US: Las razones que al miedo le sobran

Por Sergio E. Cerecedo

 

El plano inicial muestra de forma magistral una familia en una feria; la pequeña niña de grandes ojos huye de una pelea entre sus padres y llega a una casa de espejos en la que se pierde. Éste será el sitio en el que, vemos más tarde, sucede algo que le cambiará la vida, un primer encuentro con una entidad que no comprende, que es humana e inhumana a la vez.

 

Después de esto, el segundo largometraje de Jordan Peele salta hasta el presente, con una familia feliz en la casa de la fallecida abuela disponiéndose a ir a la playa, aunque la madre se niega por su viejo trauma.  Posterior a la ida a la playa y a un encuentro inusitado por parte de uno de los miembros de la familia —visualmente con bastantes simbolismos—, en la noche son acechados por cuatro extraños que se les parecen mucho en complexión y pronto les arrinconan en su casa a base de violencia con la intención de darles un fuerte mensaje.

 

El tema del doppelganger o el alter ego malvado siempre da pie a creaciones audiovisuales interesantes (la última temporada de Twin Peaks, “El hombre duplicado” de Saramago, por citar algunos ejemplos), en “Nosotros” se intenta indagar en esa noción desde el género del terror, dando una primera hora muy bien contada, pero una segunda que se desinfla ante algunos excesos tanto en el guion como en su ejecución.

 

Jordan Peele (2019)

Aunque suene pretencioso, creo que no está demás referenciar ciertas teorías narrativas que vienen a colación . En el siglo pasado Wolfgang Iser, Roman Ingarten y otros estudiosos de la literatura y la narrativa en general se interesaron tanto en lo que una historia dice como en lo que se reserva, dejando espacio a que la imaginación del lector vuele y complete las partes que no están explícitas, a esto se le conoce como espacio de indeterminación, de esta manera poco importa a veces el color de la vestimenta, las mascotas del protagonista o descripciones detalladas de los lugares, aunque otros autores pueden ser detallistas hasta lo casi imposible. En el cine, por el hecho de ser audiovisual, gran parte debe ser evidente a nuestros ojos, pero en cuanto a trama y guion es perfectamente manejado, siendo la elipsis —omisión de detalles o acciones entre escena y escena— el más claro ejemplo.

 

Y es donde Peele falla, las explicaciones tan a la fuerza terminan por cansar y desubicar, además de hacer más grandes los huecos en la trama, que de llevarse con mayor ambigüedad, no tendrían por qué ser un problema y, por el contrario, harían más intensas en el espectador las emociones. La mayoría de películas buenas de terror te hacen sentir miedo y angustia por las abismales situaciones aunado a la estética o el ritmo de la narración, pero aquí se confunde la inteligencia con arrojar motivos a la cara del espectador y apilarlos sin una estructura, lo que a pesar de tener un aspecto técnico impecable no resulta bien y el espectador termina más preguntándose por nimiedades como dónde consiguieron los objetos y vestimenta que porta o por detalles de qué es lo que hace que en determinados momentos los personajes sean como sombras y en otros tengan independencia en movimientos y pensamientos, en lugar de por la crítica social del filme y su afán de disertar en dónde se ubica la maldad de las cosas y cómo la frontera se hace borrosa con la marginación social y otras circunstancias; un discurso que termina por diluirse.

 

Técnicamente, como ya comenté, poco o nada que reprochar. Los encuadres destacan por su sobriedad y por acentuar con claroscuros muy suaves la puesta en escena llena de color y textura —un 10 en diseño de producción— y en la que cada objeto usado por los personajes deja una huella. La música de Michael Abels le da un carácter ceremonial/ritual a toda la acción llevada a cabo por los otros y a las secuencias donde se narra el génesis de estos. Detalles como los conejos y los recorridos por los túneles no tendrían el mismo sabor sin éste acompañamiento, aunque para mi gusto, cae en un exceso de coros —lo que pasaba al principio de los 2000 con los scores de películas épicas—, sin que esto llegue a ser del todo molesto. La fotografía de Michael Gioulakis (Glass ) trata de hacer una luz difusa y todo el tiempo dar esta sensación de calor desasosegante de verano con el que la película gana mucho.

 

 En cuanto al tono y dirección de la película, a diferencia de lo que he leído en críticas de redes sociales, el uso del humor para mí sí está bastante bien logradas incluso como referencias a la cultura gringa —contar cuántas muertes lleva cada uno como en los videojuegos o chistes a media pelea por la supervivencia—, pero por desgracia la parte dramática a pesar de tanta explicación resulta insuficiente, pues entre más explicación hay y más inverosímil resulta, más huecos en la trama va haciendo al grado de que al espectador le importan más nimiedades ­—como ya comenté— como de dónde sacaron sus utensilios, más que las motivaciones de los personajes y eso es difícil de ignorar, pues la cinta intenta igual que su predecesora (Get Out) en un terror de base social.

 

Las actuaciones son correctas destacando Lupita Nyong´o en ambos papeles, ella funciona a manera de suspensión de carro no dejando que los giros de la trama peguen tan duro en la verosimilitud pues parece que al resto de la familia el guion los desdibuja no dejándole a los intérpretes mucho qué hacer sino gestos plásticos bastante comunes que les deslucen.

 

Hasta las mismas formas operísticas recuerdan al giallo y a las películas de suspenso de los 70´s, el uso de los detalles como los conejos, las tijeras y los espejos tienen presencia sin llegar a exagerar. Al final los símbolos son poderosos visualmente, pero en cuanto a lo argumental sí se quedan vacíos una vez que lo pensamos —la poderosa imagen final—, tanto que impactan y se quedan en la memoria por cómo son filmados, mas no por la trascendencia de lo que cuentan.

 

Creo que Jordan Peele y sus colaboradores van por buen camino en cuanto a llevar temáticas, mitos, fobias y verdades de la sociedad gringa a su narrativa e intentar explorarlas, pero a veces no funciona apelar sólo a las emociones, y necesitan en su siguiente producción, diferenciar de lleno entre dar explicaciones y estructurar/develar una trama, cosas que son como el agua y el alcohol, tan confundibles como diferentes.

 

 

 

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