sociedad, en las transformaciones del modo de producción y de cambio, en la consiguiente división de la sociedad en distintas clases y en las luchas de estas clases entre sí. (Engels, 1998, p. 17)
A partir de entonces, a la historia propuesta por Karl Marx se le designó con este nombre, y destacó que la historia no es, como muchos la imaginaban, “hechos” y “personajes”. Marx consideraba que la historia estaba determinada por los modos de producción y los cambios políticos, sociales e incluso culturales; para él todo era materia, y esto determina la relación de los seres humanos, la diferencia con los demás seres humanos no es el razonamiento sino el trabajo, entonces, se veía “la historia desde abajo”.
En este ámbito económico, Karl Marx apunta un orden de la sociedad; de la sociedad comunista se pasaba a la esclavista, de la esclavista al feudalismo, del feudalismo al capitalismo, y del capitalismo finalmente se llega a la sociedad socialista; con esto se puede aseverar que para los historiadores marxistas la producción del hombre es la base. El materialismo histórico elimina las ideologías, ya que considera que ésta es una excusa para la clase dominante, por lo tanto, la infraestructura determina la superestructura. La primera se refiere al ámbito económico y la segunda a la vida política y social.
La tarea de una historiografía marxista así comprendida poseía diversas utilidades que se pueden resumir en tres puntos:
1) Esclarecía procesos económico-sociales (ejemplarmente la transición del feudalismo al capitalismo).
2) Establecía las condiciones de las revoluciones, conflictos o resistencias.
3) Historizaba las formaciones sociales que la ideología burguesa (o feudal) presentaban como eternas (Acha, 1998, p. 3).
Es importante mencionar que entre los historiadores marxistas existieron ingleses, mexicanos y británicos, entre otros. Siendo estos últimos los más sobresalientes por sus aportes. Entre ellos encontramos a personajes como Maurice Dobb, Rodney Hilton, Christopher Hill, E. P Thompson, Perry Anderson y Eric Hobsbawm, éste último es en quien nos enfocaremos.
Thompson (1978, citado en Kaye 1989) en la obra “An Open Letter to Leszek Kolakowski” afirma:
“Trabajar como historiador marxista en Gran Bretaña significa trabajar dentro de una tradición inaugurada por Marx, enriquecida por los logros complementarios e independientes de William Morris, ampliada recientemente por la participación de hombres y mujeres especialistas tales como V. Gordon Childe, Maurice Dobb, Dona Torr y George Thomson, y tener por colegas a estudiosos como Christopher Hill, Rodney Milton, Eric Hobshawn, V. G. Kiernan (entre otros que podría mencionar) y los editores de este Register (John Saville y Ralph Miliband). Creo que no existe razón deshonrosa alguna que me impida solicitar un puesto en esta tradición” (Thompson, 1978, p.333 citado en Kaye, 1989, p.3)
Por su parte, Kaye señala que con “historiadores marxistas británicos” se refiere específicamente a Maurice Dobb, un economista que hizo importantes aportaciones a la historia económica; Rodney Hilton, cuyas contribuciones se han dirigido en particular al campo de la historia medieval y estudio del campesinado; Christopher Hill, cuya obra ha remodelado nuestra idea de la Revolución Inglesa del siglo XVII; Eric Hobsbawm, que ha trabajado en diversos campos de la historia, pero de forma más destacada en los estudios de la clase obrera, el campesinado y la historia mundial; y E. P. Thompson, que tanto ha contribuido a la historia social del siglo dieciocho y principios del diecinueve. (Kaye, 1989, p. 5)
Entonces, a partir de estos conceptos establecidos por Karl Marx existieron historiadores que se sintieron atraídos por el materialismo histórico, como es el caso de Erick Hobsbawm.
Eric Hobsbawm: historiador marxista británico
Eric John Ernest Hobsbawm, mejor conocido como Erik Hobsbawm, nace en Alejandría, Egipto, el 9 de junio de 1917, año de la revolución rusa; y murie el 1 de octubre de 2012. Su familia fue de origen judío, lo que llevó a que tuviera que trasladarse a Londres junto con su hermana, por la persecución nazi, ya que sus padres murieron años antes. A muy temprana edad se sintió atraído por las ideas de Karl Marx y por temas de arte, cultura y jazz, e incluso se dice que su primer amor fue este último, del cuál fue crítico en la revista The New Statesman con el pseudónimo Frankie Newton (nombre de un trompetista marxista), e investigador de este género musical en relación con las clases sociales; de hecho, en el Partisan Coffe House, que fue casa de Karl Marx, se reunía junto con otros miembros de la nueva izquierda quienes decoraron el lugar y juntos escuchaban jazz. Llevó su interés mucho más lejos al escribir un libro sobre el jazz, y aunque Hobsbawm al realizar estos estudios no era un musicólogo, estaba haciendo una historia total porque abarcaba historia social, historia política e historia cultural.
El ambiente político, social, económico, cultural e incluso geográfico en el que creció lo hizo ser partícipe de varios acontecimientos, por lo que para él la historia no era un simple descubrimiento, hechos que pasaban; la historia es analizar, confrontar datos, autores, que fuera transdisciplinar. Sobre Hobsbawm, el historiador argentino Luis Alberto Romero escribió:
Resolvió el problema de contar la historia y a la vez explicar su trama a través de “su manera de apoyar cada idea abstracta con un ejemplo concreto –un personaje literario, un edificio, una costumbre– y su capacidad de vincular todo con todo y lograr ese pequeño milagro de presentar, en una larga historia, las imágenes de la historia viviente”. Esa voluntad de comunicación y calidad literaria que implicó escribir para un público amplio mientras cultivó la estética de la escritura, es parte de la razón por la cual llegó a ser un historiador de gran popularidad aun en los momentos donde el marxismo fue más rechazado tanto en términos académicos como políticos. (Romero, 2012, s/p)
Con tan solo catorce años se une al Partido Comunista en Berlín, pero es durante la Segunda Guerra Mundial cuando se traslada a Londres, Inglaterra, donde pasa a formar parte del Partido Comunista Británico, en 1936, a sus diecinueve años. Más tarde llegó a ser considerado un “historiador marxista británico» y obtuvo el grado de Doctor en Historia por el Kings College en Cambridge. Sus trabajos no solo giran en torno a temas del capitalismo, algunas de sus obras sobresalientes son: Historia del siglo XX; La edad de la Revolución: Europa (1789-1848); La edad del capital (1848-1875); La era del imperio (1875-1914); Épocas Fracturadas: Cultura y Sociedad en el Siglo XX; Industria e Imperio; Épocas interesantes: Una vida del vigésimo-siglo; Rebeldes primitivos; Globalización, democracia y terrorismo; La escena del jazz; Naciones y Nacionalismo Desde 1780: Programa, Mito, Realidad; Viva la revolución, Eric Hobsbawm en Latinoamérica; Cómo cambiar el mundo: reflexiones sobre Marx y el marxismo; La invención de la tradición.
Pero, ¿Qué aportes dio a la historia? Hobsbawm se centró en las clases sociales que no habían sido estudiadas, como los trabajadores y todos los sectores populares que antes habían sido marginados y minimizados en la Historia, por eso su afiliación con el Marxismo y por plantear una Historia social. Colaboró con diversas revistas, entre las que destaca Past and Present, en la cual participó desde 1952 y llegó a ser presidente. El sociólogo Agustín Lao Montes en su artículo titulado El legado político-intelectual de Eric Hobsbawm: historias globales desde arriba y desde abajo nos dice:
“En sus 95 años de vida fue testigo de dos guerras mundiales, dos crisis globales y tres olas de movimientos antisistémicos junto con revoluciones anticoloniales y socialistas: todo esto en el contexto de intensos procesos de globalización capitalista con su repertorio de violencia, fascismo y profundización de desigualdades” (Lao, 2013, p. 7).
Hobsbawn fue fiel seguidor del marxismo y del Partido Comunista hasta 1991; aun con la caída del muro de Berlín y de la Unión Soviética, sostuvo sus ideas, a diferencia de muchos de su época. Para él, la Historia no se contaba a partir de los años, sino a partir de los procesos sociales y económicos. Así, el reconocido historiador nos traslada a la Europa del siglo XVII con su obra “En torno a los orígenes de la revolución industrial”, tiempo caracterizado por la crisis económica, que provocó el cambio de la época feudal al capitalismo, la caída del comercio en el Mediterráneo y el Báltico, las revoluciones, la expansión colonial; después de años de haber estado presente la agricultura se pasó a la industrialización. Como historiador marxista británico, cita fielmente a Marx con su teoría de la acumulación primitiva en donde opina que los beneficiados solo fueron los capitalistas y no el proletariado. Todo esto incitó a la Revolución Industrial Británica, la cual comenzó en Inglaterra y es en este momento cuando aparecen las clases sociales que comenzaron la lucha de proletariado y burguesía, en dónde los primeros trabajan para los segundos a cambio de salarios míseros e, incluso, en tiempos difíciles, esto marcaba la diferencia de su destino, como en el caso de las enfermedades:
«Si bien el siglo XVII se caracterizó por las epidemias muy difundidas, se puede afirmar que la capacidad de estas para matar gente, aunque no su misma aparición, dependió de los factores económicos que determinaban la receptividad del pueblo respecto de la infección y su capacidad para resistirla. Casi invariablemente, los pobres mueren en las epidemias con más frecuencia que los ricos» (Hobsbawmn, 2016, p. 73.)
La industrialización llevó al cambio de la riqueza por el mercado, una restructuración social, y sobre todo a expandir el mercado. En suma, este libro tiene como objeto darnos a conocer el capitalismo británico, junto a la caída de los precios y la expansión industrial.
Otra de sus obras, Gente poco corriente: resistencia, rebelión y jazz, la cual se centra en personajes que son poco conocidos, característica de la nueva “Historia desde abajo”, retrata personajes que muchos no conocemos pero que el historiador se centra en realizar esa investigación porque le parece que han tenido trascendencia en la sociedad. Uno de los grandes temas que menciona el autor en dicha obra era combatir la pobreza, ya que consideraba que desapareciendo ésta se lograría la completa felicidad del ser humano, a saber, Hobsbawm estaba tomando en cuenta la realidad, desde la perspectiva del materialismo histórico, por los modos de producción, pues según sean estos se darán los cambios sociales e históricos. Así, los obreros comienzan a formar grupos que se conocen como los primeros sindicatos, cuyo objetivo era manifestar sus inconformidades, que tenían por diversos motivos, una de ellas era pedir aumento de salario, de lo cual todos consideraban que era consecuencia de la revolución industrial. Ante ello, una de las ideas que se pusieron en marcha fue destruir las máquinas, lo que se conoce como ludismo. Este movimiento se dio sobretodo en Gran Bretaña.
Alrededor de 1800 los tejedores y los tundidores del oeste se movilizaron simultáneamente: los primeros se organizaron contra la inundación del mercado de trabajo por trabajadores foráneos; los segundos, contra las máquinas. Sin embargo, su objetivo –el control del mercado– era el mismo. (Hobsbawm, 1999, p. 18)
En un momento del libro parece que jamás se va a hablar de las mujeres, como en otros, pero afortunadamente Hobsbawm sí lo hizo. De hecho, éste es otro punto transcendental del historiador marxista británico, quien liga este tema al del arte, el cual estuvo presente durante dicha etapa, sobre todo en la iconografía, para lo cual se apoyó de los historiadores del arte. Hobsbawm sostiene que la pintura de “La libertad guiando al pueblo en 1830” no solo era arte, pues recordemos, siguiendo a Hobsbawm, que detrás de toda obra artística existen factores políticos, sociales, y como resultado en esta pintura se presenta la figura de una mujer que se muestra inconforme. Este hecho fue clave para que, años más tarde, los sindicatos de obreros ocuparan la imagen de la mujer para representar los valores sociales, así, se comenzó a elaborar iconografía de mujeres desnudas característica del movimiento revolucionario socialista.
En una presentación idealizada del tema del movimiento, es decir, la lucha de la propia clase obrera, antes o después ha de intervenir la utilización del desnudo, como en el estandarte de la Rama de Exportación del Sindicato de Obreros Portuarios en el decenio de 1890. (Hobsbawm, 1999, p. 122)
También es durante la industrialización cuando debido a la economía cambia la situación de las mujeres pertenecientes al proletariado. Al principio, solo se les consideraba como activas del movimiento obrero por pertenecer a una familia donde tenían gran parte de decisiones, pero más tarde el papel cambió, ya que la mujer se incorpora al mercado laboral, en donde comienza a ser contratada incluso en gran número, ¿Por qué? porque su salario era menor al del hombre. Al respecto, Hobsbawm manifiesta que:
Esto se debió en parte a la importancia que el socialismo de entonces concedía a la destrucción de la familia tradicional; lo cual sigue estando muy claro en El manifiesto comunista. A la familia se le consideraba como la cárcel, no solo de las mujeres, que en su conjunto no participaban de forma muy activa en la política, ni, a decir verdad, eran una masa que sintiera mucho entusiasmo por la abolición del matrimonio, sino también de la gente joven, a la que atraían mucho más las ideologías revolucionarias. (Hobsbawm, 1999, p. 128)
A Hobsbawm le tocó vivir el año de 1968, un año de revolución cultural, política, social, y que a pesar de haber ocurrido en distintos países, el fin que perseguía era el mismo, la justicia, la igualdad, y lo que en su principio el Partido Comunista estableció, “la defensa de la República”, “la unión de todos los que están en la izquierda”, “un gobierno popular”, “abajo el gobierno de un solo hombre” etc. Esta lucha, que en un momento iniciaron los obreros, ahora era una lucha también de estudiantes, como fue el caso de México.
Como se mencionó antes, el historiador Eric Hobsbawm se sentía atraído por el jazz, en su estudio resalta que este género surge con los negros, los cuales querían preservar sus tradiciones, pero, desde el punto de vista de la historiografía marxista británica, como las súper estructuras e infraestructuras van evolucionando, al igual esta música evolucionó y se convirtió en blues y rock, además, sentó las bases de varios géneros musicales, aunque, como toda creación artística, va de acuerdo al contexto social que acontece. En particular, recordando un poco de la historia del jazz, éste fue tocado primero por esclavos y, años más tarde, aparecieron grandes músicos como Duke Ellington y Billie Holiday, los cuales son elogiados en los escritos de Hobsbawm. La historia del jazz comienza en Estados Unidos durante las transformaciones económicas, pero después pasa a formar parte también de Europa. El jazz, llegando a Europa, se convierte en música de los obreros, música que poseía carácter de libertad y unión; fue conocido también para bailar y de él surgen nuevos músicos quienes muchos de ellos eran parte del proletariado. “El jazz no se abrió camino y triunfó como música para intelectuales, sino como música de baile, y específicamente, para un baile social revolucionado y transformado de las clases media y alta británicas”. (Hobsbawm, 1999, p. 237)
Finalmente, a manera de conclusión, se puede afirmar que Eric Hobsbawm fue un destacado historiador porque vivió parte de dos siglos, lo que permitió que conociera varios aspectos de la sociedad cambiante y diera una visión global de la historia. Podemos mencionar como algunas de sus aportaciones explicar los acontecimientos centrados en su relación y forma, es decir, que aunque cada una de sus investigaciones fueran de diversos temas muestran relación; manifiesta que el siglo XX comienza con la Primera Guerra Mundial y es el más corto, se divide en tres etapas: la edad de las catástrofes, la edad de oro y el derrumbamiento. También nos habla de la historia de diversas manifestaciones sociales y lo que la historiografía marxista británica llamaba “historia desde abajo”, pues expresaba que la perspectiva histórica debía ver los cambios sociales.
Estudió las clases populares no solo de manera teórica, sino también práctica, por lo que se puede observar que su característica era examinar, investigar e ir hasta lo más profundo y no quedarse en algo perecedero. Aunado a ello, Hobsbawm es parte del marxismo cultural ya que sus temas de análisis abarcan desde el capital, hasta asuntos políticos, sociales y culturales; éste tipo de análisis es su peculiaridad, y como claro ejemplo se pueden observar sus estudios sobre jazz y las vanguardias artísticas, motivo que nos lleva a retomar la frase que se muestra al inicio del ensayo y la que puede resumir la característica principal de su labor histórica: “La historia que más me interesa es la que procura analizar, la que ocurre, en vez de simplemente descubrir lo que acontece.”
Bibliografía.
- Acha, J (1998) Problemas actuales de una historiografía marxista. México. Debate Marxista.
- Engels, F (1998) Del socialismo utópico al socialismo científico. Barcelona: Debarris.
- Gemkow, Henrich (1975) Carlos Marx biografía completa. Buenos Aires: Cartago.
- Hobsbawmn, E. (2016) En torno a los orígenes de la revolución industrial. México: Siglo XXI.
- Hobsbawm, E (1999) Gente poco corriente: resistencia, rebelión y jazz. Barcelona: Crítica.
- Kaye, H (1989) Los historiadores marxistas británicos. Un análisis introductorio. Zaragoza: Prensas Universitarias, Universidad de Zaragoza.
- Lao, A (2013) El legado político-intelectual de Eric Hobsbawm: historias globales desde arriba y desde abajo. Ecuador: FLACSO.
- Marx, K (2017) Los Debates de la dieta renana: Tercer artículo. Debates sobre la ley acerca del robo de leña. Gedisa.
- Marx, k et al Engels F (1972) Manifiesto del Partido Comunista. Moscú: Progreso.
- Moreno, S (2012) Erik Hobsbawm 1917-2012. Bogotá, Colombia: Universidad Nacional de Colombia. Vol. 39, núm. 2. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura.
- Centro de Estudios Socialistas Carlos Marx https://www.marxists.org/espanol/
- Romero et al Tarcus (2012) El historiador que escribió para la gente. Clarín. Edición Nº: 25843.